jueves, 31 de octubre de 2013

ROSARIO PONCE Y EVA BRACAMONTE


Rosario y Eva fueron sentenciadas por el tribunal de la tele, nuestra audiencia a punta de insultos, abucheos y gritos las mandó a la hoguera, los bárbaros de nuestra sociedad ya se habían pronunciado: “una madre soltera libertina y una lesbiana medio machona no podían ser inocentes”, escuché decir a un grupo de deslenguadas señitos. Rosario (por reír) y Eva (por no llorar) cumplían con el perfil homicida, eran asesinas, y debían ser apedreadas por calles y plazas, ese fue el veredicto de una plebe sedienta de irracional venganza. Hasta vendieron muñecas con sus rostros para ser quemadas en año nuevo. Tercermundismo le llaman algunos, yo le llamo estupidez y salvajismo. ¿Y ahora, qué dirán estos desadaptados?
Durante todo este tiempo preferí no pronunciarme sobre ambos casos, por lo trágico y doloroso que debe ser perder a un hijo o a una madre. No quise ser parte del circo mediático, tampoco me sumé al bullicio de aquellos que se sienten felices llenando de sangre las primeras planas de los diarios o ventilando la miseria humana en televisión. Total, la mierda siempre vende, sino pregúntenle a Magaly Medina, a Laura Bozzo, o a los productores de los enlatados de estiércol que baten récords de sintonía en la programación nocturna del canal de las estrellas.
Pan y circo para las hordas
Quise decir algunas cosas cuando vi al dolido huérfano bailando los sábados por la noche ante miles de televidentes, ganado popularidad (lanzó su libro, recuerdan) mientras su única hermana estaba encerrada en una miserable cárcel peruana. Quise levantar la voz cuando vi al padre del fallecido lanzando su candidatura presidencial (así como lucho por mi hijo, lucharé por el Perú, dijo el outsider). No lo hice, sentía que hacerlo era seguirles el juego a los que lucran con el dolor ajeno, a los que buscan la muerte para elevar sus niveles de rating, a los que se aprovechan de la desgracia de un par de jovencitas para dar rienda suelta a sus más bajos instintos.

Vivimos en una sociedad enferma, llena de violencia y morbo, sólo eso explica la manera cómo los medios cubrieron ambos sucesos. Los periodistas, esos que creen que la libertad de expresión es un buen pretexto para acabar con la honra y la reputación de las personas, convirtieron a su profesión en el más vil de los oficios. Aunque para ser sinceros, debo confesar que me cuesta trabajo llamar oficio a esta práctica delictiva de conseguir pericias psicológicas (reservadas) y ventilarlas en televisión nacional; para que luego, psicólogos y psiquiatras mercenarios, a cambio de un poquito de publicidad, lancen diagnósticos clínicos sobre la personalidad de la presunta criminal a la que jamás habían visto en sus miserables vidas. ¿Acaso las patologías se diagnostican por televisión? En el Perú sí, y eso es lo más triste.
La receta infalible: sangre, drogas y sexo
Uno de esos miserables llegó a decir que Rosario era del tipo de chica al que le gusta vivir al límite. ¿Qué carajos se cree este tipo para querer embaucarnos de esa manera? ¿Qué importancia tenía esta opinión para efectos del esclarecimiento de un asesinato? Ninguna, pero al público le gusta el pan y el circo, y mejor si el circo tiene alto contenido sexual. Recuerden que a Rosario la acusaron de promiscua y marihuanera: “Segurito que su novio le descubrió alguna pendejada, y por eso ella lo mató”, afirmaban sin rubor los machotes en la combi, sí esos mismos que a la hora de la hora no tienen ningún problema en desfigurar el rostro de sus parejas propinándoles un brutal puñetazo.

Pero si el morbo que despertaba la pobre de Rosario era grande, el caso de Eva era mucho más suculento. Era un manjar que la prensa chicha engulliría de un solo bocado. Fíjense nomás: la chica es de clase alta, estudiante de la universidad más gay del Perú (así piensan algunos idiotas), peligrosamente linda, pero no le gustan los hombres y su ex pareja (la supuesta cómplice) otra chica buena onda, es una gringuita a la que le gusta jugar fútbol como a los varoncitos. Pero además, su hermano, el justiciero y principal incriminador, también es gay. Una historia de polendas para la tinta roja: “millonaria empresaria es asesinada, su hija lesbiana y su hijo gay son los principales sospechosos”. ¿Cuántos miles de soles podría vender esta historia? Y así ocurrió, durante más de tres años, y por capítulos, la prensa habló de la sexualidad y de las perversiones de los hijos de Myriam Fefer como si los gustos de alcoba de una persona fueran un asunto de interés público.

Dos enfermos: sociedad e instituciones
Ok, seamos comprensivos, la gente se puede dejar llevar por sus ímpetus y lubricaciones. La audiencia, idiota y tarada como algunos la califican, puede darse esos lujos. Total, que le puedes pedir al consumidor promedio de Esto es Guerra, o Combate (grandes éxitos de nuestra televisión). Pero, ¿qué pasa con las autoridades? ¿Cómo debían de actuar los jueces y los fiscales encargados de llevar estos casos? ¿Cómo calificar la labor de la policía? ¿Cumplieron con su deber?
Poder Judicial, Ministerio Público y Policía Nacional del Perú, se zurraron, literalmente, se guanaron en los derechos de estas jovencitas. ¿O cómo creen que las pericias, atestados, partes policiales, declaraciones llegaban a manos de la prensa? Claro, alguien los vendía, alguien de adentro traficaba esa información, alguien al que le importaba un carajo la reserva de esta investigación. Y así conocimos el estado de salud de ambas señoritas, todo gracias a la corrupción que hace ya mucho tiempo se apoderó de la institución policial ¿No es acaso eso una violación clara de la intimidad de ambas jóvenes? Claro que sí. ¿No es acaso eso la muestra más evidente de la corrupción de nuestras instituciones de justicia? Desde luego, pero al parecer en nuestro país periodistas y policías compran y venden la vida privada de las personas sin ningún remordimiento ético y con total impunidad.
La cobardía de nuestras autoridades
Pero si en el caso de Rosario no había pruebas que acreditasen su presunta responsabilidad, ¿por qué motivo la fiscal a cargo del caso lo mantuvo abierto por más de dos años? Ese es un gran misterio. A mí, se me ocurren dos hipótesis. La primera, que la fiscal se dejó atarantar por las bravuconadas mediáticas del candidato presidencial de apellido Castillo. La segunda, que este candidato presidencial hizo lo que muchos hacen para ganar terreno en nuestro Ministerio Público: gestión de intereses, le dicen los más cínicos.

