martes, 29 de marzo de 2011

¿Quién es el verdadero candidato antisistema en estas elecciones?


Ahora, luego de los resultados de las encuestas publicados por las empresas CPI e Ipsos Apoyo el último domingo, los mismos que colocan a Ollanta Humala en el primer lugar de las preferencias, todos los demás candidatos parecen haberse declarado los defensores del sistema. Pero a qué nos referimos cuando hablamos de sistema político o sistema económico. De manera sencilla podríamos decir que un sistema es un conjunto de principios o reglas que organizados de manera sistemática (entiéndase coherente) forman un cuerpo o doctrina que marca la conducta o el proceso de toma de decisiones en un determinado espacio y tiempo.

Un sistema político o económico es eso, únicamente eso, los sistemas no son per se buenos o malos, serán positivos o negativos, sus postulados serán válidos o inválidos, en la medida que los mismos contribuyan con el fortalecimiento institucional del Estado que los practica haciendo posible el mejoramiento de la calidad de vida de todos y cada uno de sus ciudadanos, o en todo caso de la gran mayoría. Dicho de otro modo, uno opta por un determinado sistema político o económico pues considera que es este y no otro es que le permitirá alcanzar como sociedad niveles cada vez mayores de desarrollo, y quiero subrayar la palabra desarrollo, pues muchas veces, se suele confundir la palabra a la misma con conveniente término crecimiento económico, identificación que a todas luces resulta errónea.

Durante las últimas décadas, primero en los países de Europa occidental, en los Estados Unidos, y luego en América Latina, se ha ido generando un sano consenso en torno a un conjunto de reglas básicas o principios que deben constituir los fundamentos del sistema político y económico. Hoy en día, la mayor cantidad de países han optado por la democracia como fórmula política, y el libre mercado, con todo lo que ello supone, como principio rector de su sistema económico. Siendo ello así podríamos hacernos una pregunta: ¿Qué político representa o recoge los principios de la democracia liberal (política y económica) en su ideario, en su plan de gobierno, en su propuesta programática en estas elecciones? La respuesta a esta pregunta resulta fundamental ya que solo aquel candidato que represente la negación de esta fórmula podrá ser tildado válidamente de antisistema.

Ahora bien, si tanto los medios de comunicación, la mayoría de ellos para ser más precisos, como el sector mayoritario de la clase política, repite al unísono que es Ollanta Humala, y no otro candidato, quien presenta una propuesta de gobierno que pretende desconocer ese conjunto de reglas básicas que son el pilar de nuestro sistema, habría que preguntarnos justamente por cuáles son esas reglas económicas que el líder del nacionalismo pretende abolir en nuestro país.


El sistema económico actual se sostiene bajo la filosofía de una economía social de mercado, eso quiere decir que el modelo económico asumido por el Estado peruano reposa sobre principios tales como: la promoción de libertades económicas como la libertad de trabajo, empresa, comercio e industria, los principios de subsidiariedad económica del Estado, la libre competencia, la prohibición de monopolios o la proscripción del denominado abuso de posición de dominio o dominante en el mercado, el tratamiento igualitario a la inversión nacional y extranjera, la libre tenencia y disponibilidad de moneda extranjera, el respeto a la intangibilidad de los contratos y la observancia del principio de seguridad jurídica.

Por su parte cuando nos referimos a los principios que inspiran el sistema democrático como fórmula política asumida por nuestro país, hemos recogido una serie de postulados que han hecho posible la consolidación de la institucionalidad democrática en otros lugares del mundo. Dentro de ese conjunto de principios tenemos: el principio de separación de poderes, el principio de alternancia en el ejercicio del poder a través de elecciones libres y periódicas, el respeto por la autonomía e independencia de los órganos del Estado, el sometimiento del ejercicio del poder público a la Constitución y a las leyes, el fomento de la participación ciudadana en la vida política nacional mediante mecanismos de participación, control y fiscalización a las autoridades políticas, el respeto por los derechos y libertades, el respeto irrestricto por la libertad de expresión, el reconocimiento de la importancia del sistema internacional de protección de los derechos humanos, el respeto por los grupos minoritarios, la lucha contra la corrupción y la transparencia en el manejo de los fondos públicos, entre muchos otros.

