jueves, 26 de diciembre de 2013

LA REVOLUCIÓN CUBANA


Muchos creen erróneamente que el proceso revolucionario en Cuba, que culminó con la victoria de los barbudos el 1 de enero de 1959, se empezó a gestar durante los primeros años de la década de 1950. Afirmar ello es un error, pues si uno revisa con atención la historia política cubana, podrá darse cuenta que la revolución en la isla fue el resultado de un largo proceso de marchas y retrocesos revolucionarios y reformistas que se fue gestando desde la década de 1930.

La Revolución de los Sargentos

En el año de 1933, Fulgencio Batista (FB), presidente cubano que sería luego derrocado por Fidel Castro (FC) y compañía, lideró un levantamiento que se conoció como la “Revolución de los Sargentos”. Este levantamiento fue una conspiración orquestada por un grupo de sub oficiales del ejército que en setiembre de ese año decidió tomar las armas para reclamar mejores condiciones para el personal de tropa. Fue así como FB, sargento taquígrafo (hijo de un trabajador azucarero) se convirtió en el líder de esta revuelta, alcanzando un protagonismo público, que posteriormente lo convertiría en uno de los personajes más importantes de este periodo de la historia política cubana del siglo XX.

FB, como ya señalamos, se convirtió en la cabeza de este levantamiento, todo ello gracias a su retórica reformista y a su innata condición de líder. Fue ese liderazgo y su capacidad para organizar a su movimiento, lo que le permitió a este grupo de militares de segundo rango, tomar varios cuarteles y lograr el apoyo de los estudiantes y profesores universitarios. ¿Por qué razón los intelectuales apoyaron a este movimiento? Lo hicieron por el tipo de reivindicaciones que  esta agrupación proclamaba: la reorganización del sistema político y económico cubano para la construcción de un país democrático (nadie podía presagiar en ese entonces el giro ideológico y político que FB experimentaría años más tarde).


La “Revolución de los Sargentos”, es importante pues dio a luz al primer gobierno revolucionario en Cuba, el primer régimen que se atrevía a poner en cuestión los principios económicos y políticos sobre los cuales se había construido el Estado cubano, y porque además, fue el primero en contar con un masivo apoyo popular, que significó una gran preocupación para los Estados Unidos, país que siempre vio con desagrado la posibilidad de una revolución en Cuba. De allí su importancia en la historia política de este país.

La Pentarquía

Las riendas del nuevo Gobierno fueron tomadas por un grupo conformado por  5 hombres (la “Pentarquía”) cuyos nombres fueron: Porfirio Franca, Grau San Martín, Luis Carbó, José Irisarri y Guillermo Portela. Sin embargo, y a pesar de no figurar en esta lista, el poder de FB era incuestionable. No obstante ello, la división al interior del nuevo gobierno se dará justamente luego de que FB fuera designado como el Jefe del Estado Mayor. Este nombramiento ocasionaría el quiebre del Gobierno, el enfrentamiento entre los universitarios (estudiantes y profesores) y los batistististas, el mismo que culminaría con el nombramiento de Grau San Martín, como nuevo presidente de Cuba el 10 de setiembre de ese mismo año.

El Gobierno de Grau San Martín, conocido como el “Gobierno de los 100 días”, tuvo problemas desde un inicio, pues sumado a su no reconocimiento por parte de los Estados Unidos, tuvo que enfrentarse a decenas de movilizaciones y levantamientos en diversos ingenios azucareros en todo el país, además de enfrentamientos entre facciones militares, escasez de alimentos, y excesos represivos por parte de su Gobierno (confiscaciones, persecución a disidentes y atentados), que fueron minando progresivamente la legitimidad de su liderazgo.


Un nuevo golpe militar de FB

Es en ese escenario, de grave crisis política y convulsión social, que FB, una vez más, decide organizar un nuevo golpe militar, derrocando a Grau San Martín el 15 de enero de 1934. Luego de la victoria de FB, el líder golpista decidió colocar al coronel Mendieta a la cabeza del Gobierno, medida que contó con el importante aval de los Estados Unidos. 

