lunes, 28 de septiembre de 2015

SEGUNDA PARTE: ¿EL PERÚ DE LOS AÑOS 90 FUE UNA DEMOCRACIA DELEGATIVA? ¿FUE FUJIMORI UN PRESIDENTE DELEGATIVO?


En la columna pasada, recordamos el concepto de democracia delegativa desarrollado por Guillermo O’ Donnell (GO), el gran politólogo argentino, que luego de haber estudiado diversos gobiernos (Menen, Collor, Fujimori, Chávez, entre otros), señaló que en Latinoamérica estaba surgiendo un nuevo tipo de democracia, a la que llamó “delegativa” para diferenciarla de la que todos conocemos: la democracia representativa.

Por ello, expusimos siete características que para GO identifican a una democracia delegativa, o si se quiere, a un Presidente delegativo, para luego, preguntarnos si el Perú de los años 90 fue una democracia delegativa, y/o si Fujimori fue un Presidente delegativo. Ahora corresponde exponer las 7 características restantes.

No existen verdaderos aliados

En primer lugar, GO señala que los colaboradores directos de los Presidentes delegativos no son verdaderos aliados. Lo que sí son obedientes seguidores que no pueden adquirir peso político propio, anatema para el poder supremo del líder. Los Presidentes delegativos tampoco tienen verdaderos ministros, ya que ello supone un grado de autonomía e interrelación entre ellos, algo que para los Presidentes delegativos es inaceptable. ¿Ocurrió esto en el Perú de los años 90?

Los otros partidos políticos

En segundo lugar, GO refiere que si bien los Presidentes delegativos suelen necesitar el apoyo electoral de otros partidos políticos, los cuales se pueden sentir tentados con la posibilidad de beneficiarse de la popularidad de aquellos, tampoco pueden ser verdaderos aliados, ya sea porque su ostensible oportunismo los hace poco confiables o porque no siendo parte del círculo de poder no se tiene certeza sobre si los acompañarán (siempre y sin preguntas) en su gran tarea de salvación nacional. Además, si fuesen realmente aliados, los Presidentes delegativos tendrían que negociar con ellos importantes decisiones, algo que estos líderes no están dispuestos a hacer. ¿Ocurrió esto en el Perú de los años 90?

Los otros actores sociales

En tercer lugar, GO afirma que el éxito inicial de los Presidentes delegativos genera la aparición de nuevas demandas y expectativas, cuya concretización exige la toma de decisiones complejas; pero ellas sólo son posibles con la participación de diversos sectores sociales (sindicatos, partidos, gremios, entre otros) y políticos que sólo pueden hacerlo ejerciendo una autonomía que los Presidentes delegativos no están dispuestos a reconocerles. ¿Ocurrió esto en el Perú de los años 90?

El círculo más cercano

En cuarto lugar, GO advierte que poco a poco los Presidentes delegativos se van encerrando en un estrecho grupo de colaboradores, que se encuentran cada vez más atados al supremo valor de la “lealtad” al líder. Pero al mismo tiempo, quienes los apoyaban desinteresadamente comienzan a sentir desconcierto, preocupación y molestia, pues piensan que únicamente se los convoca para aclamar las decisiones del Gobierno. Por ello, es clásico en estos casos que a períodos iniciales de alta popularidad sucedan abruptas caídas, lo cual genera una ola de “deserciones” por parte de quienes hasta hace poco se declaraban y eran considerados como los incondicionales de los Presidentes delegativos. ¿Ocurrió esto en el Perú de los años 90?

Crisis y aislamiento

En quinto lugar, GO expone que cuando la crisis aparece en estos Gobiernos, el país se encuentra con debilidades institucionales propiciadas justamente por los propios Presidentes delegativos. Son estos momentos en los cuales los líderes subnacionales (antes aliados), los partidos (que otrora respaldaban al Gobierno) o los actores sociales que habían sido cercanos al régimen, inician el camino de salida y migran hacia otras latitudes políticas.