Siendo ello así, habiendo definido con cierta precisión y claridad, los principios que forman el sustrato de nuestro sistema político y económico, recién podemos identificar qué candidato o candidatos son antisistema. Para ello debemos analizar y cotejar los planteamientos que ellos hacen en sus planes de gobierno, esos planes o propuestas que en realidad muy pocos leen y toman en cuenta al momento de decidir su preferencia política, sobre todo en países como el nuestro carentes de una educación política y ciudadana si quiera básica, para una vez hecho este análisis poder afirmar, con mayores elementos de juicio si el ideario de tal o cual postulante fortalece los lineamientos de la democracia y el libre mercado, o si por el contrario actúa como una especie de Némesis del sistema.

Pues bien, luego de hacer ese ejercicio, no tengo la menor duda en afirmar que en estas elecciones, nuestro país cuenta no con uno, sino con dos candidatos a los cuales se los puede catalogar, con el mayor respeto y rigor intelectual, como verdaderos antisistema. Son verdaderos antisistema no sólo por ofrecer en su plan de gobierno propuestas que desconocen los lineamientos básicos del libre mercado y del sistema democrático, sino porque centrando la mirada en la hoja de vida que estos le ofrecen al país, las dudas sobre su verdadera vocación democrática y su apuesta por una economía libre, sin restricciones o intervenciones arbitrarias del Estado, se acrecientan y fortalecen cuando haciendo uso de la tan frágil memoria uno recuerda pasajes de su vida pasada, y los relaciona con sus ideas más importantes a medida que uno avanza en la lectura de su oferta electoral.

El primero de ellos, de los antisistema de la política nacional en estas elecciones 2011, es sin lugar a dudas, el señor ex comandante y ex defensor de dictadores y jefes de Estado autoritarios como Hugo Chávez, Fidel Castro, Evo Morales, Rafael Correa o Daniel Ortega; estamos hablando claro está de Ollanta Humala. El señor Humala, quien hoy viste de terno, hace uso de un lenguaje menos confrontacional y radical, se presenta como el modelo de padre de la familia peruana, e incluso, besa las manos y recibe la bendición de Monseñor Cipriani, a quien otrora tildó de defensor del dictador Fujimori, es sin lugar a dudas, un candidato antisistema. Lo es pues más allá de su hoja de compromisos leída oportunamente al día siguiente de conocerse las últimas encuestas, en la que se muestra frente a la ciudadanía como un manso cordero, ello no es más que una treta electoral, una artimaña politiquera, una trampa aconsejada por su dictador caribeño preferido, o por su asesor de campaña brasileño generosamente remunerado. Digo todo ello pues presenta en su plan de gobierno una serie de propuestas trasnochadas en materia económica que pretenden traer de vuelta a fantasmas del pasado tan conocidos para los que tenemos memoria de nombre: intervencionismo, populismo, estatismo, centralización de la economía, expropiación, entre otras perlas.

El señor Humala, a pesar del fracaso y la corrupción exhibida por la burocracia de este país al momento de gerenciar las empresas estatales, sigue creyendo en las denominadas empresas estratégicas, las aerolíneas de bandera, los sectores de la economía capturados por el Estado, la mayor intervención del Estado en sectores en los cuales lo que debiera de primar es el juego y la concurrencia libre de los agentes económicos, la modificación de la Constitución económica, la revisión de los Tratados de Libre Comercio ya negociados, etc. Por todas estas razones creo que lo que le ofrece el señor Humala al país es la vuelta al pasado, el regreso a épocas que se creían superadas, el retorno a aquellos años en los cuales lo único que gerenciaba y producía el ineficiente Estado peruano, capturado por la burocracia corrupta que sigue campeando en las instituciones públicas, era hambre, pobreza y exclusión. A pesar de ello, el discurso radical de Humala sigue generando entusiasmo entre un buen grupo de peruanos, debido a la falta de capacidad Estatal, de los grupos de poder económico y de los partidos políticos para hacer que ese crecimiento económico alcanzado a partir de una manejo fiscal y macroeconómico responsable exhibido durante los últimos años logre distribuirse de manera más equitativa entre todos los peruanos. Mientras en el Perú los niveles de pobreza, exclusión y marginalidad sigan siendo los mismos, siempre habrá terreno fértil para los discursos incendiarios como los de Humala.