¿Por qué elegir a Mendieta para este cargo? La historia señala que este coronel se convirtió rápidamente en un títere del gobierno norteamericano y en un fantoche que respondía a las órdenes de FB. En otras palabras, FB era el verdadero poder detrás del trono. FB, de ese modo, pasó a convertirse en el hombre más poderoso de Cuba, y lo siguió siendo hasta el triunfo de la revolución en 1959. Cabe señalar, que FB recién tomaría el poder formal en Cuba en el año de 1952, luego de la caída de Carlos Prío Socarras.

La Generación del Centenario

Desde su ascenso al poder, el giro ideológico de FB fue más que evidente. El otrora líder de los sargentos, inspirador de un discurso revolucionario y reformista en favor de los de abajo, pasó a convertirse en el guardián de los intereses norteamericanos y en el garante de los privilegios de la oligarquía cubana (debemos recordar que 115 personas eran dueñas de toda la tierra cultivable en la isla), configurando un régimen autoritario, excluyente y antipopular.

¿Qué hacer frente a la dictadura de FB? Fue la pregunta que muchos se empezaron a formular en la isla. Fue así como en el año de 1953, un grupo de jóvenes, liderados por FC, decide iniciar el camino revolucionario, siendo bautizado como la “Generación del Centenario” (en conmemoración de los 100 años del natalicio de José Martí).


El 26 de julio de 1953, este grupo decide romper fuegos con el ataque al Cuartel Moncada, en un intento guerrillero que resultó ser un fiasco y terminó con el asesinato y detención de todos los participantes, entre ellos, el joven FC. Sin embargo, hacia el año de 1955, y debido a la enorme presión internacional, la dictadura de FB, se vio obligada a amnistiar a estos presos políticos, hecho que daría inicio a la construcción del mito revolucionario en Cuba, pues los jóvenes del Cuartel Moncada, luego de su paso por la cárcel, empezarían a ser vistos como los liberadores del pueblo cubano.

El Movimiento 26 de Julio

Una vez en libertad, FC decide formar el Movimiento 26 de Julio, inspirado en la prédica progresista y democratizadora de José Martí. Luego, FC viajará al exilio en México, país desde donde iniciará una serie de coordinaciones para llevar adelante la revolución en Cuba. Para FC y sus seguidores, la única salida para acabar con la dictadura de FB era la lucha armada. La historia demostraría que ellos no se equivocaron. ¿Acaso existía otro camino? ¿Cómo vencer a una dictadura apoyada por los grupos de poder oligárquico y por los Estados Unidos? El camino revolucionario era la única salida.

Es así como el 2 de diciembre de 1956, 82 guerrilleros (entre ellos, Ernesto el Che Guevara) a bordo del yate Granma, desembarca en la playa Las Coloradas, para iniciar la revolución. Pero esta vez, y al igual que años atrás en el Cuartel Moncada, esta acción armada también terminaría en derrota, pues tan sólo 20 guerrilleros lograrían sobrevivir y esconderse en la Sierra Maestra, lugar desde donde empezarían a transitar el camino revolucionario hacia la Habana.


La esperanza revolucionaria

Las derrotas pueden convertirse en victorias, dicen los historiadores, cuando los líderes son capaces de hacer que el viento cambie a su favor. Esto ocurrió en el caso de FC y sus lugartenientes. Luego de los fracasos en el Cuartel Moncada y el desembarco a bordo del yate Granma, y a pesar de las bajas sufridas, los sobrevivientes empezaron a escribir el mito revolucionario, y a ser vistos por el imaginario popular como seres provistos de una mística sobrenatural capaz de movilizar a la población y vencer a un ejército profesional que los superaba en número y en capacidad de fuego. Pero como el poder no nace del fusil, sino del número, los barbudos supieron tener el tino necesario para ganar el respaldo de la multitud, y hacer que la desventaja militar del primer instante, se convierta en antesala de victoria.

