miércoles, 22 de diciembre de 2010

Religión y democracia: comentarios a la ley de libertad religiosa en el Perú



A inicios de este mes, y luego de varios años de intenso debate, el Congreso de la república del Perú aprobó la “ley de libertad religiosa”, a partir de la cual se reconoce a los ciudadanos que profesan una fe distinta a la católica una serie de derechos como el recibir asistencia religiosa, de conformidad con la confesión personal que cada uno de ellos exhiba, en hospitales o centros penitenciarios, y la obligación de instituciones laborales y educativas de respetar sus creencias.

Ahora bien, y como era de esperarse, la aprobación de la mencionada norma no ha estado exenta de una serie de cuestionamientos y críticas en su mayoría provenientes del sector más conservador del catolicismo, y de otros grupos religiosos, como el sector perteneciente a las iglesias evangélicas de nuestro país, estas han señalado que esta norma no hace sino perpetuar el trato diferenciado y discriminatorio que el Estado peruano ha venido brindado a lo largo de los años a la iglesia católica en desmedro de las demás iglesias o confesiones.

Así, podemos hacer mención a las declaraciones hechas por el obispo emérito de Chimbote, monseñor Luis Bambarén, quien desde el momento mismo de la aprobación de la ley, y mucho antes de que esta fuese promulgada por el presidente de la república, Alan García Pérez, dejó constancia de sus discrepancias con esta ley. Monseñor Luis Bambarén señaló que resulta peligroso que a través de esta ley se ponga a todas las iglesias en “un mismo saco”, afirmando que las hay serias e históricas, reconocidas a nivel universal como tales, como parte de la espiritualidad de la humanidad como las anglicanas y luteranas, en cambio hizo mención a aquellas otras a las cuales tilda de sectas, las cuales, a su parecer, se vienen multiplicando como células muchas veces impulsadas por los beneficios económicos que traen consigo los diezmos de la feligresía. Bambarén, ha señalado además que en la actualidad nuestro país alberga a más de dos mil iglesias, muchas de la cuales, según afirma, no resultan ser instituciones serias, incluso habló de grupos o sectas satánicas, los mismos que pueden mal utilizar esta ley para solicitar exoneraciones o beneficios tributarios que deben alcanzar únicamente a las más serias y respetables.

Por su parte, tal y como afirmáramos en líneas anteriores, las críticas a la norma también provinieron del sector cristiano y evangélico de nuestro país. En su momento, el Concilio Evangélico del Perú y la Unión de Iglesias Cristianas Evangélicas hicieron saber su rechazo a dicha medida, por el hecho que en la mencionada norma se precisa que el Concordato suscrito entre el Estado peruano y el Vaticano se mantiene inalterable, y por ende, las relaciones existentes entre el Estado y la Iglesia Católica, se siguen rigiendo mediante este convenio internacional, hecho que desde su perspectiva, desnaturaliza la finalidad de la ley, pues consolida la posición de ventaja que el catolicismo ha tenido en su relación con el Estado frente a las demás iglesias desde los inicios de la república.

A pesar de todos estos cuestionamientos, el 20 de diciembre del presente, fecha que sin lugar a dudas será recordada como una fecha histórica para la consolidación del respeto por los derechos y libertades de las minorías religiosas en nuestro país, el Presidente de la República, decidió promulgar la autógrafa de la ley, reconociendo que en nuestro país todas las confesiones tienen igualdad de condiciones, con goce de los mismos derechos, obligaciones y beneficios.

Dicho todo ello, a continuación haremos algunos apuntes y comentarios en torno a los temas más saltantes que la mencionada ley trae consigo, a fin de poder aclarar algunas dudas que el ciudadano pueda tener en torno a este importante tema, dudas muchas veces generadas por la poca rigurosidad con la que los medios de comunicación han tocado el tema, y la escasa difusión que el debate sobre la misma ha tenido por parte de los mismos.

La ley en su artículo 8º le impone a los centros educativos, en todos sus niveles y modalidades, el deber de respetar el derecho de los alumnos a exonerarse del curso de religión por motivos de conciencia o en razón de sus convicciones religiosas sin ver afectado su promedio académico. Esta norma resulta fundamental ya que antes de la misma los alumnos del Perú estaban obligados a cursar la materia de religión o en su defecto, eran promediados con nota 0 en ese rubro, restándoles posibilidades de ocupar los primeros puestos en el cuadro de mérito académico frente a los demás alumnos, que ya sea por convicción, obligación o conveniencia decidían seguir adelante con el curso de religión. En otras palabras, gracias a esta norma el alumno va a tener la libertad de decir libremente que no es católico, y con ello eximirse de cursar la cátedra de religión sin que ello suponga un perjuicio a nivel del promedio académico. Ello hará que el niño que no profesa la religión mayoritaria, en este caso la católica, esté en igualdad de condiciones, y no sufra ningún tipo de trato discriminatorio, que lo coloque en una posición desfavorable frente al resto del alumnado.

Respectivamente, en el artículo 3º, inciso c de la ley se reconoce el derecho de todo ciudadano a recibir asistencia religiosa en los términos propios de su religión o confesión. En tal sentido, se establece que las instituciones públicas, deberán adoptar las medidas y normas necesarias destinadas a facilitar el servicio de asistencia religiosa en el ámbito de las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional del Perú, los centros penitenciarios, hospitales, lugares de asistencia y otros bajo su dependencia. En tal sentido, con la vigencia de este dispositivo legal cualquier pastor, capellán, guía espiritual de cualquier confesión, podrá ingresar a cualquier hora a un hospital o cárcel, beneficio del cual sólo gozaban los sacerdotes católicos, ya que a los otros se les restringía el ingreso solo a horarios de visita, hecho que sin lugar a dudas configuraba un trato discriminatorio y por ende lesionaba el derecho a la igualdad de la feligresía no católica.