Esto hace que se desate un escenario de crisis y tensión en el cual los Presidentes delegativos reprochan la “ingratitud” de quienes, luego de haberlos aplaudido, ahora los responsabilizan por los problemas existentes, y también les reprochan las maneras abruptas e inconsultas con que intentan encararlos. Por eso, a medida que avanza la crisis, los Presidentes delegativos buscan el apoyo de los verdaderos “leales” (incondicionales, diría yo), tildando de antipatriotas a todos aquellos que se oponen a su rol de “salvadores de la nación”, que ellos creen representar. Para ello, no dudan en hacerle recordar al país la crisis de la cual emergió su Gobierno, y el peligro que corre la nación de volver al pasado sin su conducción. ¿Ocurrió esto en el Perú de los años 90?


Un solo camino

En sexto lugar, GO refiere que como los Presidentes delegativos no han estado acostumbrados a ensayar caminos alternativos para la solución de problemas, o escuchar el consejo de personas que no sean parte de su círculo más inmediato, a pesar de la crisis, insisten en seguir haciendo lo mismo y de la misma manera que hasta hace poco les había funcionado. No obstante ello, es justamente esa actitud la que termina aislándolos hasta dejarlos políticamente solos, sin ningún respaldo social o político. ¿Ocurrió esto en el Perú de los años 90?

El autoritarismo sin control

En sétimo lugar, GO advierte que en los momentos de crisis aparece el mayor de los riesgos de la democracia delegativa: los Presidentes delegativos en respuesta a la aparición de voces opositoras, proceden a amputar o limitar seriamente las libertades cuya vigencia la mantenían en la categoría democrática.

Al mismo tiempo, los Presidentes delegativos tienden a acentuar su discurso polarizante y amedrentador, a pesar de que cada vez son menos los que se atreven a respaldarlos públicamente. Eso hace, que los poderes e instituciones políticas que fueron duramente atacadas y arrinconadas adopten una posición mucho más activa y confrontacional, justamente porque el respaldo social de los Presidentes delegativos va en franco retroceso. Por ello, no resulta extraño que GO afirme que en los periodos de crisis sean justamente los propios Presidentes delegativos los que con su actitud contribuyan a acelerar la misma. ¿Ocurrió esto en el Perú de los años 90?

A modo de conclusión

Por lo antes expuesto, queda claro que Latinoamérica debe apostar por la consolidación de una democracia auténticamente representativa, capaz de promover desde su propio seno la participación cívica de la ciudadanía en el proceso de deliberación pública. En todo caso, es preciso que como región, pero sobre todo como país, incorporemos a la democracia delegativa, como parte de las experiencias históricas nefastas que debemos tener siempre presentes si queremos construir un mejor futuro.


Finalmente, es preciso señalar que más allá de que lo que GO haya podido decir acerca de las presidencias de Menen, Collor, Fujimori y Chávez (Presidentes delegativos, según su juicio), lo importante es reconocer el enorme peligro que representa para la vida democrática de un país la llegada de líderes delegativos cuyo signo distintivo no es otro que su profundo desprecio por las instituciones democráticas. En todo caso, el debate sigue abierto, pero ahora contamos con mayores herramientas para responder si el Perú de los años 90 fue una democracia delegativa, y por ende, si Fujimori fue un Presidente delegativo.

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sábado, 19 de septiembre de 2015

PRIMERA PARTE: ¿EL PERU DE LOS AÑOS 90 FUE UNA DEMOCRACIA DELEGATIVA? ¿FUE FUJIMORI UN PRESIDENTE DELEGATIVO?


