Por estos días me encuentro seleccionando el material de
lecturas que formarán parte de la cátedra de Ciencia Política que este ciclo
dictaré en la Facultad de Derecho de la Universidad San Martín de Porres. Debo
confesar que esta es una de las tareas más estimulantes que tengo como
profesor. Elegir los textos que mis alumnos deberán leer y estudiar durante el
semestre es una tremenda responsabilidad. Casualmente estaba pensando cómo
estructurar el contenido y alcances de la clase que le dedicaré a la
“Constitución” cuando recordé que un día como hoy (12 de julio) hace 38 años se
promulgó la Constitución de 1979, conocida también como la Constitución de Haya
de la Torre.
Al respecto, cabría recordar que el 04OCT1977 la
dictadura militar encabezada por Francisco Morales Bermúdez, promulgó el
Decreto Ley N° 21949, mediante el cual convocaba a elecciones para conformar
una Asamblea Constituyente, compuesta por 100 miembros, cuyo objetivo era elaborar
una nueva Constitución que sirviese para institucionalizar las transformaciones
estructurales llevadas a cabo por el Gobierno Revolucionario de las Fuerzas
Armadas (así lo estipulaba el Decreto referido).
La contienda electoral se llevó a cabo el 18JUL1978, en
ella participaron todas las fuerzas políticas: El Partido Aprista Peruano, el
Partido Popular Cristiano, el Partido Demócrata Cristiano y diversos
movimientos de izquierda como la Unidad Democrática Popular, el Frente Nacional
de Trabajadores y Campesinos, el Partido Comunista Peruano, el Partido
Socialista Revolucionario y el Frente Obrero Campesino Estudiantil Popular. El
único que no participó en este proceso fue el partido de Fernando Belaunde
Terry, Acción Popular, que curiosamente se convertiría en el primer presidente
en gobernar el Perú bajo la Constitución de 1979.
La jornada electoral arrojó dos importantes resultados.
Primero, la victoria contundente del Partido Aprista Peruano que obtuvo
1.241.174 votos (de un universo de un poco más de 4 millones), lo que le
permitió contar con 37 curules y asumir la presidencia de la Asamblea
Constituyente de la mano de su líder histórico Víctor Raúl Haya de la Torre, al
haber alcanzado la máxima votación preferencial (más de un millón de votos). Segundo,
la alta votación obtenida por los grupos de izquierda quienes de manera
colectiva recibieron el respaldo de más de 1 millón de electores, es decir,
sumaron más votos que la derecha representada por el Partido Popular Cristiano
(835.294 votos).
Pero si los resultados electorales generaron inquietud en
los cuarteles, ya que tanto el Partido Aprista Peruano como la izquierda se
habían convertido en blanco de persecución y ataque por parte de la dictadura
militar (primero con Velasco Alvarado, y luego con Morales Bermúdez), mayor fue
la sorpresa cuando Víctor Raúl Haya de la Torre, en el discurso inaugural de
instalación de la Asamblea Constituyente (28JUL1978), lanzó una crítica
furibunda al Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas señalado lo siguiente:
“El
pueblo, al votar el 18 de junio, hizo una auténtica revolución: recuperar el
ejercicio de una soberanía que le fuera negada hace diez años. Por ello,
solamente si la Asamblea es autónoma, soberana y libre podrá cumplir el claro
mandato renovador con el que la ha investido el pueblo. La Asamblea
Constituyente no admite condicionamientos, limitaciones ni parámetros; ningún
mandato extraño a su seno puede recortar sus potestades; no reconoce poderes
por encima de ella misma».

Con esa reflexión, que mereció el aplauso y arrancó las
lágrimas de los hombres y mujeres del Perú cuya voz había sido silenciada por
una larga década, el líder histórico del Partido Aprista Peruano escribía una
de las páginas más importantes de la política nacional. Haya, el “viejo maestro
del aprismo”, iniciaba el camino de la transición democrática, la misma que
culminaría con la promulgación de una Constitución vanguardista y moderna para
su época, que no sólo sentaría las bases para la construcción de una sociedad
democrática y plural sino que también se convertiría en modelo para la región y
los países del tercer mundo.
Hoy, luego de transcurridas casi cuatro décadas desde
aquel 12JUL1978, es justo reconocer el conjunto de reformas e instituciones que
la Constitución de 1979 acogió en su seno para sentar los cimientos del Estado
Constitucional y Democrático en el Perú. La Constitución de Haya de la Torre
creó por primera vez instituciones como el Tribunal Constitucional, el
Ministerio Público y la Defensoría del Pueblo. Además, tuvo una marcada
tendencia descentralista destacando la importancia de los gobiernos regionales y
locales, así como también una apuesta por el reconocimiento y garantía a nivel
nacional e internacional de los derechos fundamentales del hombre. Asimismo,
diseñó un Parlamento bicameral, reconoció a los partidos políticos, prohibió la
reelección presidencial inmediata, restringió la aplicación de la pena de
muerte y, finalmente, reconoció el derecho de sufragio de los analfabetos,
entre muchas otras medidas democratizadoras.
Ahora bien, algunas voces críticas señalan que el
capítulo económico fue una de las grandes fallas de esta Constitución, puesto
que limitó la iniciativa privada, favoreció el intervencionismo estatal y
planificación centralizada. En lo personal, no creo que la Constitución de 1979
sea la responsable del descalabro económico de los años ochenta. Sin embargo,
es cierto que las constituciones deben ser reformadas con la finalidad de
ponerlas a tono con los nuevos tiempos. No obstante ello, resulta ilógico que
uno de los argumentos para justificar el golpe de estado de 1992, perpetrado por
Alberto Fujimori, haya sido justamente culpar a la Constitución de 1979 del
desastre ocasionado por los gobiernos populistas que lo antecedieron.
Finalmente, y volviendo a la historia de la Constitución
de Haya de la Torre, vale recordar que el “viejo maestro del aprismo”, ya muy
enfermo, en su lecho de muerte, la firmó para que entrara en vigencia el
28JUL1980. Lo que pasó después es historia conocida: el fujimorismo aprobó una
nueva Constitución en 1993 para legitimar la ruptura constitucional, adoptando
reglas destinadas a favorecer al gobierno y a su permanencia en el poder.
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