Por su parte, en el artículo 5º de la norma se establece que serán reconocidas como verdaderas entidades religiosas, todas aquellas iglesias, confesiones o comunidades religiosas que estando integradas por personas naturales profesen, practiquen, enseñen y difundan una determinada fe. Debiendo para ello contar con credo, escrituras sagradas, doctrina moral, culto, organización y ministerio propios. Esta precisión es importante pues despeja las dudas y temores en torno a la laxitud o facilidad con la que esta norma permitiría el reconocimiento de nuevas entidades religiosas o iglesias. Como se puede apreciar solo adquirirán ese estatus jurídico, y por ende, estarán expeditas para solicitar y recibir los beneficios económicos y tributarios previstos por el ordenamiento jurídico vigente, aquellas que habiendo acreditado cumplir con los requisitos a los cuales hemos hecho mención logren con éxito ser inscritas en el Registro de Entidades Religiosas, creado mediante el Decreto Supremo 0003-2003-JUS, tal y como se señala en el artículo 13º de la norma comentada. En tal sentido, este extremo de la norma permitirá reconocer como entidades religiosas, con todos los beneficios que ello trae consigo, a diferentes confesiones que hasta el día de hoy no gozaban de tal condición y que por ende tenían que organizarse y presentarse como asociaciones sin fines de lucro u ONGs, lo cual, sin lugar a dudas, pone en cuestión la condición de igualdad que debe de imperar entre todas las religiones e iglesias en una sociedad, plural, tolerante y democrática como pretende ser la nuestra.

Además, como un dato adicional pero no por eso menos importante, la citada norma, en el último párrafo del mencionado artículo le impone el deber al Estado de respetar y garantizar las expresiones religiosas de los pueblos, andinos, amazónicos y afroperuanos, así como su derecho de ejercerlos de manera individual o colectiva. Este extremo de la norma es sumamente importante si se tiene en cuenta la heterogeneidad de nuestra sociedad, marcada por su diversidad y pluralismo social, religioso, étnico, racial o lingüístico.

Asimismo, la ley de manera clara y precisa dispone en su primera disposición final la posibilidad de sancionar penal o administrativamente a toda aquella persona natural o jurídica que por acción u omisión impida el ejercicio del derecho a la libertad religiosa. Esta disposición no hace sino ratificar el compromiso del Estado por salvaguardar y tutelar con una mayor convicción este derecho, sometiendo a proceso penal o procedimiento administrativo sancionador a todo aquel que de manera arbitraria e injustificada entorpezca el desarrollo del mismo, vaciándolo de contenido o simplemente lo desconozca de manera asolapada.

Finalmente, en su segunda disposición final la ley señala que la relación entre el Estado, la Iglesia Católica y las demás entidades religiosas erigidas de conformidad al acuerdo entre el Perú y la Santa Sede (CONCORDATO) de 18 de julio de 1980, se seguirán rigiendo por este citado acuerdo.

Esta ha sido la disposición que ha generado encendidas críticas por parte de las demás iglesias, la cuales señalan que a partir de ese acuerdo la Iglesia Católica recibe y seguirá recibiendo beneficios mayores a las demás iglesias, y que por tanto este extremo de la ley resulta contrario al espíritu de la misma y por ende inconstitucional.

En lo personal, creo que las críticas y cuestionamientos no resultan ser relevantes por cuanto lo único que hace esta disposición es reconocer algo que forma parte del ordenamiento jurídico peruano hace cerca de 20 años. Tal como se señala, el Concordato data de 1980, se trata de un Tratado o Convenio Internacional suscrito entre el Estado peruano y el Estado Vaticano, en tal sentido, este acuerdo no puede ser desconocido por una norma de derecho interno, pues supondría un quebrantamiento e incumplimiento de obligaciones internacionales válidamente contraídas por el Estado peruano y la Santa Sede a partir del momento mismo de su ratificación, lo otro podría traer como consecuencia futuras sanciones ante el incumplimiento de una obligación internacional generada de manera legítima entre ambos estados. Quizá sea bueno dejar en claro, que entendiendo la preocupación de las demás iglesias en torno al tema, no podemos dejar de reconocer que en el caso de la Iglesia Católica, esta cuenta con el aval del Estado Vaticano, quien puede, mediante la celebración de este tipo de acuerdos con otros estados, lograr para su iglesia una mayor protección de sus intereses.

A manera de conclusión me gustaría dejar claramente sentada mi posición en torno al tema, en tal sentido, creo que nadie podría dudar de la importancia que la Iglesia Católica ha tenido en la formación histórica y cultural de nuestra patria, nadie cuestiona el innegable aporte que durante siglos ha hecho a nuestra sociedad, pero asimismo, nadie duda que durante los últimos tiempos varias religiones han visto crecer enormemente el número de sus fieles en nuestras tierras. Para ello, basta con echar una mirada a los datos y estadísticas que publican las diferentes empresas, encuestadoras locales y extranjeras para darnos cuenta que, tanto en el Perú como en América Latina, las demás religiones, distintas a la Católica, han tenido un enorme avance, ese es el caso particular de la Iglesia Evangélica, la cual durante los últimos años ha logrado acoger a un serie de personas, entre las cuales se encuentran miles de ex católicos, a partir de un discurso mucho más humanos y actual, menos distante que el conjunto de postulados, que hace más de dos mil años sigue profesando el catolicismo. Pero más allá del porqué del crecimiento de éstas iglesias, más allá de si son o presentan un discurso más atractivo y moderno que el católico; algo que no podemos ocultar es su constante y creciente protagonismo en nuestra sociedad actual.