¿Por qué Eva tuvo que sufrir cuatro años de encierro? ¿Por qué nuestro Poder Judicial ordenó su detención preventiva? Eso es algo que nadie que conozca un poco de derecho se logra explicar. ¿Alguien puede creer que esta jovencita se fugaría del país? Nadie con dos dedos de frente. ¿Cuál era la prueba que acreditaba su participación en el crimen? Ninguna. Hoy, luego de varios meses de investigación, careos, alegatos y diligencias, tres vocales supremos votaron por la absolución de Eva y cuatro pidieron la nulidad de su proceso por falta de pruebas. ¿Eso quiere decir que Eva tuvo que sufrir cuatro años de prisión por la felonía de nuestra justicia? Así es. Y no nos sorprendamos, porque este proceder es pan de cada día en nuestro país, pero a nadie parece importarle. En otras palabras, tenemos jueces cuyo sentido de la justicia responde a los humores de la opinión pública. Algo profundamente peligroso para cualquier democracia.
Una tribu llamada Perú

Y para terminar, quiero contarles que hace unos días estuve con unos amigos en una reunión, ellos volvieron a hablar del tema, yo les expliqué que el caso de Rosario se archivó en sede fiscal, y que el proceso de Eva fue declarado nulo. Pero, como la estupidez es grande, y no distingue sexos, escuché la siguiente frase: “Las dos serán absueltas porque tienen buenos abogados, no porque sean inocentes”, afirmaba una señorita. Me pregunto, ¿qué país de bárbaros es el Perú en donde la culpabilidad penal de una persona se presume y la inocencia debe ser probada? Espero no caer nunca en manos de nuestro sistema de justicia, ni mucho menos en las garras de nuestra teleaudiencia, porque si los encargados de juzgar mi caso son los mismos que gozan a diario con el romance de Guty Carrera y Melissa Loza, entonces estoy seguro que mi presunción de inocencia será mandada a la mierda entre los aplausos y gritos de la turba excitada.

miércoles, 30 de octubre de 2013

FERNANDO HENRIQUE CARDOSO EN LA PUCP


Tuve la oportunidad de participar en el acto académico en el cual se le otorgó la distinción de doctor honoris causa de la Pontificia Universidad Católica del Perú al doctor Fernando Henrique Cardoso, en reconocimiento a su significativo aporte a la reflexión social, política y económica sobre la realidad de América Latina.

¿Quién es Cardoso?

En palabras del maestro Sinesio López, Cardoso es el intelectual más destacado de Latinoamérica, y al mismo tiempo, uno de los más preclaros representantes de la élite brasileña tanto en el campo intelectual como en el político. Si uno revisa con atención la biografía del ex presidente, llegará a esa misma conclusión: Cardoso es uno de los pocos líderes globales que ha sabido conjugar la labor académica con la política, y en ambos campos ha logrado desempeñarse con gran solvencia y brillantez, tan es así que en 2009 fue elegido por la revista Foreign Policy como el 11º pensador universal más importante, por su valioso aporte y contribución al debate sobre la política antidrogas en el mundo.

Cardoso ha sido senador de la República (1983-1992), ministro de Relaciones Exteriores (1992) y ministro de Hacienda. Fue este último cargo el que terminó por catapultarlo a la presidencia de su país. Como se recuerda,  durante el mandato de Itamar Franco, Brasil atravesaba una de sus peores crisis económicas, con una elevada tasa inflacionaria que ponía en riesgo la estabilidad social y política del gigante de América del Sur.


El Plan Real y su camino a la presidencia

En ese escenario, Cardoso, junto a otros funcionarios, ideó el llamado Plan Real (conocido desde ese entonces como el Plan Cardoso), que era una estrategia económica para sustituir la moneda y contener la inflación. El plan tuvo un éxito rotundo, el país empezó a salir de la crisis, y la población identificó a Cardoso como el gran artífice de esta maniobra política y económica. Consciente de todo ello, y de la importancia que la figura de Cardoso había alcanzado en su país, el entonces presidente Franco respaldó su candidatura, apoyo que allanó el camino para que este alcanzara la presidencia del Brasil.

La reforma económica de Cardoso

Cardoso fue presidente de la República en dos periodos constitucionales consecutivos (algo inédito en la historia política brasileña) entre los años 1995-1999 y 1999-2002. En su primer gobierno, y ante la mirada atónita de quienes pensaban que sus afinidades ideológicas con la centro izquierda y la social democracia le impedirían adoptar medidas pragmáticas y de ajuste estructural en el campo económico, Cardoso inició una política económica liberal, impulsando la apertura económica, el tráfico comercial, la promoción de las inversiones, y la liberalización de determinados sectores hasta ese momento presas de la sobrerregulación, sentando así, las bases para la reactivación económica brasileña.

