jueves, 17 de febrero de 2011

El Jurado Nacional de Elecciones versus las encuestadoras


Si nos atenemos a lo acontecido en los últimos días, la respuesta parece ser una sola: al Jurado Nacional de Elecciones (JNE). A esa respuesta hemos llegado algunos luego de que el organismo electoral emitiera el 12 de febrero del presente la cuestionada Resolución 038-2011-JNE que modificaba el Reglamento del Registro de Empresas Encuestadoras ordenando a las mismas solicitar a los encuestados sus datos personales, como el documento nacional de identidad, sus nombres, apellidos y dirección, ocasionando una verdadera avalancha de críticas entre los directores de las mencionadas empresas, medios de comunicación, e incluso, candidatos presidenciales.


Para las empresas encuestadoras, representadas por Urpi Torrado, presidenta de APEIN, la modificación al reglamento lesionaba el derecho a la libertad de trabajo y la confidencialidad de los entrevistados, elemento este último que resulta ser la base del trabajo de empresas de sondeo de opinión tanto aquí como en todas partes del mundo. En ese mismo sentido, otros especialistas, como Alfredo Torres, director de Ipsos Apoyo, indicaron que la resolución del ente electoral perjudicaba gravemente el trabajo de campo que desarrollan estas instituciones al momento de levantar información, ello ya que si se aplicara dicha disposición, la muestra obtenida ya no sería representativa del electorado nacional, sino únicamente de aquellos que aceptaron identificarse plenamente, además de los altos índices de rechazo que el personal encargado de llevar a cabo las encuestas recibiría por parte de los encuestados, debido al temor que en el ciudadano común, más si se trata de un servidor público, genera la posibilidad de ser identificado en un futuro por quien detente el poder de turno, pudiendo ser víctima de presiones de todo tipo.


Como respuesta a la posición asumida por el JNE, el gremio de empresas encuestadoras decidió aprobar un comunicado haciendo explícito su rechazo a la resolución del ente electoral, comprometiéndose a no publicar sondeos de intención de voto hasta que el jurado dejase sin efecto dicha decisión. Esta medida, calificada por algunos candidatos presidenciales, y eso es lo más preocupante, como una pataleta o un engreimiento por parte de los directores de dichas instituciones, no era sino una muestra evidente de la profunda preocupación que una decisión de este tipo había ocasionado, sobre todo, teniendo en cuenta que en cualquier otro país en donde se respeten las libertades y los procesos electorales se lleven a cabo en un clima de absoluto respeto por los principios democráticos, a un tribunal electoral jamás se le hubiera ocurrido emitir una norma de este tipo.


Como se ha podido ver en los diversos medios de comunicación, la mayoría de los especialistas en materia constitucional en nuestro país, tal es el caso del ex Defensor del Pueblo, Jorge Santisteban de Noriega, consideraban que dicha medida era abiertamente inconstitucional dado que afectaba derechos fundamentales tales como: el derecho a la libertad de información, el derecho a la reserva de las convicciones políticas, el derecho de las empresas encuestadoras a mantener el secreto profesional, entre los más importantes.


En lo personal, debo decir que suscribo en todos sus términos la opinión de Santisteban, ello debido a que en una sociedad democrática, la sociedad civil, ya sea a través de empresas encuestadoras o medios de comunicación, ponen a disposición de la ciudadanía una serie de datos o informaciones, que contribuyen a la formación de la opinión pública. Los ciudadanos, a partir de la información vertida por distintos canales o medios, forman su voto, perfilan sus preferencias, consolidan sus convicciones políticas, las cambian o matizan de manera libre. Por tanto, una norma de este tipo, que en la práctica tornaba imposible la labor de las encuestadoras, resultaría limitando el derecho de todo ciudadano a estar informado, derecho que cobra una mayor importancia en medio de una coyuntura política electoral como la que atraviesa el país en estos meses, como se diría coloquialmente, al entorpecer la labor de las encuestadoras, y dejar a los peruanos sin los datos referidos a la intención de voto, se estaría colocando una venda en los ojos del elector, situación que a todos luces es más que peligrosa. En cuanto al derecho de los propios encuestados, queda claro, y para ello solo basta con revisar nuestra Constitución, que todo ciudadano tiene el derecho de mantener en reserva sus convicciones políticas, por tanto, una norma que impone la obligación de identificar con nombre, apellido y dirección al encuestado, vulnera de manera flagrante este derecho. La situación se agrava, si a todo ello le sumamos el hecho que en nuestro país, al igual que en otros de escasa cultura democrática, este tipo de información, puesta en manos y a conocimiento de mentes perversas, podría, y esto no es una exageración, traer serias consecuencias para los encuestados que pudieran ser identificados, . En esa misma línea, las encuestadoras, y los directores de las mismas, gozan de la garantía del secreto profesional, una garantía que se vería afectada si como requisito para la publicación de los sondeos se les exigiese identificar a la totalidad de sus entrevistados. Por tanto, y esta es una opinión general al interior de la comunidad jurídica, desde un punto de vista absolutamente jurídico-constitucional, la cuestionada resolución resultaba a todas luces contraria a los derechos y valores democráticos sobre los cuales descansa nuestro orden constitucional.