Por ello, es importante el reconocimiento que se hace a través de la promulgación de esta ley del derecho a la libertad e igualdad religiosa entre todos los peruanos, es importante porque es una medida que democratiza nuestra sociedad, y porque impide que algún peruano pueda ser discriminado por motivos religiosos, más aún, esta norma impide que las iglesias diferentes a la católica reciban un trato menos favorable que ésta, y sobre todo, que sea el Estado quien de manera indirecta, y a pesar de reconocerse como laico y aconfesional, desdibuje el mandato de nuestra Constitución, y termine por hacer suya una religión que, si bien es cierto sigue siendo la mayoritaria, no es la única entre todos los peruanos.

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viernes, 17 de diciembre de 2010

Las tendencias electorales en el Perú: ¿Quién ganará en el 2011?


Alfredo Torres, director ejecutivo de Ipsos Apoyo Opinión y Mercado, empresa líder en su campo en el país, ha publicado hace apenas algunas semanas un libro titulado “Opinión Pública 1921-2021”. El libro hace un interesante recorrido a lo largo de los casi 200 años de vida republicana de nuestro país. El autor, con la rigurosidad y minuciosidad estadística que lo caracteriza, nos muestra una serie de datos y cifras que grafican de una u otra manera el proceso de consolidación democrática y desarrollo en nuestro país, centrando su mirada en 4 momentos de particular interés social, político y económico, en los cuales el estudio y el énfasis puesto en el análisis de la opinión pública han cobrado mayor relevancia.


Estos periplo se inicia en el año de 1921, fecha en la cual se celebró el Centenario de nuestra independencia, durante el gobierno de Leguía. Continúa en 1971 con la celebración por el Sesquicentenario, bajo el gobierno del general Juan Velasco Alvarado. Luego, el viaje tiene como siguiente parada el año 1991, fecha que marca el inicio de la dictadura de Alberto Fujimori. Para finalizar con el retorno de Alán García Pérez al poder en el año 2006, tres lustros antes de conmemorarse el Bicentenario de nuestra república.


El libro arroja una serie de datos y estadísticas que ilustran y evidencian la profunda transformación que nuestro país ha sufrido a lo largo de su vida republicana, los numerosos retrocesos y sin sabores que en materia de desarrollo económico y político hemos experimentado todos los peruanos, los cambios de opinión y tendencias políticas marcadas por el populismo, el clientelismo, y el autoritarismo, los cuales, en uno u otro sentido, explican o permiten extraer conclusiones en torno al porqué de nuestro atraso y al porqué de nuestra fragilidad institucional y democrática.


Por razones de espacio y tiempo no puedo hacer una breve reseña de toda la información que este importante trabajo de Alfredo Torres trae consigo. Es por ello que en esta oportunidad, dado el comienzo de una nueva campaña electoral en nuestro país, centraré la mirada en el análisis que Alfredo hace en torno a las grandes tendencias electorales que los estudios de opinión pública y las encuestas en materia electoral han arrojado a lo largo de las últimas décadas en el Perú. Alfredo, con rigor académico y minuciosidad propia de alguien que ha logrado ganarse el respeto de propios y extraños, a pesar de haber sido blanco de las diatribas de quienes no viéndose favorecidos por el voto popular buscan siempre culpar a las encuestadoras de sus propios fracasos, nos brinda una valiosísima información en torno a las grandes tendencias electorales que se han venido presentando en los comicios en nuestro país, sobre todo en cuanto a las elecciones presidenciales. Estos apuntes que serán resumidos en 7 grandes ideas son de necesaria revisión por parte de los ciudadanos, y en especial, por aquellos que competirán por el Sillón de Pizarro en el 2011.


Un primer apunte señala que los errores y desaciertos cometidos por el gobernante saliente determinan en gran medida las características y la oferta electoral que los candidatos a sucederlo le ofrezcan al electorado. Dicho de otro modo, el candidato debe ser capaz de mostrase ante la ciudadanía como una alternativa de cambio responsable capaz de enmendar los errores cometidos por el gobierno pasado, dando continuidad a todo aquello que es valorado por la población como un aspecto positivo en la gestión del presidente a suceder. Como ejemplo, Alfredo hace mención a lo ocurrido en la última campaña presidencial en la cual la impopular gestión de Alejandro Toledo polarizó a la opinión pública entre el cambio radical, representado por Ollanta Humala, y el cambio responsable, de Alan García, al final sabemos todos cual fue el resultado de esa contienda.


Un segundo apunte es el vinculado a la importancia que cobra la figura personal del candidato, la cual se erige por encima de la estructura o institucionalidad de la agrupación, movimiento o partido político que lo presenta como su candidato. En esa línea, queda claro que la capacidad y el carisma que el candidato proyecte entre los votantes será un factor decisivo y determinante en su carrea hacia la presidencia. Es justamente esa capacidad personal y de seducción la que le permitirá captar un importante número de votos entre los independientes, es decir entre aquellos electores, que son la mayoría en nuestro país, que no le deben fidelidad a partido o agrupación política alguna. Esta tendencia explica porqué tanto en el caso de Acción Popular o el Apra, dos de los partidos con mayor tradición en nuestro país, estos sólo han podido alzarse con el triunfo electoral cuando han contado con figuras carismáticas como Fernando Belaunde y Alan García, respectivamente. Cuando ello no fue así, cuando el candidato elegido para que los represente fue un militante carente de dicha capacidad el resultado obtenido se resumió en una sola palabra: Fracaso.