En 2011, a la edad de 75 años, falleció Guillermo O´Donnell (GO), el gran politólogo argentino, que a la larga no sólo se convirtió en uno de los mayores referentes intelectuales de su país sino también en un extraordinario observador del acontecer social, político y económico de Latinoamérica.
Casualmente, fue luego de estudiar el desempeño de diversos gobiernos (Menen, Collor, Fujimori, Chávez, entre otros), que GO señaló que en Latinoamérica estaba surgiendo un nuevo tipo de democracia, a la que llamó “delegativa” para diferenciarla de la que todos conocemos: la democracia representativa.
Hago referencia a este concepto de democracia delegativa pues considero oportuno, y a la vez, interesante, no sólo desde un punto de vista teórico sino también práctico, sobre todo con miras a las elecciones generales 2016, evaluar si el Perú de los años 90, gobernado por Alberto Fujimori, puede ser catalogado o no como una democracia delegativa.
Se parece a una democracia
En primer lugar, para GO la democracia delegativa se trata de una práctica del poder político que es democrática porque surge de elecciones razonablemente libres y competitivas; también lo es porque preserva, aunque a veces a regañadientes, ciertas libertades como la de expresión, asociación reunión y acceso a medios de información no censurados por el Estado o monopolizados. ¿Ocurrió esto en el Perú de los años 90?


Populares e impopulares
En segundo lugar, para GO los presidentes delegativos suelen pasar, rápidamente, de una alta popularidad a una generalizada impopularidad. Ellos surgen de una profunda crisis, aunque para ello hacen falta dos cosas: 1) Líderes portadores de esa concepción (mesiánica, diría yo); y 2) Sectores de la opinión pública que la compartan. La esencia de esa concepción, dice GO, es que quienes son elegidos creen tener el derecho de decidir como mejor les parezca qué es bueno para el país, sujetos únicamente al juicio de los electores en las urnas. Es decir, los líderes delegativos creen que los votantes les extienden un “cheque en blanco” para hacer lo que deseen, y por ello, creen que cualquier control institucional es una traba, por eso, afirma GO, intentan subordinar, suprimir o coptar esas instituciones. ¿Ocurrió esto en el Perú de los años 90?
El fracaso y la gloria
En tercer lugar, para GO los presidentes delegativos a veces fracasan de entrada, pero otros logran superar la crisis. Es así como en la medida que superan las crisis logran amplios apoyos. Estos momentos son los de gloria, refiere GO, porque ese apoyo les demuestra, y debería demostrar a todos, que ellos son quienes realmente saben qué hacer con el país. No obstante ello, es justamente ese respaldo el que les permite avanzar en su propósito de suprimir, doblegar o neutralizar las instituciones que pueden controlarlos. ¿Ocurrió esto en el Perú de los años 90?
El Congreso delegativo
En cuarto lugar, para GO cuando los presidentes delegativos tienen la gran ventaja de lograr mayoría en el Congreso, eso hace que el propio Parlamento se comporte bajo esa misma lógica: como el presidente ha sido elegido libremente, ellos tienen el deber de respaldar de manera acrítica los proyectos que les envía el Gobierno. Cuando esto ocurre, advierte GO, el Congreso viola la Constitución pues olvida que el Congreso no es menos gobierno que el Ejecutivo; produciéndose la mayor sumisión de una Legislatura como es el conferir de manera reiterada facultades legislativas extraordinarias al Gobierno. ¿Ocurrió esto en el Perú de los años 90?
El Poder Judicial delegativo
En quinto lugar, para GO mientras avanza el Gobierno de un presidente delegativo se van ajustando controles sobre el Poder Judicial tales como el presupuesto de esa institución y, crucialmente, las designaciones y promociones de jueces. Al mismo tiempo, con relación a las instituciones estatales de control como las fiscalías, controlarías, defensorías del pueblo y semejantes, se busca capturarlas colocando en la dirección de ellas a leales seguidores del presidente delegativo, al tiempo que se restringen sus atribuciones y presupuestos. Esta estrategia, apunta GO, ocurre bajo la siguiente lógica: para la concepción supermayoritaria e hiperpresidencialista del poder político, no es aceptable que existan interferencias (mucho menos las institucionales) a la libre voluntad del líder. ¿Ocurrió esto en el Perú de los años 90?