En tal sentido, no resultaba exagerado afirmar que una norma de este tipo marcaba un serio retroceso en el proceso de consolidación democrática de nuestro país. Como bien apuntara el director de una de estas empresas, una norma de esta naturaleza no está presente ni siquiera en la Venezuela de Hugo Chávez, en la Bolivia de Evo Morales o en el Ecuador de Rafael Correo, todos ellos países en los cuales la palabra “respeto” por los principios republicanos y democráticos es algo así como una quimera o una broma de mal gusto. Sólo en regímenes autoritarios, dictatoriales y totalitarios una norma de este tipo cobra algún sentido. Así, podemos recordar que fue en la dictadura franquista, en la que se impuso la obligación de identificar a los entrevistados, inclusive obligándolos a firmar. Ya todos sabemos que hacía Franco y sus secuaces con dicha información: prisión, despido, acoso, violencia contra todo aquél ciudadano disidente que se atrevía a cuestionar su prédica.


Pero a pesar de todo ello, de la crítica, de la evidente preocupación de la ciudadanía en torno a esta medida del JNE, de las razones expuestas en torno a la inconstitucionalidad de la decisión y de su inviabilidad desde el punto de vista metodológico y estadístico, los miembros de este organismo, representados en esta ocasión por Greta Minaya, señalaron que no darían marcha atrás en la decisión, y que la resolución que imponía este requisito seguiría vigente. Debido a ello, no ha dejado de sorprender el hecho que a pesar de la testarudez exhibida durante largos 4 días por estos magistrados, en conferencia de prensa, el presidente del JNE, Hugo Sivina, haya salido a los medios señalando que con el ánimo de no ocasionar zozobra entre la población y en aras de restablecer la calma y tranquilidad que deben preceder a todo proceso electoral, habían decidido dar un paso atrás y dejar sin efecto la cuestionada medida. Dejando claro en todo momento que dicha decisión no respondía a presiones de ningún tipo, que su proceder no debería ser visto como un retroceso en la línea del jurado y mucho menos que la discutida norma resultaba ser atentatoria de derechos constitucionales.


Sean cuales fueran las razones que se encuentran detrás de esta decisión del JNE de rectificar y enmendar una decisión a todas luces errada, no podemos dejar de celebrar dicha medida, ya que como hemos señalado, constituía un pésimo precedente en la historia de la vida política y democrática de nuestro país. Un país, que como todos sabemos, no puede darse el lujo de cometer este tipo de equivocaciones, más cuando la misma podría resultar siendo un serio peligro para el marco de las libertades y derechos ciudadanos.


Lo que debe quedar claro, tanto para los miembros del JNE como para los políticos en general, es que en países que como el Perú carecen de un sistema institucionalizado de partidos, en el cual son estas agrupaciones las encargadas de difundir las ideas, programas de gobierno y propuestas de los candidatos a la presidencia o al congreso, la labor de los medios de comunicación y de las empresas encuestadoras es vital para transparentar el proceso electoral y con ello devolverle la calma y la confianza a la ciudadanía en el sistema democrático y en sus representantes políticos. Así, la labor de las encuestadoras, cuando es llevado a cabo de manera seria y profesional, y ejemplo de ello son instituciones como Apoyo, IMA, DATUN, CPI, IMASEN o el IOP-PUCP, es sumamente valioso pues le da la oportunidad al ciudadano de seguir de cerca el proceso, la variación en cuanto a la intención de voto, tomándole el pulso a la contienda electoral, y de ese modo, ir consolidando de una manera más cabal sus afinidades, simpatías o antipatías en torno a un candidato o partido político en particular.