Un tercer apunte señala que en nuestro país la derecha democrática y liberal no ha ganado nunca una elección presidencial. Los electores identificados con los ideales de una derecha moderna y democrática, respetuosa del orden jurídico y de la institucionalidad democrática no han podido celebrar jamás un triunfo en las elecciones generales. Las ideas liberales han sido implementadas desde el gobierno no por los políticos del partido de gobierno de turno sino por los tecnócratas que afincados en algún ministerio u organismo han tratado de ponerlas en práctica, pero hasta el momento el Perú no ha contado con algún candidato que inspirado en los valores de una derecha democrática resulte vencedor. Lo preocupante es que en los últimos años los únicos dos triunfos de la derecha registrados en el país corresponden a los años 1995 y 2000, años en los cuales el dictador Fujimori, desprovisto de todo tipo de discurso ideológico, y amparado por el apoyo de las Fuerzas armadas, los grupos de poder económico, y algunos sectores de la Iglesia, asumió por puro pragmatismo el modelo económico de mercado, dejando de lado los principios básicos del Estado de Derecho, como el principio de separación de poderes, el respeto por la libertad de expresión o el resguardo de la institucionalidad democrática. En otras palabras, la derecha autoritaria y antidemocrática, a diferencia de la derecha democrática y liberal, apelando a un discurso populista y clientelista, ha logrado el respaldo popular, más allá de las series y comprobadas acusaciones de fraude difundidas en el país, en especial con motivo de la segunda reelección de Fujimori en el año 2000.


Un cuarto apunte nos dice que la izquierda en el Perú es una fuerza política y electoral marginal. Es decir, ni en su versión moderada ni en la más radical ha logrado recibir un respaldo popular importante que le permita ser gobierno. Los candidatos de la izquierda, la mayoría de ellos anclados en la vieja prédica marxista de años pasados, desprovistos de un discurso moderno, liberal, y auténticamente democrático, capaz de despertar en los jóvenes entusiasmo por el cambio y esperanza en el futuro, no han logrado hacerse del voto de las grandes mayorías, ni siquiera entre los trabajadores independientes, los pequeños empresarios o el campesinado. Así, tenemos que el único logro electoral de la izquierda importante se remonta al año 1983 con la elección de Alfonso Barrantes como alcalde de Lima, aunque en aquella oportunidad el discurso del mismo estuvo más cerca del populismo, el asistencialismo y el cooperativismo, que de un conjunto de principios auténticamente de izquierda. Quizá ello explique el porqué el actual candidato Ollanta Humala, tildado de radical o antisistema en las elecciones de 2006, no escatima esfuerzos por colocarse en el centro del tablero político, para lograr así un mayor acercamiento al sector independiente y desideologizado.


Un quinto apunte afirma que la alcaldía de Lima no es un trampolín confiable de cara a una elección presidencial. En otras palabras, ninguno de los alcades elegidos y reelegidos en el cargo de burgomaestres de la ciudad de Lima, logró obtener una votación importante en la elección presidencial en la cual decidió postular. Ello les ocurrió a Luis Bedoya, Alfonso Barrantes, Ricardo Belmont y Alberto Andrade, respectivamente. Ninguno de ellos pudo convencer a los votantes y lograr su respaldo mayoritario en las urnas. Al parecer, tal y como arrojan las estadísticas, los votantes del resto del país asumen que elegir a un ex alcande de Lima como presidente de la república lo único que ocasionaría es la consolidación del centralismo limeño y la consiguiente despreocupación por el Perú provinciano. En todo caso, si el señor Castañeda pretende ser presidente de nuestro país debe saber que tendrá que hilar muy fino ya que el reto es mayúsculo, no sólo tendrá que vencer a sus oponentes, sino también a la historia misma, aunque siempre hay una primera vez para todo.


Un sexto apunte dice que en el caso del Perú los ex presidentes pueden volver, por muy mediocres o catastróficos que hayan sido sus gobiernos. Belaunde, y en especial Alan García, son prueba de ello. Un dato interesante es que en ambos casos los ex presidentes volvieron a Palacio de Gobierno luego de un período de diez años. Tiempo durante el cual, en ambos casos, los candidatos guardaron perfil bajo y se abstuvieron, por una u otra razón, de cobrar un protagonismo superlativo en la política nacional. Ellos aparecieron en los meses anteriores a la campaña. Tal parece que a pesar de sus fracasos, el pueblo peruano exige un periodo prudencial para perdonar los pecados y echarlos al olvido. Incluso, se podría decir que a pesar de los fracasos se prefiere al malo conocido y con algo de experiencia que al bueno por conocer, jamás un dicho popular graficó mejor un escenario político creo yo. Ahora bien, en esta elección, con el dictador Fujimori, preso y condenado a 25 años de prisión por delitos contra los derechos humanos y de corrupción al más alto rango, será imposible poner a prueba esta tesis, salvo su hija se encargue, como hasta ahora lo hace, de utilizar la figura de su padre y exhibir los logros de su gobierno, como la única carta de presentación que avala su candidatura.


Finalmente, y vinculado al cómo armar un plan de gobierno, y sobre todo, a la manera de llevar el mensaje político por Costa, Sierra y Selva, en el libro se señala que la mayoría de votantes lo hacen de acuerdo a su identidad regional y socioeconómica. En el caso de Lima, y la costa norte del país, los electores se identifican más con un discurso más abierto a la globalización, al mercado, respaldan las medidas que fortalezcan la iniciativa privada. La sierra sur lo hace por posiciones más nacionalistas y paternalistas. Mientras que en el resto del país, los electores se identifican con posiciones intermedias, que buscan equilibrios tanto en el campo económico como social. Los resultados de la última elección presidencial son la prueba más tangible de lo que aquí se afirma, basta recordar que el candidato de la izquierda radical, tal como fue bautizado Ollanta Humala, tuvo como bastión electoral los departamentos de la sierra sur, y perdió categóricamente en Lima y otras ciudades de la costa.


