martes, 19 de febrero de 2008

Fujimori y Montesinos: la pareja más siniestra de la historía política del Perú


Prendo el televisor, hoy día es miércoles, o lunes o viernes; en realidad no importa, miro perplejo la pantalla, cada día más perplejo, siento tristeza, pena, rencor, rabia; veo sentado a aquél siniestro personaje que durante casi una década tiró por los suelos el espíritu y la moral de nuestro pueblo, lo veo, sí, lo veo; lo veo absorto, con profundo pesar, y siento, por primera vez, que esa frase del poeta del Perú César Vallejo, es realmente cierta: hay momentos en la vida de nuestro país, en los cuales se puede decir que me duele el Perú.

Me duele, por el profundo engaño en el cual, durante un largo tiempo vivimos, ya no oprimidos como reza la letra de nuestro himno patrio, sino vilmente engañados, con pan, circo prensa amarilla y rumberas de tecnocumbia. Y no sólo me duele el Perú, además me jode, y me jode más cuando veo al señor que decía tener control absoluto sobre cada metro cuadrado de nuestro país, que decía haber vencido solitariamente a Sendero Luminoso, que decía haber levantado, con menos esfuerzo que el que uno invierte en beber una copa con los amigos, la economía venida a menos del Perú de los ochenta, y que decía que el Perú se convertiría en el primer país de América Latina antes de que finalice el fenómeno de la tercnocumbia, jugando al hombre desmemoriado, recurriendo a una y mil verdaderas mentiras y una y mil falsas verdades para decir que era el Presidente de la República, de una república que él, junto a su hermano, no de carne, ni de hueso, ni de sangre, pero sí de espíritu, convirtieron en la cloaca bananera más inmunda de este lado del continente.

Este triste y fantochesco personaje, capaz de negar a su propia madre, a cambio de unos años de poder o algunas maletas llenas de sucios dólares, es ,hoy por hoy, el espectáculo interdiario de la televisión peruana, a él y, sólo a él, le debemos nuestra podredumbre moral, nuestra vulgaridad mental, nuestra educación en mal estado y nuestra salud desmejorada; y ello es ciertamente indiscutible, o es que existe alguien en el Perú capaz de negar aquello de que durante la década del terror, fueron el hambre, la falta de educación y de salud moral de nuestra gente, los tres jinetes del apocalipsis en nuestro país.

Pero no debemos de sentirnos, tan mal, o no tan peor, como ustedes prefieran, ahora sabemos que todo ello fue un sueño, que las cosas sucedieron por arte de magia o por obra y gracia del señor, pero seguramente del señor de ese monseñor de aquellos años que alegremente visitaba palacio, y declaraba en los medios que los derechos humanos son una cojudez, y otras flores de semejante calibre. Hoy sabemos, que el chino, si bien no era el súper hombre que algunos o muchos creyeron que era, era sólo el presidente más despistado de la historia republicana del Perú y de la historia de la humanidad, capaz de ganar el récord Guines en este rubro de presidentes fantoches o caricaturescos; así que no pierdan cuidado, pues por incapaz mental o idiota confeso, a lo más, no es otra cosa, que un inimputable mental y moral; un ser sin alma, corazón y espíritu.

Pobre de él, pobre de todos aquellos que creyeron en él, pobre porque esta vez no podrá correr a esconderse en la embajada del sol naciente, pero más pobre es el Perú, más pobre somos todos nosotros, pues el señor desmemoriado, no creo pueda devolvernos una década moralmente perdida.

A continuación, y sobre el partcilar, reproduzco una breve reflexión que el genial Alfredo Bryce, escribiera en su libro de Antimemorias 2 “Memorias para sentir”, sobre lo que para él significó el efecto Fujimori y Montesinos en la sociedad peruana de los noventa:

“Y, sin embargo, desde mi llegada a Lima, a fines de febrero de 1999, yo estaba convencido de que la dictadura de la vulgar dupla formada por los siniestros Montesinos y Fujimori pendía ya de un hilo, sobre todo por la penosa soberbia de ambos personajes y por el halo de vulgaridad y corrupción que los rodeaba y seguía por donde fueran. Escuchar hablar a Fujimori, sobre todo, era comprobar una y otra vez lo barato que era ese tipo, lo vanidoso, lo huachafo, lo realmente cursi y soberbio. Fujimori en la televisión parecía decirnos, siempre entre líneas, y con la impostada sonrisa de quien no cree en nadie, que sólo tenía la idea que se hacía de sí mismo para sobrevivir sobre el océano de mierda y de crimen en que se movía, lo cual hubiera podido ser tan probable como atroz, sino hubiera venido acompañado por ese tonito de burla con que lo miraba todo y con que encaraba día a día la realidad del país. Pero ya entonces se le veía perdido, como si la distancia que lo separaba de aquel primer vladivideo que bastó para traer por tierra, en el 200, el podrido andamiaje sobre el que se montaban el circo, su pan, su tecnocumbia, se acortara minuto a minuto, ante los ojos de un ser envanecido hasta la ceguera y la sordera totales, y que se tomaba por el acontecer nacional, que sentía ser el Perú y su historia”.

Este era el hombre que gobernó nuestro país, este es el hombre que degradó a su máxima expresión la moral y la ética en nuestro país, este es el hombre que sigue encanalleciendo la vida social y política de nuestra patria, este hombre, no es fue más que un tiranuelo más, uno más para la colección de dictadorzuelos latinoamericanos que han sido y son el karma de nuestras tierras, de esos que no escuchan más voz que su propia voz, que no escuchan a nadie, salvo deshonrosas excepciones, como la de aquellos periodistas , intelectuales o artistas ayayeros, de los muchos que hasta el día de hoy pululan a las afueras de ministerios o instituciones públicas, buscando ganarse alguito. Y como resultado de todo ello, el envilecimiento y la podredumbre de toda la política en el Perú, cuya fetidez y estilo cainita aún transita por el camino de los pasos perdidos o pasa frente a los húsares de Junín.

Rafael Rodríguez Campos

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miércoles, 6 de febrero de 2008

Los dos enemigos de la libertad: nacionalismos y socialismos


El día de ayer leyendo las últimas páginas de un libro que comencé hace una semana, me vino a la mente la inusual idea de dar cuenta de él a través de un texto como el que ahora presento, digo inusual ya que todos o la gran mayoría de textos escritos por mi persona versan sobre temas relacionados con las Ciencias Jurídicas, o, en algunos casos temas concernientes a la actualidad social y política de nuestro Perú; más nunca me había atrevido a reflexionar sobre problemas de corte sociopolítico que rebasen los límites de nuestras fronteras, es por ello que el tema que me he propuesto desarrollar en esta oportunidad gira en torno a la importancia de la cultura y filosofía liberal aplicada al campo de la economía; y a su vez sobre la importancia que alcanza el desarrollo de la cultura democrática, con su tolerancia y apertura al pensamiento con el pensamiento, en la manera de relacionarnos con nuestros semejantes, en la manera cómo los Estados en el mundo se miran y se reconocen y, finalmente, sobre la manera como los fundamentalismos, ya sea religiosos o políticos, acaban por minar las esferas de libertad que le fueron otorgadas al hombre para su auténtico y cabal desarrollo.

Así, creo que después de leer a F.Hayek en Camino de Servidumbre, mis convicciones democráticas liberales se han visto afianzadas, más cuando este autor, se encarga de desnudar todas las contradicciones y retardos que la denominada planificación económica y la visión colectivista de la sociedad guardan en su seno, alertándonos, asimismo, de los enormes peligros que dichos planteamientos traen frente a la defensa y consolidación de las libertades individuales y políticas.

Esto que puede parecer obvio en nuestros días, no lo era tanto allá por los años cuarenta, en especial en el año 1943, cuando este libro es publicado, en pleno desarrollo de la segunda guerra mundial, en medio de una Europa que día a día se desangraba por dentro, gracias al régimen fascista totalitario del Fhurer, uno de los mayores, sino el mayor representante de lo que significa la planificación económica y política de una sociedad, el uso de la fuerza, el terror y el miedo como medio de control colectivo en una sociedad que veía como día a día iba perdiendo una porción, cada vez mayor, de libertad.

Dicho todo esto, y antes de comenzar a desarrollar algunas de las más importantes ideas que Hayek desarrolla en este libro, debo decir que en lo personal, si alguien me preguntase cuál es la conclusión a la que llega el lector después de recorrer con éxito las páginas de este texto, es que las ideologías nacionalistas y sus dogmas fundacionales, para sobrevivir necesitan del uso de la coerción , la fuerza y la opresión, así como del uso de la ficción para hacer creer a los ciudadanos de cada sociedad, donde este karma impera, que existen países empeñados en pisotear su soberanía, su historia y su cultura o que el capitalismo y el ejercicio de las libertades económicas, acrecienta, de manera egoísta, la diferencia existente entre ricos y pobres.

Friedrich Hayek escribió en Camino de Servidumbre, que los dos mayores peligros para el desarrollo de la civilización y las libertades del hombre eran el socialismo y el nacionalismo. Quizá el gran economista austriaco hubiera suprimido el vocablo socialismo, y lo hubiese reemplazado por el de fundamentalismo religioso, si es que le hubiese tocado escribir este libro en nuestros días, días en los cuales Camicaces estrellan aviones contra edificios en medio Wall Street, creyendo que así han de obtener la gloria de Alá o terroristas árabes hacen estallar bombas en los metros de Madrid, justificando dicho atentado, en el hecho de que un buen día, José María Aznar, presidente español y líder del Partido Liberal de dicho país, decidió respaldar la invasión de los Estados Unidos en territorio irakí.

El socialismo al que Hayek hacía referencia era el marxista, enemigo furibundo de la democracia liberal a la que estigmatizaba como fórmula encubridora de la explotación capitalista. Ese socialismo quería acabar con la propiedad privada de los medios de producción, colectivizar la tierra, nacionalizar las empresas y la industria, centralizar y planificar la economía y, finalmente, instalar la dictadura del proletariado como paso previo hacia la futura sociedad, mundo ideal en el cual se hayan abolido las clases. Aquel socialismo tuvo su epitafio con la conversión de la China Popular al capitalismo autoritario del partido único, la desintegración de la Unión Soviética en diversos pequeños estados y la caída del muro de Berlín en 1991. Los sobrevivientes de ese socialismo trasnochado, como Corea del Norte y Cuba, son estados que, por el bien de los ciudadanos de esas naciones, ojala estén próximos a la extinción.

Pero, ello significa acaso que el socialismo como planteamiento ideológico y político ha desaparecido de la faz de la tierra, significa que nadie en ningún lugar del planeta se dispone a izar las banderas de la justicia social y de un Estado mucho más humano y más comprometido con el destino de los menos favorecidos, pues no, el socialismo existe, y afortunadamente ha cobrado gran vigor y fuerza en muchos países, y ello es muy saludable para la cultura democrática de nuestros países, pero este socialismo ha cambiado, ha tomado nuevos bríos y se ha tornado mucho más democrático y plural, es un socialismo que acepta que la empresa privada produce más empleo y riqueza que la estatal, sobre todo en una economía de mercado y globalizada como la que ahora tenemos, y es un defensor del pluralismo político, de las elecciones, la libertad y el Estado Constitucional de Derecho. Este nuevo socialismo, más que ideológico es ético y moral. En lugar de empeñarse en sentar las bases para la gran revolución proletaria mundial, se empeña en la defensa de un modelo similar a la idea del Estado de Bienestar, de campañas y políticas públicas de asistencia social a los más desfavorecidos y en una redistribución de la riqueza a través de mecanismos de política fiscal para corregir los llamados desequilibrios del mercado, tratando así de construir una sociedad mas justa y equitativa, en cuanto a ingreso per cápita se refiere. En muchos casos, este matiz social en el manejo de la política y la economía de ciertos países de gobierno socialista, hace que dichas iniciativas resulten poco diferenciables de las que son promovidas por los liberales o conservadores europeos y del resto del mundo. Un ejercicio analítico comparativo interesante, resulta ser el de tratar de encontrar diferencias sustanciales en el campo de las políticas económicas impulsadas por el gobierno socialista de Tony Blair en el Reino Unido y las del partido republicano de Bush en los Estados Unidos de Norteamérica o entre las que aplicó el partido de la derecha española de José María Aznar y las de su sucesor y actual presidente de dicho país Rodríguez Zapatero, líder del partido socialista obrero español.

