martes, 20 de agosto de 2013

LA NARCOPOLÍTICA EN EL PERÚ






La detención de la ex Congresista de la República, Nancy Obregón (Partido Nacionalista), quien actualmente se encuentra investigada por supuestos nexos con el narcotráfico (nexos que con el correr de los días parecen tornarse más evidentes), ha vuelto a poner en discusión un tema que durante años ha sido ignorado por los medios de comunicación y por nuestra clase política, nos referimos a la relación entre las redes del narcotráfico y la política.

¿Por qué fingimos sorpresa?

Como todos sabemos, las redes del narcotráfico han logrado penetrar en diversos espacios de nuestra sociedad, y claro, la política no ha sido la excepción a esta regla. El poder del narcotráfico, basado en las grandes sumas de dinero que este ilegal negocio genera, le permite copar instituciones, comprar conciencias y poner al servicio de sus intereses a autoridades nacionales, regionales y locales. En otras palabras, el narcotráfico ha logrado corroborar en nuestro país (como en tantos otros) esa triste frase que dice que “todos los hombres tienen un precio”.

Esta difícil situación ya había sido advertida por diversos especialistas (Jaime Antezana es uno de ellos), sin embargo, el Estado y sus representantes han hecho poco o nada por dar solución a este problema. El narcotráfico, así como la corrupción, sólo podrán ser combatidos eficazmente cuando desde el Estado se asuma la decisión política de hacerles frente, y para ello, se requiere de liderazgo y unidad entre todos los actores políticos. Un liderazgo que hoy en día no existe, y que a su vez, obliga al Gobierno de turno a marchar sólo en este esfuerzo, porque claro ¿qué partido político o movimiento social se sumará a esta lucha si desde el Gobierno no se dan señales claras en este terreno?

Buscan un chivo expiatorio

La penetración del narcotráfico en la política nacional no se inicia con Nancy Obregón, sostener ello es, además de una gran mentira, la estrategia de quienes no dejarán pasar una oportunidad para criticar al partido de Gobierno. Pero es cierto que los partidos políticos son los grandes responsables en este tema, quiénes sino ellos tienen el deber de investigar el pasado y la hoja de vida de las personas a las cuales presentarán como candidatos ante la ciudadanía.

Por tanto, decir, como lo han hecho algunos miembros del partido de Gobierno, que ellos no son responsables de nada en el caso de Nancy Obregón, ya que ninguna agrupación cuenta con la capacidad necesaria para investigar a fondo a los candidatos al Parlamento, es la prueba más patente de la irresponsabilidad y el cinismo de nuestra clase política. ¿O es que acaso nadie pudo imaginar que una “dirigente cocalera” como Nancy Obregón “podría” tener nexos con el narcotráfico, cuando 9 de cada 10 hojas de coca van a parar al negocio de la droga?

Cuando los medios desinforman

Pero no caigamos en el reduccionismo, el caso de Nancy Obregón no es el primero, ni mucho menos será el último vinculado a este asunto, afirmar ello no tiene ningún sustento. Ahora bien, es claro que la señora no tiene muchos amigos en la “gran prensa” y que muchos medios están aprovechando esta situación para sentenciarla mediáticamente, y de paso, arremeter en contra de los movimientos y agrupaciones a los cuales ella decía representar: los cocaleros.

A pesar de ello, y de la campaña periodística desatada, creo que equivocamos el camino de la reflexión en este tema si creemos que Nancy Obregón es “la gran responsable de haber llevado el narcotráfico a la política”. No cometamos este enorme error, porque mientras concentramos las baterías en demoler a la ex parlamentaria, los verdaderos barones de la droga en nuestro país seguirán construyendo sus redes de corrupción y penetrando en nuestras instituciones con total impunidad, a vista y paciencia de todas nuestras autoridades.

En el Parlamento se han presentado (sobre todo de lado de la oposición) propuestas para iniciar una investigación profunda que logre identificar los nexos entre el narcotráfico y la política. Muchos líderes políticos han salido a decir que es muy preocupante que la campaña de muchos actuales congresistas haya sido financiada por dinero sucio proveniente de la droga, incluso, han llegado a afirmar (omiten dar nombres, claro está) que el Congreso tiene una “narco-bancada”.

El problema es mucho más complejo

Creo que todos tenemos algunas sospechas (más que razonables) sobre los vínculos que algunos parlamentarios parecen tener con el narcotráfico. Pero no nos equivoquemos, el problema es más complejo, la influencia que el negocio de la droga tiene en la política nacional es mucho más fuerte a nivel de los Gobiernos Regionales y Locales, se sabe que existen municipios distritales (ubicados en la ruta de la droga) que trabajan de manera coordinada con los narcotraficantes, y también se sabe que los jueces, fiscales y policías de la zona (comprados o atemorizados) son “parte del negocio” y ofrecen sus servicios a cambio de su tanto por ciento. Eso lo sabe el Gobierno también, pero no se siente capaz de frenar este gran problema.

