lunes, 27 de mayo de 2013

EL COSTO DE LA CORRUPCIÓN EN EL PERÚ



En el último informe sobre el Índice de Percepción de Corrupción del año 2012 (estudio elaborado por Transparencia Internacional) nuestro país ocupa el puesto 83 entre 176 países. Eso quiere decir que nuestro país es uno de los estados con un Índice de Percepción de Corrupción alto a nivel mundial. Para que tengan una idea de cómo estamos en la región podemos decir que únicamente Chile y Uruguay (ambos comparten el puesto 20) son los países de América Latina que sobresalen como los más transparentes junto a estados desarrollados como Dinamarca, Finlandia y Nueva Zelanda.

La ubicación de los países de la región en este ranking

Como lo acabamos de señalar, Chile y Uruguay son los países de Latinoamérica mejor ubicados en este ranking. Le siguen países como Costa Rica (48), Cuba (58) y Brasil (69). Nuestro país comparte el puesto 83 con El Salvador y Panamá. Detrás nuestro se encuentran ubicados Colombia (94), Argentina (102), Bolivia (105) y México (105). Finalmente, ocupando los últimos lugares, aparecen Paraguay (150) y Venezuela (165) como los países de nuestra región con los mayores Índices de Percepción de Corrupción, respectivamente.

Las conclusiones en este Informe

Como lo han señalado los representantes de Transparencia Internacional, una extendida corrupción acentúa las desigualdades, debilita a las democracias, incita a la violencia y da pie para que el crimen crezca. Ahora bien, si nos ceñimos a los resultados obtenidos en este estudio, podemos afirmar, como lo hizo Huguette Labelle, presidenta de esta institución, que las sociedades continúan pagando el alto costo que supone la corrupción. Esto es así dado que miles de millones de dólares se pierden en actos de corrupción. Dinero que podría ser invertido en obras, programas o iniciativas destinadas a combatir la pobreza, reducir la desigualdad o mejorar la calidad de vida de las personas menos favorecidas.

Una gran investigación sobre la corrupción en el Perú

A propósito de lo antes señalado, aprovecho esta oportunidad para comentar algunos de los datos que han sido recogidos en el recientemente publicado libro de Alfonso Quiroz (1956-2013) titulado “Historia de la Corrupción en el Perú”. Desde ya quiero recomendar la lectura de este libro que estoy seguro se convertirá en un material de consulta obligatoria para todos aquellos interesados en el estudio de la historia de la corrupción de nuestro país desde los primeros años de fundación de nuestra República.

Las fuentes de la investigación

La importancia de esta investigación radica en la rigurosidad con la que Alfonso Quiroz llevó adelante la tarea de comprobación y sistematización de datos. Es la primera vez, así lo han señalado diversos especialistas, que en una investigación sobre la corrupción en el Perú se ha podido acceder a documentos reservados, archivos peruanos y extranjeros, informes desclasificados de los Estados Unidos, documentos secretos del Departamento de Estado norteamericano y otras fuentes de difícil acceso que corroboren muchos de los datos e hipótesis que se tenían en torno a este tema. Cabe señalar que en esta investigación sólo se han registrado aquellos datos que pudieron ser corroborados por más de una fuente (eso quiere decir que quizá el saqueo del erario público haya sido mucho mayor).

Las cifras registradas son devastadoras

En el estudio se señala que entre el 30% y 40% del presupuesto nacional desde inicios de la República se ha perdido en actos de corrupción. Ahora, si analizamos esas cifras a la luz de nuestro PBI, podemos afirmar que la corrupción se engulle aproximadamente el 4% del mismo. No resulta descabellada entonces la afirmación del autor que señala que ha sido el manejo corrupto de nuestra economía una de las principales causas del retraso de nuestro país.