El nacionalismo, en cambio, sigue, y seguirá por mucho tiempo presente y con más fuerzas en el futuro, en especial en la región del medio oriente y en algunos países de Europa, en los cuales dicho nacionalismo se robustece con la aparición de movimientos terroristas que izan sus banderas. Pero este nacionalismo ya no es el mismo de los días en los cuales Hayek escribió este libro ya no es más el nazismo tremebundo de Hitler, el fascismo totalitario de Mussolini o el autoritarismo desmedido del franquismo. En nuestros días, el nacionalismo ha dejado de identificarse unívocamente con el extremismo y conservadurismo de la derecha y ha pasado a adquirir, casi de manera camaleónica, diferentes rostros y diversos atuendos. A diferencia de lo que ocurrió con el socialismo, el nacionalismo ha cobrado fuerza y ha experimentado un notable surgimiento.

Esto, se hace mucho más palpable, en países como España, en el cual poderosos movimientos y grupos nacionalistas en Cataluña y el País Vasco plantean un riesgo de fragmentación y escisión a una soberanía que cuestionan, algunos lo hacen de manera pacífica otros, en cambio, con métodos violentos. Pero, este nacionalismo, también está presente en países donde el nacionalismo parecía haber llegado a su epílogo. En el Reino Unido, por ejemplo, hasta hace algunos años, el Partido Nacionalista Escocés, era un pequeño club de algunos cuantos hombres y mujeres. Hoy es una importante fuerza política de Escocia, donde por primera vez en la historia moderna de Gran Bretaña las encuestas revelan, a partir del año 2001, que casi la mitad de escoceses se muestran a favor de su independencia. En Francia, Le Front National de Le Pen, antes de dividirse tras la elección del 2001, atrajo entre el 15 y 20% del electorado. En Austria, casi un tercio de los votos en el 2001 respaldó al llamado Partido Liberal de Jorg Haider. Lo mismo ocurrió en Italia en donde el movimiento nacionalista de Umberto Bossi, La Liga Lombarda, sigue empeñado en desmembrar dicho país, separando del resto a todo el Norte.

¿Pero qué son exactamente los nacionalismos?,¿Son de derecha o de izquierda?.A un líder del Partido Revolucionario Institucional mexicano se atribuye haber explicado la corriente ideológica de su partido de la siguiente manera. “El PRI no es de derecha ni de izquierda sino todo lo contrario”. Una confusión de tal naturaleza asoma cuando se busca situar al nacionalismo dentro de los tradicionales conceptos de izquierda y derecha. Y es que precisamente, una de las mayores dificultades para hablar de nacionalismo consiste en que esa doctrina se reproduce y manifiesta con apariencias, formas y comportamientos diferentes, aunque en su raíz, esa diversidad coincida en el hecho de constituir todos, sin excepción, el ser una auténtica amenaza a la cultura democrática. Este nacionalismo se mueve sin dificultad entre éstas antípodas de derechas e izquierdas, y adopta a veces semblante radical, como, en España, ETA o Terra Lliure, o el IRA en Irlanda del Norte, o se identifica con posiciones inequívocamente conservadoras, como el Partido Nacionalista Vasco. Aunque, también es frecuente que sea de izquierda antes de llegar al poder, y cuando lo captura se vuelve de derecha como ocurrió al FLN argelino y así casi todos los movimientos nacionalistas árabes.

Con este recuento, de movimientos nacionalistas de derecha e izquierda, no pretendo borrar de un plomazo, ni mucho menos desconocer y tapar con un dedo, las enormes diferencias que existen entre unos y otros. Naturalmente que constituye una diferencia, mas que sustancial, el hecho de defender una idea de manera pacífica, por la vía de las elecciones, de la ley, dentro de las reglas del debate público y plural frente al asesinato, coche bombas y secuestros de movimientos terroristas. Son diferencias que, en términos prácticos, permiten la convivencia social o la crispan hasta hacerla estallar en un río de sangre como ocurrió en Bosnia o en Kosovo y aún, aunque en menor medida, ocurre en Macedonia. Pero debemos tener claro, que no son los métodos y los comportamientos los que determinan que un movimiento político sea nacionalista, sino un núcleo básico de afirmaciones y creencias que todos los nacionalistas- pacíficos o violentos- tienen.

Ese núcleo, el punto de partida de todo movimiento nacionalista, no es de ningún modo una corriente racional de ideas sistemáticamente organizada, es un acto de fe, una especie de dogma en la que hay que creer sí o sí. Es un acto de fe colectivista, masivo, que atribuye a una entelequia fantástica e inexistente- la nación- un sin número de características trascendentales, capaces de mantenerse impertérritas en el tiempo, indemnes a las circunstancias y a los cambios históricos, preservando una coherencia y unidad entre todos sus elementos constitutivos que sólo se encuentra presente el terreno de la ficción y en el peor de los casos en la mente e imaginación de los Bin Laden, los militantes de Hamás o del Hezbolá.

Así, al lado del colectivismo, el esencialismo de estas creencias, es un ingrediente central del nacionalismo. Para esta doctrina, los individuos no existen separados de la nación, para esta doctrina la libertad siempre cede algunos, y en otros casos, muchos metros frente a un concepto tan indeterminado como gaseoso como el de bien común, beneficio colectivo o bienestar general. El individuo jamás se desliga de la idea colectivista de nación, cordón umbilical que les da identidad, la palabra clave, la piedra filosofal de la retórica y el discurso nacionalista, que los vivifica social, cultural y políticamente, que se manifiesta en ellos en la lengua que hablan, las costumbres, la historia que comparten, la religión, la raza, o lo más alucinante, la conformación craneal y el número de glóbulos rojos o blancos de que Dios o la fortuna quiso dotarlos.

Esta idea rocambolesca, esta utopía arcaica de una comunidad homogénea y unitaria se esfuma, como un castillo de naipes, apenas intentamos confrontarla con las naciones reales y concretas de la realidad, donde todas, absolutamente todas, lucen una heterogeneidad flagrante, en el terreno cultural, racial y social, al extremo que la idea de “identidad colectiva”, resulta un concepto de lo mas engañoso, que bajo su pretensión totalizadora, uniformizadora, desnaturaliza siempre la rica fecundidad y pluralidad humana.

Aunado a este tipo de tesis, los nacionalistas recurren a otro de sus artilugios para convencer y justificar sus planteamientos, ese artilugio no es otro sino el victimismo. Ellos dan cuenta de una larga lista de agravios históricos y usurpaciones políticas, culturales y económicas de las que han sido víctimas por parte de la potencia colonizadora e imperial que destruyó, contaminó o degeneró su nación. Luego, proclaman que dicha nación víctima, por debajo de ellas han seguido resistiendo, conservando indemne su esencia, esperando la hora de la salvación, la hora de la venganza, la hora para encender la pradera o el patio de Bush, para poner un ejemplo más concreto de lo que sucede actuadamente. Pero ¿Hay acaso algún país en el mundo que no tenga desagravios que reclamar a la historia?. Pensemos en el nuestro por ejemplo, si revisamos las páginas de la historia, nos encontramos con un sinnúmero de atropellos y vulneraciones de nuestra soberanía, pero: ¿Es ahora, en pleno siglo XXI, momento para tomar venganza de hechos que sucedieron hace más de un siglo? Pues naturalmente no. El problema es que sólo para los nacionalistas aquellas injusticias y agravios históricos son colectivos y hereditarios, como el pecado original, como la manzana que mordió Adán.

Otra gran amenaza, que va de la mano del nacionalismo, es su proclividad a la instauración de regímenes totalitarios, un totalitarismo que consiste en la negación exterminadora del otro. Así tenemos que sólo los nacionalistas de ETA o de IRA, son verdaderos patriotas, sólo ellos aman a su nación y sólo ellos pueden liderar la verdadera transformación de sus sociedades, eliminado todo tipo de posible apertura y convocatoria masiva a los diversos esfuerzos y planteamientos políticos, económicos, sociales y culturales que surgen de manera espontánea en cualquier sociedad.

Como opinión personal, creo que el nacionalismo, el totalitarismo y toda corriente colectivista que trate de minar las esferas de libertad que le corresponden a todo ser humano, deben de ser combatidos, pero no con las armas como hace Mr. Bush, sino en el terreno de las ideas, del debate político, de la confrontación de planteamientos demostrando una y mil veces que la democracia y que la cultura de la libertad pude satisfacer todas esas demandas que los ciudadanos que tienen la desventura de estar gobernados por nacionalistas fundamentalistas, como sucede en el medio oriente, le hacen a sus gobiernos. Los demócratas debemos unir esfuerzos y demostrar que el régimen de libertades y la legalidad son el camino para la solución de los graves problemas sociales que se viven en nuestro mundo, debemos de asegurar la libertad, el pluralismo y la cultura de paz, para que nuestros hijos entiendan con el ejemplo que todo tipo de diferendo entre los seres humanos encuentra solución a través del diálogo y la búsqueda de consensos. Pero algo es cierto, el nacionalismo no desaparecerá de la noche a la mañana o por inspiración de algún demócrata súper dotado, el nacionalismo sólo se resignará a replegarse cuando una ofensiva intelectual y política, lo derrote en todos los espacios de expresión de la sociedad y una fuerza electoralmente fuerte, no le dejen otra alternativa.


Nota: varias de las opiniones aquí vertidas, han sido recogidas de un artículo publicado por Mario Vargas Llosa en la revista mexicana Letras Libres, en Octubre del 2001.

Rafael Rodríguez Campos

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Recordando las mentiras detrás del golpe de 5 abril de 1992


Hace algunos meses decidí revisar en el archivo de la universidad Católica los diarios de la última semana de marzo de 1992, la semana anterior al golpe de estado pensado, gestado, promovido y defendido por Alberto Fujimori luego que el 5 de abril de ese año, el ex dictador apareciera en la pantalla de 16 pulgadas del televisor marca SONY que teníamos en casa, el único por cierto, pronunciando con su castellano mascado, aquella frase tristemente célebre que comenzaba con “disolver” el Parlamento, el Poder Judicial, el Consejo Nacional de la Magistratura, y toda aquella institución que encontrase a su paso.