La reforma del Estado de Cardoso

Al mismo tiempo, Cardoso y sus ministros, apostaron por la construcción de una burocracia estatal profesionalizada y especializada capaz de competir en condiciones de igualdad con la élite privada y corporativa, tanto nacional como extranjera. Es cierto que el Brasil, como otros países de nuestro continente, presenta entidades y agencias públicas profundamente deficitarias e incompetentes, además de corruptas y serviles frente a los poderes fácticos. Sin embargo, y con las limitaciones propias de un país periférico, el Brasil, gracias a las reformas de estado impulsadas por Cardoso, cuenta hoy en día con la élite política y burocrática más importante de la región, algo que dota al Estado brasileño de un mayor grado de autonomía e independencia frente a la gran influencia que las corporaciones y multinacionales suelen ejercer sobre el aparato público de los estados, en comparación a lo que ocurre en otros países de América.


El éxito del programa político y económico de su primer gobierno, le permitió contar con el apoyo ciudadano en las urnas para el cambio de las reglas constitucionales, posibilitando, de ese modo, la reelección presidencial inmediata, para que así pudiera candidatear en las elecciones de 1998. El 4 de octubre de ese año, Cardoso volvería a competir frente a Luz Inácio Lula da Silva, a quién una vez más derrotaría en primera vuelta, tal y como había sucedido en el año 1994. A partir de ese momento, Cardoso se convirtió en una de las figuras más importantes de la política brasileña del siglo XX, al ser elegido dos veces consecutivas como presidente constitucional con la más alta votación registrada, algo que no había ocurrido nunca en la historia brasileña.

La dictadura brasileña y el exilio de Cardoso

Cardoso, como otros intelectuales de su país, también fue perseguido por la dictadura militar que gobernó el Brasil entre los años 1964-1985. En marzo de 1964, a pocos días del golpe de Estado contra el gobierno de Joao Goulart, Cardoso fue arrestado por las fuerzas de seguridad acusado de realizar actos subversivos. Luego de ser liberado, viajó y se exilió en Chile, país en el que desarrolló una fecunda actividad académica, logrando alcanzar renombre internacional como uno de los sociólogos políticos más importantes del continente, siempre identificado con el sector político progresista. Fueron justamente los años del exilio los que le permitieron dedicarse exclusivamente a la investigación, tomando contacto con otros importantes académicos, uno de ellos fue el reconocido sociólogo chileno Enzo Faletto, con quien escribió el libro más importante de toda su producción intelectual: “Dependencia y Desarrollo en América Latina, ensayo de interpretación sociológica”.

El libro más importante de Cardoso

Cuenta Sinesio López, que leyó por primera vez “Dependencia y Desarrollo en América Latina”, como parte del curso de Sociología Política que dictaba el maestro Julio Cotler en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, a fines de los sesenta. Yo lo leí en 2011, luego de escuchar a Sinesio decir en una clase de Teoría del Estado, que el libro más original y de mayor impacto en las Ciencias Sociales y en la política latinoamericana era justamente el libro de Cardoso. Luego de revisar esta obra, y de leer, a los que como Sinesio, han analizado con mayor minuciosidad el contenido de la misma, uno logra entender y valorar la importancia de este libro, que sigue siendo hasta nuestros días un referente fundamental para todos aquellos que se acercan al estudio de América Latina, convirtiéndose en un verdadero clásico de la política comparada de nuestro continente.


En síntesis, la reflexión teórica que Cardoso expone en el libro, señala que existe una dualidad política y económica entre el centro y la periferia, para sostener que la economía mundial (con impacto en la política) posee un diseño desigual, injusto y perjudicial para los países no desarrollados, a quienes se les ha asignado el rol de productores de materias primas (dependientes del mercado internacional), frente a los países centrales, que usan los recursos del mundo subdesarrollado para la producción industrial de productos con alto valor agregado, hecho que coloca a estos en una condición de ventaja que hegemoniza su posición en el escenario mundial y les otorga mayor poder político en el proceso de toma de decisiones.

Cardoso hoy

Actualmente, y luego de dejar la presidencia de su país, Cardoso retomó con vigor su vida académica, viajando y participando en los más importantes foros políticos y económicos organizados a nivel mundial. En el año 2004 fundó el Instituto Fernando Henrique Cardoso, elegido por la Universidad de Pensilvania como uno de los más importantes del hemisferio en el año de 2011. También forma parte de diversos consejos consultivos en importantes organismos internacionales, es miembro del Consejo de Presidentes y Primeros Ministros del Programa de las Américas del Centro Carter, el Círculo de Montevideo, el Club de Madrid, el club de Roma y la Clinton Global Initiative. Asimismo, fue incorporado como miembro 36º de la Academia de Letras Brasileña y es presidente honorífico del Partido de la Social Democracia Brasileña.


La compañera de Cardoso

Una mención especial merece Ruth Leite Cardoso, su esposa, fallecida a los 78 años víctima de una arritmia cardiaca. Ruth fue su compañera por casi toda una vida, durante su mandato fue la creadora del Programa Comunidad Solidaria, adscrito a la Red de Protección Social, el mismo que fue continuado por el presidente Lula da Silva como parte de su estrategia de Hambre Cero. Ruth, que siempre se rehusó a usar el título de Primera Dama, fue también una antropóloga destacada que se desempeñó como profesora en diversas universidades de América y Europa, que brilló con luz propia al lado del ex presidente.