Por eso resulta preocupante que algunos candidatos, Ollanta Humala y Castañeda Lossio, para no mencionar a sus militantes de segundo orden que suelen apoyarlos sin mayor reflexión, en lugar de concentrar sus esfuerzos en la difusión de sus propuestas de gobierno o en tornar más atractiva su campaña electoral, pierdan el tiempo en arremeter contra las encuestadoras, tildándolas de irresponsables, de engreídas, de trabajar al servicio de determinados grupos de poder, sin mayor prueba que la ira y enojo que genera en ellos el saber que de acuerdo a estos estudios sus posibilidades de triunfo en las elecciones de este año son cada vez más escasas. Por tanto, desconocer la labor de las encuestadoras a estas alturas del desarrollo de la ciencia estadística e informática resulta tan absurdo como discutir los resultados a los cuáles se arriba a través de los procesos físicos o matemáticos, claro está siempre que los resultados o la empresa encuestadora no sea la que todos sabemos maquilla sus cifras por órdenes del todopoderoso de Alfonso Ugarte.


Nos queda claro que la labor de las empresas encuestadoras, como la de cualquier empresa en el país, debe actuar de conformidad al orden legal establecido, queda claro que el JNE puede y debe fiscalizar dicha labor cuando entienda que existen elementos razonables que pongan en evidencia un actuar irregular por parte de las mismas, el mismo que distorsione el desarrollo de los procesos electorales, pero para ello no resulta lógico incorporar requisitos absurdos y antidemocráticos como la identificación del encuestado, basta con tener acceso a la base de datos de los estudios, indagar por la metodología utilizada por la encuestadora, por el universo de personas entrevistados, entre otros criterios, para luego de un análisis técnico determinar si los resultados fueron manipulados o no. Lo que no puede hacer la autoridad electoral es ceder a presiones de ningún tipo, vengan de donde vengan, y sin mayor análisis, sorprender al elector, a menos de 60 días de las elecciones generales, con un cambio de las reglas de juego, por más que los resultados difundidos por las encuestadoras no sean del agrado de Ollanta Humala, de Castañeda Lossio, o del propio Alan García, quien seguramente furioso y preocupado porque su candidato, tal y como lo afirmó en una ceremonia pública, no logra aparecer en los puestos de vanguardia, está dispuesto a darle algo más que un empujoncito que lo ayude a subir algunos puntos.


Los peruanos, señores del JNE, necesitamos de un organismo electoral autónomo e independiente, capaz de hacer frente a presiones y críticas, pues solo así podremos consolidar la institucionalidad que nuestro país requiere, devolviéndole al elector la confianza en el sistema de votación garantizándole transparencia y honestidad plena.

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sábado, 5 de febrero de 2011

Keiko Fujimori y su pandilla: demonios del pasado



Hace algunas semanas la hija del dictador Fujimori, hoy candidata a la Presidencia de la República por el movimiento Fuerza 2011, dio a conocer la totalidad de los nombres de los personajes que la acompañarán en esta aventura política en condición de candidatos al parlamento nacional. Como era de esperarse, la decisión final en torno a quién postula y quién no trajo consigo una serie de cuestionamientos. Se comenzó a especular en cuanto a la supuesta venta de candidaturas y/o cobro o pago de cupos por un número en la lista. Ante esta avalancha de críticas, y con el ánimo de apagar el fuego de manera inmediata, tanto Keiko, como sus más cercanos colaboradores se apresuraron en desmentir todas y cada una de estas imputaciones. Al final del día la situación parece haber vuelto a la calma en el partido del dictador, y todos, como dirían algunos, al ritmo del chino y en este tiempo con la voz de fondo del “talentosísimo” Carlos Raffo, la revelación del karaoke en el Perú, han dado inicio a una nueva campaña electoral.

