El
día llegó para PPK. Hoy, martes 28 de junio de 2016, en el Teatro Municipal de
Lima, PPK recibió las credenciales que lo reconocen oficialmente como
presidente electo de nuestro país para el periodo 2016 - 2021. También las
recibieron sus vicepresidentes Martín Vizcarra y Mercedes Araoz, respectivamente.
Si
bien es cierto PPK ya había recibido el reconocimiento de diversos líderes
nacionales e internacionales (incluso Barack Obama, presidente de USA, lo
saludó), la expectativa y el morbo giraban en torno a si Keiko Fujimori, la
perdedora en la segunda vuelta presidencial, se animaría a visitarlo y cumpliría
con el ritual republicano de saludar a quien la derrotó en las urnas.
Lastimosamente,
Fujimori no hizo eso, demostrando, una vez más, que los Fujimori no entienden
el significado de la palabra “República” y menos las reglas de aquello que los
mortales llamamos “Elecciones Democráticas”. ¿Qué hizo Fujimori? A ella, no se
le ocurrió mejor idea que saludar al presidente electo usando los 140
caracteres de su cuenta en twitter.
En
otras palabras, para Fujimori la majestad de la presidencia de la República no
merece otra cosa que un saludo por el ciberespacio. ¿Acaso Fujimori no sabe que
en política los símbolos y las tradiciones republicanas también son
importantes? ¿Quién está asesorando a Fujimori? ¿Con este tipo de piconerías Fujimori
aspira a ser presidenta de todos los peruanos?
Por
la estabilidad y gobernabilidad de nuestro país, espero que Fujimori rectifique
su conducta. No nos olvidemos que ella, con toda su inmadurez y prepotencia es,
nos guste o no, la lideresa de la fuerza política más importante del país, y su
voz será fundamental en el desempeño de sus 73 congresistas. Pero no seamos
injustos con ella, Fujimori tiene derecho a equivocarse, pero ante todo tiene
el deber como política de reconocer sus errores y enmendarlos en el más breve
plazo, porque en política, cada segundo cuenta.
En
esa línea, estoy seguro que para Fujimori no ha debido ser nada fácil aceptar
la derrota, sobre todo cuando apenas a una semana de la segunda vuelta todas
las encuestadoras la daban como la virtual ganadora de las elecciones
presidenciales. Una vez más, en la puerta del horno se les quemó el pan a los
fujimoristas. Se les quemó en las brasas de la pedantería y autosuficiencia.
Según
los analistas, lo peor que le puede ocurrir a un candidato presidencial en
plena campaña es justamente eso: creerse presidente de la República sin antes
haber recibido las credenciales que lo reconocen como tal. A Fujimori le ganó
la soberbia, eso la debe estar carcomiendo por dentro. Ese fue un error suyo,
exclusivamente suyo. Ella lo sabe, por eso la tremenda frustración que
experimenta.
Pero
lo tragicómico vino después. Fujimori, como para demostrarnos que en el Perú
hasta nuestros candidatos presidenciales son sui generis, decidió asumir el
papel de víctima y al puro estilo de las sufridas adolescentes de las telenovelas
mexicanas le exigió a PPK que le extendiera unas disculpas públicas por los
calificativos recibidos en ese fuego cruzado de epítetos que caracteriza a toda
segunda vuelta.
Uso
el término sui generis ya que en ninguna democracia los candidatos
presidenciales le exigen a sus contrincantes que pidan disculpas por los dimes
y diretes emitidos en el fragor de la campaña política. Se imaginan el ridículo
que habrían hecho Bachelet, Fernández o Rousseff, si al final de la elección
presidencial les hubiesen exigido a sus rivales pedir disculpas como condición
previa para el diálogo. Fujimori debe entender que el papel que ella debe asumir
es el de una estadista, una demócrata que respeta el voto popular y felicita a
quien la derrotó en las ánforas. Fujimori no puede comportarse como si fuera la
“Chilindrina” cuando el “Chavo del Ocho” le quitaba su paleta de caramelo.
Estoy
seguro que Fujimori, pero sobre todo sus asesores, sabrán hacer un adecuado
control de daños. Ella es una mujer joven, y su liderazgo en el fujimorismo es
indiscutible. Ella sabe que es la única carta de triunfo de su partido en el
2021. O alguien cree que el inefable (uso este adjetivo por respeto a los
lectores) Kenyi Fujimori es presidenciable. No, claro que no. Ella es la
candidata natural del fujimorismo en las próximas elecciones generales. El
problema es que en 2021 ella se enfrentará a rivales que también están
creciendo y madurando, y que por el momento, al menos en las semanas posteriores
a la segunda vuelta, han demostrado un mayor olfato y madurez política como
Verónika Mendoza y Julio Guzmán.
El
camino hacia el 2021 es largo. Yo diría que larguísimo. Sin embargo, quienes
quieran vencer en las elecciones presidenciales deben ir gestando su triunfo
desde ahora mismo. Fujimori tiene un enorme poder político y, al mismo tiempo,
una gran responsabilidad. Ella no debe olvidar que su futuro y el de su partido
dependen de dos factores: el desempeño que ella como lideresa de un partido político
nacional debe exhibir y la performance
que los 73 parlamentarios fujimoristas tengan durante los próximos 5 años.
En
ese sentido, lo peor que puede hacer Fujimori y sus 73 congresistas es mostrar
soberbia y autocomplacencia. Es cierto que el electorado los respaldó
mayoritariamente en las elecciones congresales. Pero es cierto también que más
de la mitad de los peruanos (aunque sea por 40 mil votos) no los quieren ver en
el Gobierno. Esa es una verdad incontestable para Fujimori.
Para
revertir esa percepción negativa que los peruanos tienen del fujimorismo lo
único que les queda es hacer lo siguiente: convertirse en el bloque de
oposición democrática (fiscalizadora y constructiva) más sólido que la historia
del parlamento haya visto. ¿Podrá convertirse el fujimorismo en un partido de
derecha auténticamente democrático? Yo tengo serias dudas y sé que muchos
peruanos también. Será tarea de Fujimori y compañía demostrarnos que estábamos
equivocados.
Etiquetas: Keiko Fujimori
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