El tramo final hacia la Habana

Para el año de 1958, los revolucionarios ya habían organizado importantes contingentes y focos guerrilleros en todo el país, generado en el ambiente una sensación de guerra civil que tan solo finalizaría con la caída de la dictadura de FB y el triunfo de un pueblo, que  harto del poder oligárquico, adoptó a Ernesto Guevara, Camilo Cien Fuegos, Raúl Castro y Juan Almeida, y al joven FC (apenas tenía 32 años) como sus líderes revolucionarios.


El 1 de enero de 1959, los barbudos ingresaron a la Habana, y fue así como FC y Ernesto Guevara, luego de dos años de guerrilla, demostraron que cuando un ejército profesional no cuenta con un verdadero  liderazgo (la revolución encontró a un FB presa del juego, las mujeres y el alcohol), entonces, la semilla revolucionaria es capaz de germinar en cualquier campo y quebrar el poder opresor de cualquier dictadura.

La revolución triunfó gracias a la astucia de sus líderes y al discurso anti- oligárquico y nacionalista (no comunista) que ellos predicaron, que ofrecía combatir el analfabetismo, mejorar el servicio de salud y la educación para todos los cubanos, en especial para los más humildes. La revolución de los barbudos, que nació como un sueño liberador, más temprano que tarde se convirtió en una dictadura totalitaria, tan o más infame que aquella a la que derrocó, pero esa es una historia que esperamos abordar en una próxima entrega.


Nota: Este artículo toma como base un ensayo elaborado por mi persona para el curso “Procesos Políticos en el Perú y América Latina siglo XX”, a cargo del profesor Piero Corvetto Salinas, en la maestría en Ciencia Política en la Escuela de Gobierno y Políticas Públicas de la PUCP. Para Piero mi personal agradecimiento, pues sin sus notas, apuntes, lecturas y comentarios, este artículo jamás habría podido ver la luz. 

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miércoles, 18 de diciembre de 2013

LA BICAMERALIDAD EN EL PERÚ


Hace algunos días, la Comisión de Constitución y Reglamento del Congreso de la República, aprobó un pre-dictamen multipartidario que contempla el retorno a la bicameralidad. De acuerdo a este dictamen, el Congreso contaría con 130 diputados (cámara baja) elegidos por distrito múltiple y 60 senadores (cámara alta) elegidos por distrito único. Cabe señalar que la única agrupación política que voto en contra de esta propuesta fue Fuerza Popular (el fujimorismo). 

Argumentos a favor y en contra

Como era de esperarse, este tema, como tantos otros vinculados a la reforma del sistema político, viene generando una interesante polémica entre quienes están a favor y en contra de esta medida. Quienes apoyan la propuesta, lo hacen porque creen que la fórmula bicameral asegura una óptima calidad legislativa, además de mejorar la representación y los mecanismos de control político. Por su parte, quienes están en contra de esta iniciativa, sostienen que esto generará mayores costos para el país, además de ser una medida impopular que terminará por desacreditar (aún más) la imagen del Parlamento.

Más allá de las preferencias personales (en principio yo apuesto por el diseño bicameral), creo que en nuestro país no hemos comprendido realmente la importancia que tiene la estructura del Parlamento para el ejercicio de las funciones constitucionales que el Congreso debe cumplir. Por ello, es preciso centrar este debate a la luz de las tres grandes funciones que todo Parlamento debe cumplir en una democracia: 1) Representar; 2) Legislar; y 3) Controlar políticamente al Gobierno. Sólo si sabemos cuáles son las labores que el Congreso debe cumplir, podremos debatir en torno a si el bicameralismo es el diseño que mejor garantiza el cumplimiento de las mismas.