Es cierto que el proceso de elaboración de las listas al congreso ha estado plagado de dudas y cuestionamientos en todos y cada uno de los partidos y movimientos que hoy compiten. Sin embargo, han sido las listas por Lima las que mayor enfrentamiento interno han generado en cada agrupación. Luego de analizar brevemente la conformación de las mismas de modo general, y encontrar que en todas ellas, sin excepción alguna, la calidad de los postulantes deja muchísimo que desear, ya sea por la escasa formación política y académica de los postulantes, por los cuestionamientos en torno a su trayectoria democrática o por los vínculos de algunos, no de todos, eso es preciso afirmar, con personajes oscuros vinculados a la corrupción, o que por lo menos, siembran la duda en el elector en torno a la integridad y honestidad de los ahora candidatos, no cabe la menor duda que en esta competencia tácita que al parecer han aceptado firmar todas las tiendas políticas de ofrecer a la ciudadanía la lista más impresentable de otorongos que el elector pueda imaginar, la hija del dictador, la señora keiko Fujimori, se lleva el primer lugar de la contienda por muchos cuerpos de ventaja, yo diría por goleada. Revisemos.

Algunos analistas han venido señalando a lo largo de los años que el partido de la señora Keiko Fujimori, no es sino la fachada legal de un proyecto personal o familiar que pretende hacer de los Fujimori una especie de clan que busca afincarse a perpetuidad en el Estado, ya sea en cargo, de presidente, como ocurrió con el dictador, o congresista, como ha sido el caso de la señora Keiko o el hermano del dictador, el señor Santiago Fujimori. Para negar todo ello, Keiko ha señalado muchas veces que eso no es así, que su “amor por el puro es puro y sincero”, y que es esa, y no otra, la razón que motiva su legítima aspiración de llegar a la presidencia de nuestro país. Sin embargo, y como para hacernos recordar que la coherencia en la candidata no es una de sus cualidades más preclaras, a ella y a la sarta de oligofrénicos que componen su disparatada comparsa, no se les ocurrió mejor idea que otorgarle a Kenyi, el menor de los hijos del dictador, el número 3 en la lista congresal.


Siendo ello así, la pregunta en todo caso es la siguiente ¿Cuál es el mérito, personal, académico, político, profesional, o de algún otro tipo que exhibe el hermanito menor de Keiko para ser premiado con tremendo numerito? La respuesta es una sola, y se resume en una sola palabra, NINGUNO. Entonces, a los ciudadanos, sólo nos queda especular. Kenyi, diría yo, se ha ganado su lugar en la lista por cuatro razones fundamentales: por su talento para repartir calendarios con la tofo de su hermanita, por su esfuerzo por aparecer como un bravucón al momento de defender la inocencia de su padre, esfuerzo inútil si uno recuerda la imitación de Carlitos Álvarez, por su habilidad para entretener a los perros, basta recordar los videos en los cuales mostraba su amor por los animalitos que ladran, y por sobre todas las cosas, el mérito de Kenyi, la razón que lo hace acreedor a este premio es: su apellido. Así es señores, y no nos hagamos los tontos, así como Keiko explotó la figura de su padre, y le sacó el jugo al apellido del dictador, Kenyi, en esta oportunidad hará lo mismo. Kenyi cree que dando algunos besos y abrazos por aquí y por allá, dando algunos bailecitos en cuanto asentamiento humano visite, el día de las elecciones logrará su objetivo. Lo triste señores es que a pesar de las críticas los peruanos tendremos que soplarnos la cara de Kenyi durante cinco largos años. Se imaginan a Kenyi discutiendo temas vinculados a la reforma constitucional con la fluidez oral y su atildado verbo que lo caracteriza, esas intervenciones serán de antología. Yo les doy un consejo, esas imágenes solo serán digeribles con una buena dosis de limonada Markos, el mejor purgante que conozco.


Pero como las cosas en el Perú siempre pueden estar peor, a la figura de Kenyi, se suman la de tres políticos con “amplia experiencia”, con una brillante formación política, con una hoja de vida que a todos los peruanos nos debe brindar garantía de excelencia y calidad en la labor parlamentaria A estos “notables” personajes los mencionaré uno a uno.