Los líderes subnacionales
En sexto lugar, para GO los presidentes delegativos no pueden tener verdaderos aliados subnacionales (provinciales). Por un lado, los presidentes delegativos deben lidiar con líderes provinciales que ejercen sus propias cuotas de poder. Estos señores subnacionales deben asegurarles los votos para respaldar y reforzar su posición hegemónica y asegurar el control de su propio territorio. Además, afirma GO, a los líderes delegativos no les importa cómo los líderes provinciales alcancen estos objetivos, ya que lo importante es que sirvan a sus propios intereses. El problema es que la colaboración de los líderes provinciales tiene un precio cuyo monto depende del cambiante poder del presidente delegativo; por ello, la distribución de recursos entre el Ejecutivo y las provincias nunca queda resuelta. ¿Ocurrió esto en el Perú de los años 90?
Los poderes económicos
En sétimo lugar, para GO como los presidentes delegativos han renunciado a tratar con los poderes económicos mediante mecanismos institucionalizados, entonces las relaciones se manejan de manera informal. Cuando ello ocurre, subraya GO, se produce una aguda falta de transparencia, y se abre el camino para la discrecionalidad (entendida como arbitrariedad) y corrupción en el manejo del poder público y su relación con el sector privado. ¿Ocurrió esto en el Perú de los años 90?
A modo de conclusión
Como lo veremos en la columna de la próxima semana, GO plantea características adicionales a las que hemos comentado para identificar cuando estamos frente a una democracia delegativa, o, si se quiere, frente a un presidente delegativo. En todo caso, sirva esta primera aproximación al concepto de democracia delegativa, para que nosotros mismos, luego de reflexionar sobre sus características, podamos responder a la pregunta que titula este artículo: ¿El Perú de los años 90 fue una democracia delegativa? ¿Fue Fujimori un presidente delegativo? ¿Si no lo fue, entonces qué tipo de régimen tuvo el Perú durante esta década? Continuaremos el análisis la próxima semana.

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viernes, 11 de septiembre de 2015

LA CIDH CONDENA A VENEZUELA EN EL CASO RADIO CARACAS TELEVISIÓN


En el Perú, la derecha reaccionaria y algunos tontos útiles de los medios, suelen despotricar contra la Corte Interamericana de Derechos Humanos (en adelante, la Corte), tildándola de comunista, estatista y socialista  (hasta de pro terrorista). También señalan que la Corte únicamente sanciona a Gobiernos de derecha, porque a los de izquierda no los condena. Eso, como muchos saben, es totalmente falso, y evidencia la irresponsabilidad y malicia de cierto sector político que lejos de leer los fallos de la Corte (para luego criticarlos), no hace otra cosa que disparar agravios e insultos contra sus miembros.

Por ello, me parece necesario comentar el caso de Radio Caracas Televisión (RCTV) en el que la Corte (2015) acaba de emitir una sentencia declarando responsable internacionalmente a la “comunista, estatista y socialista República Bolivariana de Venezuela” (en adelante, Venezuela) por la violación del derecho a la libertad de expresión (y otros), como consecuencia del cierre de RCTV.

Antecedentes

Como lo recuerda la Corte, RCTV operaba como una estación de televisión abierta con cobertura nacional en Venezuela desde el año 1953 en que le fue entregada una concesión. El canal transmitía programas de entretenimiento, información y opinión, y mantenía una línea editorial crítica frente al Gobierno de Hugo Chávez. Antes de su salida del aire, era el canal de televisión con la más alta sintonía en Venezuela.

Sin embargo, desde el año 2002 funcionarios del Gobierno venezolano, entre ellos el Presidente Chávez, realizaron distintas declaraciones respecto a que no serían renovadas las concesiones a algunos medios privados de comunicación social en Venezuela. Es más, a partir de diciembre de 2006, funcionarios gubernamentales pasaron a anunciar la decisión oficial de no renovar la concesión de RCTV, y en febrero de 2007, el Gobierno chavista empezó una campaña oficial para explicar la razón para no renovar la concesión a RCTV, campaña que incluía notas en los periódicos, pasacalles, pinturas en los muros, afiches en las instalaciones de las oficinas públicas, además de las infaltables declaraciones hechas por el propio Chávez.