Corrupción y crecimiento económico

En el libro encontramos datos que confirman la siguiente hipótesis: los niveles de corrupción aumentan durante los períodos de mayor crecimiento económico. Este dato es fundamental si tomamos en cuenta que nuestro país durante los últimos años viene registrando una senda de crecimiento económico sostenido como nunca antes en la historia. ¿Cuántos millones de soles generados a partir de ese crecimiento se han perdido en actos de corrupción? ¿Hemos hecho el esfuerzo por generar los controles institucionales necesarios para frenar los actos de corrupción? ¿Es posible pensar en un Perú libre del fantasma de la corrupción? Ustedes tienen las respuestas. Sólo espero que los más no perdamos el ánimo de seguir luchando en contra de este flagelo.

Corrupción y autoritarismos (o dictaduras)

Otro dato interesantísimo que este estudio arroja está asociado a la relación simbiótica que existe entre la corrupción y la presencia de gobiernos autoritarios o dictatoriales. En otras palabras, mientras más autoritario es el Gobierno de turno, mayores son los incentivos para que los agentes públicos y privados incurran en actos de corrupción.

Eso se explica de modo muy sencillo: habiendo abolido los controles propios de la democracia y del Estado de Derecho, los gobernantes autoritarios y sus camarillas, tienen menos frenos a la hora de malversar y/o apropiarse del dinero público. Ergo, los corruptos saltan en un pie cada vez que en nuestro país la democracia es petardeada y los regímenes autoritarios se apropian de la dirección política de nuestra patria.

Los gobiernos más corruptos de la historia (democracia vs autoritarismo)

Teniendo en cuenta lo ya expuesto, no resulta extraño afirmar que los periodos de mayor corrupción de nuestra historia republicana sean coincidentemente los periodos en los que nuestra democracia fue ferozmente destruida por líderes autoritarios que no tuvieron mayores reparos en ser actores directos o cómplices diligentes del saqueo económico a gran escala.

Según los datos que registra el libro, los períodos de mayor corrupción en el siglo XIX fueron las décadas del 30 y del 50. Mientras que en el siglo XX, fueron los gobiernos de Leguía, Odría, Fujimori, Velasco y Alan García (primer periodo) los años en los que la corrupción ocasionó las mayores pérdidas: 72%, 46%, 50%, 42% y 35%, respectivamente, del gasto público.

La corrupción como parte de nuestro imaginario colectivo

¿Hemos perdido los peruanos nuestra capacidad de indignación? Pareciera que sí al tomar como referencia el comportamiento electoral de nuestros ciudadanos en los últimos años. ¡Que robe, pero que haga obra! Es la frase que mejor grafica la manera cómo nuestro elector reflexiona evidenciando la tolerancia social de la que goza la corrupción en nuestro país. Algo anda muy mal en la sociedad peruana para que en las últimas elecciones nacionales la representante de uno de los gobiernos más corruptos de nuestra historia haya estado a punto de ser elegida presidenta de todos los peruanos.

Apunte Final

Tomemos nota de esto último, porque como dicen los estudiosos, lo peor que podemos hacer como sociedad es acostumbrarnos a la corrupción. No debemos permitir que la corrupción se convierta en una forma de “ser peruano”. Sepamos que ha sido justamente esta aquiescencia social la que incubó y permitió que la corrupción se expanda como un cáncer terrible que carcome nuestro aparato público y destruye los cimientos éticos de nuestra sociedad día a día.

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sábado, 18 de mayo de 2013

A LA MEMORIA DE CLAUDIA FALCONE: JORGE VIDELA HA MUERTO




El 24 de marzo de 1976 marcó el inicio de una de las etapas más terribles de la historia política Argentina. Los militares, comandados por el general Jorge Videla, derrocaban al gobierno democrático de Isabelita Perón, instaurando una sangrienta dictadura que dejó la escalofriante cifra de 30 mil desaparecidos.

En septiembre de ese mismo año, durante los primeros meses de la sangrienta dictadura, siete líderes estudiantiles de la ciudad de la Plata, entre ellos Claudia Falcone, fueron secuestrados, torturados y asesinados. Su delito fue haber protestado  por la implantación del boleto estudiantil secundario. Sólo Pablo Díaz sobrevivió a esa tragedia. El resto de sus compañeros forman parte de la lista de 238 adolescentes argentinos que fueron secuestrados por órdenes de la Junta Militar (Jorge Videla, Emilio Massera y Orlando Agosti) y que hasta el día de hoy siguen desaparecidos.