El segundo candidato antisistema, a pesar de las simpatías que genera dentro de los grupos de poder empresarial de nuestro país, mejor dicho dentro del círculo de mercantilistas y ayayeros del poder de turno de siempre, es Keiko Fujimori, la hija, y otrora primera dama, del dictador, asesino y ladrón Alberto Fujimori. Keiko Fujimori, al igual que Ollanta Humala, no cree en las formas democráticas no cree en el respeto por el orden constitucional, no cree en la libertad de expresión. La señora Keiko, para los desmemoriados, siempre justificó medidas tan antidemocráticas como el golpe de Estado del 5 de abril, la destitución de los magistrados del Tribunal Constitucional que se opusieron a la tercera reelección de su padre, el retiro de la nacionalidad a Baruv Ivcher, el retiro del Perú de la competencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. A la señora Keiko Fujimori nunca le causó preocupación el saber que durante el gobierno de su padre, se compraban las conciencias de los altos mandos militares o policiales, se compraban las líneas editoriales de los medios de comunicación, se compraban a los congresistas tránsfugas. La señora Keiko Fujimori no le ha explicado al país cual es su posición frente a estos temas. Tampoco nos ha aclarado el origen del dinero que fue utilizado para pagar sus estudios y el de todos sus hermanos en el extranjero. La señora Keiko Fujimori, al igual que el señor Humala, apela a la estupidez y arterosclerosis prematura de la cual sufren muchos adultos y jóvenes votantes, para burlarse de la inteligencia del peruano promedio, nos pretende hacer creer que es una gran demócrata, cuando en realidad no es más que un remedo, una títere del asesino que habita en la DINOES, acompañada, interesadamente, por todos aquellos que durante más de una década contribuyeron al envilecimiento de la política nacional, con ellos nacieron los diarios chicha, con ellos nacieron los psicosociales protagonizados por Laura Bozzo, los cómicos ambulantes, y tantas artimañas más tramadas desde la salita del SIN, donde Vladimiro Montesinos, su padre, y su hermanito Kenyi, jugaban a grabar videítos para la posteridad. La señora Keiko Fujimori, se esfuerza, esperemos sin éxito en estas elecciones, por hacernos creer que el fujimorismo cambió, sin embargo, lleva consigo, bajo sus faldas, a los mismos defensores de corruptelas o violaciones a los derechos humanos que votaron a favor de las leyes de amnistía para el grupo Colina, y entorpecían cualquier investigación propuesta por la oposición política de aquel tiempo. Hagámonos una pregunta entonces ¿Cómo creerle a Keiko Fujimori si detrás de ella están los mismos amigos del dictador y de Vladimiro Montesinos? Está bien, en un acto de fe asumamos que Keiko es todo lo que dice ser, pero de qué nos sirve Keiko como presidenta del Perú, si detrás de ella está la misma pandilla que enmierdo nuestro país durante diez años, una pandilla a la cual se tuvo que sacar a empujones, porque recuérdenlo bien, ya se alistaban para 5 años más de purita cleptocracia.

Por estas razones es que a mi modo de entender la política y el sistema económico no podemos afirmar con razones objetivas que en la hora actual, el único candidato antisistema es el señor Ollanta Humala, tan antisistema cómo Humala es Keiko Fujimori, uno por desconocer los principios de una economía libre, y la otra por haberse encargado, durante todos estos años de defender la manera cómo su padre se trajo abajo al Estado de Derecho de nuestro país, destruyendo la institucionalidad democrática. La señora Keiko Fujimori es muy valiente cuando llama al señor Hugo Chávez dictador, cosa que Humala no hace, también cuando hace lo mismo con Fidel Castro, cosa que Humala rehúye, los llama así pues cambiaron la Constitución, pues no creen en las elecciones libres, pues restringen la libertad de expresión, y persiguen a los opositores de su régimen. Yo, luego de escucharla me pregunto: ¿Keiko, acaso eso no hizo también tu padre?

Para mí tanto Ollanta Humala como Keiko suponen un serio retroceso para el país. Pero tal parece que la figura de Humala genera mayores temores y resistencias entre los medios y los grupos de poder en el Perú. Me pregunto ingenuamente porqué en mi país la gente está dispuesta a canjear su libertad y sus derechos por la tan promocionada estabilidad económica. La respuesta es una, no es la gente, no es la gran mayoría, son los mercantilistas de siempre, que buscan y se aproximan al poder de turno, se trate de un dictador o no, todo ello a cambio que este les cuide el bolsillo y sus intereses. Tal parece entonces, que para algunos uno deja de ser antisistema cuando asume como suyos los principios del libre mercado, aun cuando se esté dispuesto a conculcar todas las libertades y hacer trizas la institucionalidad democrática. ¿No les parece una doble moral absurda?