Fue así como, el 24 de enero de 2007, el titular del Ministerio  del Poder Popular para las Telecomunicaciones y la Informática (MPPTI) y CONATEL comunicó la decisión final de no renovar la concesión a RCTV.


RCTV se defiende en Venezuela

Frente a esta decisión, la Corte ha comprobado que RCTV presentó en 2007 las acciones judiciales previstas en su legislación para defender sus intereses. Sin embargo, refiere la Corte, han transcurrido más de 7 años desde el inicio de estos procesos, sin que el Estado haya podido justificar el excesivo retraso de los mismos. Es más, se ha comprobado que en el proceso sobre la incautación arbitraria de los bienes de RCTV no se había realizado ninguna diligencia desde 2007. Esto, para la Corte, supone una evidente violación del derecho a un plazo razonable en la administración de justicia.

El Gobierno venezolano violó el derecho a la libertad de expresión

Sobre este punto, la Corte señala que la argumentación utilizada por el Gobierno de Chávez para justificar el cierre del canal RCTV era la de “la democratización del uso del medio radioeléctrico y la pluralidad de los mensajes y contenidos”. Sobre la legitimidad de dicha finalidad, la Corte recordó la importancia del pluralismo en una sociedad democrática, razón por la cual consideró que la protección del pluralismo es no solamente un fin legítimo, sino, además, imperioso.

Teniendo en cuenta lo anterior, la Corte procedió a efectuar una valoración del recuento de las declaraciones públicas realizadas desde el año 2002 por funcionarios del Gobierno venezolano, con el fin de determinar si existieron razones por las cuales se arribó a dicha decisión distinta a la finalidad oficial declarada.

En primer lugar, la Corte resaltó que desde el año 2002 se venía advirtiendo que a los canales de televisión que no modificaran su línea editorial no se les renovaría su concesión y que este tipo de declaraciones gubernamentales se acrecentaron cuando se acercó la fecha del vencimiento de las concesiones.

En segundo lugar, a partir de 2006, en varias de dichas declaraciones se anunció que la decisión de no renovar la concesión a RCTV ya se encontraba tomada y no sería revaluada o modificada. Además, vale la pena resaltar que no solamente fueron declaraciones de funcionarios estatales en diversos medios de comunicación, sino que además se hicieron publicaciones en diarios nacionales y hasta la divulgación de un libro con el fin de anunciar y justificar la decisión de no renovar la concesión de RCTV.


En tercer lugar, la Corte concluyó que los hechos denunciados en el presente caso implicaron una desviación de poder, ya que se hizo uso de una facultad permitida del Estado con el objetivo de alinear editorialmente al medio de comunicación con el Gobierno chavista.

En cuarto lugar, la Corte señaló que la decisión se encontraba tomada con anterioridad y que se hallaba relacionada con las molestias generadas por la línea editorial de RCTV, sumado al contexto sobre el “deterioro a la protección a la libertad de expresión” que fue absolutamente probado en este caso.

En quinto lugar, la Corte manifestó que la desviación de poder tuvo un impacto negativo en el ejercicio de la libertad de expresión, no sólo en los trabajadores y directivos de RCTV, sino además en la dimensión social de dicho derecho, es decir, en la ciudadanía que se vio privada de tener acceso a la línea editorial que RCTV representaba.

En otras palabras, para la Corte la finalidad real de esta medida adoptada por el Gobierno de Chávez era acallar las voces críticas al régimen, las cuales se constituyen junto con el pluralismo, la tolerancia y el espíritu de apertura, en las demandas propias de un debate democrático que, justamente, el derecho a la libertad de expresión busca proteger.


Venezuela viola el principio de no discriminación

Al respecto, la Corte considera que en este caso se configuró una restricción indirecta al ejercicio del derecho a la libertad de expresión producida por la utilización de medios encaminados a impedir la comunicación y circulación de la ideas y opiniones, al decidir el Estado que se reservaría la porción del espectro y, por tanto, impedir la participación en los procedimientos administrativos para la adjudicación de los títulos o la renovación de la concesión a un medio que expresaba voces críticas contra el Gobierno de Chávez.