La barbarie cometida contra estos muchachos fue bautizada por los propios perpetradores de estos crímenes con el nombre de “La noche de los lápices”, bajo esta denominación se conoce a la serie de secuestros llevados a cabo a partir del 16 de septiembre en la Plata. En casi todos estos casos, los jóvenes secuestrados no superaban la edad de 18 años.

La Noche de los lápices muestra lo que en realidad fue ese periodo de horror al que los militares llamaron “Reorganización Nacional”. Este crimen en particular grafica la crueldad con la cual los militares argentinos, apoyados por grupos de poder económico y por algunos miembros de la Iglesia Católica, trataron a los estudiantes a los que acusaron, sin mayor prueba, pero cegados por su odio visceral hacia los militantes de izquierda, de subversivos y terroristas.

En 1985, durante el juicio a los miembros de las juntas militares, Pablo Díaz, el único sobreviviente de la “Noche de los lápices”, brindó su testimonio ante la justicia argentina, el mismo que sirvió de inspiración para que el director gaucho, Héctor Olivera, lleve la historia a la pantalla grande, convirtiendo a este film en una prueba histórica acerca del profundo daño que la dictadura le ocasionó a la democracia argentina, destruyendo para siempre la vida de miles de sus ciudadanos.

Pablo, personaje principal en el film, narra la vida que los estudiantes secundarios llevaban antes del golpe, su militancia en el Frente de Estudiantes Secundarios de la Plata, la lucha por la implantación del boleto estudiantil, y las anécdotas que como jóvenes vivían durante aquellos años en los cuales sus sueños se construían al ritmo de Canción para mi muerte de Sui Generis.

En 1985, luego de recibir el testimonio de decenas de personas y reunir la prueba incriminatoria necesaria que acreditaba la responsabilidad penal de los implicados, la justicia argentina condenó a nueve integrantes de las juntas militares (Jorge Videla era uno de ellos) a cadena perpetua por los delitos de homicidio calificado, secuestro seguido de muerte, desaparición forzada, tortura, entre otros delitos de lesa humanidad.

El proceso y posterior sentencia a los miembros de las juntas militares marcó el inició de la reconstrucción democrática argentina, las organizaciones de derechos humanos, las organizaciones de la sociedad civil, entre ellas las “Madres y Abuelas de la Plaza de Mayo” vieron en ese juicio el esfuerzo de un país por recobrar su memoria histórica, hacer justicia y sancionar a aquellos que acabaron con la vida de padres, hijos, abuelos, esposos, esposas, nietos y nietas. Sin embargo, y a pesar de la indignación interna e internacional que la medida trajo consigo, todos estos criminales fueron indultados por el presidente Carlos Menen, una decisión que representó una de las más grandes injusticias cometidas por el Estado argentino en perjuicio de los familiares de las víctimas y de la memoria de los desaparecidos. Esta decisión volvió a abrir las heridas que la justicia había empezado a cicatrizar.

A pesar de ello, y gracias a la presión ejercida por las organizaciones de derechos humanos, la Cámara Federal en lo Penal y Correccional de la capital argentina, declaró inconstitucionales los indultos que beneficiaron a Videla en 2007, ordenando reabrir los juicios a los dictadores, los cuales también deberían afrontar un proceso por el robo sistemático de recién nacidos.

Conocida es ahora la práctica mediante la cual a las detenidas, que en esos momentos se encontraban en estado de gestación, les arrebataban a sus bebés que habían traído al mundo en la cárcel, para posteriormente, luego de haberles cambiado de identidad, darlos en adopción, o incluso venderlos, hecho que evidencia, una vez más, la violencia insana que la dictadura desató durante esos años en contra de su propio pueblo.