Narcotráfico y corrupción

Existe una relación indisoluble entre el narcotráfico y la corrupción. Este es un binomio pernicioso que termina por avasallar a las instituciones públicas y convierte a funcionarios y autoridades en “asalariados de este negocio”. Por tanto, si el Gobierno y los partidos políticos formales, no asumen el reto de luchar contra ambos flagelos de manera decidida entonces la influencia del narcotráfico en nuestra política seguirá creciendo y como dicen algunas voces correremos el riesgo de convertirnos en un “narco-estado”.

Por lo pronto, nuestro país ya es el principal productor de cocaína en el mundo, con todos los problemas que ello trae consigo (criminalidad, violencia, explotación, contaminación, etc). Sin embargo, los medios y nuestros políticos, en lugar de adoptar una posición seria y responsable en este asunto, parecen querer sacar ventaja responsabilizando a “una sola persona” por el avance de este flagelo. Todos estamos de acuerdo en que Nancy Obregón debe ser investigada, y duramente sancionada en caso se la halle penalmente responsable. Pero este problema no tiene un único nombre o apellido. Acá los responsables somos todos, pero eso es algo que muchos no quieren aceptar.

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lunes, 12 de agosto de 2013

LA NOVELA INTERMINABLE: EL CASO CHAVÍN DE HUANTAR





Cuando todo nos hacía pensar que esta novela llegaría a su fin, aparece un audio que pone en evidencia la manera cómo desde el Poder Ejecutivo se trató de presionar a la jueza Rojassi, una de las vocales encargadas de dictar sentencia en este caso, para que emita una decisión que sirva para “optimizar la defensa del Estado peruano” ante el sistema interamericano de derechos humanos.

Los “intereses del Perú”
En otras palabras, lo que los protagonistas de este audio le solicitaban a la jueza era que en su decisión se dijera que en el caso Chavín de Huantar no se había presentado ninguna ejecución extrajudicial, y que por tanto, el Estado peruano no era responsable de los cargos imputados, pues ningún agente oficial (incluyendo a Vladimiro Montesinos, Nicolás de Bari Hermoza y Huamán Azcurra) había participado (directa o indirectamente) en el asesinato del camarada “Tito”, miembro del MRTA.

Como se sabe, las presiones no dieron sus frutos (al menos no en su totalidad) pues si bien en la sentencia se exculpó a Vladimiro Montesinos, Nicolás de Bari Hermoza y Huamán Azcurra, respectivamente, al mismo tiempo, se señaló que el camarada “Tito” había sido ejecutado extrajudicialmente (nadie sabe por quién y bajo qué circunstancias) y que este hecho debía seguir siendo investigado. Es decir, para el Poder Judicial el camarada “Tito” sí fue ejecutado extrajudicialmente pero al no contar con prueba suficiente que acredite la responsabilidad penal de los imputados entonces el único camino era la absolución de los mismos.

El honor de los comandos
Esa es la historia judicial en este caso, que en nuestra opinión era la más importante, pues la justicia peruana, luego de muchos años, y tras superar un cúmulo de errores cometidos por más de una década, terminaba por señalar que la acción de los Comandos Chavín de Huantar el día de la operación en la Embajada de Japón (tomada por los terroristas del MRTA) había sido una acción impecable, y que ninguno de los comandos que participaron en este operativo era responsable de delito alguno. Decisión que, sin lugar a dudas, todo el Perú debía celebrar, pues era una manera de limpiar el honor manchado de aquellos a los cuales un determinado sector (básicamente algunas ONG’s) trató siempre de hacer aparecer como crueles asesinos violadores de derechos humanos.

El Gobierno presiona
Sin embargo, una vez más, los propios agentes del Estado se encargan de enlodar la resolución de este caso, luego de que un medio de comunicación difundiese el bendito audio en el cual el entonces ministro de Justicia (Jiménez Mayor, hoy Premier), el representante del Perú ante la CIDH para este caso (Pedro Cateriano, hoy ministro de Defensa), y lo que es más grave, el entonces presidente del Poder Judicial (César San Martín, actual vocal supremo) sostenían una conversación con la jueza Rojassi, con el ánimo de “alinear conceptos” y lograr una sentencia favorable al Perú.