En esa misma línea, la Corte constató que para la fecha de expiración de la concesión de RCTV, existían otras estaciones de televisión que compartían algunas características similares con RCTV y cuya concesión también vencía en 2007, y que todas las licencias de estos canales fueron renovadas, salvo la de RCTV.

Esta constatación llevó a la Corte a señalar que la decisión de reservarse el uso del espectro asignado inicialmente a RCTV y no la de otro canal generó un trato discriminatorio en el ejercicio de su derecho a la libertad de expresión. Es más, la Corte reafirmó la importancia de la prohibición de discriminación basada en las opiniones políticas de una persona o un grupo de personas, y el consiguiente deber de los Estados de respetar y garantizar los derechos sin discriminación de ningún tipo, menos la posición política de un medio frente al Gobierno de turno.

Breve conclusión


La Corte con la emisión de esta sentencia reafirma su línea jurisprudencial de defensa del derecho a la libertad de expresión, garantía y principio básico de toda sociedad democrática, que todos los Gobiernos de Latinoamérica, sean de derecha o izquierda, están obligados a respetar de conformidad con el conjunto de obligaciones internacionales asumidas por los Estados en materia de derechos humanos. 

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viernes, 4 de septiembre de 2015

EL PERIODISMO EN UN RÉGIMEN AUTORITARIO


Una de las obras más vendidas en la Feria de Libro 2015 en nuestro país fue la de Sally Bowen, la prestigiosa periodista británica, que luego de dos décadas de brillante labor, comparte su valioso trabajo en su libro “Periodista al fin y al cabo. 20 años de investigación: Sendero, narcotráfico y política en el Perú 1988-2008”.

El título del libro parece decirlo todo, pues la autora nos ofrece, además de una fascinante e íntima narración sobre sus inicios en el periodismo y su llegada a Latinoamérica, esa región exótica que siempre la sedujo, un recuento objetivo de los convulsos años finales de los ochenta, las reformas económicas y los ensayos autoritarios que vivió el Perú durante la década de los noventa y los años de la transición democrática, época, esta última, que se inicia con la caída del gobierno autocrático de Alberto Fujimori y culmina (para Sally) en 2008, año en el cual la periodista decidió abandonar el Perú y regresar a Inglaterra, para instalarse cerca de Bath al suroeste de Londres.

Como se lee en la contratapa del libro, Sally fue una testigo privilegiada de una época de cambios vertiginosos en el Perú, tiempo que gracias a su olfato periodístico y su búsqueda apasionada de la verdad le permitió desentrañar algunas claves de la compleja realidad peruana. Veinte años de trabajo de investigación sobre la vida social y política peruana no pueden ser resumidos en apenas 349 páginas, pero Sally, creo yo, desarrolla con profundidad algunos temas que resultan claves para comprender y explicar el Perú de hoy.

Así, entre los muchos tópicos que Sally aborda, son cuatro los temas en torno a los cuales giran el resto de las historias (incluso su historia personal): el accionar de Sendero Luminoso y el MRTA en las zonas en las que se desarrollaba el conflicto (ella logró trasladarse a estas localidades para buscar información de primera mano), la respuesta de las Fuerzas Militares, la Policía Nacional, e inclusive la participación de los Comités de Autodefensa (ella logró contar con fuentes castrenses confiables), el avance creciente del narcotráfico en la selva peruana (ella recrea la vida en Tocache, Satipo, Uchiza o Campanilla, con notable solvencia) y las redes de corrupción en el aparato público, creadas y promovidas por el gobierno autoritario de Fujimori, con el apoyo directo de oscuros personajes como Vladimiro Montesinos Torres y Nicolás de Bari Hermoza Ríos (ella describe a este triunvirato con milimétrica precisión).