Debo confesar ante ustedes que quedé estupefacto luego de leer y releer todas y cada una de las páginas de la sección política de tres de los más importantes periódicos de esa época: La República, Expreso y El Comercio. En todas ellas el Gobierno en la cabeza de Fujimori, lanzaba feroces denuestos contra todas las instituciones de nuestro sistema democrático, el Poder Judicial era corrupto, lento y caduco, el parlamento y los grupos que lo conformaban no habían hecho otra cosa que convertir a la democracia peruana en una partidocracia vieja e inoperante que no remediaba los problemas del país, los partidos y otros movimientos sociales eran un obstáculo para el desarrollo y la modernización del país, dadas esas circunstancias, la única salida en el imaginario del ex dictador era la ruptura del orden constitucional de nuestro país, la asunción y concentración de todos los poderes en su persona, la misma que le permitiría avanzar con la construcción de un nuevo Perú moderno, fuerte, eficiente y ajeno a todo acto de corrupción, virtudes que para aquellos defensores de esta medida no eran posibles de ser alcanzadas mediante los mecanismos e instituciones que nuestra democracia consagraba en nuestra Constitución.

Es así como después de hacer algunas anotaciones, puedo señalar que muchos de los mitos que se han tejido en torno a la insuficiencia de la democracia como forma de gobierno, fueron vil y torpemente expuestos y defendidos por aquellos áulicos del dictador que en su vida habían tenido entre sus manos libro alguno de teoría política y por ello apelaban a la entendible inconformidad e irracionalidad de un pueblo que atravesaba la peor crisis económica de su historia para justificar de manera plebiscitaria, con su más de 85 por ciento de aprobación, la opción autoritaria, frente a la propuesta de los sectores democráticos, los mismos que trataban de salvar a instituciones democráticas que no cumplían ni siquiera los 15 años de vigencia desde la entrada en vigencia de la Constitución Democrática de 1979, ya las cuales el ex dictador tildaba de poco consolidadas.

Pues bien, luego de hacer esta suerte de recuento de los principales elementos del discurso golpista de ese entonces, trataré de explicar todos y cada uno de ellos en su real dimensión, desnudando sus inconsistencias, demostrando así que las formas e instituciones democráticas son siempre infinitamente mejores, comparativamente hablando, a las utilizadas por los dictadorzuelos de turno, que han pisado estas tierras, todo ello con la única intención de contribuir con el despertar de un sentimiento democrático y espíritu constitucional, los mismos que han permanecido dormidos en las mentes y corazones de nuestros ciudadanos, a fin de que nunca más se nos engañe con tamaños disparates.

Antes de ingresar al análisis de todos y cada uno de estos mitos, que saben más a mitos populares, populares entre comillas ya que muchos de estos fueron enarbolados por el sector y clase dirigente de nuestro país en aquellos aciagos años, debo decir que estos forman parte de una suerte de mitología de cuño autoritario muy arraigada en nuestro país, la cual se dedica a cuestionar el auténtico significado de la democracia constitucional como sistema político. El primer mito proviene de las insatisfechas aspiraciones económicas y del postergado deseo de nuestra gente de acceder a una vida más digna y justa. Este mito se recrea con la siguiente frase, cuya autoría le es atribuida al General Odría: “La democracia no se come”. El segundo mito del cual se valieron los golpistas para justificarse frente a la ciudadanía se vincula con cierto sector de corte militar autoritario propio de nuestra tradición latinoamericano, el cual consiste en suponer que la democracia en un régimen incapaz de defenderse de sus enemigos violentistas, elemento que fue explotado con vigor por Fujimori dada la coyuntura de ese entonces, con un país que libraba una lucha sin cuartel frente al movimiento terrorista Sendero Luminoso, este mito se resume con otra frase “La democracia es débil”. Y hay un tercer mito, vinculada a la moralidad de la gestión de pública, que la asocia con actos de rapiña, desfalco y robo. Este último mito, tiene también su propia exclamación: “La democracia es corrupta”. Pues bien, empecemos a examinar cada una de estas frases con las cuales tendrá que enfrentarse cualquier persona que trate de defender de manera principista e integral al orden democrático constitucional.

“La democracia no se come”

Esta es, sin lugar a duda, una de las pocas afirmaciones acuñadas en el Perú sobre la democracia que resulta ser efectivamente cierta. Efectivamente: la democracia no se come. Como tampoco se come el autoritarismo. La democracia al igual que cualquier forma de gobierno o sistema de gobierno no constituye un alimento que se pueda ingerir, tampoco es una suerte de garantía de abundancia y pujanza económica o de aumento de la productividad o el consumo. Esta engañosa aseveración esconde tras bambalinas una peligrosa confusión producto del desconocimiento y la falta de manejo conceptual en torno a los términos en juego en esta relación. En ese sentido es necesario distinguir con claridad entre el sistema de gobierno (democracia en su acepción política) y el programa de gobierno. Esta distinción resulta ser fundamental, ya que la mejora económica de una sociedad no depende necesaria y exclusivamente de la forma de gobierno instaurada en una sociedad sin más bien y sobre todo de un buen programa de gobierno y de las políticas económicas que el mismo gobierne elabore y proponga al país. Hay sin embrago, una enorme y evidente ventaja en una sociedad democrática frente al proyecto autoritario, ya que si la mejora económica depende de un buen manejo económica y de funcionarios que se manejen con responsabilidad y solvencia, evidentemente nada resulta mejor para asegurar las bondades de este programa de gobierno que la participación de la ciudadanía en la deliberación de los asuntos públicos a través de los canales y procedimientos que la democracia representativa y el marco constitucional le proporcionan a la ciudadanía ya sea a través del parlamento o de los partidos políticos. Y ello es así, ya que esta deliberación de los asuntos públicos exige por parte de todos los participantes en el discurso y en la dialéctica política la necesaria sustentación de las condiciones (supuestos), instrumentos (medidas económicas) límites (financieros) y posibilidades (metas económicas) del programa. Es justamente este método de diálogo amplio, plural y abierto a los distintos sectores de la ciudadanía el que favorece, la asunción de políticas que gocen de la adhesión del conjunto de la sociedad, asegurando la estabilidad de las inversiones y la transparencia en el manejo de los recursos del Estado. Nuestra historia republicana nos brinda ejemplos de dicha dinámica, los cuales nos permiten apreciar como si resulta posible la relación entre democracia y crecimiento económico. Castilla, por ejemplo, durante su primer gobierno, unió estabilidad democrática y seguridad jurídica como escenario para el despegue económico.

La democracia es débil

Sobre este punto parece necesario hacer una justa y obligatoria precisión: si nuestra convicción y espíritu constitucional son débiles, el régimen democrático corre el riesgo de resultar tan débil como la convicción de sus propios actores.

Ahora bien, refiriéndonos ya de manera específica al tema de la violencia política que se vivió en los 90, habría que decir nuestra historia del Perú como una República estuvo signada por ribetes, intentonas y movimientos violentitas, mucho antes de que a alguien se le ocurriera hablar de marxismo o maoísmo en una universidad ayacuchana. La historia es muy sabia y maestra en este punto, ella casualmente nos muestra como la democracia y sus instituciones, mediante su efecto integrador que se le atribuye, logró poco a poco enrolar en sus filas a personas y movimientos que en otros tiempos habían estado en la vereda de en frente. Basta recordar como ejemplo en este punto, lo ocurrido con el Califa Piérola, antaño líder y montonero que luego pasaría a las filas de la democracia y ayudaría a sentar las bases de su institucionalización hacia el año 1895. O también lo acontecido con el APRA, partido que luego del período de la denominada convivencia con el pradismo, obtuvo todas las credenciales democráticas. O como ejemplo similar, lo acontecido con gran parte de la izquierda, la cual inició su carrera democrática en el año 1978, con la convocatoria a la Asamblea Constituyente, cuyas reglas de juego en los primeros tiempos criticaron ácidamente, para luego defenderlas y reivindicarlas ante el autoritarismo de los 90. No hay que olvidar tampoco que en el caso puntual de Sendero Luminoso, movimiento terrorista que teñiría de sangre el suelo de nuestra patria, tuvo como período de incubación, conformando sus cédulas de la muerte y planificando su estrategia (la denominada guerra popular del presidente Gonzalo, apelativo que recibía su líder, considerado por sus seguidores como la cuarta espada del marxismo), paradójicamente, en las barbas y frente a los uniformes del gobierno militar más largo que ha conocido nuestra historia. Años más tarde, el 12 de septiembre de 1992, una vez mas el sentido común y la razón estaría de lado de los que creemos en la democracia, aquel día se capturó al líder de Sendero Luminoso, en un operativo en el cual no se disparó un solo tiro, el mismo que bajo ningún punto de vista resultó ser la obra del gran estratega al que teníamos como dictador de nuestro país, fue producto de un grupo especial de la policía nacional del Perú, el cual mediante un trabajo meticuloso de inteligencia pudo dar con la guarida de tan nefasto personaje, grupo especial que tal y como se señala en el informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación pretendió ser desactivado una vez que el ex asesor del dictador, el hoy sentenciado por delitos de corrupción Vladimiro Montesinos Torres, tomara conocimiento de que dicho grupo podía seguir las huellas de sus turbios negocios con el narcotráfico en la selva peruana.

Que claro entonces, que en este punto, como hemos visto antes, el gobierno democrático es infinitamente superior al discurso autoritario, pues incorpora y llama a sus filas a aquellos que tenía como detractores (Piérola, el APRA, la izquierda política). Puesto que para acabar con la violencia no se necesita la concentración de todos los poderes en un sólo hombre, sino el trabajo inteligente de las instituciones democráticas encargadas de velar por el orden y la seguridad interna, más cuando ese hombre es un ingeniero agrónomo dice no haber conocido absolutamente de temas militares, ya que eso es lo que ahora el ex dictador señala para salvar responsabilidad en los casos de violación de los derechos humanos durante la guerra antisubersiva.

La democracia es corrupta

Esta es quizá la más injusta y pérfida de todas las críticas que se le hacen a la democracia, en resumidas cuentas es una mentira inaceptable a la cual todos los demócratas debemos combatir con vehemencia pero sin perder la rigurosidad del debate académico, ya que nosotros los demócratas debemos desnudar las inconsistencias del discurso autoritario apelando a la razón y a la inteligencia. Así tenemos que en los países en los cuales la democracia ha echado sus raíces como sistema, jamás se recibe una identificación similar, ello no sería serio. Es cierto, en estas democracias nunca faltan actos de corrupción como en Japón, Italia o el propio Estados Unidos, ya sea en el Congreso o el propio gobierno. Pero en ninguno de estos países se llega a generalizar de manera tan grosera, confundiendo al sistema con los casos de corrupción (individuales o grupales pero siempre identificables y por tanto sancionables). Pero estos casos como cualquier otro acto delictivo, deben ser identificados, probados y sancionados. Ello requiere pues de una reafirmación de los métodos democráticos (libre opinión, libertad de prensa, denuncias, comisión investigadora) a fin de actuar de acuerdo a ley sin caer en la casería de brujas ni mucho menos en la revancha personal. Así mismo, debemos de ser lo suficientemente maduros como para distinguir al sistema de gobierno (democracia) de la conducta que exponen aquellos que ejercen un cargo público, sea ministros, congresistas o altos funcionarios. ´

Sin embargo, el grave problema que durante la década de los 90 y mucho antes afectó al Perú y a toda América Latina, el cual permite hacerle esta injusta crítica a la democracia, consiste en comparar la imagen pública casi prístina que ofrecen las dictaduras a sus ciudadanos con la imagen poco elegante que ofrece el continuo destape de escándalos de corrupción que surgen cuando se inaugura una democracia en algún país de nuestro continente. Los críticos de la democracia ya sea por incapacidad o por interés no reparan que la diferencia no está en la corrupción sino en la posibilidad de realizar estas denuncias. sí tenemos por ejemplo que durante la dictadura de los 90 con un Poder Judicial, un Ministerio Público, un Parlamento y unos medios de comunicación que actuaban bajo las órdenes del asesor de Fujimori , Vladimiro Montesinos Torres, hubiera sido casi un milagro que le enorme población tuviese conocimiento de algún caso de corrupción. Entonces queda claro, que el fortalecimiento de los mecanismos antes señalados que nos ofrece el sistema democrático es el único camino para desterrar, en el Perú la corrupción.