Con el número 6, Gian Carlo Vacchelli, más conocido con el apelativo de “el angelito del 11”. No tengo nada personal contra Gian Carlo, creo que es un tipo honesto y bien intencionado, demasiado diría yo. En el pasado, dejó que el siempre desatinado y homofóbico Ricardo Belmont explotará su condición de persona con capacidades limitadas, luego de haberse hecho conocido por participar en un programa concurso en donde el tema central eran los mundiales de fútbol. Ahora vuelve a caer en el error, y le da la oportunidad a Keiko de aparecer ante la multitud, como la santa patrona de las personas con discapacidad en este país. Gian Carlo, hermano, por qué no le preguntas a Keiko si durante estos 5 años, ella o alguien de su grupo parlamentario presentaron algún proyecto de ley en este tema, y cuál fue el destino del mismo. La respuesta ya la conoces.


Con el número 8, Julio Gagó, un señor de bigote ridículo al cual vemos aparecer luego de la media noche en nuestras pantallas de T.V, siempre promocionado el lucrativo negocio que lo ha convertido en un candidato estrella para Keiko. Se dice que más allá del talento televisivo, y el poder comunicacional y de convencimiento que este “vendedor de fotocopiadoras” tiene, su verdadera habilidad es la de colaborar “desinteresadamente”, con algún que otro donativo económico a la campaña de Keiko. Dicho de otro modo, el señor Gagó se hizo del número 8, no gracias a su formación personal, ni a su reconocida capacidad legislativa o sus años de trabajo político, o su recién descubierta ideología fujimorista, el señor Gagó tiene el número 8, pues tiene una billetera tan gorda que no le cabe en el pantalón.


Con el número diez, es el turno de presentar, a la ex capitana de la selección de vóley de nuestro país, la distinguida Leyla Chihuán. Repito lo dicho anteriormente al hacer referencia al “angelito”, no tengo nada contra Leyla, es una deportista valiosa, su esfuerzo es reconocido por todos los que hemos seguidos los partidos del seleccionado patrio, pero de allí ha quererla convertir en congresista eso ya me parece un exceso. Me imagino un debate congresal en el cual ella, haciendo gala de su verbo florido y su vocabulario victoriano, no por las puras es conocida como la “boquita de caramelo del vóley” le mande un soberano carajo o un puta madre a quien esté en el uso de la palabra, y comience a gritar ¡vóley peruano, vóley peruano, 8 veces campeón sudamericano!, quiero presupuesto para la Federación de vóley, carajo. La señorita, la capitana parece haberse contagiado de estupidez. Ser congresista de la república no es un juego a cinco sets, se requiere algo más que buena voluntad y un conjunto de frases hechas y sin contenido como ¡yo no soy corrupta! o ¡yo sí trabajaré por el deporte! para desempeñar con dignidad tan importante cargo. Pero ella no es la única, en las demás agrupaciones también se esfuerzan por contar con su voleibolista, y mejor si fue medalla de plata en Seúl. A este paso, como dijo hace algunos días el genial Heduardo: “Nuestro próximo Congreso no servirá para legislar; pero podrá ganarle un partido de vóley a cualquier Congreso del mundo”. Gracias keiko por sumarte a esta cruzada, a este paso vamos a terminar colocando una net en el medio del hemiciclo.


Y para terminar, porque sinceramente este corazón no aguanta más, como dice el vals. A los jugadores de fuste del fujimorismo, los top ten, los más más, los invencibles, o mejor dicho los incomprensibles, se los presento a continuación. Tenemos en la lista en un primer grupo a Carlos Raffo, el otrora publicista de Fujimori, ojo publicista en la época en la cual Vladimiro hacía y deshacía en Palacio de Gobierno, que no nos venga a decir ahora este minusválido mental, este guardián de burdel, porque en eso convirtió al Perú Fujimori durante sus diez años de dictadura, que nunca supo de la sarta de delitos de corrupción que se cometían desde y en el Estado. Ahora señor Raffo, explíquele al país que usted no sabía de donde provenían los fondos para la campaña millonaria de reelección de Fujimori en el 2000. A Raffo, lo acompañan Luisa Cuculiza y la doctora Martha Hildebrandt. Las dos señoras merecen mi respeto. Uno puede discrepar políticamente con ellas, pero quiero pecar de ingenuo, y creer en su buena fe o su poca agudeza política. Ellas creyeron en Fujimori, y fueron leales hasta el final. Aunque a veces, durante los últimos años han deslindado responsabilidad en muchos temas. Lucha es joven y si se la compara con el resto de fujimoristas es de las menos nauseabundas. Pero la doctora, y esto no es una discriminación vedada, debió dar el paso al costado, para qué seguir en el Congreso, luego no se queje cuando la filman haciendo la siesta en pleno debate congresal. Los años pasan, las fuerzas no son las mismas, y ella lleva sobre los hombres ya bastantes calendarios.