A favor del bicameralismo

En mi opinión, creo que el diseño bicameral es mucho mejor que el unicameral, básicamente por las siguientes razones: 1) Permite corregir la situación de sub-representación que actualmente padecemos en nuestro país; 2) Permite asegurar una representación sub-nacional (diputados elegidos por distrito múltiple) y una representación nacional (senadores elegidos por distrito único); 3) Permite una mejor representación en una sociedad heterogénea como la nuestra; 3) Permite, “por medio de la revisión legislativa”, un mayor análisis del contenido normativo de los proyectos de ley, sobre todo de aquellos que versen sobre temas vinculados a reformas constitucionales, leyes orgánicas o leyes de desarrollo de derechos fundamentales; 4) Permite controlar y fiscalizar los actos de Gobierno (pues es muy difícil que el partido oficialista pueda controlar ambas cámaras); 5) Permite una mayor especialización en el trabajo congresal, a partir de una adecuada distribución de funciones entre la cámara de diputados y la de senadores (evitando que ambas se conviertan en cámaras siamesas).

Los argumentos del fujimorismo

A pesar de las bondades que el diseño bicameral puede ofrecernos, me gustaría dar respuesta a los dos argumentos que los críticos de esta propuesta vienen sosteniendo en los medios de comunicación, que como ya señalé, están referidos básicamente al gasto que la medida genera y a la impopularidad de la misma.

Dicen los fujimoristas que la propuesta aumentará el gasto público y que lo que se requiere es mayor eficiencia parlamentaria. Bueno, al fujimorismo habría que recordarle que cuando en el año 1993 lograron establecer la fórmula unicameral, reduciendo el número de congresistas a la mitad (de 240 a 120), el presupuesto no solo no se redujo, sino que aumentó notablemente, y ello no trajo consigo los resultados que su pragmatismo tanto proclamaba.


Como bien nos lo recuerda Fernando Tuesta, los congresos que tienen tan solo una cámara, funcionan en países pequeños (Namibia), los nórdicos de monarquías constitucionales históricas (Suecia), las democracias populares (China), las democracias ex socialistas (Georgia), en gobiernos autoritarios (Venezuela con Chávez y Perú, con Fujimori), o en países como los de América Central. Entonces, si aplicamos este razonamiento al caso peruano, claramente podremos darnos cuenta que la fórmula unicameral (al menos en teoría) no se ajusta a las características y necesidades de nuestro país.

Los problemas de la sub-representación

Para el fujimorismo, bastan 130 congresistas (antes 120) para representar los intereses de los 30 millones de peruanos. Como se puede apreciar, una afirmación de este tipo, además de carecer de todo sustento teórico y empírico, resulta ser a todas luces falaz y extremadamente populista (nadie quiere más otorongos, dicen los fujimoristas). Decimos todo ello, pues toda persona con un mínimo de sentido común sabe que el número de representantes en un parlamento debe guardar  relación con el número de ciudadanos a los cuales se pretende representar.

Así, si en el año 2013 el número de peruanos es mayor al que teníamos en 1993, resulta lógico que el número de representantes también aumente. Del mismo modo, si el Perú tiene una población mayor a la de Chile, Guatemala, Bolivia o República Dominicana, es lógico que el número de sus parlamentarios también lo sea, sin embargo, y he allí la irracionalidad fujimorista, los cuatro países citados, cuentan con un Congreso más numeroso que el nuestro. Al parecer, los fujimoristas no saben que nuestro país cuenta con uno de los mayores índices de sub-representación de toda la región. Pero eso a ellos no les importa.

Entonces, lo que debemos entender es que si bien es importante garantizar la eficiencia de los parlamentarios, no menos importante es saber determinar el número suficiente de los mismos, pues como lo señalan la mayoría de politólogos, es casi imposible que un solo congresista represente efectivamente a 153.461 electores, tal como ocurre en nuestro país actualmente.