Al igual que en el caso de la “Noche de los lápices”, la historia de estos crímenes también fue llevada a la pantalla grande, en el film “La historia oficial”, película que en el año de 1985 recibiera el Oscar a mejor película extranjera, la cual ha sido estrenada decenas de veces con la finalidad de mostrar a las nuevas generaciones el horror vivido durante aquellos años y el esfuerzo que los argentinos, y todos los pueblos latinoamericanos, víctimas de gobiernos dictatoriales deben hacer en su afán por consolidar su democracia y defender los valores de la libertad y el respeto por la vida de los hombres.

El 22 de diciembre de 2010, luego que el mismísimo Jorge Videla asumiera la responsabilidad por los crímenes políticos cometidos durante la dictadura (1976-1983), entre ellos el fusilamiento de 31 presos en Córdoba, el Tribunal Oral Federal 1 de la ciudad de Córdoba  sentenció  a Jorge Videla por los delitos de imposición de tormentos, homicidio calificado y tormentos seguidos de muerte, condenándolo a prisión perpetua por tan abominables delitos.

En este juicio, como en aquel llevado a cabo en 1985, se logró comprobar que los disidentes asesinados durante la dictadura, la mayoría militantes de partidos de izquierda, incluso jóvenes menores de edad como en el caso de la “Noche de los lápices”, fueron ejecutados a mansalva entre abril y noviembre de 1976, como parte de un operativo de “limpieza cívica”, para utilizar uno de los términos empleados por los propios acusados durante los juicios, con el objetivo de eliminar a los “comunistas” que querían acabar con Argentina.

El juicio al dictador Jorge Videla, al igual que el llevado a cabo en contra  del dictador peruano Alberto Fujimori por violación de derechos humanos, fue una lección de civismo y compromiso ético con la defensa de los valores democráticos y la dignidad del ser humano. Nunca más  los latinoamericanos permitamos que ningún golpista, militar o civil, se atreva a arrebatarnos nuestra vida y nuestra libertad. Nunca más permitamos que las bayonetas, fusiles y botas de militares cobardes, manchen de sangre nuestra tierra, acabando con la vida y los sueños de los hombres y mujeres de nuestra América.

En sus declaraciones el dictador dijo lo siguiente: “reclamo el honor de la victoria y lamento las secuelas”. Creo que ningún hombre con algo de humanidad y amor por la vida hubiera podido proferir una frase tan terrorífica como la del general Videla. Sentir orgullo por haber desaparecido a 30 mil argentinos, asesinado a otros cientos, torturado a mujeres, maltratado a adolescentes, y robado a aproximadamente 400 recién nacidos privándoles de su identidad y del amor de sus familias, es un sentimiento que únicamente puede ser experimentado por una persona con una mente enferma y un alma carcomida por el odio y el deseo de venganza y sangre.

Por estos hechos, en julio del año pasado, el Tribunal Oral Federal 6 condenó al dictador por idear y ejecutar un plan sistemático y generalizado para robar y ocultar bebés nacidos en cautiverio durante la dictadura. El tribunal lo condenó a una pena a 50 años de prisión y unificó las sentencias anteriores en una pena única de reclusión perpetua.

La sentencia impuesta al dictador abrió una nueva etapa en Argentina. Gracias  a este fallo, Claudia Falcone puede ahora descansar en paz. Luego de 36 años podrá cerrar los ojos y volverá a conciliar el sueño, ya no tendrá pesadillas, ya no sentirá vergüenza de la justicia y de la clase política de su país que tantas veces le dieron la espalda, sentirá que su Argentina a la que tanto amó, le hizo justicia, y con ella, le ha devuelto la fe a todo un país, un país que siempre estuvo en contra de las amnistías e indultos para sus asesinos, de las leyes de punto final y de los recursos dilatorios que durante años fueron presentados por los militares asesinos. Esta sentencia debe llenar de orgullo a todos los argentinos pues aunque sea por unos instantes les ha devuelto la vida a sus hijos a los cuales pensó haber perdido para siempre en la “Noche de los lápices”.