Finalmente, y sólo para dejar constancia de lo irónica que puede ser la vida o, mejor aún, de la relación siempre existente entre hipocresía y doble discurso en el campo político, parece gracioso y hasta increíble, que luego de 10 años de dictadura durante los cuales el señor ex dictador Fujimori se encargó de desmoronar y destruir a las instituciones democráticas, arremetiendo contra ellas en todas y cada una de las oportunidades que tuvo a su disposición, hoy; este mismo pilluelo y sus seguidores pongan en duda la independencia del Poder Judicial, critiquen la injerencia del Poder Ejecutivo en el proceso judicial que se le sigue, politizando al mismo o denuncien la persecución por parte del Parlamento, en consecuencia, es curioso que quién cuando fuera gobernante destruyera todas las instituciones del sistema democrático, hoy invoque las garantías del Estado Democrático Constitucional. Pero Fujimori y los fujimoristas deben de perder cuidado, ya que los demócratas nos encargaremos de velar porque sea juzgado no como un dictador, sino con todo un ciudadano, al cual se le respetan todos sus derechos y libertades, ya que esa es justamente la superioridad jurídica y moral de la democracia frente a la dictadura.

Rafael Rodríguez Campos.

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Muere la libertad en Venezuela: el cierre de Radio Caracas Televisión


Hace algunas semanas, hurgando entre los estantes de la librería Crisol, aquella ubicada cerca a la Plaza San Martín, en el distrito del Cercado de Lima, me topé con un libro pequeño, de color celeste y dibujos moches en cuya tapa unas letras góticas de color rosado encendido anunciaban su título: Narrativa y Ensayos, su autor César Vallejo. Se trataba pues, de una antología de sus mejores cuentos (aunque debo decir que la persona que tuvo el encargo de realizar tal selección olvidó, ya sea por descuido o gusto personal quizá, compendiar entre los mismos al famoso cuento titulado Cera, catalogado por los entendidos como una verdadera joya del cuento peruano) y artículos periodísticos que escribió Vallejo desde su estancia en Europa, en Madrid y París para ser más exactos, y que fueron publicados, entre otros medios por la revista Mundial y el diario El Comercio durante los años 1918 a 1937.

En ellos, el poeta expresa con impresionante sencillez y lucidez su visión del arte y de la cultura contemporánea y pone un especial énfasis en el análisis de los acontecimientos que envolvían al viejo mundo en el primer tercio del siglo XX. Esta antología de la prosa de César Vallejo, resulta ser, sin lugar a dudas, lectura obligatoria para todos aquellos que deseen entender a cabalidad el tránsito hacia la modernidad de nuestras letras, pudiendo apreciar el enorme significado que la obra de este gran peruano ocupa en el contexto de la literatura mundial.

Sin embargo, y a pesar de la fecha de la cual datan los artículos de esta antología, no deja de sorprender en su lectura, tal como ha sido en mi caso particular, la vigencia y actualidad que cobran los apuntes de Vallejo a la luz de los sucesos que hoy en día acontecen, ya sea en nuestro país o en otros rincones de Latinoamérica.

Es así como casi al finalizar la lectura del libro del cual hoy doy cuenta, encontré un artículo de Vallejo correspondiente a una intervención suya que realizara con motivo del Segundo Congreso Internacional de Escritores publicada en El Mono Azul de Madrid en el año 1937, titulado La Responsabilidad del Escritor; en el cual hace un llamado a todos los escritores e intelectuales del mundo a ser parte de una cruzada en favor del movimiento republicano español. Recordemos que por esos años, España atravesaba uno de los momentos más críticos de su historia. Hacia el año 1936 había estallado la Guerra Civil Española, y estando Vallejo en París atravesando un sin fin de necesidades económicas y personales ofrece su libro España aparta de mí este cáliz como contribución a la causa republicana, resaltando los valores y libertades que el movimiento fascista y totalitario, que pretendía hacerse del poder en la península, estaba empeñado en sojuzgar.

Al finalizar de leer dicho artículo, casi de inmediato, algunas ideas y preguntas se me vinieron a la mente; algunas figuras comenzaron a dibujarse y a confundirse con lo que en realidad estaba observando, era el noticiero de las 10:00 p.m., en el se anunciaba el cierre de una televisora venezolana, eran los trabajadores de dicha televisora: Radio Caracas Televisión, los cuales con gran vigor y a una sola voz gritaban la siguiente arenga “democracia sí, dictadura no” ó , acaso esta otra “siempre de pie, nunca de rodillas”, qué había ocurrido en el hermano país llanero, pues qué más, su presidente, el Comandante Hugo Chávez Frías, había decidido, de la manera mas arbitraria e ilegal posible, no renovar la vigencia del contrato de concesión suscrito entre la televisora y Venezuela, a pesar de que dicha renovación se encontraba expresamente prevista en el artículo 3° de la norma mediante la cual, allá por el año 1987, el Estado venezolano había otorgado en concesión el uso del espectro electromagnético a dicha televisora, para la transmisión de su respectiva programación.

¿Por qué ocurrió esto? ¿Acaso Venezuela no es un país democrático en el cual las garantías y libertades de sus ciudadanos se encuentran plenamente garantizadas? ¿Acaso Radio Caracas Televisión cometió algún ilícito o pecado que le mereciera ser acreedor de dicho trato y sanción? La respuesta es afirmativa, Radio Caracas Televisión cometió un pecado, el mismo que para jefes de Estado como Hugo Chávez resulta ser casi un delito capital, Radio Caracas Televisión se atrevió a decirle al gobierno chavista que a pesar de sus petrodólares, de su control sobre los poderes del Estado, de su manejo del Tribunal Electoral, de su injerencia en la conducción en más de 300 radioemisoras (entre locales, regionales y nacionales), de sus más de 40 horas semanales de perorata estéril en el programete ayayero Aló Presidente (dirigido, producido y conducido, y bueno me olvidaba, y aplaudido por el Comandante de la revolución), la libertad de los venezolanos no puede ser coactada, que en una democracia el respeto y la tolerancia por el pensamiento disidente resulta ser un valor fundamental, que el verdadero y más importante guardián de la misma es y debe ser el propio Estado, y que aún cuando el chavismo colme algunas plazas y calles de Caracas, ya sea por el apoyo voluntario de los acólitos de la revolución o por la necesidad de funcionarios públicos de mantener sus puestos de trabajo, quiénes bajo la amenaza de ser despedidos deben vestir con la bufanda roja al cuello, el polo del mismo color y esa huachafa boina en la cabeza; debiendo luego marchar y repetir hipócritamente aquella frase Patria, Socialismo o Muerte; frase que a muchos venezolanos, como al que escribe, les pone los pelos de punta, que a pesar de todo ello en los Estados civilizados existe la convicción de que son las libertades la esencia misma de la democracia y es la democracia el presupuesto de la libertad, que pueden al hombre quitarle su vida, pero jamás su libertad, porque es justamente el ejercicio de esta misma, aquello que nos hace distintos y superiores a los demás seres de este mundo, que la prensa y la libertad de expresión son fundamentales a la hora de luchar contra el abuso del poder, contra el ejercicio autoritario del mismo, contra la corrupción y la satrapería, y que todo aquél que se opone a ello, no es más que un dictadorzuelo, un aprendiz de tirano que no tiene cabida en una sociedad plural, y que debe mandar mudar sus gestos hostiles, sus frases hirientes y su modo de ser mandón y arrogante a una isla desierta o, en todo caso, a una isla tropical como Cuba, en la cual el otro dictador, su maestro y guía Fidel Castro, le pueda enseñar la manera de cómo idiotizar a un pueblo por más de 50 años y así poder mantenerse en el poder, sin mayor legitimidad que la que él mismo se fabrica en sus Alos Presidente ó en la que le fabrican sus ayayeros por medio de los canales de televisión adictos a su régimen o, a través de esos periódicos panfletarios, cuyo discurso revolucionario y socialista es tan verídico como el discurso de su mandamás al momento de jactarse de socialista y antiimperialista a pesar de venderle petróleo por miles y millones de dólares al más imperialista de todos los países en el mundo: los Estados Unidos. Todo ello bajo el argumento surrealista de no hacerlo por el gobierno americano sino por el pueblo glorioso y valiente de los Estados Unidos, al cual no puede dejar sin combustible, sin lugar a dudas, todos le creemos ¿no es cierto?.

Ante tan desoladores hechos, ante tan desesperanzadores acontecimientos que ponen, sin lugar a duda, en una grave situación el proceso de fortalecimiento y consolidación de la institucionalidad democrática en América del Sur, y que terminan por resquebrajar los enormes esfuerzos hechos, de un tiempo a esta parte, por distintos líderes de nuestro continente por plantar en nuestro suelo las semillas de la cultura de la libertad y el respeto por los derechos del hombre, me preguntaba en la soledad de mi cuarto y frente a la pantalla: ¿Qué pensaría César Vallejo acerca de lo que hoy acontece? ¿Cómo evaluaría la conducta de los escritores e intelectuales de nuestras tierras? Creo que nadie puede responder a ciencia cierta y con exactitud a esas interrogantes. Sin embargo, lo que sí nos es posible afirmar es que la clase intelectual en Venezuela, sus escritores y pensadores, y lo mismo ocurrió en nuestro País durante la década de los 90 en los años del fujimorismo, decidió y decide callar en todos los idiomas posibles; quizá no todos, pero si la gran mayoría decidieron ponerse de perfil, decidieron torear el problema, ya sea por miedo o por una escasa identificación con los valores de libertad y democracia que trae consigo el Estado Contemporáneo, un Estado que se apoya en el respeto de la libertad, el respeto a la ley, la igualdad y el pluralimso político y, que de ese modo, se muestra como la antítesis de las dictaduras o los totalitarismos, factor éste último que resulta ser evidentemente peor, ya que si nuestra clase intelectual, la cual es la llamada a conducir y a direccionar el tránsito de las naciones por el sendero del desarrollo y el progreso, no comprende el verdadero valor de la libertad, qué podemos esperar del modesto pueblo, al cual muchas veces abusando de su ignorancia y miseria, los dictadores de estas tierras han manipulando, convirtiéndolos en verdaderos conejillos de indias de sus más absurdos proyectos; basta recordar el apoyo masivo que el pueblo del Perú le otorgó a la decisión del Ex Presidente Fujimori de cerrar el Congreso de la República, interrumpiendo el orden constitucional de nuestro país, en aquel nefasto 5 de abril de 1992; años más tarde este mandatario está a punto de ser extraditado por el gobierno peruano para ser juzgado por sus tribunales por delitos de Lesa Humanidad, luego de haber renunciado, vía fax, a la presidencia del Perú y, luego de haberse valido de su nacionalidad nipona para permanecer en el Japón y, con ello eludir la acción de la justicia peruana.