Y como plato de fondo, el retorno de las superpoderosas, así las bautizaron y parece que el apelativo no les incomoda. Este tridente ofensivo, este trío de fieras, está compuesto por Martha Chávez, Luz Salgado y Carmen Lozada. Sobre ellas qué decir si tantas cosas ya se han dicho. Sólo recordar la manera infame cómo apoyaron el golpe del 5 de abril, la persecución de políticos y periodistas que no se arrodillaron frente al dictador, su complicidad con la ley de amnistía a favor de los asesinos de hombres y mujeres muertos en Barrios Altos y La Cantuta, su voto a favor de la segunda reelección de Fujimori, su concurso canallesco y su voto a favor de la destitución de los magistrados del Tribunal Constitucional por haberse atrevido a declarar inconstitucional la ley de interpretación auténtica que le permitía al dictador seguir convirtiendo al país en una cloaca por cinco años más, su apoyo a la delirante y antidemocrática idea de retirar al Perú de la competencia contenciosa de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, su contribución a la bajeza con la cual el régimen le quitó la nacionalidad a Baruv Ivcher, despojándolo de sus propiedades, bienes y su canal de televisión, para convertirlo en una caja de resonancia de la dictadura que bailando al ritmo del chino se sumaba a la lista de medios comprados por Fujimori y Montesinos. Y claro está, sus afanes por defender al prófugo Fujimori, luego que aprovechando una visita presidencial al extranjero, renunciara por fax a la presidencia de la república como el peor de los cobardes. Ahora ellas dicen que ignoraban muchos de los horrores cometidos en aquel tiempo, que la culpa exclusiva es de Montesinos, que el dictador Fujimori no sabía nada. Señoras ¿Acaso creen que todos los peruanos somos estúpidos que vestimos de polo naranja?


Luego de esta breve revisión a la lista de connotados personajes que Keiko, la hija del dictador, nos ofrece en el menú congresal solo nos resta decir lo siguiente: gracias Keiko, gracias por traer a toda la pandilla Fujimori de vuelta. Gracias y mucha suerte. Ahora la cabecilla de esa banda eres tú.

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Mercedes Aráoz: la estrellita fugaz del APRA


Existen personas que nacen con una buena estrella, existen otras que nacen estrelladas. La historia de Mercedes Aráoz, hasta la semana pasada candidata a la presidencia de la república por el partido de gobierno, es la historia de una persona que creyó tener una estrella más luminosa que la que en realidad tenía. Es la historia de una candidata independiente que de manera inocente y hasta bobalicona creyó en la palabra y en las “promesas” que algunos cuantos politicastros de segundo orden en el partido aprista le hicieron. Sí Mechita se hará lo que tú digas le decían, sí Mechita tú eres nuestra estrella y como tal te blindaremos, sí Mechita ningún compañerito vinculado a temas de corrupción formará parte de la lista de candidatos al congreso, tu figura debe ser impoluta, tú eres casi una santa virgen en política, nosotros no podemos rodearte de ladrones ni cacacenos, le repetían una y otra vez. Luego de tamaño ofrecimiento, luego de tremenda pasada de franela, luego de tremendo coro de adulones y oportunistas, qué mujer u hombre le podría decir que no al partido de la estrella, sólo algunos; exacto, solo aquellos que conocen alguito de la historia política del partido de Alfonso Ugarte, solo aquellos que ven más allá de lo que la dirección política puso frente a las narices de esta caperucita moderna llamada Mechita, solo aquellos que son capaces de dominar el ego y la ambición de colocar en la tarjetita de presentación: Mechita Aráoz, candidata presidencial por el Partido Aprista en las elecciones 2011.