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martes, 22 de marzo de 2011

El informe sobre la gestión de Luis Castañeda Lossio


Nunca en su larga carrera política la insultaron tanto. Le han dicho de todo. Castañeda y sus sabuesos no han escatimado esfuerzos a la hora de tildar a la burgomaestre limeña de irresponsable, mentirosa, rencorosa, impertinente, ignorante. Pero de todo lo dicho, el adjetivo que más impacto mediático tiene es el de empleada de Toledo. Y todo eso se lo han dicho castañedistas, apristas, fujimoristas, y otros más. Al parecer aquel viejo refrán que dice hoy por ti, mañana por mí, logra unir a perro, pericote y gato, aunque en este caso, es imposible saber quiénes son los pericotes, o quizá pericotes sean todos, razones existen para presumir ello, o me equivoco.

¿Pero cuál ha sido el pecado de Susana Villarán? ¿Cuál ha sido la conducta reprochable en la que ha incurrido nuestra alcaldesa? ¿Qué acto irregular ha cometido doña Susana? La respuesta es muy simple. Doña Susana, a diferencia de nuestros políticos tradicionales, dentro de los cuales desde ya incluyo a Castañeda, decidió honrar su palabra, cumplir con una propuesta de campaña expuesta en los meses pasados, y llevar adelante una auditoria sobre la gestión de su antecesor, el actual candidato a la presidencia Luis Castañeda Lossio. En otras palabras, la alcaldesa hizo lo que todo funcionario público debería de hacer al asumir un cargo, es decir, informar a la ciudadanía sobre la situación y el desempeño de la gestión anterior. Esta es una sana práctica que se da o debería darse tanto en el sector público como privado. Esto es lo que hacen los gerentes de una empresa o los funcionarios de alto rango del Estado. Esta es una práctica aconsejable, y desde mi punto de vista obligatoria, pues permite identificar la comisión de posibles actos irregulares, dando lugar a las investigaciones que correspondan, a fin de sancionar de manera ejemplar a quién haya incurrido en la comisión de delitos o faltas administrativas.

En ese sentido, no entendemos la reacción de Castañeda y compañía, no la entendemos, pues el ex alcalde debería ser la persona más interesada en que se fiscalice su gestión a través de una auditoria de este tipo. Digo ello, ya que si las palabras de Castañeda se ajustan a la verdad, luego de leer el informe empiezo a creer que la palabra de Castañeda es tan confiable como la del Partido Aprista cuando de lucha contra la corrupción se refiere, él no tiene nada de qué temer, si su gestión ha sido tan transparente y eficiente como se esfuerza en hacernos creer, luego de la presentación del informe él saldría fortalecido, él sería el único vencedor.

El problema es que el informe ha puesto en evidencia el conjunto de irregularidades que fueron denunciadas por los medios de comunicación durante la gestión del ex alcalde, denuncias, que dicho sea de paso Castañeda nunca quiso responder, quizá envalentonado por ese casi 80% de aprobación que recibía en las encuestas, porcentaje que el día de hoy parece haberse revertido dramáticamente. Tal y como ha sucedido antes, la soberbia le está pasando factura al ex alcalde, Castañeda parece haberse equivocado de medio a medio, creyó que a la ciudadanía, sobre todo a los limeños, solo les importaba ver a su ciudad encementada, las dudas, las irregularidades, las denuncias, no merecían su atención, total lo importante es hacer obra, cuántas veces hemos escuchado esa indignante frase: pica, pero hace obra.

Pero qué es lo que dice exactamente el informe. Para los que no han tenido oportunidad de leerlo por completo, o ni siquiera han escuchado sobre la existencia del mismo, les haré un breve pero sustancioso resumen. Se señala que durante la gestión municipal anterior, el señor Castañeda abdicó de sus responsabilidades como autoridad máxima de la ciudad, decidiendo entregar a entidades internacionales la administración de casi el 50% del presupuesto de inversiones del municipio. ¿A quién le entregó dicha administración? Específicamente a la Organización Internacional de Migraciones (OIM). Siendo ello así, no es necesario contar con niveles extraordinarios de astucia o inteligencia para hacernos una muy simple pregunta ¿Qué sabe la OIM de inversiones municipales o de obras de infraestructura? Hasta el momento no queda claro el porqué se tomó esta decisión, o si en todo caso, no se pudo contar con el apoyo de alguna otra entidad especializada en estos temas, la cual, a partir de un trabajo minucioso le asegura a la comuna limeña, y por ende a todos los que habitamos en Lima, mayores índices de eficiencia y transparencia en el manejo de los fondos públicos.