Pues entonces, ya se en el Perú de Fujimori ó, en la Venezuela de Chávez: ¿Cuál es el rol que intelectuales y escritores deben jugar en situaciones como las ya descritas en la cuales gobiernos de corte autoritario, dirigidos por dictadores cuyo deseo de poder los enceguece a tal punto, que los lleva a cometer las más atroces violaciones a los derechos humanos como son el asesinato, la desaparición forzada, la tortura, la conculcación de las libertades de expresión e información a través de la censura, el chantaje, el soborno o el miedo?¿Qué debemos esperar de ellos, los lectores, los ciudadanos, los hombres de buena voluntad que soñamos con una América Latina libre y democrática?. Esas son preguntas que trataré de responder a continuación a la luz de las sabias reflexiones que el maestro Vallejo hiciera sobre el mismo tema hace ya más de 70 años.

Creo que existen determinados momentos en la historia de los pueblos, en los cuales, ya sea por acción del destino o voluntad de la mano de dios, los ciudadanos de los mismos nos vemos enfrentados a una serie de vicisitudes y una serie de dificultades de la más diversas índoles. Es justamente en estos momentos en los que lo mejor de cada nación, lo mejor de cada país, lo mejor de cada Estado, que no es otra cosa que sus hombres y mujeres más audaces e inteligentes, tienen el derecho y el deber moral y ético de levantar la voz y dirigir a sus conciudadanos hacia mejores destinos.

En casos tan cercanos como los descritos anteriormente, esta necesidad se torna más urgente; ya que el enemigo no busca únicamente saquear las riquezas de las arcas públicas de nuestros países, nuestro enemigo no se contenta con dirigir los destinos del país una y otra vez, reelección tras reelección, aún cuando ello genere inestabilidad jurídica y política a partir de las continuas afectaciones al marco constitucional de cada Estado, nuestro enemigo quiere arrebatar de nuestro ser, de nuestros corazones, lo más importante que dios, la vida y la civilización nos pudo dar, esta vez el enemigo nos quiere convertir en unos autómatas, en unos robots, esta vez el enemigo nos quiere arrebatar nuestra libertad.

Es en estos momentos, en los cuales, tal como diría Vallejo, los escritores e intelectuales libres están obligados a asumir esa responsabilidad histórica de lucha, de protesta y de combate, contra este enemigo feroz que pretende quitarnos nuestra humanidad. Para Vallejo, en estas circunstancias los escritores e intelectuales, están obligados a consubstanciarse con el pueblo, haciéndoles llegar su inteligencia, haciéndoles saber que el cambio es posible, que la libertad es el valor fundamental del cual es poseedor el hombre, rompiendo esa barrera secular existente entre los intelectuales y el pueblo, una barrera que los hace marchar por dos caminos distintos, como si fuesen dos clases totalmente ajenas la una de la otra, que conviven en una misma sociedad, pero que hacen hasta lo imposible por no mirarse a los ojos.

Jesús decía, cita Vallejo: “Mi reino no es de este mundo”. Creo, al igual que el autor de los Heraldos Negros, que existen situaciones, etapas y momentos en la vida democrática de nuestros países en los cuales la conciencia democrática y el amor por la libertad de nuestros escritores e intelectuales puede y debe concretarse en una fórmula que reemplace la frase del nazareno, diciendo: “Mi reino es de este mundo pero también del otro”, mi mundo es el de la literatura, de la poesía, la reflexión y el análisis, pero también es el de la lucha, la denuncia, la confrontación y el combate, contra aquel que nos quiere impedir pensar, leer, escribir y expresar nuestras ideas, opiniones y sentimientos, todo ello a través de nuestra pluma y de nuestra palabra; pues no hay arma más mortal ni explosivo más terrible, que el adjetivo y la idea que toca las fibras más íntimas de nuestro ser, que estremece nuestros nervios y los afila como lanzas listas para el combate, porque, tal y como diría Lamartine, en su ensayo sobre los Miserables: “La más homicida y la más terrible de las pasiones que se puede infundir en las masas, es la pasión de lo imposible”, en este caso, la pasión por la libertad, por su lucha y su defensa, la cual nos hace enfrentarnos al tirano sin más arma que nuestras propias convicciones y nuestro sentido de justicia.

Pero por desgracia, la conciencia y el sentido de responsabilidad ética y moral de los escritores e intelectuales de nuestros pueblos con la defensa de la libertad no están lo bastante desarrollada entre éstos. La mayor parte de los escritores están al lado del gobierno de turno, del dictador de turno, o lo que es lo mismo, del benefactor de turno, y lo hacen, y así lo creo yo, más que por miedo o temor, por una falta de vocación democrática, y una pobre identificación con el sentido de la justicia y el valor de la libertad.

Otra prueba, de que la responsabilidad ética de intelectuales y escritores no ha logrado desarrollarse y echar raíces en la América Latina es que en las horas difíciles que atraviesan los pueblos, la mayor parte de estos hombres se callan ante las presiones de los gobernantes; nadie pronuncia una palabra en contra, y esta, es ciertamente, una actitud, muy cómoda. Ello es por demás triste y preocupante, ya que es en esos avatares, en las horas en que la policía, las fuerzas armadas, amenazan la vida de todos los ciudadanos, en las cuales la actividad de los intelectuales y escritores, confundiéndose con la de los ciudadanos de a pie, obreros, empleados, estudiantes y demás, debe servir para levantar la voz, dando señales claras de protesta contra la tiranía. Y todo ello sucede, como diría Vallejo, citando a Charloi, porque: “Nosotros, los escritores, tenemos una vergüenza enorme que nos hace bajar la cabeza, y es la de ser escritores”.

Creo, y para terminar, que los intelectuales y escritores de nuestros pueblos aún no se han dado cuenta del importante rol que ocupan al interior de la sociedad, de lo importante que es su palabra y su conducción al momento, no sólo; de defender la libertad y los derechos, sino también al momento de crear un marco institucional y democrático que nos permita vivir digna y civilizadamente, en ese sentido Vallejo decía que : “Los responsables de lo que sucede en el mundo son los escritores e intelectuales, porque ellos tienen el arma más formidable, que es el verbo”, tienen en la obra de Voltaire, la espada que en su mano blandiera Robespierre.

Finalmente, debo decir que no sé si algún día pueda dejar de ser un aficionado y pueda convertirme en un escritor, pero lo que sí sé, es que de serlo, no lo sería jamás como aquellos que defendieron el 5 de abril de 1992 en el Perú ó aquellos que aún creen que el Comandante Hugo Chávez es la reencarnación de Bolívar. Todo ello porque los intelectuales y los escritores, en especial, no deben jamás olvidar las palabras de ese sabio que fue Arquímedes: “Dadme un punto de apoyo, la palabra justa y el asunto justo, y moveré el mundo”; es por ello que a los escritores, que poseen ese punto de apoyo, su pluma, les toca pues, mover el mundo, mover todos los mundos, en defensa de la libertad y la democracia.

Nota: este artículo fue elaborado como una muestra de protesta ante el ejercico arbitrario del poder político en Venezuela y una muestra de solidaridad para con todas aquellas personas que vieron vulnerado su derecho a la libertad de expresión e información en el país llanero, a partir del cierre de Radio Caracas Televisión, llevada a cabo a manos de la dictadura que lidera Hugo Chávez Frías, presidente de esa nación hermana

Rafael Rodríguez Campos

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viernes, 1 de febrero de 2008

Apuntes sobre la participación política de la mujer en el Perú


La historia de la humanidad, desde el inicio de los tiempos hasta nuestros días ha estado marcada por una serie de eventos que no han hecho sino confirmar, una y otra vez, la complejidad de la naturaleza humana. Razón tenía, en ese sentido, Isaiah Berlín cuando afirmaba sin ningún miramiento lo siguiente: “el hombre no es mas que la suma de verdades contradictorias”.Es justamente esa contradicción la que ha seguido paso a paso el camino recorrido por el hombre a través del tiempo. Camino marcado por un sin número de luchas, de pugnas, de enfrentamientos y contiendas de todo orden y de diversa índole, unas más sangrientas que otras, pero todas ella con un saldo negativo para la humanidad: la barbarie y el envilecimiento de nuestra especie.

A la lucha de clases sucedió la de las razas y, a ésta, la de los sexos, que hoy por hoy, se ha convertido en la protagonista estrella de nuestro cada vez más vertiginoso tiempo.

El siglo que pasó trajo consigo, en sus horas finales, una serie de cambios que alteraron la configuración social, política, económica y , por supuesto cultural, de nuestra sociedad occidental. Uno de los cambios mas importantes del ya casi olvidado, pero siempre añorado siglo xx, fue el esfuerzo que desplegó la mujer en su búsqueda por alcanzar mayores condiciones de igualdad y equidad en una sociedad marcada por el machismo y la intolerancia, una sociedad que no estaba acostumbrada y que quizá aún no se acostumbre, a ver a la mujer con otro atuendo, que no sea el de ama de casa. Esfuerzo que, a la postre, pusiese en el foco del debate público, temas tan impensados en su momento por nuestros padres y abuelos, como son el relacionado a la Participación Política de la mujer y a la importancia de la misma en la toma de decisiones políticas.

Pero es cierto, el mundo ha cambiado, vaya que ha cambiado; antes la peor sospecha que podía caer sobre los hombros de profesores, escritores, intelectuales o simples universitarios era la de ser racista; ahora, la de ser sexista.

Esta última afirmación resulta ser de vital importancia a la hora de abordar el tema que en esta ocasión nos ocupa y que, por cierto intentaré desarrollar con la mayor objetividad y rigurosidad académica, ello si es que antes no desfallezco en el intento, ya que es muy difícil soportar el pesado saco de cientos de años de historia marcada de profundo machismo. Digo que es de vital importancia ya que es, en gran medida, un esfuerzo muy loable por combatir la discriminación de la que son víctimas, en todas las sociedades del mundo, las mujeres, y en líneas generales, todos aquellos quienes no practican la ortodoxia sexual.

Por ello, podemos afirmar que al igual que la explotación económica o la discriminación racial, el machismo es fuente de innumerables e insidiosas injusticias, una forma de abuso, legitimado por la cultura, del fuerte contra el débil, de aquello que Hayek consideraba, en sus años finales, el talón de Aquiles de la democracia: “la prepotencia de las mayorías en perjuicio de las minorías".

Hecha ésta pequeña reflexión de corte mas sociológico que jurídico, en estricto; pasaré a detallar brevemente el contenido del presente ensayo.

El tema a tratar estará dividido en 4 ejes de reflexión y una conclusión final. El primero de ellos referido a la apreciación y opinión que la ciudadanía tiene en torno a la presencia de la mujer en el escenario político, terreno tradicionalmente reservado al hombre. El segundo tema a desarrollar se encuentra vinculado al estudio y reflexión entorno a la naturaleza del Derecho de Sufragio, su ejercicio y universalización para el caso de las mujeres, entendido este como presupuesto necesario y fundamental para la construcción de una sociedad mas igualitaria y democrática. El tercer punto girará en torno al mecanismo de cuotas que ha sido, en estos últimos tiempos, utilizado por distintos países de Latinoamérica, incluido el nuestro, como medida de discriminación inversa o acción afirmativa, cuya finalidad es la de conseguir mayores y mejores índices de participación política de la mujer, promoviendo y creando condiciones materiales para que éstas compitan en las contiendas electorales, con cada vez menos factores de desventaja los cuales ya sea en menor o mayor medida, condicionan su perfomance muchas veces hacen que esta se torne invisible. Y, por último nos encargaremos de realizar un análisis acerca de la legitimidad constitucional de la cual gozan este tipo de mecanismos, llámese acciones afirmativas o de discriminación inversa, cuyo rostro visible en esta ocasión son las cuotas de participación política para la mujer, a la luz del mandato de no discriminación y al derecho de igualdad ante la ley que consagra nuestra Constitución Política en su artículo 2°, inciso 2.