Pero además de lo ya señalado, Sally trabaja en su libro, casi de manera trasversal, un tema que me parece oportuno y necesario abordar debido a la importancia y actualidad que este tiene en Latinoamérica: el rol que juega el periodismo en un régimen autoritario.

Al respecto, Sally afirma que en el Perú de la década de los noventa, como bajo cualquier régimen autoritario, la prensa jugó un papel significativo que es difícil sobreestimar e imposible de ignorar. Se trataba, según refiere, de un juego que podía ser jugado de diversas formas.

Para Sally, algunos periodistas, eligieron una oposición a todo vapor, y constantemente se referían al gobierno de Fujimori como la dictadura y al jefe de Estado como el dictador. El único y gran inconveniente que esta postura enfrentaba era que Fujimori contaba con un amplio e incuestionable respaldo, y se las había arreglado para legitimarse a sí mismo y a su golpe de 1992, aunque para ello haya tenido que recurrir a un referéndum más que cuestionable. Por ello, aquellos que tomaron esta postura de rotunda oposición, entre ellos políticos y empresarios, además de periodistas, se encontraron firmemente marginados y excluidos del poder, y algunos debieron pasar años privados de contactos políticos.

Frente a ellos, recuerda Sally, estaban aquellos que preferían ser absorbidos por la maquinaria del poder y reportar y escribir lo que el gobierno les proporcionaba, sin hacer ninguna verificación y mucho menos intento alguno de  presentar un punto de vista opositor. Para este sector de periodistas, por un largo periodo, esta postura pareció ser la más exitosa, ya que sus partidarios gozaban de beneficios como tener acceso a la gente que ostentaba poder, ser invitados a los viajes del presidente y mantenerse libres de la posibilidad de ser hostigados.


Quizás por ello, Sally afirma que mantener una postura crítica durante el gobierno autocrático de Fujimori, supuso, para quienes tomaron esta postura, serias dificultades y peligros. Y nos recuerda, por ejemplo, que en su reporte de 1993, la organización Reporteros Sin Fronteras colocó al Perú en el tercer lugar de la lista de países que tenían el mayor número de periodistas prisioneros en todo el mundo (solamente estaba detrás de Turquía e Irak, y peor que Birmania). O que el Comité para la protección de Periodistas declaró que los hombres de prensa y los medios de comunicación encontraban más problemas en el Perú que en cualquier otro país de Latinoamérica.

Sobre este punto, luego de recordar cómo la periodista Cecilia Valenzuela fue amenazada de muerte, mientras investigaba la desaparición y matanza, en 1993 de nueve estudiantes y un profesor de la Universidad La Cantuta (hoy Fujimori purga condena por estos crímenes) o de cómo Enrique Zileri, editor y propietario de la revista semanal Caretas fue hostigado judicial, económica y políticamente por el gobierno de Fujimori, por investigar a Vladimiro Montesinos refiriéndose a él como el Rasputín del régimen, Sally narra cómo a ella Fujimori también le bajó el dedo.

Luego de ser invitada, junto a otros colegas extranjeros, a acompañar al presidente a un viaje a Puno (Isla de los Uros), un compañero suyo publicó en el Financial Times un artículo titulado “La política del poncho en los Andes”, centrándose en el estilo de Fujimori, que actuaba más como un director de medios, que como un presidente. Este artículo, refiere Sally, le cayó a Fujimori como un balde de agua helada. Tan es así, que esa fue la última invitación que recibió de Fujimori, algo que para ella le dejó una lección evidente: si quieres ser incluida y tener acceso al presidente (como las geishas), deja de lado la objetividad del periodismo y confabula con su gente.


Antes de poner punto final a esta columna, no me queda sino recomendar que compren el libro, pues constituye uno de los mejores relatos periodísticos sobre la vida social y política de nuestro país hacia finales de los ochenta, noventa y los primeros años del siglo XXI. Al mismo tiempo, recomiendo dos libros de la misma autora: “El expediente Fujimori” (2000) y “El espía imperfecto. La telaraña siniestra de Vladimiro Montesinos” (2003). Estoy seguro que los disfrutarán.

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