El miedo a la encuestocracia

Por otro lado, dicen los fujimoristas, que esta medida es impopular, que la población no está a favor de la bicameralidad, y que por tanto, el Parlamento cometería un grave error si decide seguir adelante con la propuesta. A los fujimoristas habría que recordarles que los políticos no deben tomar sus decisiones únicamente en función de lo que puedan opinar los ciudadanos, la percepción de la opinión pública es importante, pero esa opinión pública debe ser guiada y orientada, y son justamente los políticos los que deben tratar de liderar este tipo de iniciativas que siendo de momento impopulares, pueden ayudar a mejorar el sistema político de nuestro país. Los políticos deben comprender que su juicio no puede estar sometido a lo que dicten los sondeos de opinión, sostener eso es convertir al político en un títere de la encuestocracia.

La bicameralidad no es suficiente

No obstante lo antes señalado, es necesario dejar en claro que el retorno a la bicameralidad parlamentaria no garantiza por sí misma una mejora en el desempeño de este poder del Estado. Los políticos y ciudadanos deben saber que esta reforma debe ir acompañada de otras que ayuden a corregir los errores de diseño que nuestro sistema político presenta. En otras palabras, lo que el Perú requiere es dar inicio a un proceso de profunda reingeniería constitucional, que abra el debate sobre las  reformas que deben implementarse en los tres grandes campos del sistema político: 1) El sistema de partidos; 2) El sistema electoral; y 3) El sistema de gobierno.


No es menester de este artículo agotar todos los temas que una reforma como la que planteamos exige desarrollar. Sin embargo, creemos que el posible retorno a la fórmula bicameral de nuestro Congreso nos obliga a impulsar otras reformas políticas vinculadas básicamente a la consolidación del sistema de partidos, y para ello es necesario asegurar: 1) La democracia interna de los partidos; 2) El financiamiento público de los mismos; 3) La valla electoral diferenciada (para partidos y alianzas); 4) La eliminación del voto preferencial; y 5) La sanción del transfuguismo.


Estas reformas planteadas no son todas las que el sistema político peruano necesita, pero creo que son las primordiales, pues si estas no se concretan, es muy posible que el retorno a la bicameralidad no sea otra cosa que un fallido intento (uno más) por mejorar el diseño institucional de nuestra frágil democracia política.

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martes, 10 de diciembre de 2013

PAGAREMOS GUSTOSOS NUESTRA MULTA




(1) Rafael Rodríguez Campos
(2) Heber Joel Campos Bernal

Así lo haremos, así lo venimos haciendo, la razón que justifica nuestra posición es muy simple: no queremos ser parte de lo que algunos denominan “Elecciones para elegir Decano”. Lo decimos con la convicción de quienes creen que la jornada electoral para elegir decano no puede convertirse en una feria o mercado persa donde los candidatos (unos peores que otros) reparten besos, abrazos, llaveros, lapiceros, libros, revistas, calendarios, cd´s de música, con el único objetivo de capturar el voto del abogado desinformado.

¿Por qué nos obligan a votar?

Para empezar, nos molesta que la votación sea obligatoria, y que en caso uno no concurra a las urnas, deba pagar la friolera de 250 nuevos soles. Es decir, la multa para quienes nos resistimos a ser parte de la grey es mayor a la que todo ciudadano debe pagar por no ejercer su derecho de sufragio en una elección general. ¿Alguien puede explicarnos semejante abuso? Pero ya que hablamos de lo que no nos gusta aprovechemos también la oportunidad para hacernos algunas preguntas: ¿Para qué sirve el CAL? Formalmente, la finalidad de los colegios profesionales es la ordenación del ejercicio de las profesiones, la representación de las mismas, y la tutela de los intereses de sus colegiados. Los colegios profesionales deben velar por una óptima labor profesional, la misma que debe estar guiada por la observancia de principios éticos y por el compromiso con la comunidad.