Sin lugar a dudas, la obra de Alfredo Torres constituye una de las más importantes investigaciones hechas en el campo del análisis de la opinión pública. A mi modo de ver, es un libro de lectura obligatoria para cualquier ciudadano que pretende profundizar en el estudio de este campo, o que simplemente busca estar bien informado en cuanto a los procesos de transformación política, económica y social vividos en nuestro país durante nuestra historia última. Las ideas que hemos vertido en esta oportunidad tienen como base lo afirmado por Alfredo, sobre las cuales hemos tratado de reflexionar incorporando alguno que otro comentario. Creo que teniendo próximas las celebraciones de la navidad este libro es, sin lugar a dudas, un regalo a tener en cuenta durante las compras familiares. Solo debo darles un consejo, como señala el propio Alfredo: “Existen ciudadanos políticamente atentos, distraídos e indiferentes. Este libro está pensado para los primeros para aquellos interesados en la historia contemporánea y en el futuro del Perú, pues se trata de un viaje que nos permitirá descubrir cómo somos y qué queremos los habitantes de este país”.

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jueves, 9 de diciembre de 2010

El Rey de los disfraces


Allá por la década de los treinta del siglo pasado, un hombre, un actor, era considerado una de las estrellas más importantes del denominado Cine Mudo, su nombre era Lon Chaney (1883-1930). La versatilidad de este hombre para la interpretación de los más diversos personajes lo llevó a ser conocido por la crítica estadounidense como “El hombre de las mil caras”. Entre la innumerable gama de papeles que le tocó representar destacan básicamente la de hombres afligidos, apesadumbrados, grotescos. Su enorme capacidad para el maquillaje y el travestismo lo convertían en un auténtico camaleón, en un actor multifacético capaz de dar vida a papeles tan disímiles como el del “Jorobado de Notre Dame” o como el protagónico del “Fantasma de la ópera”. Incluso, fue el propio Chaney el que en 1925, en un artículo publicado en la revista Movie, se refirió a esta habilidad como la capacidad de “caracterización extrema”.

Hago esta mención a la vida, obra y talento de Chaney ya que siendo un aficionado, medianamente enterado del acontecer en la industria del cine, había perdido ya la esperanza de encontrar entre los actores nacionales a alguien que pudiese desarrollar una capacidad de mimetización similar a la de este actor estadounidense. Sin embargo, y como en estos últimos tiempos el Perú se ha convertido en un terreno fértil para el surgimiento de nuevos talentos que son motivo de orgullo nacional, esta semana todos los peruanos hemos asistido al nacimiento de una nueva estrella, de un nuevo actor, de un hombre que seguramente se convertirá, si es que ya no lo era en años anteriores, en el Lon Chaney peruano, en el “El hombre de las mil caras”, nos referimos, sin lugar a dudas, al señor Rafael Rey, más conocido con el apelativo de Rafael, el hombre de las mil camisetas políticas, Rafael, el homofóbico Rey, o simplemente, Rafael, el defensor de la ley de amnistía para el Grupo Colina, o Rafael, el rey de los disfraces.


A pesar de contar ya con 56 años de edad, Rafael ha decidido iniciar, más vale tarde que nunca, su indetenible ascenso hacia el estrellato cinematográfico. Rafael, quien hace apenas algunos días señalaba que la hora de su retiro de la vida política nacional había llegado, Rafael, quien hace apenas algunos meses saboreaba las mieles del poder siendo Ministro de Defensa del actual gobierno aprista (Partido Político peruano de innegable trayectoria democrática), cansado seguramente de interpretar papeles menores, y roles secundarios en cuanto rodaje político ha participado, decide asumir un papel más protagónico, y para ello ha aceptado la invitación de la candidata del fujimorismo, la señora Keiko Fujimori (para mí la candidata de la dictadura y la cleptocracia en el país) de acompañarla en su fórmula presidencial en calidad de primer vicepresidente.


Cada persona, todo ciudadano en nuestro país tiene el derecho de participar activamente en política, ser candidato a algún municipio, alcandía, gobierno regional, congreso de la república, y claro está, a la presidencia de la nación. Lo curioso entonces no estriba en la decisión del “Señor mil caras”, perdón de Rafael Rey, o “mil caras”, creo que el apelativo en este caso goza de una identidad mayor a la de su propio nombre. Lo realmente sorprendente es la manera tan creativa de nuestros politicastros, “mil caras Rey” es el abanderado de este grupo de insignes señores, de sobrevivir políticamente, de acomodarse y colgarse, en este caso de las faldas de una candidata, con el afán de no perder esa pequeña cuota de poder político y mediático que los hace sentirse importantes. Para Rafael, como para tantos otros políticos de su especie, la palabra compromiso, consecuencia o fidelidad a algún valor, principio o ideología política, no es un factor que uno deba tener en cuenta, o darle mayor importancia, al momento de decidir su apoyo a tal o cual opción de gobierno. Rafael lo ha demostrado, puede parasitar en el interior de un movimiento democrático o antidemocrático, o puede, en caso sea necesario formar su propio partido o movimiento político y ofrecerlo como vientre de alquiler a cuanto aventurero desee probar suerte en el jaleo electoral en el cual hemos convertido cada elección en nuestro país.