Pero a Mechita la despertaron de su sueño, pero a diferencia de la bella durmiente, el beso se lo dio un sapo, que no tiene nada de príncipe, pero sí mucho de zorro viejo, de zorro astuto y taimado en este duro oficio de confeccionar listas de candidatos a la medida de los apetitos e intereses personales de algunos cuantos en el partido del pueblo. A estos zorros, porque déjenme decirles que si bien ahora todos quieren linchar a uno solo, son varios los zorros que dejaron sin uvas a Mechita, no le dejaron ni siquiera una sola. Pobre Mechita, pensó que en el partido de Haya de la Torre los acuerdos se respetarían y que la palabra empeñada era ley entre las partes. Qué inocente haz sido Mechita, esa regla funciona en el mundo del Derecho, y siempre fuera de nuestras fronteras, pero las reglas se flexibilizan en el quehacer político, y mucho más cuando la ética y moral de los protagonistas también es flexible, tan flexible como una bolita de plastilina, acaso esa no es la moral de los comodines y adulones Mechita.


Mechita cometió un gran error, pensó que el papá de todos los zorros en el APRA acudiría en su rescate, que la tomaría de la cintura para impedir su tropiezo, nada más alejado de la verdad, el papá, o mejor dicho el amo y señor del APRA la estrelló con tan solo una frase: yo nunca estuve de acuerdo con que alguien que no fuese “compañero” asumiera la responsabilidad de llevar adelante la candidatura del partido, sentenció el patriarca. Qué tal patinada Mechita, tu jefe durante algunos años te dejó sin piso, y cuando lo hizo ni siquiera fingió tristeza o preocupación.


Mechita al final del día renunció, o mejor dicho la obligaron a renunciar, la obligaron todos, no sólo el zorro número 36, otrora número 1, digo todos porque a pesar de las riñas, peleas, zarpazos y demás agresiones, una vez que Mechita decidió abandonar la fiesta, decidió no bailar con nadie en este jaleo chabacano en el que se ha convertido cada elección en nuestro país, luego de un breve silencio, los zorros se sentaron a la mesa, comieron, degustaron, se empacharon de soberbia y de hipocresía, y en un abrazo fraternal decidieron dar la vuelta a la página, soltar una lagrimita por la estrella que se fue, y encender los motores de la maquinaria partidaria para los próximos meses, una maquinaria que todos esperan, les permita por lo menos superar la barrera electoral.


Pero resulta creíble tanta candidez, resulta verosímil tanto derroche de inocencia o estupidez, acaso Mechita, la candidata fugaz, ese será su apelativo por algún tiempo, pensó que le podía ganar la pulseada al “Tío George”, pensó que a una independiente, a una invitada, el partido de gobierno, partido de estructura vertical, partido en el cual una jauría de zorros ladinos manejan las riendas del mismo, haciendo y deshaciendo a placer hace ya bastante tiempo, le daría el sí en todo, acaso pensó que el Secretario General del Partido, ojo el secretario general, no el portero, ni el guachimán de Alfonso Ugarte, ni la recepcionista, ni el encargado de la limpieza del aula magna, se quedaría cruzado de brazos viendo como una visitante de paso lo expulsaba de su casa tildándolo de corrupto. No Mechita, eras una estrella, pero no una estrella tan brillante, tú no eres el patrón, no eres el galán del 85, no eres el hombre del ego colosal, esas exquisiteces solo se las permiten al taita que a pesar de haber escrito al Perú en los libros de historia con la marca de la mayor inflación del siglo pasado, después de la de la segunda guerra mundial, se puso el fajín en el 2006 y pretende hacer lo mismo en el 2016. A ti Mechita solo te concederían algún caprichito, pero en las decisiones de alto vuelo, en esas que queman y que pueden partir las aguas en el partido, tu palabra tendría el peso de una pluma en caída libre.


En qué pensabas Mechita cuando decidiste ser la estrella del APRA en 2011, querías seguir construyendo miles de miles de kilómetros de carretera y continuar la obra del mejor gobierno de la historia, no me digas que crees todo eso, está bien que tu jefe te haya bautizado como su ministra estrella, pero tanta lisonja no te puede enfermar de estupidez. Esta bien ser leal, está bien ser trabajadora, está bien ser una persona agradecida, pero de ahí, a decirle al país que te sentías afortunada de haber sido invitada por el partido de gobierno, partido que tú sabes está lleno de impresentables, impresentables a los cuales tú misma les pediste en estos últimos días su respaldo, es algo que francamente linda con la locura más rayana.