¿Para qué sirve el CAL?

Como pueden apreciar, la labor (en teoría) de un colegio profesional es bastante importante, pues vela por el desempeño idóneo y ético de sus colegiados. Pero ¿el CAL cumple con esta misión? Pensamos que no, y es posible que nunca lo haya hecho. Tenemos un CAL cuya labor se limita a organizar seminarios intrascendentes, impartir un curso de deontología forense, y otras actividades cuyo aporte a la comunidad jurídica y al país en general es, la más de las veces, irrelevante.

Si esto es así, ¿entonces por qué nos colegiamos? La respuesta es muy sencilla: en el Perú, si un abogado no cuenta con la colegiatura, no puede ejercer la defensa técnica, ni puede firmar legalmente documentos, ni puede acceder a determinados puestos de trabajo, es decir, no puede ejercer, de manera práctica, la profesión. No es poca cosa, pues, no ser parte del CAL.


Los problemas más importantes del CAL

Pero más allá de lo mencionado pensamos que si bien los problemas del CAL son muchos, la prioridad de cualquier reforma que se plantee debe concentrase en el tratamiento de los siguientes puntos: 1) La obligatoriedad de la colegiatura para poder ejercer la profesión; 2) La casi nula supervisión de la calidad profesional y el desempeño ético de sus colegiados; 3) El excesivo monto que debemos pagar para colegiarnos, el cual no se justifica; 4) El mandato de la gestión del decano ganador en una elección (apenas de 1 año); 5) La no existencia de un programa de capacitación y profesionalización constante para sus afiliados; 6) La casi nula presencia institucional del CAL en el debate público nacional , y 7) La excesiva tolerancia del CAL con la corrupción interna de sus afiliados.

Propuestas de solución a estos problemas

Desde nuestro modesto punto de vista es necesario pensar en algunas alternativas para resolver estos problemas y para, si acaso queremos insistir en la existencia de esta institución, dotarla de sentido. Para empezar, una de estas medidas podría ser, por ejemplo, abolir la afiliación obligatoria. ¿Qué sentido tiene obligar a un abogado a afiliarse al CAL, si el CAL –y en realidad cualquier colegio profesional- no lo representa ni le brinda ningún beneficio? La afiliación debería ser un derecho y no una imposición en cuya virtud los abogados nos veamos obligados a cumplir con una serie de ritos y prácticas que no solo no compartimos sino con los que, según se vea, estamos en total y completo desacuerdo.


Lo anterior va de la mano con el hecho de que las elecciones para elegir a la mesa directiva del CAL deberían ser voluntarias. Hay razones fundadas para pensar que si las elecciones del CAL fueran voluntarias muy pocos abogados irían a votar. Ello no quiere decir que los afiliados al CAL no tiendan a cumplir con sus deberes cívicos, sino que no se sienten identificados con una institución que no los representa y no se esfuerza por integrarlos y tomarlos en cuenta. Para nosotros, el voto voluntario sería, en ese sentido, un buen termómetro para medir la legitimidad del CAL y obligar a sus autoridades a esforzarse por brindar mejores y mayores servicios.


A estas medidas podrían agregarse otras que, esperamos, se propongan y se discutan cuanto antes. Las próximas elecciones para elegir a la futura mesa directiva del CAL deberían ser una oportunidad propicia para avanzar en este debate que no puede esperar más. Los abogados, que somos formados para defender la justicia y el estado de derecho, no podemos permitir que el gremio que, precisamente, nos acoge, viole con su actuación estos principios.

*(1) Abogado Pucp. Es asesor legal en temas de Derecho Público de la Gerencia de Registro Electoral del RENIEC e investigador en temas de Derecho Constitucional.


*(2) Abogado Pucp. Es profesor e investigador de la Facultad de Derecho de la Pucp. 