Hoy, 17 de mayo de 2013, el dictador ha muerto. ¿Cuántos secretos de horror y violencia se habrá llevado este asesino a la tumba? ¿Se habrá arrepentido de sus crímenes? ¿Habrá sentido remordimiento por los jóvenes a los que les arrebató la vida? Eso nadie lo sabrá jamás. Lo único que les puedo decir, como demócrata y defensor de los derechos humanos, es que el día de hoy la muerte ha ganado para siempre a uno de sus hijos predilectos. Porque Jorge Videla, el asesino y dictador, fue uno de los más insignes ángeles de la muerte en la historia reciente de nuestra América Latina. 

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martes, 14 de mayo de 2013

LA FORTUNA DE NUESTROS PRESIDENTES




En política, uno tiene la obligación de “ser” y “parecer” honesto. En política, terreno de apariencias y falsos ídolos, es fundamental que los actores estén libres de cualquier tipo de duda o cuestionamiento que ponga en tela de juicio su buen nombre. En política, actividad en la que las percepciones terminan siendo más importantes que las realidades, las acciones y decisiones que se toman en privado deben ser calibradas con sumo cuidado, pues de no ser así, un paso en falso puede terminar sepultando públicamente la imagen de quienes quisieron convertirse en los abanderados de la transparencia o en los adalides de la lucha contra la corrupción.

Hace algunos meses los medios de comunicación en nuestro país dieron a conocer el patrimonio inmobiliario de dos expresidentes. De inmediato, y como para no perder nuestro gusto por el chisme, deporte nacional que es el deleite de grandes y chicos, se comenzó a especular en torno al origen del dinero con el que ambos habían logrado comprar estas propiedades. ¿Puede un expresidente de un país pobre como el Perú amasar una fortuna como de la que hablaba la prensa? ¿El sueldo de un expresidente en el Perú puede servir para adquirir predios valorizados en varios miles de dólares? Esas fueron preguntas que la gente empezó a formularse en la calle y en cualquier reunión familiar o social.

Si me lo preguntan, debo decir que a mí me cuesta muchísimo trabajo creer que alguien que nunca ha trabajado en otra cosa que no sea “hacer política”, tenga los recursos suficientes como para adquirir inmuebles en el Perú y en el extranjero ubicados en zonas exclusivas. Salvo se trate, claro está, de ese tipo de políticos que luego de haber dejado el cargo “oficial” empiezan a cobrar con creces la lista de favores que durante su gestión decidieron conceder a determinados grupos o personalidades, a cambio, de eso no hay duda, de una jugosa retribución futura. En otras palabras, la política, cuando es ejercida de manera decente, no permite vivir a todo lujo y confort, tampoco hace posible una vida llena de excesos, viajes, casas, departamentos, y mucho menos de pagos “generosos” a cambio de disertaciones que no son otra cosa que una retahíla de lugares comunes y frases vacías.

Pero el asunto, como ya es costumbre en el país, pasó rápidamente al olvido, y salvo las presentaciones públicas de los implicados, en conferencias de prensa en las que nadie se atreve a hacer preguntas que incomoden al poder, dejó de ser noticia, y dando vuelta a la página, los medios volvieron a centrar su “trabajo” en los dos temas preferidos por nuestros periodistas: la candidatura de Nadine Heredia para las elecciones del 2016 y el indulto humanitario en beneficio de Alberto Fujimori. Dicho de otro modo, a nadie de la “gran prensa” le conviene enemistarse con dos potenciales candidatos para las próximas elecciones, menos cuando durante sus respectivos gobiernos, estos medios fueron favorecidos con importantes millones de soles en publicidad estatal.

Sin embargo, ahora el tema vuelve a ser tocado por los medios a raíz de la compra de una “nueva propiedad” por parte de la suegra de un expresidente. No tiene nada de malo el que la suegra de un expresidente decida comprar millonarias propiedades, para luego, si ella quiere, ponerlas a nombre de su hija, o del marido de esta, quien tuvo a su cargo los destinos de nuestro país. Pero como no tiene nada de malo, los ciudadanos tenemos el legítimo derecho de hacernos algunas preguntas: ¿De dónde sacó el dinero la afortunada señora para cerrar estas transacciones? ¿Quién o quiénes se encargaron de “hacer el negocio” en su representación si se sabe que la generosa dama vive en el extranjero? ¿A nombre de quiénes están registradas las propiedades?