El “hombre de las mil caras”, inició su carrera política en el año de 1990, como miembro del Movimiento Libertad, liderado por nuestro Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa. Como recordaremos este movimiento centraba su línea ideológica en la defensa de dos principios básicos: libertad y democracia. Durante toda la campaña “mil caras Rey”, y así puede verificarse en los videos de la época, se esforzó por mostrase ante la ciudadanía como el paladín de la democracia y el defensor más entusiasta de las reformas liberales dentro del citado movimiento. Pero al parecer su talante democrático le duró muy poco, o en todo caso, le duró el tiempo que necesitó durarle. “Mil caras” ya había alcanzado cierto nivel de popularidad, “mil caras” ya era un personaje público, y en ese sentido, eso de defender la democracia o los derechos y libertades políticas en nuestro país podían echarse al olvido, y así lo hizo, como veremos a continuación.


En 1992, y luego del golpe de estado perpetrado por el dictador, asesino y ladrón, Alberto Fujimori, golpe que fue celebrado y respaldado por “mil caras”, decide fundar el Partido Político Renovación, ese año postula al congreso y llega a ocupar la Vicepresidencia del Congreso Constituyente Democrático, convirtiéndose en uno de los más fervientes defensores de las medidas adoptadas por el dictador, hoy en día sabemos que en gran parte de las mismas la mano siniestra de Vladimiro Montesinos reclamaba derechos de autor. Es decir, “mil caras” pasó de ser un concienzudo defensor de las ideas democráticas y liberales propugnadas por Vargas Llosa a defensor de las afiebradas y atolondradas ideas, por usar algún tipo de adjetivo de menor calibre, de Fujimori y Montesinos, y no nos olvidemos de Jaime Yoshiyama, actual segundo Vicepresidente y compañero de fórmula presidencial de “mil caras” y Keiko.


Llegadas las elecciones de 1995, “mil caras” decide romper su alianza matrimonial con el dictador, aunque en la práctica mantuvo su status de conviviente solícito o amante ocasional de una, dos, tres o trescientos sesenta y cinco noches, y se manda mudar a las filas de la oposición. A pesar de ello, y en contra de todos aquellos que creemos que la palabra oposición significa “mostrar actitud contraria a los designios, medidas o decisiones del otro u otros”, “mil caras”, con su talento para el camuflaje camaleónico del cual ya en ese entonces hacía gala, siguió apoyando medidas tan antidemocráticas y deleznables desde el punto de vista ético, jurídico y político, como la promulgación de la Ley de Amnistía que beneficiaba a los miembros del Grupo Colina y otros violadores de los derechos humanos, procesados, en ese entonces, por la matanza de Barrios Altos, La Cantuta, el Santa y la desaparición del periodista Pedro Yauri. Si a todo ello le sumamos el hecho que durante ese periodo, mil caras, al igual que otros políticos medrosos y comodines, preferían hacer caso omiso a las innumerables denuncias hechas contra Vladimiro Montesinos por delitos como, asesinato, lavado de activos, venta de armas, narcotráfico, entre otros, queda claro que “mil caras” se ganó un lugar en la historia como uno de los pioneros de lo que en el año 2000 se conocería bajo el nombre de transfuguismo.


Llega el año 2001, y “mil caras”, como es costumbre en él, porque un congreso “sin mil caras” no es un congreso peruano, decide plegarse a las filas de la Alianza Unidad Nacional, logrando ser elegido congresista para el periodo 2001-2006. Pero si la fidelidad de “mil caras Rey” o el “Rey de las mil caras”, había sido ya comparada, anteriormente, con la fidelidad que una meretriz guarda por su cliente de turno, en esta ocasión, “mil caras” decidió ir más allá de lo antes visto, y convertirse en la imagen más emblemática de la promiscuidad política. Meses después de ser elegido representante al Parlamento Andino por la Alianza Unidad Nacional en 2006, decide renunciar a esta agrupación, a esas alturas de su vida una renuncia más, una infidelidad más, una traición más qué importa pensaría “mil caras”, como se dice coloquialmente, se trataba de una raya más al tigre, dejando en la más completa soledad a su ex lideresa, Lourdes Flores Nano, a la cual calificó luego de torpe, de niña mimada, de inmadura e inocentona, entre otras perlas, cada vez que ella se atrevía a criticar a su nuevo jefe, el presidente Alan García.


Luego de la renuncia, incluso antes, “mil caras” aceptaba la invitación del presidente Alan García, y se incorpora como miembro de su gabinete asumiendo la cartera del Ministerio de la Producción (julio 2006- octubre 2008), primero, y la cartera del Ministerio de Defensa (julio 2009- setiembre 2010), respectivamente. Una vez más, “mil caras” se olvidó de lo que alguna vez dijo, olvidó que firmó la acusación constitucional en la década de los noventa contra Alan García, y a pesar de haberlo tildando de ladrón y corrupto, decide cuadrarse frente a este ladrón y corrupto, estoy reproduciendo los términos de Rey, y se convierte en su ministro de Estado.


Visto ese escenario, los que pensábamos que la edad de Rey ya no le permitía una aventura más, una canita al aire más, una infidelidad más, nos equivocamos. Los que pensamos que “mil caras” apoyaría a la candidata del partido de gobierno, de su ex colega en el gabinete ministerial del APRA, nos volvimos a equivocar. Rey, o “mil caras”, es lo mismo, decide dejar a Mechita Aráoz, la candidata de Alan García, con los pelos alborotados, con el traje de gala puesto, y con la mayor desfachatez posible, decide asistir al baile de las elecciones 2011, y él es hace ya tiempo un diestro bailarín de la danza del chino, de la mano de la hija del dictador.