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martes, 3 de diciembre de 2013

¿POR QUÉ NO PARTICIPARON LOS PARTIDOS POLÍTICOS REVOCADORES EN ESTAS ELECCIONES?

Esa es la pregunta que muchos ciudadanos me han hecho durante los últimos días. ¿Por qué apristas, fujimoristas, solidarios y restauradores no participaron en estas NEM? ¿Acaso estas elecciones no eran importantes? ¿Por qué si fueron ellos los que impulsaron la revocatoria, ahora simplemente deciden patear el tablero y no participar? ¿Es que acaso nos tomaron el pelo? ¿Es que acaso lo único que realmente les interesaba era sacar a Susana Villarán (SV) del cargo de alcaldesa?
Todas estas preguntas, que cualquier ciudadano de a pie tiene el derecho de hacerse, explican, de una u otra manera, la incertidumbre y la desazón con las que muchos ciudadanos hemos ido a votar este domingo 24 en el marco de las NEM. Recordemos que en esta elección, los vecinos de Lima teníamos que elegir a los reemplazantes de los 22 regidores que fueron revocados en la elección de marzo.
La irresponsabilidad de los revocadores
Así, los partidos políticos (revocadores) estaban en la obligación política de presentar su lista de candidatos y hacer campaña para lograr colocar al mayor número de estos en el Concejo Municipal de Lima Metropolitana. Claro, asumiendo que su afán revocador respondía a una sana preocupación por el buen gobierno municipal, y no simplemente al apetito político de lograr, vía revocatoria, lo que no habían conseguido en las urnas en la elección de 2010. Sin embargo, una vez más, los ciudadanos hemos sido testigos de la crisis por la que atraviesa nuestro sistema de partidos, además del cinismo y de la falta de coherencia política de quienes apoyaron decididamente la revocatoria de SV.
Ellos, sí, ellos, apristas, fujimoristas, solidarios y restauradores, o mejor dicho, Alan García, Keiko Fujimori, Luis Castañeda y Humberto Lay, líderes de las citadas agrupaciones, al no haber podido revocar a SV, simplemente decidieron que estas NEM no tenían mayor importancia para sus “intereses políticos”, y como para ellos los más de 100 millones de soles invertidos en la revocatoria de marzo no significan absolutamente nada, prefirieron tomarse un cómodo respiro y dejar que “la desinformación ciudadana” se apodere del proceso electoral y termine por demostrarnos, como ya es costumbre, que lo menos importante para nuestros políticos es el fortalecimiento del sistema democrático.
Los problemas que generan las NEM
Como se sabe, la regla electoral vigente señala que si se revoca a un tercio del concejo municipal o consejo regional, se debe convocar a NEM (tal y como ocurrió en marzo pasado). Ello genera, a mi modo ver, tres consecuencias negativas para nuestra institucionalidad municipal.
La primera es que se ha convertido en el principal incentivo para solicitar la revocatoria (un gran porcentaje de quienes se encuentran comprometidos en el proceso revocatorio  son ex candidatos, ex alcaldes o agrupaciones enemigas de la autoridad de turno).
La segunda es que crea provisionalidad, pues entre la revocatoria de una autoridad y las elecciones que permitan elegir a su reemplazo, el mandato de alcaldes y regidores varía entre seis meses y más de un año. Esta situación debilita a la institucionalidad municipal pues genera un fraccionamiento del periodo de mandato en el que difícilmente una autoridad tiene tiempo suficiente para desarrollar una óptima gestión municipal.
Por último, y como ha ocurrido en la mayoría de los casos, luego de las NEM (esto también ocurrirá en Lima), el alcalde, que como SV, se salvó de la revocatoria, termina perdiendo la mayoría absoluta que obtuvo cuando ganó las elecciones en las que fue elegido, la misma que en teoría, no necesariamente esto ocurre en la práctica, le permite gobernar con tranquilidad e implementar el plan de gobierno municipal que ofreció durante la época de la campaña municipal.
Si no logran revocar al alcalde entonces no participan en las NEM
Incluso hay casos en los que municipios con cinco regidores, que son la mayoría en el país, han terminado con tres o cuatro organizaciones en el concejo municipal, cuando antes la mayoría tenía cuatro regidores, más el alcalde, y la minoría un regidor. Situación, que como todos pueden imaginar, genera un profundo caos e ingobernabilidad a nivel local.
Al parecer, para algunos partidos y movimientos, entre los cuales podemos contar a apristas, fujimoristas, solidarios y restauradores, las NEM cobran importancia únicamente cuando el “paquete electoral”, les permite a los revocadores colocar a un nuevo alcalde (de los suyos) en el puesto de la autoridad a la que lograron sacar del municipio. En otras palabras, si los revocadores lograban expulsar del cargo a SV, estoy seguro que todos estos “partidos” hubiesen invertido ingentes cantidades de dinero y esfuerzo organizativo para entrar al gobierno municipal, pero por la puerta falsa, no lo olvidemos.
Un problema político nacional
Pero esta problemática, como lo demuestra la estadística, se ha venido replicando durante los últimos años en casi todo el país. Así, por ejemplo, tenemos a las NEM del 2010, en las que, en determinadas circunscripciones, no se presentó ninguna lista. En ellas, las autoridades provisionales se convirtieron en permanentes. Asimismo, en el proceso electoral del pasado 7 de julio se debieron excluir a 14 circunscripciones de las NEM, en la medida en que no se presentaron listas de candidatos o las que se presentaron fueron declaradas improcedentes.
Así, el balance de 16 años de revocatoria muestra que el incentivo ha sido la realización de las llamadas NEM. Es decir, el incentivo del control ciudadano encaminado a revocar a la autoridad fue superado por el adelanto de las elecciones, a través de las NEM, como se ha manifestado en la última década y media. Por tanto, el balance del uso otorgado al mecanismo de la revocatoria nos obliga a reformar la normativa electoral vigente para que su aplicación sea coherente con los propósitos de participación y control, e impida que oscuros intereses políticos terminen complotando contra la propia democracia, ya que como hemos advertido, la revocatoria, en muchos casos, se ha convertido en un arma de venganza que un sector de opositores usa para liquidar a la autoridad municipal que les resulta incómoda.