Pero lo realmente preocupante es lo que viene a continuación. ¿Para qué se utiliza este mecanismo? Muy simple. Cuando las instituciones recurren a la OIM para llevar a cabo obras de infraestructura dichos procedimientos quedan fuera del ámbito de control y fiscalización de otros órganos del Estado como la Contraloría general de la República. Eso quiere decir que el 48% del presupuesto de inversión municipal, porcentaje que equivale a un total de S./1211 millones de soles, ejecutado en 178 obras a cargo de la OIM, no ha sido sometido a fiscalización o control alguno, hecho que sin lugar a dudas genera numerosas dudas en torno a la rigurosidad y honestidad con la cual se manejaba el dinero de los limeños durante la gestión del ex alcalde. Estas dudas se acrecientan si tomamos en cuenta que todos los funcionarios de la OIM asignados a la municipalidad metropolitana renunciaron al mismo tiempo el día que se les requirió para rendir información sobre las cuentas, las obras, y el manejo financiero de los recursos. Qué coincidencia no, todos renunciaron al mismo tiempo. Esta situación ha llevado a doña Susana a declarar, afirmaciones que suscribo en su totalidad, que durante la gestión de Castañeda la OIM fue una service utilizada para tercerizar servicios y el municipio una mesa de partes que solo aparecía para la foto, justo el día en que se inauguraba o se daba inicio a la construcción de una que otra obrita.

Queda claro entonces que durante la gestión de Castañeda, mediante la utilización de la OIM, el municipio capitalino le cedió de facto a esta institución una serie de competencias y atribuciones, además de evitar la transparencia, al hacer imposible cualquier proceso de control sobre las obras. Pero ahora hagámonos otra pregunta ¿Cuánto le costó a la ciudad la “eficiente” labor de la OIM? Esta es una pregunta válida desde todo punto de vista, ya que nadie creerá que la OIM presta sus servicios de manera gratuita. Bueno, de acuerdo a los registros oficiales y a los datos analizados, la comuna limeña le pagó S. / 42 millones de soles por comisión, además de otros S. / 6 millones aún pendientes por ejecución. Es importante señalar que a la fecha, según los datos del informe, sólo se han pagado S. / 27 millones. Siendo estas las cifras permítanme preguntar lo siguiente ¿No resultaba más eficiente el invertir estos casi S. / 40 millones de soles en el fortalecimiento institucional de la municipalidad? Claro que sí, ese dinero, tal y como lo señalan los especialistas en gestión pública, pudo haber sido invertido en desarrollar o fortalecer la capacidad de gestión, ejecución, control y fiscalización de proyectos y obras de infraestructura por parte de los propios funcionarios de la municipalidad, pudiendo incluso, contar con el apoyo o coordinando acciones con la Contraloría General de la República, a fin de garantizar eficiencia en la gestión y transparencia en el manejo de los fondos públicos.

Pero por un momento olvidemos todo eso, dejemos de lado el problema de la falta de control, de fiscalización sobre las obras, imaginemos que las obras se ejecutaron con absoluta transparencia, olvidemos también los S. / 42 millones de soles que los limeños le pagamos a la OIM por sus servicios. Olvidémonos de todo lo malo y hagámonos una última pregunta ¿Cuán eficiente ha sido la participación de la OIM en la ejecución del presupuesto municipal? Luego de leer el informe la respuesta es contundente: la gestión de la OIM, por ende de la municipalidad, durante el periodo del señor Castañeda (2003-2010) ha sido más que mediocre. Veamos a continuación algunos datos que pueden ayudar a comprender de mejor manera la afirmación hecha.