La debilidad de nuestras instituciones
Este es un hecho que en nuestra opinión muestra la manera cómo en nuestro país los principios de “separación de poderes e independencia judicial” siguen siendo violados de manera constante (en todos los gobiernos, en unos más que en otros) con total impunidad. Lo curioso es que estos mismos señores, sobre todo los actuales representantes del Poder Ejecutivo, se jactan, casi a diario, de ser los más grandes demócratas del Perú y de haber combatido siempre a quienes trataron de acabar con las instituciones y el Estado de Derecho en nuestro país. Yo me pregunto: ¿Acaso quien trata de interferir en un proceso judicial en curso, amedrentando o presionando “sutilmente” a uno de los miembros de una sala penal para fallar a favor o en contra de sus intereses no vulnera los principios básicos de una democracia constitucional?

Las excusas de los implicados
Los protagonistas del audio han salido a decir que se trata de un audio “editado”, que las frases han sido sacadas de contexto, que ellos no dijeron lo que todo el Perú ha escuchado, y por último, que este audio no puede servir como prueba para acreditar la injerencia política del Gobierno de turno en este caso al haber sido obtenido de manera ilegal (esto puede ser cierto, dependiendo de qué teoría de la prueba se use, por si acaso).

El problema con este tipo de excusas es que no terminan por desbaratar la acusación que desde diversos sectores se ha hecho (es curioso ver cómo ahora el fujimorismo se quiere convertir en el defensor de la independencia judicial, cuando todos recordamos la manera infame como durante una década lo pusieron a su servicio gracias a los millones de dólares que Fujimori y Montesinos repartían entre jueces y fiscales), la misma que se puede resumir básicamente así: el Poder Ejecutivo (con la ayuda del presidente del Poder Judicial) presionó a uno de los vocales encargados de analizar el caso para favorecer los intereses del Estado peruano y señalar que en el caso Chavín de Huantar no hubo ninguna “ejecución extrajudicial”.

El Estado volverá a perder
Lo preocupante en este caso, es que gracias a esta torpeza (se deberá investigar a fondo para determinar si los participantes en esta conversación cometieron algún tipo de falta funcional o delito), el Estado le vuelve a poner la mesa servida a quienes (Aprodeh se frota las manos) durante todos estos años han acusado a los comandos de haber asesinado al camarada “Tito” luego de que este fuese apresado, para que en esta oportunidad cuestionen la transparencia y legalidad del proceso.

No me queda la menor duda de que estos señores solicitarán ante el sistema interamericano de Derechos humanos la nulidad de este juicio (es muy probable que les den la razón) y con ello, obligarán al Estado peruano a volver a juzgar a nuestros valerosos comandos dando continuidad a una novela interminable que debió llegar a su término pero cuyo capítulo final aún está por escribirse debido a la falta de vocación institucional de nuestras autoridades.

Defendamos a los comandos y sancionemos a los asesinos
Finalmente, esperemos que en estos días el Estado defina una estrategia de defensa inteligente para este caso, que sirva para cerrar este capítulo de nuestra historia, dejando a salvo el honor de los comandos que durante años vienen siendo procesados, pero al mismo tiempo, asumiendo la responsabilidad por la ejecución extrajudicial del terrorista “Tito”, pues querámoslo o no, en una democracia, todos, absolutamente todos, tenemos el derecho a ser juzgados por nuestras faltas y delitos, y a no ser asesinados a mansalva por agentes del Estado. Ya es hora de que el Estado reconozca la acción valerosa de los comandos, y a su vez, haga todos sus esfuerzos por sancionar y encontrar a los responsables de esta ejecución extrajudicial.


El Perú, como lo dijo alguna vez el maestro Manuel Vicente Villarán, cambiará el día que todos respetemos las reglas del Estado de Derecho, dos de las cuales son la separación de poderes y la independencia del Poder Judicial. Mientras eso no ocurra, nuestro país no será otra cosa que un “proyecto mal diseñado de República”.

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viernes, 2 de agosto de 2013

OLLANTA HUMALA: "EL LABERINTO DE LA SOLEDAD"






Usaré el título del genial libro de Octavio Paz, publicado en 1950, para graficar la situación de orfandad por la que atraviesa nuestro presidente. En este libro, el genial escritor mexicano reflexionó en torno al comportamiento individual y colectivo de sus paisanos. Nosotros no tenemos una aspiración tan ambiciosa, tan solo buscamos comprender por qué nuestro presidente se encuentra políticamente tan sólo. 

Nuestro presidente se encuentra aislado, y eso es muy peligroso. Con el correr de los meses los errores del jefe de Estado lo han ido alejando del conjunto de partidos, movimientos y actores que respaldaron su candidatura. Eso ha hecho que carezca de todo tipo de apoyo social y político al momento de impulsar las reformas que el país necesita. Creo que nadie puede negar la importancia de algunas reformas que el presidente busca promover (servicio civil, educación universitaria, entre otras), pero para ello necesita contar con operadores políticos que refuercen y respalden socialmente sus planteamientos. El presidente simplemente no los tiene.