Mechita, no creo que hayas actuado con mala fe. Mechita, tú no eres una arribista, puedes ser inocentona, tonta, primeriza, casi virgen en política, pero honesta eres, eso está fuera de discusión, un error político, una patinada magistral, una decisión apresurada o calenturienta y afiebrada te resultan fregando el currículum vitae de tus últimos años, pasaste de ser la ministra preferida a la candidata fugaz de un partido en crisis, que pretendió utilizar tu figura de mujer inteligente, técnica y honesta para limpiarse la cara, para barrer y disimular un poco la enorme cantidad de estiércol que tanta corrupción gubernamental ha generado en estos años. Mechita, acaso no te diste cuenta, porqué no abriste los ojitos, ningún compañerito podía asumir el reto, o es que algún peruano habría podido escuchar de la boca de estos zorros hablar de lucha contra la corrupción sin sentir arcadas. Y para engatusarte te fueron con el cuento de los sondeos y la encuestas que el partido había hecho, encuestas que revelaban que tú podrías ser, si te lo proponías, la primera presidenta de nuestro país. Lo que no te dijeron Mechita es que las encuestas fueron hechas, y este no es ningún secreto, por una empresa amiga, afín al partido, una empresa especialista en maquillar y manipular cifras, datos y demás. A ti Mechita que eres economista, a ti que de números sabes, o debes saber, te engatusaron con esos mismos numeritos, a ti que durante algunos meses dirigías el rumbo de la economía en el Perú.


Algunos dicen que haz renunciado por una cuestión de principios, que renunciaste porque te desautorizaron. Eso no es cierto Mechita, no es cierto porque en realidad jamás te prometieron nada, los compromisos son promesas cuando uno tiene la sana convicción de cumplirlos, en el partido todo depende, hoy te dicen blanco, mañana te dicen negro, todo depende. Tampoco te desautorizaron, sabes por qué, porque nunca te dieron verdadera autoridad. La lista al congreso la decide la militancia, un aprista, un voto, o es que acaso así no estipula la ley y el estatuto partidario. Qué, acaso creías que dejando fuera de la faena electoral al mayor de los zorros, el te abrazaría y sus seguidores te brindarían todo su apoyo, no pues Mechita, tan caída del palto no pensé que eras.


La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, reza Blades, en una de sus canciones. Todo el despelote que armaron en el partido, con gran colaboración tuya Mechita, nos deja muchas cosas para el análisis. El número 1 terminó siendo el zorro vencido en las internas de hace algunos meses. El zorro vencedor de ese entonces se acomodó en el número 36 en la lista. Los demás zorritos y zorritas luego del toma y daca ya conocido, del juego de fuerzas de siempre en el APRA reciben agradecidos su numerito congresal. Es cierto Mechita, no es lo mismo ser el número 1 que el 36, pero para efectos prácticos es lo mismo. Gracias al voto preferencial, zorro 1 y zorro 36, zorro vencido y vencedor, tienen seguro su curul, así como otro puñado de los más pesados en ese clan. Al final Mechita, la única que quedó tirando cintura, sin piso, más sola que Marco en la ficción, fuiste tú. Los apoyos cesaron, las palabras y los elogios hoy en día ya no se escuchan, los aplausos y los gritos comprados a favor tuyo con los cuales te recibían tus “espontáneos seguidores” en cada caminata no son sino un ingrato recuerdo. Ya ves Mechita, eso les pasa a las caperucitas cuando quieren jugar de igual a igual con el lobo feroz, y en la realidad, en la dura realidad de la política criolla, no ocurre lo que en el cuento o la ficción, aquí Mechita, los finales no son felices. Por lo demás, en el partido, entre los lobos, solo esperan el cambio presidencial, el patrón volverá, el taita regresará, y de un solo carajo pondrá las cosas en su sitio, porque si ya su ego era colosal antes de tu estrellada, luego de este despelote, el único vencedor es el señor Presidente, tu ex jefe, y seguro tu ex amigo Mechita.

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