La reforma no debe esperar

Por eso es importante que el Congreso de la República, apruebe el contenido y adopte las propuestas más importantes que los tres organismos electorales han formulado en el Proyecto de Ley Nº  02274-2012/JNE referido a la Nueva Ley de los Derechos de Participación y Control ciudadanos (Proceso de Revocatoria de Autoridades), una de las cuales busca justamente eliminar las NEM.


Luego de haber sido testigos de la irresponsabilidad y la falta de ética política exhibida por los revocadores, partidos que anteponiendo sus menudos intereses, decidieron complotar abiertamente contra la institucionalidad democrática, poniendo en riesgo la gobernabilidad de la ciudad, demostrando, como tantas veces ha ocurrido en nuestro país, que una de las grandes taras que tenemos como país es nuestra falta de cultura cívico-democrática y nuestra informalidad política. Pero en todo caso, resulta positivo que los grandes vencedores en la jornada del día de ayer hayan sido el PPC (29.6%) y SOMOS PERÚ (25.9%), partidos con los que tengo profundas diferencias ideológicas y programáticas, pero a los que debo reconocerles su vocación institucional y su seriedad política en este proceso.



Finalmente, y volviendo al tema de las NEM, esperamos que el Congreso de la República las eliminen, pues ello permitirá acabar con el incentivo perverso de la revocatoria, evitando que sea utilizada como arma política para forzar nuevas elecciones. Tengamos presente, que el costo que las NEM generan es, sobre todo, institucional y político, pero debemos también considerar el ahorro que para el erario nacional representa la solución que proponemos a esta problemática.

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