Recordemos que el presidente asumió el cargo de la mano de un conjunto de personalidades políticas y técnicos de centro-izquierda que lo ayudaron a consolidar políticamente su figura durante todo ese tiempo. Sin embargo, y luego de la crisis desatada por el conflicto en Cajamarca (Proyecto minero Conga) decidió romper con el grueso de este grupo buscando tender puentes de diálogo con ese otro sector al cual el propio presidente enfrentó a lo largo de toda la campaña electoral (una alianza contra-natura). 

Fue este giro hacia la derecha lo que motivó la salida del Premier Salomón Lerner, y anunció la llegada de Óscar Valdés, quien hasta ese momento se desempeñaba como ministro del Interior. Hoy, todos sabemos que Valdés y el sector al que este representa, hicieron de todo para propiciar la caída de Lerner, y con ello la salida de los políticos progresistas a los cuales él había logrado convocar para la campaña (con la luz verde de la pareja presidencial).

Por algunos meses el Presidente se sintió seguro, creyó (ilusamente) que si tenía de su lado a los grupos de poder económico y medios de comunicación afines (los mismos que trataron de minar su candidatura) podría ir consolidando su imagen de hombre de Estado, situación que le permitiría fortalecerse y afrontar los reclamos y demandas que los sectores populares que respaldaron su candidatura le harían al ver que el presidente por el cual votaron los traicionó incumpliendo muchas de las promesas (hoja de ruta incluida) que les hiciera para llegar a la presidencia de nuestro país.

El Presidente se equivocó (de medio a medio), eso evidenció la falta de experiencia política y la poca capacidad que ha mostrado a la hora de leer el panorama y la coyuntura política que se le presenta. Creer que la derecha económica se movilizaría y saldría a los medios de comunicación a defender la imagen y gestión de una persona a la cual hace algunos meses veía como un “monstruo marxista y comunista” que destruiría a nuestro país, fue un error que más temprano que tarde le pasaría factura. 

En un sistema político sin partidos como el nuestro, con niveles de institucionalidad tan bajos y con una cultura política tan escasa, resulta fundamental que el presidente en ejercicio tenga la capacidad para establecer puentes de diálogo con diversos sectores de la sociedad, no solamente con aquellos que a lo largo de las últimas décadas han “convertido al país en su feudo.” Esa es la única manera de poder asegurar niveles de estabilidad social y política medianamente óptimos que le permitan al Gobierno de turno llevar adelante el programa de reformas que desea implementar.

Cuando un presidente no cuenta con un partido político orgánico que lo respalde y que sea capaz de dar batalla en las calles a nivel de gremios, sindicatos, movimientos de base, organizaciones populares y grupos de la sociedad civil, la búsqueda de alianzas sociales (además de las políticas) es un imperativo categórico. Una tarea que no puede ser pospuesta para el día de mañana, una labor que no puede ser encomendada al Primer Ministro, sobre todo teniendo en cuenta la escasa solvencia y el poco peso político de éstos. Es el mismo presidente el que tiene que salir a construir esos lazos. Pero para eso se requiere algo más que una esposa carismática. Se requiere talento y convicción, características ajenas al presidente.

Es preocupante lo que ocurre ahora con nuestro presidente, la soledad política en la que vive lo convierte en una figura débil, y esa debilidad se traslada al Gobierno en su conjunto, ya que en un sistema presidencialista como el nuestro, la solidez de la figura del jefe de Estado se irradia a todo sistema político. En otras palabras, la suerte del sistema depende en gran medida de la fortaleza o debilidad que el presidente proyecte. Si el presidente es débil entonces se abre el camino para que los discursos violentistas y radicales logren capitalizar y movilizar a los sectores sociales a los cuales él decidió ignorar, con huelgas y paralizaciones que generan caos e inestabilidad.

Siempre me pareció un tanto aburrido hablar del rol protagónico que la Primera Dama (por primera vez en nuestra historia republicana) juega en este Gobierno. Lo digo así porque nadie con dos dedos de frente puede negar la influencia que la esposa (o esposo, de ser el caso) tiene sobre su pareja. Los medios se sorprenden de que Nadine Heredia se haya convertido en la “vocera real del Gobierno”, en la verdadera “Primer Ministro” de nuestro país. La verdad es que a nosotros eso no nos causa admiración. 

Como ya lo dijimos, cuando el presidente se quedó sólo, y perdió el apoyo de quienes creyeron en su proyecto (también en la hoja de ruta), para luego darse cuenta que sus “amigos” de la Confiep nunca lo aceptarían como uno de los suyos, buscó refugio en la única persona en la cual verdaderamente confía: su esposa. Para construir alianzas políticas con diversos sectores se requiere talento, pero también se necesita que las partes sientan confianza y crean en la palabra y en los compromisos asumidos por los demás. Una confianza que el presidente no tiene.



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