Fernando Henrique Cardoso es un líder global, un intelectual público cuyas reflexiones en el plano político, económico y social han abordado temas diversos como el desarrollo en América Latina, el Estado, la política económica, las transiciones democráticas, los autoritarismos burocráticos, la lucha contra la pobreza, el populismo y la política antidrogas. Por su valioso aporte académico, su intachable trayectoria política, su compromiso con la defensa de las libertades y la lucha contra la pobreza y la desigualdad, Cardoso tiene bien merecido el título de doctor honoris causa de la Pucp y todos los que a lo largo de su vida ha ido recibiendo de manos de las más importantes y prestigiosas universidades del mundo. 

miércoles, 23 de octubre de 2013

EL HÉROE DISCRETO


No soy crítico literario, soy tan sólo un tipo que ama la literatura y que ha tenido la suerte de leer todas las novelas de Mario Vargas Llosa (MVLL). Sí, soy también un admirador de nuestro premio nobel, tengo en mi biblioteca casi todos sus libros (novelas, cuentos y ensayos) suelo leerlos y releerlos, pues siempre encuentro en ellos algo nuevo que aprender y placeres que disfrutar. Digo todo ello, antes de exponer algunas ideas sobre “El héroe discreto”, su última novela, opiniones que no son las de un especialista (repito), sino tan solo las de un lector para quien MVLL es el escritor más importante de nuestro país y una de las grandes plumas de la lengua española del siglo XX, un creador de talla universal que ha grabado su nombre en la memoria de todos los que hemos crecido intelectualmente gracias a su genio creativo y a su cultura.

Compré esta novela hace unas tres semanas, pero entre el trabajo, los estudios y los avatares de mi complicada vida, recién pude terminar de leerla hace unos días. Le pregunté a un buen amigo qué le había parecido esta nueva entrega vargasllosiana, la respuesta fue brutalmente sincera: “Mario conoce el oficio y sabe contar historias, pero nada más”, me dijo.

Con tristeza debo decirles que mi amigo tenía razón, quienes hemos disfrutado de la ficción de MVLL y de los mundos literarios que él creo con extraordinaria imaginación, debemos empezar a aceptar que el tiempo de sus grandes creaciones, la época de sus novelas totales como la “Conversación en la catedral” o “La guerra del fin del mundo”, ya quedó atrás. Inconscientemente deseo que su mayor y más grande novela esté por venir, su novela final, la que cierre el círculo y lo vuelva a mostrar como el genial deicida literario que él es, pero esa es la ilusión de un fanático, que poco a poco está aprendiendo a comprender que nuestro MVLL no volverá a escribir jamás una novela de este vuelo.



Luego de cincuenta años dedicados a este oficio de contar historias, construir personajes arquetípos, haciendo uso de técnicas vanguardistas que revolucionaron y modernizaron a la literatura latinoamericana haciéndola menos provinciana y local, estoy seguro que a MVLL no le ha resultado difícil escribir en tan corto tiempo una novela como esta en la que vuelven a la vida conocidos personajes como Don Rigoberto, Lucrecia, Fonchito, el sargento Lituma o Los Inconquistables, pero esta vez como actores de un Perú contemporáneo pujante y moderno, diferente al que sirvió de telón de fondo de sus anteriores novelas.

La novela se nos presenta en un formato ya conocido para los vargasllosistas: la estructura bipartita de dos planos narrativos que se alternan y superponen. Como se sabe, esta es una técnica que nuestro premio nobel tomó hace mucho de la obra de otro gigante de la literatura universal como William Faulkner (“Las palmeras salvajes”). Pero si en el caso del escritor norteamericano, como bien nos lo recuerda Javier Munguía, las dos historias jamás se tocan, en el mundo literario de MVLL ambas líneas narrativas suelen converger generando una atmósfera en la que el lector cree estar frente a personajes que viven en un mismo universo, ejemplo de ello son anteriores obras como: “El sueño del celta”, “El paraíso en la otra esquina”, “La tía Julia y el escribidor”, “Historia de Mayta”, así como también sus memorias, “El pez en el agua”.



La novela se inicia con el caso de Felícito Yanaqué, un hombre de origen humilde, hijo de un cholo piurano analfabeto, que luego de mucho esfuerzo logra ser el dueño de la empresa Transportes Narihualá, un hombre que tiene como única herencia paterna la siguiente frase: “No dejes nunca que nadie te pisoteé, hijo”. Pero la vida del laborioso Felícito cambiará abruptamente luego de que un grupo de delincuentes le envíe un anónimo exigiéndole el pago de un cupo mensual a cambio de no sufrir ningún atentado contra su persona.

El otro plano narrativo lo protagoniza Don Rigoberto, otro viejo personaje vargasllosiano, que luego de muchos años de trabajo como gerente general de una empresa de seguros, pedirá su jubilación para dedicarse de lleno a su familia y a sus pasatiempos artísticos, y poder viajar a Europa con Lucrecia y Fonchito, para cumplir así el sueño postergado de toda su vida: recorrer en familia los museos y galerías más importantes del viejo mundo. ¿Cuánto tiempo le había tomado a Don Rigoberto planear con tanto detalle este viaje?



Pero, ¿qué hará Felícito? ¿Cederá ante este chantaje y pagará el cupo? Jamás un hombre honesto y de férreas convicciones como él tranzaría con los criminales, nunca traicionaría la memoria de su padre, así ponga en peligro su vida o la de la persona a quien él más ama: Mabelita, su amor, la mujer de su vida, con quien tiene una relación furtiva por más de 8 años, la única capaz de hacerlo llorar de felicidad. Para ello, Felícito recurrirá a la policía en busca de ayuda, es allí donde aparece el sargento Lituma, el personaje con más presencias en la ficción vargasllosiana, él junto al  capitán Silva, tendrán la misión de dar con la identidad de los criminales e irán a la caza del autor intelectual de esta artimaña.  Cuánto sufrirá  Felícito cuando Lituma le revele que quienes estuvieron detrás del chantaje fueron Miguel (su supuesto hijo mayor) y la propia Mabelita, quienes además de ser cómplices del ardid eran también amantes.