Esas son preguntas que un expresidente debe estar en condiciones de absolver para salvaguardar su honor, el de su familia, y el de un país que está cansado de ver cómo sus funcionarios se llenan los bolsillos de la manera más infame. Eso siempre que no sea cierta la antológica frase: ¡A mí la plata me llega sola! Porque si la frase es verdadera pues entonces apaguemos las luces, vámonos todos, y terminemos por asesinar la ética pública en el Perú. Eso para alegría y felicidad de ladrones, criminales y pillos. Porque recuerden que cuando todos son corruptos, entonces nadie es corrupto. Y por ende, la impunidad se instala cubriendo con su manto la sarta de corruptelas y pendejadas a las que nuestros políticos nos tienen acostumbrados.

Pero no nos pongamos tristes, tampoco creamos que únicamente en el Perú se presentan este tipo de denuncias. La lista de ejemplos en nuestra región es pródiga. Tenemos casos de escándalos de corrupción que terminaron con la carrera política de congresistas, ministros y presidentes latinoamericanos. Ahora mismo, el periodista argentino Jorge Lanatta, en el programa “Periodismo para Todos” de la televisión argentina, acaba de publicar un reportaje en el que se da cuenta de la fortuna descomunal acumulada por la presidenta de ese país, Cristina Fernández, durante los últimos años. Coincidentemente durante los años en los que su esposo, el expresidente Néstor Kirchner, y ella, han ejercido el cargo de jefes de Estado.

Nadie en el Perú o Argentina puede estar feliz con este tipo de denuncias periodísticas. Nadie quiere que sus expresidentes sean reconocidos a nivel internacional como “dueños de mansiones y poseedores de fortunas” que no pueden justificar sin que la voz se les entrecorte o sus rostros los delaten. Por el bien de nuestra democracia esperemos que las denuncias sean falsas, que los presidentes puedan explicar a sus pueblos el origen y la manera cómo fueron amasando su patrimonio. De no ser así, la prensa está obligada a seguir investigando y denunciando. Aunque eso signifique perder la amistad de los dueños de la publicidad estatal.

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jueves, 2 de mayo de 2013

Repsol y La Gran Transformación




La derecha se reagrupa y ha saltado hasta el techo al conocer el interés del Gobierno de comprar los activos de Repsol. Para este sector esto constituye el inicio de un viraje económico hacia la izquierda y la vuelta a “La Gran Transformación”. Además, aprovechando las críticas que el Gobierno ha sufrido por dos temas puntuales: 1) Su posición frente a las elecciones en Venezuela; y 2) La candidatura de Nadine Heredia en el 2016. La derecha no ha perdido la oportunidad para pronosticarnos el inicio de una nueva pesadilla: estatismo económico y autoritarismo político.

Vayamos por partes. Si tomamos en cuenta que durante casi dos décadas se nos ha hecho creer que el Estado es el responsable de todos nuestros males y que el mercado es el verdadero artífice de nuestro desarrollo (yo diría crecimiento y nada más), entonces a nadie le debe sorprender la reacción de la derecha. No obstante ello, creo que los ciudadanos no podemos perder esta oportunidad para exigir en el país un debate serio en torno a dos temas: 1) El rol del Estado en el marco de una economía “social” de mercado como la nuestra; y 2) La redefinición de la idea de subsidiariedad económica del Estado que se impuso en nuestro país hace dos décadas.

En mi concepto, la posición de la derecha es absolutamente maniquea y cínica. Digo esto por dos razones: 1) No es cierto que el Estado y sus empresas sean siempre ineficientes; y 2) No es cierto que las empresas privadas sean siempre el modelo de eficiencia que la Confiep nos pretende hacer creer. Nadie duda de que el Estado haya sido muchas veces ineficiente y corrupto al momento de gerenciar las empresas públicas. Esa ha sido la performance del Estado empresario en nuestro país. Ahora, eso no quiere decir que no podamos cambiar esa historia siguiendo el modelo de otros países que son propietarios de empresas públicas exitosas. Es justamente este debate el que la derecha no quiere abrir y que los medios esconden.