Los periodistas, que en este caso no sé o no entiendo porqué se esfuerzan por preguntarle las razones de este nuevo matrimonio, reciben de parte de “mil caras” la siguiente respuesta: “han sido el programa político y la visión de Keiko las razones que me han convencido de participar en estas elecciones”. Luego de esas declaraciones, francamente risibles y fariseas, me pregunto lo siguiente: ¿Alguien en su sano juicio, alguien que conozca la historia de este oscuro personajillo de la política nacional, puede dar credibilidad a esta afirmación? Yo creo que no. “Mil caras” o Rey ha demostrado a lo largo de su accidentada vida política que lo que menos evalúa al momento de decidir sus alianzas, matrimonios o aventuras políticas, siempre ocasionales y de corta duración, es el programa político o la visión de estado de quien lo representa. Para “mil caras”, lo único importante es abrazar la figura de quien en los próximos años le pueda asegurar una posición de poder medianamente relevante y con ello un protagonismo que aún no está dispuesto a perder. No importa si a quien abraza es un ladrón, corrupto, mentiroso, improvisado, eso no importa. Lo único que importa en el análisis del “rey de las mil caras” es seguir parasitando al interior de cuanta agrupación pueda. En todo caso, de ser cierto lo que dice Rey, “mil caras” se ha convertido en el peruano más afortunado de nuestro país, es el único que ha podido leer un plan de gobierno que no existe, salvo en la imaginación de Keiko, Rafo, Sousa, Aguinaga o Moyano. O es que acaso dudan que el plan de gobierno de la dinastía Fujimori, menos violenta pero igual de corrupta que la de los YaKuza, se aloja en la mente retorcida del asesino de Cantuta, Barios Altos o el Santa. Si alguien lo duda, lo siento por él, en todo caso, la ingenuidad de algunos, sólo me invita a la carcajada, ja, ja, ja.

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miércoles, 1 de diciembre de 2010

La visita de Sebastián Piñera


Sebastián Piñera, actual presidente de Chile, visitó nuestro hace algunos días. En Chile, algunos sectores de la oposición en ese país criticaron esta decisión. Personalidades como el ex presidente Ricardo Lagos señalaron que no era el momento más adecuado para hacer una visita de Estado a nuestro país, teniendo en consideración el diferendo existente entre el Perú y Chile en relación a los límites marítimos. A pesar de ello, y en un acto de audacia y valentía política, Piñera llegó a Palacio de Gobierno, se reunió amistosamente con el presidente García y juntos han suscrito una serie de acuerdos que apuntan a una mayor integración entre ambas naciones.

Sin embargo, y más allá del protocolo, lo más importante que ha dejado la visita de Piñera no son sus declaraciones hechas luego de la firma de los acuerdos o las palabras de agradecimiento vertidas luego de recibir la Orden del Sol de manos de nuestro jefe de Estado, lo más importante creo yo, son sus reflexiones vertidas durante diversas entrevistas concedidas a medios periodísticos de nuestra capital, en las cuales hace algunas anotaciones sobre el futuro de las relaciones entre el Perú y Chile, la visión política y económica que este tiene de la región y las reformas que él cree debemos llevar a cabo con la finalidad de vencer la pobreza e ingresar al selecto grupo de los países desarrollados.

Piñera, con relación al diferendo que tenemos con Chile sobre los límites marítimos entre nuestros países, considera que se trata de una controversia que debe, como así lo han creído conveniente ambos jefes de Estado, ser dilucidada ante un tribunal internacional como la Corte de la Haya. Los países civilizados, cuando presentan controversias entre sí, llevan estos conflictos de interés ante un tribunal, con la finalidad de que mediante la solución jurídica e institucional de las controversias se arribe a una solución pacífica y justa para los pueblos. En ese sentido, Piñera considera que resultaría ser una pérdida valiosa de tiempo el esperar a solucionar la controversia en la Haya (aproximadamente prevista para el año 2012) para iniciar un proceso de integración comercial o económica entre nuestros pueblos. Con bastante tino creo yo, Piñera hace una diferencia entre la controversia marítima y las políticas de integración que ambas naciones deben de implementar para poder enfrentar con mayores posibilidades de éxito los retos del mañana. Piñera grafica con bastante inteligencia esta idea mediante la siguiente frase: Solos podemos andar más rápido, pero juntos podemos llegar más lejos. Esta es una frase que tanto Piñera como tantos otros compartimos y venimos testarudamente sosteniendo hace algún tiempo, a pesar de las voces críticas de aquellos personajes que recurriendo al discurso chauvinista y populista de siempre se esfuerzan en hacer ver al vecino del sur como el enemigo eterno por el cual debemos guardar recelo y rencor por los siglos de los siglos.

¿Qué medidas deben tomar los gobiernos de Perú y Chile, respectivamente, con el objetivo de alcanzar el desarrollo? Al parecer, Piñera tiene la receta muy bien aprendida. A continuación, haremos mención a cuatro medidas que el presidente chileno considera fundamentales al momento de iniciar el camino hacia el desarrollo.

Lo primero que debemos hacer, señala Piñera, es llevar a cabo una verdadera revolución en materia educativa con la finalidad de elevar el capital humano de la gente. Sin lugar a dudas, si esta tesis es fundamental para Chile, en el caso de nuestro país, no se trata de una revolución, sino de una auténtica mega revolución. Como es sabido ocupamos los últimos puestos en materia educativa en la región, nuestros estudiantes secundarios son algo menos que analfabetos funcionales que carecen de la capacidad para comprender un texto, situación que sin lugar a dudas les resta oportunidad al momento de desarrollarse como profesionales o cursar estudios superiores. Para Piñera, la mejora de la calidad educativa está directamente vinculada con el aumento de la productividad de la nación en todos los campos del desarrollo. No es posible llevar a cabo las grandes transformaciones que nuestros pueblos necesitan sino se cuenta con el material humano necesario para ello, sino contamos con profesionales adecuadamente formados en las distintas áreas del conocimiento.