Del otro lado de la ficción, todos los planes de Don Rigoberto corren el riesgo de estropearse gracias al pedido de Ismael Carrera, su amigo y jefe, quien a la edad de 80 y pico años le solicita a este que sea testigo de su matrimonio con Armida, su sirvienta, como parte de una venganza que ha ido maquinando en contra de sus dos hijos Miki y Escobita, que desearon su muerte antes de tiempo para quedarse con su millonaria herencia, y que luego de enterarse de la noticia, correrán a la casa del tío Rigoberto para hacerle saber que moverán cielo y tierra para anular ese matrimonio e impedir que esa chola les arrebate lo que por derecho consideran suyo. Ismael Carrera era su amigo, Don Rigoberto no le podía decir que no, pero, ¿acaso este acto de lealtad fraterna terminará truncando los más anhelados sueños de este héroe discreto? ¿Podrá un Don Rigoberto ya maduro hacerle frente a esta andanada de problemas y salir finalmente airoso?

Estas son las dos historias que de manera ágil y sencilla se superponen, un sello vargasllosiano que dota de naturalidad a la narración, recurriendo a técnicas trabajadas en anteriores novelas, como el uso de diálogos que recrean experiencias pasadas y futuras rompiendo las barreras del espacio y tiempo, con charlas y conversaciones que se narran a través de fragmentos alternados. ¿Es el uso de estas técnicas la huella más visible del genio vargasllosiano en esta novela? Yo diría que sí, creo que si esta novela hubiese sido escrita por cualquier otro narrador, de inmediato la crítica hubiese señalado que la novela estaba marcada por la influencia que el premio nobel peruano ha tenido en la formación de los literatos de nuestro tiempo.



Hace unos días, una amiga me preguntó si yo recomendaría leer esta obra. ¿Quién soy yo para decirle a la gente qué obras de MVLL debe leer o no? Le respondí. Sin embargo, lo que sí puedo señalar es que MVLL es un autor imprescindible en la formación literaria de las nuevas generaciones de escritores, uno no puede decir que conoce de literatura sino ha leído las obras de nuestro premio nobel. Para entender la literatura latinoamericana del siglo XX uno está en la obligación de leer las novelas, ensayos y artículos de MVLL.


“El héroe discreto”, es una novela bien narrada, por ratos es risueña y jocosa, pero al mismo tiempo es bastante discreta y superficial. Las historias que cuenta son increíblemente predecibles, lugares comunes que no entusiasman a un vargasllosista esforzado, un título que los lectores olvidarán con rapidez, pero estoy seguro que MVLL sabe eso, y sabe también que su prolífica trayectoria le permite tomarse este tipo de licencias. Es una obra ideal para un viaje en avión, para un día en el campo, para leer en el bus, pero nada más. Si el autor de la novela no fuese MVLL estoy seguro que este libro no formaría parte de ese diminuto espacio de civilización que es mi pequeña biblioteca. 

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jueves, 17 de octubre de 2013

EL TRANSFUGUISMO EN EL PERÚ


En el año 2000, luego de la fraudulenta e inconstitucional reelección de Alberto Fujimori, el fujimorismo se vio debilitado por la pérdida de la mayoría parlamentaria en el Congreso. Ante esa situación, el ex dictador y su asesor Vladimiro Montesinos, diseñaron el “Plan Reclutamiento”, que consistió en obtener una mayoría post electoral a toda costa, violando incluso el principio de soberanía popular expresado en las urnas si era necesario. ¿Qué hizo Alberto Fujimori para consolidar esta “nueva mayoría” parlamentaria?

Todos lo sabemos, aunque muchos hoy en día prefieren olvidarse del asunto. Alberto Fujimori se apropió y usó dinero público para comprar el apoyo de los congresistas de otras bancadas. En algunos casos, logró que los congresistas abandonaran sus grupos parlamentarios y se integraran al fujimorismo (tránsfugas). En otros, logró que los parlamentarios, sin abandonar formalmente sus bancadas, votasen a favor de sus iniciativas (topos).

Alberto Fujimori fue el padre de los tránsfugas

Así se gestó el transfuguismo en el Perú, convirtiéndose luego en una práctica normal en la política de nuestro país. Cabe recordar que esta ilegal práctica sólo pudo ser conocida luego del escándalo desatado por la difusión del video Kouri-Montesinos (el parlamentario de “oposición” recibía 15 mil dólares de manos del asesor presidencial a cambio de su lealtad incondicional). Como podemos darnos cuenta, el fujimorismo reclamó con éxito la paternidad histórica de este infame proceder, pero eso no quiere decir que luego de la caída de la autocracia fujimorista, los gobiernos democráticos que la sucedieron hayan sido capaces de resolver este problema que socava los cimientos de nuestro sistema político.



El transfuguismo como práctica normal en el Perú

Incluso, me animaría a decir que el transfuguismo (post Fujimori) como práctica política ha terminado por institucionalizarse en nuestra patria. Digo ello porque como se recuerda, entre los años 2001 y 2006 el partido de gobierno Perú Posible también sufrió una fuerte oleada de transfuguismo. Luego, a partir del año 2006, y tras la ruptura con Ollanta Humala, el partido Unión por el Perú vio partir de sus filas a un importante contingente de congresistas. Finalmente, en este año, varios parlamentarios de la Alianza por el Gran Cambio y Perú Posible (otra vez), decidieron mudarse de tienda política, hecho que ha reabierto el debate sobre esta materia). Pero, ¿es posible regular el transfuguismo en el Perú? Antes de responder esta pregunta, creemos necesario dejar en claro algunos conceptos.

¿A quiénes llamamos tránsfugas?

El transfuguismo, en su vertiente más restringida, hace alusión a aquella forma de comportamiento político en la que un parlamentario, caracterizado como un representante democrático y popularmente elegido, abandona la agrupación política en la que se encontraba para pasar a engrosar las filas de otras. Esto hace que el tránsfuga sea visto como un traidor, una persona que luego de aprovechar la organización y los recursos económicos de la agrupación que lo presentó ante los electores, viola tanto la fidelidad del partido como la de los votantes que creyeron en él, situación que como ya lo hemos advertido, perjudica gravemente a nuestro sistema político.


¿Por qué es tan perjudicial el transfuguismo para nuestro sistema político?