En el caso del tan promocionado Metropolitano, el informe dio a conocer que el presupuesto para esta obra pasó de S. / 400 millones a S. / 1000 millones de soles, a pesar que el tramo construido es 8 kilómetros menos al que consta en el proyecto, debiendo recordar que la obra fue inaugurada muchísimo tiempo después a la fecha que se estipuló como límite máximo para la entrega de la misma, basta con recordar los continuos retrasos. Además se supo que aún se requiere la inversión de S. / 60 millones de soles para subsanar una serie de fallas dejadas por la gestión de Castañeda. Tenemos también el caso del Teatro Municipal, cuyo presupuesto se incrementó de S. / 42 millones a S. / 67 millones, sin contar de por medio con ningún tipo de explicación en torno al porqué de este incremento. Cabe precisar que dado el estado de esta obra, la gestión actual deberá adicionar a lo proyectado S. / 8 millones más. A ello, le podemos sumar dos obras que estando incompletas, fueron inauguradas y dadas por terminadas por la gestión de Castañeda, nos estamos refiriendo a la avenida Salvador Allende (Lima Sur) y el complejo deportivo Pedro Huillca (El Agustino), que le costó a Lima la suma de S. / 800 mil soles y fue entregado pese al estado irregular de la obra. Creo, que estos datos son suficientes para calificar la labor de la OIM, institución elegida por Castañeda para ejecutar S./1211 millones de soles, como ineficiente, no solo por su falta de transparencia, por el sobrecosto presente en muchas de las obras a su cargo, sino también por la demora en la ejecución y entrega de las mismas.

Conocido el informe, cuál fue la reacción de Castañeda, como era de esperarse, teniendo en cuenta sus características personales, su reconocida falta de apertura y tolerancia democrática para responder a las preguntas que el periodismo y la ciudadanía en general, con legítimo derecho le hace, más aún teniendo en cuenta su condición de candidato a la Presidencia de la República, en lugar de aclarar o tratar de despejar las dudas en torno a las irregularidades y críticas planteadas, no ha hecho sino atacar a Susana Villarán, tildándola, como señaláramos en párrafos anteriores de empelada del toledismo. Una vez más, Castañeda elude, rehúye, se corre, evita hacer frente a quienes cuestiona su gestión basándose en datos objetivos y verificables, y prefiere atacar al mensajero, al puro estilo de los politicastros peruanos que han hecho del agravio y la mentira el sino del quehacer político nacional durante tantos años.

Sobre lo dicho por Castañeda y la corte de adulones que lo rodean, con Marco Parra a la cabeza de este ridículo grupete, simplemente recordaré que la auditoría fue una propuesta de campaña ofrecida por Susana Villarán mucho antes de ser elegida, en el tiempo en el cual no llegaba ni al 5% de intención de voto, con lo cual la tesis bajo la cual la alcaldesa es una operadora del toledismo resulta ser absolutamente absurda, más si se tiene en cuenta que fue ella quien hace algunos meses le dijo no a la posible alianza entre el partido de Toledo y su partido Fuerza Social. También se ha dicho, que el momento para hacer público el informe ha sido inoportuno, que este tipo de información debió emitirse más adelante. Claro, la idea es cubrirle las espaldas a los poderosos, no fiscalizar para no ganarse enemigos entre los políticos de siempre, bajo la idea que la verdad no debe ser conocida, y si lo es debe serlo en el momento en el que esta resulte menos incómoda, como si el saber y conocer la verdad sobre una gestión más que discutible tuviese un tiempo determinado.


Termino con una reflexión, no sé ustedes, pero para mí la frase roba pero hace obra, me parece francamente deplorable, pues denota la pobreza moral y la crisis ética de nuestra ciudadanía. Esperemos que las irregularidades se investiguen exhaustivamente y que al final del día se logren despejar todas las dudas. Por el bien de nuestra ciudad y del país, deseo que Castañeda sea inocente de todo acto de corrupción, a nadie le gusta reconocer que quien gobernó la ciudad durante dos periodos lo hizo de manera ilegal o deshonesta. Ello sin embargo, no quiere decir que mi opinión sobre su gestión sea positiva, para mi la gestión municipal de Castañeda ha sido ineficiente, poco transparente y mediocre en cuanto a la consolidación de valores democráticos, por esas razones me es imposible siquiera imaginar verlo sentado en Palacio de Gobierno, me aterra la idea que el 48% del presupuesto nacional pueda ser ejecutado a través de instituciones como la OIM, por ejemplo.

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lunes, 14 de marzo de 2011

Huérfanos en ideas e imaginación: apuntes sobre el último debate presidencial


Así se mostraron los 11 candidatos presidenciales que el día de ayer participaron en un nuevo debate de cara a las elecciones del 10 de abril próximo. Luego de hacer repaso a todas y cada una de las intervenciones de los candidatos podemos concluir diciendo lo siguiente: fue más de lo mismo, y quizá un poco menos. Los postulantes, en especial aquellos que encabezan las preferencias del electorado, se dedicaron a repetir, palabras más, palabras menos, algunas de las ideas que ya habían sido expuestas en el anterior debate organizado por el diario El Comercio.