La participación política de la mujer bajo la lupa de la ciudadanía:

En este punto en especial me permitiré hacer referencia a un diagnóstico que, a propósito del debate que se llevase acabo allá por el año 1997 acerca de la conveniencia o no de la implementación de la Ley de Cuotas de participación política para la mujer, fuese realizado por el Instituto de Estudios Peruanos, el cual por esos años tenía como directora de la Institución a la historiadora Cecilia Blondet Montero.

Hago esta precisión, ya que me parece importante destacar el contexto en el cual este tipo de medidas comenzaron a implementarse en nuestro país.

Pues bien, este trabajo sorprendió en su momento con resultados francamente inamiganables. Así, se pudo apreciar que entre los hombres y las mujeres que en esa oportunidad fuesen encuestados, sobre preguntas relacionadas con nuestro tema, existía una generalizada valoración positiva del desempeño de las mujeres en la política y si bien no se prefería a los candidatos por su género, la opción de las mujeres por una representante mujer era muy significativa.

Otro dato interesante de la mencionada encuesta es que, si bien la opinión favorable sobre el desempeño de las mujeres en la función pública es compartida por ambos sexos, son las mujeres las que más valoraban la acción de las mujeres, y consideran que su presencia pública debía de aumentar. Esto supone una mayor confianza en las propias capacidades femeninas y, por lo tanto una mayor predisposición a exigir derechos y asumir responsabilidades. Llama la atención en todo caso, saber que las mujeres de menores recursos, situación que no ha cambiado, son las más enfáticas y optimistas. Pareciera que su aprendizaje, trabajo y sacrificio en las distintas organizaciones sociales (vaso de leche, club de madres, comedores populares), gremiales y políticas en los años de la década de los 80 y 90, en especial, ha contribuido a construir una auto imagen de eficiencia, desarrollar su autoestima y a confiar en su capacidad en el ejercicio de la actividad política.

Asimismo, sorprende la unanimidad de los resultados en cuanto a lo que los encuestados consideran como el aporte más importante de la mujer al buen gobierno del país, señalan que la presencia de la mujer en la política puede garantizar una mejor atención a los problemas de las mujeres; lo cual sorprende teniendo en cuenta la diversidad de intereses que las mujeres que alcanzan algún puesto de representación deben de tratar de representar y además teniendo en cuenta los exiguos índices de credibilidad de la cual gozan los actores de nuestra clase política.

Otro dato a tomar en consideración en relación al electorado femenino, es que no basta con que el candidato sea de sexo femenino para que ésta tenga asegurado el voto de los electores, sean éstos hombres o mujeres. Siendo necesario, en primer lugar, que él o ella tenga éxito y en segundo lugar, conocimientos.

Finalmente, pero no menos importante, resulta interesante destacar el hecho de que en el momento de la elección los electores suelen ser mas rigurosos al momento de evaluar las condiciones y capacidades de las candidatas en relación a las de los candidatos. Por ejemplo, el elector no sólo le exige a la candidata que ésta sea honrada, proba y digna, sino que además le exige que sea eficiente, instruida y que cuenten con una trayectoria profesional digna de mención, criterios que muchas veces no son evaluados al momento de elegir a los candidatos hombres. Este tipo de exigencias, que pueden ser entendidos como obstáculos, son las mas difíciles de sortear por las candidatas mujeres, ya que como diría alguien son como esos golpes que no se ven pero que se sienten.

Como conclusión en este punto, resta decir, que la situación de la mujer en cuanto a su posibilidad de acceso y participación en el ámbito político ha avanzado y esto se explica por el proceso de modernización que atraviesa el país desde mediados del siglo, el mismo que aunque lleno de marchas y contramarchas, permitió que la mujer se eduque, entre al mercado laboral, vote y acceda a loas servicios de salud y planificación familiar.

Es recién a partir de ésta constatación de la realidad que podemos iniciar el camino de la reflexión jurídica en torno a la manera de cómo el Derecho puede contribuir al afianzamiento de dicha participación y al ejercicio efectivo por parte de las mujeres de todos sus derechos políticos, en especial el Derecho de Sufragio.


Derecho de Sufragio: hablemos en serio

El derecho de sufragio, concebido por los teóricos en sus inicios como la posibilidad de participar únicamente en votaciones, hoy en día se ha convertido en el presupuesto teórico y práctico de lo que en este tiempo conocemos como Democracia Representativa, la cual, al asumir que la sociedad no es uniforme sino plural, en que el gobierno de una comunidad ha de hacer posible la composición de intereses diversos, en que no puede sobrevivir un Estado sin una actividad permanente de integración; convierte a la representación en el elemento que hace posible todo esto. De ahí, que el sufragio tenga como principal función la de servir de medio de formalización de la representación política.

En ese entendido, es que podemos afirmar que el derecho de sufragio, además de ser un derecho subjetivo, en el doble sentido del derecho de sufragio activo y derecho de sufragio pasivo, es sobre todo, un principio, el básico, el nuclear, de la democracia y el Estado Democrático, pero en especial de un tipo de democracia: la Democracia Representativa.

Es por ello, que surge la preocupación porque cada vez, sean mas las personas que participan en la formación de la representación política , por ello la preocupación porque la mujer asuma un rol mucho mas protagónico en el campo de lo político y participe activamente en la vida pública, ya que de ese modo contribuirá a la formación de la voluntad política de un pueblo, es preciso pues que las decisiones políticas que se configuran al interior de un Estado tomen en consideración los intereses de todos aquellos actores que le dan sentido y que de manera directa, ya sea como representantes o de manera indirecta, como representados, lo forman y fortalecen.

Hasta aquí y, teniendo en cuenta esta breve referencia que se ha hecho a la Democracia Representativa como forma de gobierno imperante en los últimos 80 años de vida política de los Estados, analicemos el contenido esencial del derecho de sufragio y el ejercicio del mismo por parte de las mujeres.

Derecho de sufragio activo: hace alusión a la capacidad que tiene las personas para a través de su voto transmitir o dar a conocer su preferencia hacia un candidato en un determinado comicio electoral (elección presidencial por ejemplo) o dar a conocer su punto de vista en torno a su conformidad o no en relación a una determinada decisión política (es el caso del referéndum).Es decir , hace referencia a la posibilidad con la cual cuentan los ciudadanos para elegir a su candidato o opción política de mayor preferencia.

En relación a este punto, todo parece indicar que a partir del 7 de septiembre de 1955, fecha en la cual, por medio de la promulgación de la Ley N°12391, se extendió el derecho al voto para todas las mujeres, tanto hombres como mujeres pueden ejercer de manera igualitaria dicho derecho.

Sin embargo, el problema de desigualdad en el ejercicio del derecho de sufragio se presenta, cuando analizamos la dimensión subjetiva del mismo y su correspondiente ejercicio por parte de las ciudadanas.

Derecho de sufragio pasivo: hace alusión a la posibilidad que tiene los ciudadanos de ser elegidos como representantes de la colectividad, de presentarse como candidatos ya sea de manera individual o colectiva a algún cargo de representación política.

Es este punto el que se muestra como el de mayor complejidad a la hora de analizar las condiciones de desigualdad material en las que se encuentran las candidatas mujeres al momento de embarcarse en la aventura de la contienda electoral,

Razones de orden estructural, como los altos índices de analfabetismo, exclusión social, escasez de recursos económicos que presenta la inmensa mayoría de la comunidad electoral femenina, constituye un pasivo que le resta posibilidades reales de ser elegida y alcanzar un puesto de representación en las altas esferas del poder público y político, creando una suerte de grupo o élite política mayoritariamente conformada por varones, lo cual genera una distorsión en el proceso de formación política, el mismo que, tal y como mencionamos en líneas anteriores, debe de tratar de consolidar a la mayor cantidad de intereses dispersos y muchas veces antagónicos que coexisten en una colectividad.

En ese sentido, surge una pregunta por demás evidente: ¿se puede hablar de una auténtica representación política o en todo caso, se puede hablar de una auténtica democracia, cuando un sector importante de la población tiene fácticamente imposibilitado el derecho a participar en política a través la presentación de sus candidaturas?, es decir ¿ puede seguir siendo el Congreso de la República por ejemplo, un órgano esencialmente andrógino? Yo creo que no. No si asumimos, como Hannah Arendt, que el verdadero compromiso político de las sociedades y los de los Estados es con la construcción de una Democracia Republicana en la cual, se promueva la participación y la acción directa de todos los sectores de la sociedad, a partir de un discurso inclusivo, respetuoso de la diversidad y de la diferencia, basado en el respeto y la tolerancia hacia lo distinto e incluso hacia lo antagónico.

Es entonces, a partir del reconocimiento de las limitaciones que tiene el sistema de representación que actualmente tenemos en nuestro país y con la finalidad de que éste a su vez, se torne cada vez mas inclusivo con relación a la promoción y consolidación de la participación política de la mujer y de otras minorías, que se encuentra un sentido para la promulgación de una Ley de Cuotas que tienen por finalidad contribuir a la concreción de dicho propósito.

Cuotas: en búsqueda de la igualdad política:

Cuando se discute sobre la participación política de las mujeres y especialmente de las cuotas electorales, resulta frecuente escuchar el argumento, en algunos sectores de la sociedad, el argumento de que las mujeres no necesitan ventajas para acceder a cargos de decisión. Es decir, se entiende equivocadamente, que las cuotas son una especie de favor, dádiva o servicio a la mujer.

Por ello, es preciso recalcar, para que no quede ninguna duda, que la participación política de la mujer es un derecho fundamental, que supone como ya se ha visto, no sólo la posibilidad de elegir, sino también la de poder ser elegidas.

Es en este contexto, y a razón de las condiciones de desigualdad estructural presente en nuestra sociedad y en otras sociedades de esta parte de la región tales como: analfabetismo mayoritario en la población femenina, marginación de la misma, violencia y abuso de las que son víctimas las mujeres entre otros, que las cuotas de participación comienzan en la década de los 90 a funcionar como un elemento que trata de frenar tal situación de desigualdad y de revertirla.

Es justamente por eso, que se crean las medidas de discriminación positiva. Si se hace referencia a mecanismos para corregir una situación de discriminación en razón del sexo, el problema de las cuotas pues, se ubica en el ámbito de los derechos humanos.

Al respecto, la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer prescribe en su artículo 4°.1, la adopción por los Estados de medidas temporales encaminadas a acelerar la igualdad de ipso facto entre el hombre y la mujer, y que éstas medidas cesarán cuando se haya alcanzado los objetivos de igualdad de oportunidades y trato. Con lo cual, queda claro que la adopción de éste tipo de medidas, no hace sino guardar concordancia con este tipo de tratados internacionales que pertenecen, a su vez, al ámbito del Derecho Internacional de los Derechos Humanos.

Habría en todo caso que hacer una aclaración, únicamente con fines metodológicos, la cual está referida a la naturaleza y formas del mecanismo de cuotas. Por lo cual, es fundamental señalar que, las cuotas constituyen un mecanismo de acción afirmativa que puede utilizarse en materia educativa, laboral , tributaria y de participación política, cuya finalidad es corregir una situación de desigualdad presente en la realidad concreta y que para el caso de las cuotas electorales se presenta de dos maneras:

a) La cuota que se aplica a la elección, que es aquella que afecta al porcentaje de candidatas femeninas con relación al total de candidaturas.
b) La cuota que se aplica al resultado de la elección, que es aquella que afecta el número de escaños que serán ocupados por mujeres.