Porque el elector se siente defraudado y estafado por la persona que ofreció defender el programa institucional del partido político por el que votó, y porque más allá del repudio moral o ético, el elector no tiene ninguna posibilidad real de reclamar o revertir el engaño sufrido, por ejemplo, cuando la coalición partidaria por la que sufragó (Partido Nacionalista y Unión por el Perú en 2006 ó Alianza por el Gran Cambio en 2011) se quiebra meses después del proceso electoral. Esta situación, le resta credibilidad al sistema político en su conjunto, pues mina la confianza de los ciudadanos en las instituciones políticas claves de la democracia representativa: los partidos políticos.

¿Todo el que abandona al partido político por el que fue electo es un tránsfuga?

No, yo creo que no. Cierto es que la práctica fujimorista de comprar conciencias con el dinero de todos los peruanos para lograr que los congresistas de oposición se plieguen a sus filas constituye un comportamiento inmoral y delictivo, pero no todos los casos tienen estas características. ¿Qué ocurre cuando un partido gana una elección con un discurso de izquierda pero luego gobierna con un programa de derecha? Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, por si acaso. ¿Acaso los parlamentarios izquierdistas no tienen el derecho de defender la promesa electoral por la que fueron votados abandonando al partido que traicionó la confianza de sus electores? Yo creo que sí.

Como podemos observar, no en todos los casos quien abandona al partido político por el que fue electo puede ser considerado un tránsfuga, al menos no bajo la connotación peyorativa que solemos asignarle a este término. O más aún, ¿cómo categorizamos los casos en donde el parlamentario se encuentra ante verdaderos dilemas morales como el aborto, la pena de muerte, la eutanasia o el matrimonio entre personas del mismo sexo? ¿Podemos llamar tránsfuga encubierto a quien decide votar en contra de la posición mayoritaria que su bancada tiene frente a estos temas? Yo creo que no.


Pero volvamos a la pregunta, ¿es posible regular el transfuguismo en el Perú? ¿Podrá una ley acabar con esta práctica, prohibiéndola o sancionándola con la pérdida del escaño? Sobre este punto, creo que la interrogante que buscamos absolver merece una respuesta jurídica y política, al mismo tiempo.

El transfuguismo en el terreno jurídico

En el terreno jurídico, debemos empezar por responder lo siguiente, ¿a quién le pertenece el escaño parlamentario? ¿Quién es el titular de la curul congresal? ¿El titular es el partido político o el parlamentario que resulta electo? Si el titular es el partido político, si el escaño le pertenece a la agrupación política entonces resulta lógico que quien abandone las filas de su partido pierda su curul y sea reemplazado por un accesitario. En cambio, si el titular es el parlamentario “a título individual” entonces el tránsfuga conserva su escaño y el partido pierde a un miembro de su bancada.

Al parecer, es la segunda tesis la que ha terminado por imponerse en países como España, en donde el Tribunal Constitucional (sentencias 5/83 y 10/83) ha señalado que un individuo, una vez electo, es dueño de su escaño, y por tanto, puede marcharse libremente a otro partido político, hecho que sin lugar a dudas niega el papel central de los partidos políticos en el proceso de formación de la voluntad popular. Es una lástima que en el Perú nuestro Tribunal Constitucional no haya tenido la oportunidad de pronunciarse sobre este tema, pues eso nos ayudaría a tener mayor claridad en el análisis.


El transfuguismo en el terreno político

En el terreno político, la situación es mucho más compleja, pues como bien lo ha señalado Steven Levitsky en un artículo titulado Simpatía por el Tránsfuga, no creo que una legislación sobre el transfuguismo funcione, pues lo que en realidad se pretendería legislar es la existencia de partidos sólidos. Una ley antitránsfuga, afirma el profesor de Harvard, funcionaría como la prohibición del divorcio.  Habría lealtades artificiales y transfuguismo encubierto: congresistas sentándose formalmente con sus bancadas originales mientras en realidad andan con otras.  No cambiarían de bancada pero sí de discurso y voto (topos). 

Es importante la opinión de Levitsky para esta reflexión pues nos recuerda que todos los políticos son ambiciosos (no sólo los peruanos), en el sentido de que buscan ganar elecciones y mantenerse en el poder. La pregunta es entonces, ¿qué hacen los políticos para conseguir ese objetivo? En países con partidos políticos sólidos como Estados Unidos, Suecia o Canadá, los políticos deciden permanecer en las filas de sus partidos pues saben que la marca partidaria tiene un valor que se mantendrá en el tiempo. La lógica es muy sencilla: si mi partido seguirá siendo una locomotora electoral entonces yo tengo incentivos para permanecer en él y no convertirme en un tránsfuga, pues será mí partido quien me haga ganar una elección.

Esto no ocurre en nuestro país, porque los partidos políticos tienen una vida muy efímera, la mayoría de ellos se construyen sobre la base de liderazgos caudillistas y camarillas que desaparecen cuando el entusiasmo por “el candidato novedoso” decae. En ese escenario, el transfuguismo se convierte en una estrategia racional para sobrevivir políticamente, ya que si para ser electos o reelectos los políticos peruanos necesitan una locomotora, una lista encabezada por un candidato viable; entonces, cuando esa locomotora deja de ser viable, los políticos no tienen otra salida que no sea convertirse en tránsfugas. En otras palabras, si en los Estados Unidos los políticos tienen incentivos para ser “leales” con sus partidos, en nuestro país los políticos están obligados (si quieren sobrevivir) a ser “tránsfugas”.