Tal y como señalan los medios, los candidatos de mayor peso decidieron seguir al pie de la letra su ya tradicional libreto. Toledo, empeñado en demostrarle al país que su experiencia de gobierno es su principal activo, ratificó su compromiso por continuar con todo aquello que hizo bien y en retomar la agenda pendiente. Keiko Fujimori, como ya es costumbre, colgada de los pantalones de su padre, decidió, como ya viene haciendo hace mucho tiempo, explotar la imagen del dictador, así no pierde la oportunidad de hacerle recordar al país los miles de colegios y escuelas construidos durante su gobierno, así como su supuesta eficacia al momento de combatir la delincuencia, qué pena que no pueda decir lo mismo en materia de respeto por los principios democráticos o el combate contra la corrupción. Castañeda, el de menor capacidad comunicativa, incluso por debajo de PPK, presenta a la Carretera de Los Andes como la obra que se convertirá en el motor del desarrollo del país, esperemos que esta obra, a diferencia de lo ocurrido con el Metropolitano, no resulte costándole al país 200% más de lo previsto en un inicio, y su finalización no sufra las innumerables postergaciones a los cuales nos tuvo acostumbrados para la inauguración del mencionado corredor vial. Humala, en lo suyo, aunque con una dosis menor de radicalismo a comparación de la elección pasada, pretende refundar la república, haciendo y deshaciendo todo el supuesto andamiaje del sistema político y económico que, de acuerdo a su prédica, solo han servido para favorecer a los ricos y poderosos, queda claro que este señor no acostumbra revisar las cifras o indicadores sociales, quizá así podría verificar las bondades que la economía de mercado y la apertura comercial han traído para todos los peruanos durante los últimos años. Finalmente PPK centró su mirada, como lo viene haciendo en los últimos días, en tres ideas fuerza, educación, infraestructura y seguridad ciudadana, no niego que tener ideas centrales en una campaña sea algo positivo, el problema es que si a ello no le sumamos cierta dosis de carisma por parte del candidato, estas ideas no logran calar en el imaginario colectivo, si me preguntan, no creo que esto le alcance.


Pero seamos justos y objetivos, qué más podrían haber dicho los candidatos con un formato y una dinámica tan confusa como la elegida por los organizadores. El tiempo para que cada candidato exponga sus principales planteamientos fue demasiado breve, entre el saludo al país y las primeras palabras de introducción los minutos con los cuales cada uno de ellos contaba se iban rápidamente esfumando. Si a ello le sumamos la “democrática idea” de invitar a los 11 candidatos presidenciales, por más minúsculos que sean los porcentajes de adhesión con los que varios de ellos cuentan actualmente, lo de ayer no pasó de ser algo más que una simple repetición, en otro tono y con menos color, de lo ya dicho en la cita anterior.


En todo caso, los ganadores de la jornada, si es que es posible hablar de ganadores en esta oportunidad, fueron los denominados candidatos chicos, los cuales a pesar del ridículo y de la orfandad de ideas, en ambos casos mucho mayores a las payadas a las que ya parece haberse acostumbrado el electorado en nuestro país, a veces pienso que incluso el elector promedio reclama la presencia de estos bufones, no desaprovecharon la oportunidad para ganar cámara y al mismo estilo que los invitados del programa de Magaly Medina, nos dejaron claro que lo único importante para ellos es figurar. Debo, sin embargo, por un acto de justicia, dejar fuera de este grupo de candidatos a estrellas de circo de tres por medio, a dos figuras: Manuel Rodríguez Cuadros y Rafael Belaúnde. Me apena por ambos señores el hecho que en esta oportunidad no hayan logrado hacerse del apoyo masivo del electorado, son, si lugar a dudas, personas con trayectoria y con un nivel de preparación y especialización profesional adecuado para el manejo de los asuntos públicos, además de ciudadanos con una trayectoria democrática intachable, cuentan con credenciales personales mucho mayores a dos o tres de los que encabezan las encuestas, se me ocurren dos nombres: Keiko Fujimori y Ollanta Humala. Espero que no se desanimen y que en una próxima contienda electoral ambos tengan mayores opciones.