En el Perú de conformidad con la normativa vigente tenemos únicamente la primera clase de cuotas electorales, pero con el dato adicional que de acuerdo a nuestra legislación, la misma trata de asegurar un número del 30% de hombre o mujeres en sus listas internas para elegir a candidatos y para cargo interno de dirección partidaria.

Sólo como dato adicional en este punto, cabe apuntar que en América Latina fue Argentina el primer país en incorporar el sistema de cuotas en las listas electorales, ello a través de la denominada Ley del Cupo, promulgada el 6 de noviembre de 1991.Otros países como Bolivia, Ecuador y Perú, a partir del año 1997, han hecho lo propio. En todos los casos se reconoce que el sistema de cuotas ha incrementado el número de candidatas mujeres, aunque no siempre se haya logrado los resultados esperados. E s pues un buen punto de partida para acceder al poder, ya que independientemente de la gestión que éstas realicen, su sola presencia hace que la figura de la mujer como protagonista política constituya en sí misma constituya un gran avance en el camino hacia la igualdad política entre hombres y mujeres, aunque claro está ello no basta.

A manera de conclusión, parece claro que una Ley de Cuotas no asegura la cantidad, la calidad ni las posibilidades de la elección de candidatas mujeres, El tema de las listas y los lugares que en ellas ocupen son esenciales para asegura su presencia en el escenario político. Pero mas allá de ello, resulta clave la difusión de información en los distintos planos de la sociedad, a fin de promover un debate abierto sobre estos temas y así mismo incentivar a las mujeres a competir en política

Sin embargo, y aun cuando hagamos todos los esfuerzos a nivel normativo, es muy poco lo que se podrá avanzar si estos no van a acompañados de un cambio en la cultura de nuestra sociedad. Y es que el origen de la discriminación y la postergación de la mujer se encuentra arraigado en la urdiembre misma de la propia cultura, y forma parte de aquél cuerpo de ideas, usos, maneras, presupuestos, éticos, mitos y códigos que dicta nuestras conductas, el verdadero remedio para este problema sólo vendrá de una profunda renovación cultural. Las disposiciones administrativas, legislativas, judiciales o burocráticas, pueden atenuarlo, resarcir algunas víctimas, corregir los más bochornosos atropellos, pero difícilmente podrá extirparlo. Por tanto, mientras no se produzca aquella reforma raigal en la manera de entender el sexo,y de entenderse los sexos, en el mundo en que vivimos, el prejuicio seguirá haciendo daño y escurriéndose como el azogue entre aquellos obstáculos superficiales.

Rafael Rodríguez Campos

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Una agenda política para el desarrollo en el Perú


Hacia inicios de la década de los 80, una nueva corriente de pensamiento económico comenzó a cobrar vigencia en nuestro continente, ésta corriente cuyos principales planteamientos defendían los presupuestos del liberalismo económico (el libre mercado, la propiedad privada y la seguridad jurídica) se vio materializada en lo que algunos políticos y economistas de nuestro hemisferio bautizaron con el nombre de Consenso de Washington (entendido como un conjunto de recetas económicas promocionadas por los organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional, la Organización Mundial del Comercio o el Banco Mundial, las cuales debían poner en práctica los países del tercer mundo para mejorar su economía). Los años transcurrieron y de manera paulatina esos mismos postulados fueron siendo adoptados por los diversos países de nuestra región, unos en mayor medida que otros, de manera paulatina bajo la creencia de que el camino descrito por dichas políticas era el adecuado para alcanzar el desarrollo[1].

Al cabo de más de dos décadas de haber adoptado de manera casi ortodoxa todos y cada uno de dichos planteamientos (la abstención del estado en la economía, el mercado como asignador imparcial de los recursos creados en las sociedades, la liberalización del comercio), podemos observar como nuestro país, al igual que la gran mayoría de países de nuestra región, salvo Chile o Brasil, se encuentran insertados de manera arcaica en la nueva economía global; ya que, seguimos entrampados en un modelo primario exportador de bienes con un mínimo valor agregado con precios no remunerativos, lo cual repercute en estados financieros que no siendo desalentadores a comparación de los de otras épocas, aún no consiguen ser lo suficientemente importantes como para generar mayor bienestar entre los ciudadanos, con niveles de corrupción institucional que rayan con lo insólito, con una fragilidad de nuestros sistemas democráticos que hacen que continuamente estemos con el temor de ver pegar la vuelta a modelos autoritarios y dictatoriales que restrinjan las libertades de los ciudadanos y desaten mayores índices de violencia y fraccionamiento social, y con niveles de pobreza que lo único que hacen es corroborar que la relación existente entre crecimiento macroeconómico y mejora de los niveles de vida de las personas no es necesariamente proporcional, más cuando los servicios básicos como la educación, la vivienda, la salud o el acceso a la justicia, aún son temas pendientes como objetivos a ser concretizados en las agendas de gobierno de nuestro país y en las de los países vecinos[2].

Entonces, teniendo en consideración la situación socioeconómica y política anteriormente descrita, es menester en este trabajo preguntarnos ¿Qué ocurrió? ¿En qué nos equivocamos? ¿Por qué aún no podemos alcanzar el desarrollo?

Antes de dar respuesta a todas y cada una de las interrogantes debemos establecer con suma claridad el concepto mismo de desarrollo, y contrastarlo con aquel que en un principio de los 80 era manejado por la mayoría de economistas del mundo (incluso por aquellos que diseñaban los programas de reforma y ajuste económico en la CEPAL, Comisión Económica para América Latina)[3].

En ese entendido parece justo señalar que los mas importantes sectores del pensamiento económico de las denominadas escuelas liberales de los 80, realizaban una suerte de asociación casi simbiótica entre crecimiento económico y desarrollo, con lo cual el término mismo de desarrollo se encontraba profundamente condicionado por una carga económica que terminó por monetarizarlo. Es así como años mas tarde, y en los albores del nuevo siglo, el Programa para el desarrollo de las Naciones Unidas para el desarrollo (PNUD), reconoció que dicha asociación había resultado ser un craso error, debido a que el desarrollo como concepto, no podía verse simplificado al hecho de elevar los índices macroeconómicos de un país, llámese la mejora de la balanza comercial, el control y el buen manejo de la deuda, las tasas de crecimiento anual o el control de los índices inflacionarios[4]. Ante ello, se llegó a la conclusión de que el desarrollo debía de ser entendido como aquel concepto que hace alusión a los índices de desarrollo humano que alcanzaban los ciudadanos de cada país, cuyos parámetros de medición se encuentran determinados por el nivel cultural y educativo que estos ofrecen, por la calidad en los servicios de salud que los organismos públicos ofrecen, por los niveles de acceso a la justicia que el sistema de justicia de un país brinda a sus ciudadanos como un servicio fundamental para la solución de conflictos, por el nivel de respeto de los derechos fundamentales que se registran año a año en cada rincón de Latinoamérica y por el respeto a las reglas de juego que la democracia y sus instituciones establecen como normas fundantes del sistema jurídico de cada estado[5].

Dicho todo ello, comencemos a desarrollar con claridad algunas de las ideas que se han venido trabajando en torno al porqué del atraso de nuestro país y del resto de América, con cargo a ser mucho mas explícitos en nuestras hipótesis y posibles soluciones a tan difícil situación, en próximos trabajos o ensayos de este tipo.


La Fórmula

Ahora bien, y como una suerte de frase iluminadora que marcará el derrotero de la línea de razonamiento que aquí expondré debo de señalar lo siguiente: en todo país que pretenda disminuir los niveles de pobreza en el mundo y a su vez elevar los niveles de vida de su población, el primer paso a seguir es generar riqueza, ya que no se puede distribuir aquello que no se tiene; por tanto debemos de tener en claro que para generar riqueza hay que crecer, que para crecer hay que generar mayores puestos de trabajo, y para generar trabajo es necesario contar con una importante inyección de capital, tanto nacional como extranjera, la cual a su vez nos ayude a conseguir el tan anhelado grado de inversión. Es decir, sin inversión, no hay empresa ni mucho menos generación de puestos de trabajo, sin puestos de trabajo no hay empleo ni mejores niveles remunerativos y tampoco mayores ingresos fiscales y sin ellos, la cobertura de servicios básicos para nuestros ciudadanos se torna cada vez más difícil pues los programas de inversión estatal en infraestructura o en temas sociales terminan convirtiéndose en pesados libros de miles de páginas enmohecidos y afincados en algún armario o escritorio de algún ministerio u órgano del Estado[6].

Construyendo una Agenda Gubernamental Coherente


Agenda Económica

En tal sentido y como bien se apuntó en las primeras líneas de este trabajo, uno de los más importantes argumentos que se señalaban como elemento para alcanzar el desarrollo fue sin lugar a duda el relacionado con la liberalización del comercio y la apertura comercial. Fue así como el Perú, por ejemplo, tras luego de haber experimentado con políticas de corte estatista durante los 80 en los gobiernos del arquitecto Fernando Belaúnde y en el primer gobierno de nuestro actual presidente Alan García, decidió liberalizar su economía de manera casi total; una prueba de ello fue la reducción arancelaria a cifra cero en un importante número de productos de primaria y mediana necesidad que hasta ese entonces tenían tasas por encima del 15%, que encarecían el producto final y generaban un mayor costo para el ciudadano de a pie[7].

Sin embargo, y como no todo en economía como en la vida, es color de rosa, el Perú y América Latina en general olvidaron que el libre comercio es siempre beneficioso, siempre y cuando el nivel de competitividad de los países también mejore. Fue así como a partir de esa década el Perú no tuvo mejor manera de aprovechar los beneficios del libre comercio sino a través de la exportación de materias primas de casi nulo valor agregado. Hoy, y gracias a los altos precios de los metales y minerales del mercado internacional, nuestro país genera ingresos millonarios, pero la pregunta es ¿Hasta cuándo se mantendrá dicha situación? ¿Acaso el modelo primario exportador no nos hace más dependientes de lo que suceda en el mercado internacional? Evidentemente sí, y la respuesta es única y categórica: si nuestro país no convierte su modelo primario exportador en uno de productos con mayor valor agregado las posibilidades de un crecimiento importante a largo plazo serán cada vez más escasas. En tal medida una de las propuestas que cobra fuerza en relación a este aspecto resulta ser la inversión que deben plantear los gobiernos en Ciencia y Tecnología, ya que es sólo a través de este tipo de recetas que se puede dar ese gran salto, basta sino con observar el ejemplo más reciente de Irlanda del Norte, país que durante la década de los 80 tenía uno de los índices más bajos de ingreso per cápita en Europa, y hoy convertido en el tercer exportador de computadoras en Europa y en el Primer exportador de software en dicho continente, goza de una economía boyante, con un índice de ingreso per cápita que se encuentra entre los tres más importantes del viejo continente[8].

El ejemplo de Irlanda del Norte es más que ejemplificador, ya que no sólo decidió liberalizar su comercio, al ingresar a la Comunidad Europea, sino también elevó sus niveles de competitividad, invirtiendo fuertes sumas de dinero, con el apoyo claro está de las grandes potencias europeas como lo son Alemania y Francia, en ciencia y tecnología, motivando desde el gobierno reformas educativas que incentivaban a sus jóvenes a optar por carreras técnicas vinculadas con la ciencia y tecnología computarizada, logrando así no sólo productos con valor agregado sino también una mano de obra altamente calificada, volviendo a su país mucho mas atractivo para la llegada de capitales deseosos de mercados vírgenes.