Los parlamentarios no son los únicos tránsfugas

Al parecer, los analistas y líderes de opinión suelen encontrar en el Parlamento a lo más vil y deleznable de la política nacional, pero en este caso, como en tantos otros, la realidad nos demuestra que los problemas políticos sobrepasan los muros del Congreso de la República, pues el transfuguismo es una práctica perniciosa que está presente en todos los espacios y niveles de nuestro sistema de representación. Por ejemplo, en la actualidad 31 de los 43 alcaldes distritales en Lima, han militado en por lo menos dos partidos, y casi la mitad lo ha hecho en tres o más partidos. Esto confirma lo expuesto en líneas anteriores, los políticos en el Perú son leales al partido político o al líder que los convoca siempre que tengan la certeza de que esa lealtad servirá para impulsar su propia candidatura, cuando ello ya no es así, el transfuguismo se convierte en una opción real para subsistir en la jungla de la política peruana.

El verdadero problema son los partidos políticos


No es el transfuguismo lo que debemos combatir, una ley no puede asegurar la lealtad o fidelidad de un militante, así como la prohibición del divorcio no puede evitar el quiebre amoroso de una pareja, ya que los esposos pueden permanecer legalmente casados pero eso no quiere decir que tengan una vida común. El problema de fondo está dado por la inexistencia de partidos. En un país en donde los partidos no son otra cosa que “denominaciones registrales” que hacen posible el arribismo electoral de algunos egos personales y, cuya vida útil no supera el promedio de 5 o 10 años, es lógico que si un político quiere hacer “carrera política” busque necesariamente al partido que en cada elección le brinde la posibilidad de acceder o mantenerse en un cargo. Eso ocurre acá y en cualquier lugar del mundo, así que evitemos caer en pesimismos tontos, y empecemos a reflexionar seriamente sobre este asunto. Porque la pregunta del millón que debemos resolver es: ¿Cómo construir un sistema de partidos en el Perú?

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viernes, 11 de octubre de 2013

EL AMPARO DE ALAN GARCÍA PÉREZ



Algunos ya lo habíamos señalado públicamente, cualquier juez conocedor de Derecho Constitucional y estudioso de algunos fallos de nuestro Tribunal Constitucional (Tribunal) y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte), hubiera declarado fundada la demanda de Amparo interpuesta por AGP contra el Parlamento. Y así ocurrió. A continuación, explicaremos brevemente nuestra posición en este caso. Antes de ello, una necesaria aclaración, no soy aprista, jamás votaré por AGP, para mí el ex Presidente es uno de los políticos más pícaros de nuestra historia, y espero que jamás vuelva a Palacio de Gobierno, pues no me gustaría ver a Alí Babá sentado en el sillón de Pizarro en el 2016. Pero las cosas como son.

Los congresistas se creen intocables

El poder del Estado emana del pueblo. Quienes lo ejercen lo hacen con las limitaciones y responsabilidades que la Constitución y las leyes establecen. Esta tesis que es conocida por cualquier estudiante de derecho del primer ciclo de estudios, ha resultado ser una “verdadera novedad” para el actual Presidente del Congreso, quien al referirse sobre este caso señaló que: “el juez que ha declarado fundada la demanda de Amparo a favor de AGP ha cometido prevaricato pues el Poder Judicial no puede entrometerse en las investigaciones llevadas a cabo por el Parlamento”. Veamos si esta ocurrencia verbal tiene algún sustento.

El Presidente del Congreso y sus asesores no saben nada de Derecho Constitucional

Sostengo ello pues el más lego de los abogados sabe que no existe acto de poder público que esté exento de control jurisdiccional cuando éste ha sido emitido violando la Constitución, o como sucedió en este caso, vulnerando el derecho al debido proceso del ex Presidente. Al señor Presidente del Congreso, a sus partidarios, al Presidente de la Megacomisión y a los rivales políticos de AGP (los mismos que celebraron felices el Amparo a favor de Javier Diez Canseco en un caso similar a este), debo recordarles que la Corte en el caso Tribunal Constitucional vs. Perú (31ENE2001), señaló que las garantías mínimas del debido proceso deben observarse no sólo en sede judicial, sino también en la administrativa sancionatoria, corporativa y parlamentaria.



Asimismo, debo recordarles que la propia Corte en el caso López Mendoza vs. Venezuela (01SET2011), señaló que todos los órganos (incluido el Parlamento) que ejerzan funciones de naturaleza materialmente jurisdiccional (como lo ha hecho la Megacomisión), deben adoptar decisiones justas basadas en el respeto pleno del debido proceso. Por tanto, ¿es legítimo que cuando el Congreso, en el marco de una investigación, viole el debido proceso de un ciudadano (así se llame AGP) el Poder Judicial declare fundada una demanda de Amparo anulando esta investigación? Por supuesto que sí, y esto ha sido justamente lo que ha pasado en este caso.

El Congreso puede investigar pero no puede violar los derechos de los investigados

Sobre este punto, nuestro Tribunal en la Sentencia Nº 156-2012-PHC/TC (12AGO2012) ha señalado que el debido proceso debe ser respetado en los procedimientos de antejuicio y de juicio político, pero también en las actuaciones de las Comisiones Investigadoras o de las Comisiones Ordinarias que reciban el encargo expreso del Congreso y merece una tutela reforzada, en tanto que el Parlamento decide por mayoría y actúa bajo criterios basados en la oportunidad y conveniencia, y no en atención a principios técnico-jurídicos, de allí la importancia de respetarles el debido proceso a los investigados, pues de no ser así, éstos podrían ser presa fácil de la arbitrariedad y de la venganza política de sus adversarios.

A AGP le violaron su derecho al debido proceso

Sostenemos ello pues de los documentos oficiales reproducidos en la sentencia, se puede afirmar que a AGP se lo consideró investigado debido a que fue Presidente de la República, razón por la que la Megacomisión determinó necesario interrogarlo por los procedimientos y actos que ordenó, permitió u omitió como Jefe de Estado, vinculados a casos como Bussines Track, Sedapal, Indultos y Conmutaciones de pena, Patrimonio Personal, y otros.