Pero hablemos del caso de Repsol. Si de lo que se trata es de comprar los activos de una empresa, lo primero que debemos preguntarnos es: ¿La compra de Repsol tiene sustento técnico-económico? En otras palabras, lo que el Gobierno debe hacer es analizar si será rentable invertir el “dinero de todos” en un negocio que puede resultar siendo un desastre (como tantos otros “negocios” en los que trató de ser empresario). ¿Cómo aclaramos esa duda? Muy simple, que el Gobierno contrate a un banco de inversión de prestigio mundial para que este le haga un estudio de costo-beneficio en el que se señale si comprar los activos de Repsol es una decisión económicamente inteligente o no.

Creo que los ciudadanos debemos preguntarle al Gobierno lo siguiente: ¿Por qué ningún grupo empresarial privado ha mostrado interés en comprar los activos de Repsol? Esta es una pregunta válida que todos los contribuyentes, los que al final seremos los que financiaremos esta “aventura” económica, tenemos el derecho de hacer. En lo personal, creo que no contamos (ahora) con el sustento técnico- económico necesario que permita justificar y apoyar la medida. Ahora, sobre este mismo asunto podríamos hacernos otra pregunta: ¿Por qué si el Estado no ha sido capaz de gestionar con eficiencia la refinería de Talara debemos creer que si lo será cuando se convierta en propietario de Repsol? En realidad, no tenemos ninguna garantía de ello, sobre todo porque el Gobierno no se ha tomado el trabajo de elaborar un plan que aclare este tipo de dudas.

Pero, más allá del caso de Repsol, permítanme preguntarles lo siguiente: ¿Podemos afirmar que este anuncio marca el inicio de una cubanización del Gobierno en el Perú? Nosotros creemos que no existen elementos de juicio suficientes que nos permitan hacer tamaña aseveración. Lo que sí nos queda claro es que la derecha (conservadora, no liberal) se opondrá siempre a toda iniciativa que ponga en cuestión el discurso monocorde que ellos, apoyados por el Gobierno de Alberto Fujimori y con la ayuda de sus medios asalariados, impusieron con éxito en nuestro país desde los noventa. Es decir, para la derecha las únicas medidas que merecen debatirse son las que refuerzan o consolidan su posición. Así es nuestra derecha. Autoritaria en sus formas y  huérfana en ideas. ¿Eso les sorprende? A mí no.

Sobre este mismo asunto algunos “analistas” han señalado que lo que ha pretendido el Gobierno con este anuncio ha sido “tomarle el pulso” a la población para ver si en un hipotético escenario este tipo de medidas recibirían el respaldo de la opinión pública. El Gobierno ha hecho esto basado en su importante nivel de aprobación que registran las encuestas. Bueno, si esa fue la intención creemos que el Gobierno ha sido bastante torpe pues no se necesita ser muy “observador” para darse cuenta que una medida de este tipo iba a generar un rechazo general entre casi todas las agrupaciones del espectro político nacional (incluyendo a sus aliados de Perú Posible). ¿Despertó la oposición de su largo sueño? Eso está por verse.

Lo problemático para el Gobierno es que por querer tomarle el pulso a la población con el planteamiento de una medida improvisada como la que comentamos, lo único que ha logrado es que el empresariado y la clase política hagan causa común en contra suya y por primera vez le digan contundentemente no. Algo que no había ocurrido durante todo lo que va del Gobierno. Algo que en mi opinión no volverá a ocurrir si Ollanta Humala termina por olvidarse de “La Gran Transformación” (cosa que hizo desde el primer día de su Gobierno)  y sigue el libreto que sus amigos de la Confiep le dictan. Esos amigos que financiaron una campaña mediática de demolición infame en contra suya, y que al poco tiempo de ganar las elecciones salieron a decir que Ollanta Humala era todo un “estadista”. Otra Infamia de la que ahora ya nadie habla.

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