Lo que si nos debe quedar claro hasta el día de hoy es que en esta campaña electoral el gran perdedor ha sido y sigue siendo el ciudadano. Ninguno de los candidatos ha sabido explicarle al país de manera clara, sencilla, con responsabilidad y de manera objetiva el programa de gobierno que cada uno de ellos dice tener. Las coincidencias entre todos o la mayoría de ellos en materia económica son mayores que en oportunidades anteriores, sin embargo, todos parecen trastabillar al momento de responder a la pregunta ¿Cómo alcanzaran el objetivo? Todos los candidatos conocen el diagnóstico de los problemas principales de la nación, pero al parecer no tienen claro el modo de encararlos y darles solución. Siendo ello así, vemos a diario el ofrecimiento irresponsable y desmedido de una serie de iniciativas de corte populista cuyo único propósito es, valiéndose del escaso nivel educativo de la población, hacerse de la mayor cantidad de votos al precio que sea. No importan si el día de mañana la propuesta exhibida en campaña carece de mecanismos de financiamiento que la hagan posible, lo primero es llegar a Palacio de Gobierno, después ya se verá, ese parece ser el pérfido ideal que inspira la conducta de todos ellos.


El ciudadano reclama, exige, requiere de un debate programático en el cual además de escuchar las propuestas de los candidatos, todos tengamos la posibilidad de observar la pregunta y repregunta entre ellos mismos, solo así podremos identificar con mayor claridad las bondades o falencias de los mismos, de sus equipos técnicos y del programa político de gobierno con el que pretenden conducir nuestro país. Pero ello es imposible si se pretende seguir insistiendo en el formato hasta ahora exhibido en los dos debates. Soy respetuoso de todos y cada uno de los ciudadanos que aspira legítimamente a la Presidencia de la República, creo que el fomento de la participación política de todos los ciudadanos en los asuntos públicos es un principio básico que consolida el sistema democrático y que todos debemos alentar, sin embargo, a escasas semanas de las elecciones generales de abril, es hora de darle la oportunidad al ciudadano de escuchar únicamente a aquellos personajes que presentan posibilidades ciertas de alzarse con la victoria, lo otro sería persistir en el error, desvirtuando el argumento democrático, bajo el cual todos merecen ser escuchados, independientemente, de las posibilidades reales que cada uno tiene de cara al 10 de abril.


Al parecer, y como puede apreciarse de la revisión de los planes de gobierno, salvo el caso excepcional del señor Ollanta Humala, cuya fórmula económica resulta por demás trasnochada e inconsistente, la mayoría de candidatos son conscientes que existen determinados principios y reglas básicas en materia económica que deben ser respetadas independientemente del partido o movimiento político que alcance la victoria este año. Lo que nos preocupa es que en cuanto a las reformas del régimen político y del sistema de gobierno, es poco lo que los partidos nos ofrecen. A partir de julio de este año volveremos a tener un Congreso de la República atomizado, con un número de agrupaciones políticas muy por encima del recomendable, seguramente incapaz de generar consensos capaces de llevar adelante las reformas constitucionales que el país requiere. La presencia de 11 candidaturas presidenciales, muchas de ellas condenadas al olvido, son una muestra clara de la debilidad institucional de nuestro sistema político, un sistema en el cual cualquier aventurero puede lograr la inscripción de un partido o movimiento cuya vida y trascendencia en el tiempo están condenadas al día siguiente de cada elección perdida. Además de las reformas económicas, es necesario realizar reformas en el sistema de partidos, en el régimen político, y sin lugar a dudas, en el sistema electoral, solo así podremos evitar que personajes oscuros y otros que solo contribuyen a colorear la fauna de politicastros con los cuales contamos lleguen a inscribir una candidatura presidencial al frente de partidos fantasmas que únicamente existen en los registros del Jurado Nacional de Elecciones o en los de la Oficina Nacional de Procesos Electorales.


No es mi estilo el ofender gratuitamente a ningún peruano, pero una vez más en el Perú queda demostrado que en épocas electorales la temporada de circos se adelanta de julio a abril. En esta oportunidad, algunos partidos vuelven a confirmar esa regla, sino basta con echar un vistazo a los payasos de esta temporada circense: Juliana Reymer, José Ñique, Humberto Pinazo y Ricardo Noriega. Ojalá, por el bien de todos nosotros, de nuestro sistema político y nuestra frágil democracia, esta situación cambie.

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