Como segunda medida, para Piñera resulta fundamental duplicar o triplicar la inversión que ambos países hacen en ciencia y tecnología. La inversión en estos sectores es lo único que hará posible la conversión de un modelo económico basado en la exportación de materia prima, en el caso peruano y chileno basado en la exportación de recursos minerales, en uno de exportación de productos con valor agregado. De lo que se trata es de convertirnos progresivamente en exportadores de productos manufacturados, para luego, aprovechando la integración económica con otros países o continentes como la Unión Europea, mediante la firma de Tratados de Libre Comercio o de Integración, ir ganando mercados y con ello elevando los niveles de productividad en nuestros países, mejorando los procesos de producción, reduciendo los costos en los mismos y elevando la calidad de nuestros productos, todo gracias a los avances científicos y tecnológicos.

Un tercer punto es el vinculado a la promoción del espíritu emprendedor de todos los ciudadanos. La promoción de este espíritu está ligada, como no puede ser de otra manera, al cuarto punto en la receta de Piñera, el proceso de modernización del Estado, que tanto Perú como Chile deben llevar a cabo para que la administración estatal se convierta en un motor para la sociedad y no en un lastre. Dicho de otro modo, el Estado debe ser capaz de promover la creación de empresas, el desarrollo del comercio y la industria al interior de cada país. El Estado debe ser visto por el empresario, por el emprendedor como un agente que coopera con ellos, que lo incentiva, que genera mecanismos a partir de los cuales el acceso a los mercados y la formalización de las actividades económicas son cada vez más viables. Para Piñera, como para tantos otros, este ha sido uno de los grandes fracasos del Estado en la región, el Estado latinoamericano caracterizado por sus altos índices de corrupción y su ineficiente burocracia termina por convertirse en el principal obstáculo de los particulares al momento de hacer empresa. Se debe llevar adelante una reforma agresiva en la administración estatal con la finalidad de reducir y suprimir todo trámite engorroso que haga más difícil la formación, creación y participación de las pequeñas y medianas empresas en la economía nacional. El impacto que estas políticas tengan en la pequeña y mediana empresa resulta ser fundamental si se tiene en cuenta que tanto aquí como en Chile, es este sector el que genera la mayor cantidad de puestos de trabajo para la gente.

Pero lo más difícil no es dar inicio a este conjunto de medidas destinadas a transformar al Estado y a la sociedad peruana y chilena. Lo más difícil es comprometer a todas las fuerzas y sectores políticos a dar continuidad a estas medidas. Piñera considera que todas estas iniciativas deben ser entendidas como políticas de Estado de largo plazo, que necesitan continuidad independientemente del partido o persona que asuma el gobierno chileno o peruano. El umbral que separa a los países desarrollados de los demás está signado por un ingreso de 22 mil dólares de ingreso per cápita por año. Actualmente, Chile tiene un ingreso de 15 mil dólares de ingreso, y en nuestro país el ingreso es de 9 mil dólares. Solo si somos capaces de mantener tasas de crecimiento superiores al 6 o 7 por ciento anual, seguimos políticas fiscales y de manejo económico responsable, e invertimos en la implementación de las reformas que se han mencionado, tanto Chile, como el Perú podrán alcanzar en pocos años el desarrollo venciendo a la pobreza y exclusión presentes en ambos pueblos. Por ello es importante dar continuidad a las políticas de Estado a implementarse en estos campos. Para Piñera, si Chile sigue la receta hasta ahora puesta en práctica, en el año 2018 podrá alcanzar al status de país desarrollado. Me pregunto ¿Cuándo lo alcanzaremos nosotros?

Positiva ha sido la imagen que deja Piñera luego de esta visita, se muestra como un hombre de Estado, con una visión pragmática en torno a lo que se debe y a lo que no se debe de hacer en materia política y económica. El camino de Piñera no ha sido fácil, antes de iniciar su mandato presidencial Chile fue sacudido por uno de los terremotos de mayor intensidad en la historia de la humanidad, luego de ello tuvo que afrontar la tarea de rescatar con vida a los 31 mineros que quedaron sepultados tras el derrumbe en un campamento minero. A pesar de ello, Piñera no ha perdido la calma, la sobriedad y el aplomo. Piñera, creo yo, es un claro ejemplo del nivel de madurez alcanzada por la clase política o el sector mayoritario de la misma en Chile. Piñera, a diferencia de lo que algunos puedan creer, no se limita a formular recetas únicamente en materia económica, Piñera considera que solo es posible alcanzar un auténtico desarrollo, si las medidas de carácter económico se hacen en el marco de una auténtica democracia representativa, en la cual se respeta el principio de alternancia en el poder, el principio de separación de poderes, y en donde existe un respeto irrestricto por las libertades políticas y, en especial, por la libertad de expresión.

Luego de escuchar a Piñera me queda claro que la fórmula del desarrollo es sólo una, en lo político, el compromiso absoluto con los valores democráticos, y en lo económico, la apuesta por una economía social de mercado capaz de conjugar los valores de la libertad y de la justicia social. Faltando algunos meses para la elección presidencial en nuestro país, me pregunto ¿Tenemos algún candidato que nos ofrezca y sea capaz de aplicar esta fórmula: democracia y mercado? Permítanme dudar.


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