Agenda Educativa

Sin lugar a duda, el tema de la reforma educativa es una asignatura pendiente tanto en nuestro país como en el del resto de la región. Durante la década de los noventa se impulsaron un sin número de reformas, la reforma económica, la de los programas sociales, la reforma política, pero nuestros gobernantes se olvidaron que ninguna de ellas tendría sentido, sino se emprendía la gran reforma educativa que apuntara a elevar el nivel de aprendizaje de nuestros jóvenes, en un nuevo siglo llamado: Siglo del Conocimiento. Es así como desde el Ministerio de Educación se debe de impulsar una política educativa basada en la evaluación y la meritocracia, que sea capaz de premiar el esfuerzo del maestro capaz que invierte parte de su tiempo en la capacitación y superación personal. Pero ello sólo es posible si emprendemos un esfuerzo conjunto todos los actores de la educación: profesores, gobierno, estudiantes y padres de familia. Y es que no podemos continuar con un modelo educativo, al cual le resulta indiferente la diferencia entre el buen o mal profesor; ya que, el mal educador mantiene el trabajo y el bueno no recibe un mejor nivel remunerativo que incentive su esfuerzo[9].

Pero ello no es suficiente, todo lo anterior debe de ir acompañado de una reforma curricular del nivel primario, secundario y superior de nuestra educación. Con ello podremos fortalecer el área lógico matemática y la de lecto -escritura en los alumnos del nivel primario, la comprensión de textos en el nivel secundario, y lograremos una mayor congruencia entre el número de alumnos que ingresan a las diversas facultades universitarias y las necesidades del mercado laboral, impulsando las carreras técnicas y científicas, por la necesidad expuesta en el punto anterior, ya que de no ser así las universidades en el Perú y en Latinoamérica seguirán siendo una fábrica de frustraciones que producen un número cada vez más grande de desempleados en serie; la tarea es tornar mas coherente a nuestro sistema educativo superior, ya que no es posible por ejemplo, que en un país como México, el número de psicólogos que se gradúan por año en la UNAM (Universidad Autónoma de México) es quince veces superior al de ingenieros petroleros, en un país en el cual la exportación petrolera es la más importante actividad económica[10].; o el caso Argentino en el cual la UBA (Universidad de Buenos Aires), se reciben 2400 abogados por año, 1300 psicólogos, y apenas 240 ingenieros y 173 licenciados en ciencias agropecuarias (cifra dramática en un país eminentemente ganadero). Como podemos apreciar este es uno de los grandes retos de la reforma educativa que debe afrontar nuestro país, no sólo debemos concentrar esfuerzos en reducir los niveles de analfabetismo rural, también debemos modernizar nuestra educación y hacerla compatible con los nuevos retos que la globalización y el siglo del conocimiento nos impone[11].

Agenda Social

Si existe una consecuencia que resulta consensualmente aceptada entre los economistas y analistas sociales, en torno a los efectos del capitalismo, es sin duda la referida a la llamada concentración del capital que este modelo trae consigo. En ese sentido, y en especial en el caso de sociedades tan desiguales como las nuestras en América Latina., se hace imprescindible la presencia de programas sociales apoyados o impulsados por el Estado, que ayuden a aliviar de manera eficiente la situación de los sectores más deprimidos de nuestros países. Es por ello, que en el caso del Perú, resulta fundamental la elaboración de un proyecto de reforma estratégica de los programas sociales que optimice la calidad del gasto estatal en este tipo de actividades, lo cual supone un mayor diálogo con organizaciones de base como los clubes de madres, el vaso de leche o comedores populares, las mismas que al estar mucho más vinculadas con los directos beneficiarios de los mismos, puedan brindar información valiosa al momento de identificar a las personas que realmente necesitan este apoyo, y así evitar los elevados costos adicionales que se generan al no saber a ciencia cierta la identidad de aquellos ciudadanos a los cuales se pretende ayudar; y ello ya que no sólo debemos de ser cuidadosos en el manejo de la macroeconomía, sino mucho mas en la ejecución del gasto social [12]. Asimismo, considero que es fundamental seguir elaborando y apoyando programas exitosos como los que actualmente desarrolla el gobierno; Mi Vivienda, Techo Propio, Mi Barrio; los cuales democratizan por ejemplo la propiedad en nuestro país.

Esto resulta fundamental para aliviar el descontento y la convulsión social, ya que son estos factores los que muchas veces generan pánico para la inversión y riesgo para los capitales. Además debemos de recordar, que aún cuando el modelo económico que tenemos limita la acción del estado en la economía, está demás decir que existe un compromiso con los mas necesitados, que sin llegar al asistencialismo trata de igualar paulatinamente las condiciones de vida de sus ciudadanos; y ello porque el liberalismo económico que tanto fue defendido en los 90, sienta sus bases sobre los presupuestos de liberalismo político, el cual entiende a la igualdad como la otra cara de la libertad[13].

Agenda Institucional y Lucha contra la Corrupción

Es de gran conocimiento para especialistas y no especialistas que en América Latina existen países que registran índices realmente importantes de corrupción, tanto en lo ámbito estatal como en el privado.

Este dato es fundamental ya que de acuerdo a informes de organizaciones como el de Transparencia Internacional en el 2002, el tema de la corrupción es uno de los elementos a los cuales los inversionistas le otorgan mayor importancia al momento de decidir el país en el cual harán sus inversiones, ya que la relación corruptos y corruptores, es un factor que evidentemente distorsiona la leyes del libre mercado, el cual se basa en la transparencia y confianza entre competidores.[14] Además, es dable tener en cuenta los efectos negativos que trae la corrupción, ya que no sólo frena el desarrollo a partir del desperdicio de grandes sumas de recursos económicos; sino, porque la corrupción pone en jaque el marco institucional de un país, lo carcome, poniéndole un precio a la moralidad de la gran mayoría de funcionarios, afirmando la tesis de que todo hombre tiene un precio; es justamente este último elemento negativo el que se convirtió en el pan de cada día de nuestro país durante la década del extraditado ex presidente del Perú, Alberto Fujimori.

Ante tal situación, es necesario que el Estado adopte una posición de lucha frontal contra la corrupción en todos los niveles, promoviendo por ejemplo la gran reforma del sector justicia, devolviéndole a la ciudadanía la confianza en un Poder Judicial, capaz de resolver conflictos con transparencia, celeridad y certidumbre, disminuyendo el riesgo del incumplimiento de normas y demás derechos de los ciudadanos. Por otro lado, es además necesario contar con un marco legal que le otorgue seguridad jurídica tanto al ciudadano como al inversionista, con reglas flexibles que permitan una mayor interacción entre el derecho y el dinamismo del mercado.

Esta lucha es fundamental no sólo desde el punto de vista ético, el cual debe tener como derrotero el desarrollo de una cultura del respeto y el deber funcional, que conviertan al servidor público en un auténtico tutor de los bienes del Estado y en un servidor a carta cabal del ciudadano, sino también desde el punto de vista económico no en vano, Paolo de Mauro, economista del Fondo Monetario Internacional, señaló hace un par de años en sus estudios sobre América Latina que el producto bruto nacional de los países afectados por la corrupción baja casi medio punto anual, señalando en tono irónico que los países de la región se arreglarían si todos dejáramos de robar por dos años.[15]

Agenda Democracia y Fortalecimiento de los Derechos Humanos

Este es, por cuestiones de tiempo y espacio, el último elemento que en esta oportunidad desarrollaré como parte de la agenda que debe de plantear el gobierno para lograr el desarrollo.

Muchas personas tanto en nuestro país como en el resto de América Latina, se muestran escépticos con la idea de poder lograr el desarrollo en democracia; y casi al unísono mencionan el ejemplo de Chile o el de China, países que a partir de gobiernos fuertes y autoritarios, desarrollaron o desarrollan, en el caso de este último, programas económicos exitosos. Sin embargo, siendo esa tesis más que discutible, ya que en el caso Chileno, por ejemplo, los partidos de la concertación, decidieron mantener políticas públicas y económicas a largo plazo, que aún cuando fueron promovidas por el dictador Pinochet probaron ser exitosas, en un clima de absoluto respeto por los derechos de los ciudadanos. Y ello es y debe ser posible, ya que los Estados deben proponerse la tarea moral de demostrar que la democracia y el respeto que en ella se otorga al derecho de los hombres y a su dignidad es un bien mil veces superior al falso desarrollo que se vive en las dictaduras, teñidas de corrupción y asesinatos. basta para ello comprobar que en China entre los años 1998 y 2002, se registraron mas de 60000 ejecuciones, creo que una cifra de tal magnitud no es compatible con una idea de desarrollo, la cual promueve justamente la ampliación de los espacios de libertad y el ejercicio de los derechos más inherentes al ser humano[16].

Los gobiernos y todas las sociedades del mundo en general deben reconocer que el desarrollo no es tal sino esta al servicio de la libertad de los hombres, de esa libertad que amplia los espacios de autonomía, entendida esta como aquella preciosa facultad de los hombres de elegir y concretizar el proyecto de vida de su mejor preferencia[17]; es por ello que en la línea argumentativa de Amartya Sen, el desarrollo como concepto debe abarcar todos los aspectos que ayuden a ampliar la esfera de libertad de los hombres; por ello la importancia en la mejora del nivel educativo de los hombres en un siglo que requiere de conocimiento para salir adelante, de la importancia de los servicios que brinda el estado como salud, educación y seguridad para satisfacer las necesidades básicas de los hombres y con ello dotarlos de mayores posibilidades para concretizar sus planes libremente elegidos; en tal sentido y como reflexión personal, propongo entender como sinónimo de democracia a este nuevo concepto de desarrollo que se viene difundiendo en el mundo; ya que, no es posible hacer compatible el concepto de desarrollo con modelos políticos como el chino, el de Liberia o el de Corea del Norte, los mismos que no sólo desconocen el valor de la libertad sino también el de dignidad de la persona humana.



Rafael Rodríguez Campos


[1] El malestar en la globalización, Stiglitz, Joseph E, 2002.
[2] El Mito del desarrollo, Oswaldo de Rivero, 2001.

[3] Estrategias para reducir la pobreza en América Latina y el Caribe. José Vicente Zevallos, 1997.

[4] Reporte del desarrollo humano. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD, 1998.
[5]Por una globalización más justa: crear oportunidades para todos. Comisión Mundial sobre la dimensión Social de la Globalización, 2004.

[6] Lecciones de los noventa, Carlos Adrianzén, 1999.
[7] Hacia dónde vamos, Carlos Adrianzén, 2000.
[8] Cuentos Chinos, Andrés Oppenheimer, 2006.
[9] Cuentos Chinos, Andrés Oppenheimer, 2006.

[10] UNAM, Agenda Estadística 2004
[11] UBA, Agenda Estadística 2004.

[12] Reformas en sociedades desiguales: la experiencia peruana. Figueroa, Adolfo, 2001.
[13] La teoría de los sentimientos morales. Adam Smith, 1997.

[14] Índice de propensión a la corrupción. Transparencia Internacional, 2002.
[15] Inversión y corrupción: Informe del fondo Monetario Internacional. Paolo Mauro, 2004.
[16] Desarrollo y libertad. Amartya Sen, 2003.
[17] Ética y derechos humanos. Carlos Santiago Nino, 2001.

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