Ahora bien, nadie puede negar que el Congreso tiene facultades para investigar temas de interés público, pero eso no quiere decir que cualquiera persona pueda ser investigada por el sólo hecho de haber sido Presidente de la República. Para que ello proceda es necesario que el órgano encargado de llevar adelante la investigación señalé con claridad y detalle los supuestos delitos cometidos, las circunstancias en las que estos delitos se perpetraron y cómo estos se relacionan con la persona sometida a investigación, algo que en este caso no se hizo.



A AGP lo interrogaron sobre todo y nada a la vez

Eso quiere decir que no basta que una persona haya sido funcionario público para que se abra una investigación parlamentaria en su contra. Por eso es imprescindible que se señale expresamente las acciones u omisiones cometidas por el investigado y que éstas calcen dentro de un tipo penal o infracción constitucional que amerite una investigación de este tipo. Pues lo contrario podría implicar que se inicien procesos parlamentarios sin ninguna razón y sólo con la finalidad de perjudicar a un rival político, lo que indudablemente no es el fin de las comisiones investigadoras ni mucho menos de esta Megacomisión, como bien se señaló en la sentencia.

La citación para el interrogatorio de AGP estuvo plagada de generalidades, nunca se supo a ciencia cierta cuáles era los actos por los que el ex Presidente sería interrogado, decir “lo interrogaremos sobre los indultos concedidos (cuáles), sobre los decretos supremos fimados (cuáles), sobre las obras de Sedapal (cuáles), sobre su patrimonio (cuál), no puede significar el cumplimiento de este deber de comunicar detalladamente al investigado los hechos ilícitos que se le atribuyen.

Si AGP no sabía por qué lo estaban investigando tampoco pudo preparar una defensa adecuada

Al no haberse precisado los cargos por los que se lo estaba investigando, es lógico afirmar que AGP vio recortado severamente su derecha de defensa. Debemos recordar que el derecho de defensa no supone únicamente contar con una defensa técnica, sino tener la posibilidad real de preparar una defensa adecuada, y para ello es necesario saber por qué delitos, faltas o infracciones se lo estaba investigando, para así poder desvirtuar todos y cada uno de los cargos imputados.

Algunos defensores del trabajo de la Megacomisión (amigos míos muchos de ellos), dicen que a AGP no se le violó su derecho de defensa porque él estaba siendo interrogado en calidad de investigado y no de acusado (pura leguleyada). A todos ellos, y con el mayor de los respetos, debo recordarles que la propia Corte en el caso Barreto Leiva vs. Venezuela (17NOV2009) afirmó que el derecho de defensa surge desde el momento en que se ordena investigar a una persona. Sobre todo en procesos en los que la presión mediática y política hace muchas veces que la persona pase de investigado a  acusado en un abrir y cerrar de ojos, o que, como ocurrió en este caso, los medios difundan un pre informe “filtrado” en donde se acusa a AGP de cargos que él nunca conoció y sobre los cuales nunca pudo defenderse. ¿Eso no es acaso la violación más clara del derecho de defensa? Claro que sí.




A AGP lo investigaron pero no le permitieron tener acceso completo al expediente

En el colmo de la irresponsabilidad, la Megacomisión le informó a AGP que los documentos de la investigación, los hallazgos, las manifestaciones y demás documentos tenían carácter reservado, y que esta reserva se mantenía hasta la presentación del Informe Final ante el Congreso.

Como bien lo apunta el juez en la sentencia, el hecho que la investigación sea reservada para terceros no quiere decir que el investigado no pueda conocer de lo actuado en el procedimiento. La reserva opera para los terceros ajenos al procedimiento, pero no para quienes están involucrados directamente en este (acusados/investigados). En otras palabras, es necesario buscar un equilibrio entre los fines de la investigación y el derecho de defensa del investigado. Ello porque el investigado (en este caso AGP) antes de prestar declaración, debía conocer con claridad y mediante comunicación oficial cuáles eran los hechos que se le imputaba, y no sólo deducirlos de la información pública o de las preguntas que se le formularan. Por todo ello, no faltamos a la verdad cuando decimos que a AGP le violaron flagrantemente su derecho defensa.

Las filtraciones y la pataleta de la izquierda

La Megacomisión permitió que información reservada se filtre a la prensa, situación que le resta rigurosidad a la investigación, hecho que sin lugar a dudas, pone en tela de juicio la imparcialidad y objetividad con las que se llevó adelante este procedimiento. Esto es muy grave, y así lo apunta el juez en la sentencia, porque al parecer los congresistas olvidan que cuando uno forma parte de una comisión investigadora la apariencia de imparcialidad debe ser muy alta, real y efectiva, sobre todo cuando quien es investigado es un conocido rival político del partido del que forma parte el presidente de la comisión que lo investiga.



Finalmente, y como para demostrar que en el Perú a buena parte de la izquierda nunca le ha interesado la defensa de la institucionalidad y los derechos fundamentales de las personas, debo decir que me apena profundamente que esa misma izquierda que celebró el Amparo que este mismo juez (Hugo Rodolfo Velásquez Zavaleta) emitió en el caso del ex congresista Javier Diez Canseco (¿cuánta falta nos haces Javier?) lance ahora toda su artillería mediática en contra de este funcionario tildándolo de incapaz, entrometido y hasta corrupto por amparar la petición de AGP.


Esa izquierda debe saber, que nadie, y eso está claro en la sentencia, se opone a que AGP sea investigado, lo que se quiere es que este procedimiento sea llevado a cabo con seriedad y rigor, respetando el derecho al debido proceso de todos los involucrados, pues los derechos fundamentales son garantías no sólo de políticos o dirigentes de izquierda, sino de todos los ciudadanos, incluyendo al ciudadano AGP. Esa es la gran diferencia entre los auténticos demócratas que hacen justicia con la Constitución en la mano y los autócratas que avasallan a las instituciones y usan el fuero parlamentario como un instrumento de venganza política. 

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