(1) Rafael Rodríguez Campos
(2) Heber Joel Campos Bernal
Así
lo haremos, así lo venimos haciendo, la razón que justifica nuestra posición es
muy simple: no queremos ser parte de lo que algunos denominan “Elecciones para
elegir Decano”. Lo decimos con la convicción de quienes creen que la jornada
electoral para elegir decano no puede convertirse en una feria o mercado persa
donde los candidatos (unos peores que otros) reparten besos, abrazos, llaveros,
lapiceros, libros, revistas, calendarios, cd´s de música, con el único objetivo
de capturar el voto del abogado desinformado.
¿Por
qué nos obligan a votar?
Para
empezar, nos molesta que la votación sea obligatoria, y que en caso uno no
concurra a las urnas, deba pagar la friolera de 250 nuevos soles. Es decir, la multa
para quienes nos resistimos a ser parte de la grey es mayor a la que todo
ciudadano debe pagar por no ejercer su derecho de sufragio en una elección
general. ¿Alguien puede explicarnos semejante abuso? Pero ya que hablamos de lo
que no nos gusta aprovechemos también la oportunidad para hacernos algunas
preguntas: ¿Para qué sirve el CAL? Formalmente, la finalidad de los colegios
profesionales es la ordenación del ejercicio de las profesiones, la representación
de las mismas, y la tutela de los intereses de sus colegiados. Los colegios
profesionales deben velar por una óptima labor profesional, la misma que debe
estar guiada por la observancia de principios éticos y por el compromiso con la
comunidad.
¿Para
qué sirve el CAL?
Como
pueden apreciar, la labor (en teoría) de un colegio profesional es bastante
importante, pues vela por el desempeño idóneo y ético de sus colegiados. Pero
¿el CAL cumple con esta misión? Pensamos que no, y es posible que nunca lo haya
hecho. Tenemos un CAL cuya labor se limita a organizar seminarios
intrascendentes, impartir un curso de deontología forense, y otras actividades
cuyo aporte a la comunidad jurídica y al país en general es, la más de las
veces, irrelevante.
Si
esto es así, ¿entonces por qué nos colegiamos? La respuesta es muy sencilla: en
el Perú, si un abogado no cuenta con la colegiatura, no puede ejercer la
defensa técnica, ni puede firmar legalmente documentos, ni puede acceder a
determinados puestos de trabajo, es decir, no puede ejercer, de manera
práctica, la profesión. No es poca cosa, pues, no ser parte del CAL.
Los
problemas más importantes del CAL
Pero
más allá de lo mencionado pensamos que si bien los problemas del CAL son
muchos, la prioridad de cualquier reforma que se plantee debe concentrase en el
tratamiento de los siguientes puntos: 1) La obligatoriedad de la colegiatura
para poder ejercer la profesión; 2) La casi nula supervisión de la calidad
profesional y el desempeño ético de sus colegiados; 3) El excesivo monto que debemos
pagar para colegiarnos, el cual no se justifica; 4) El mandato de la gestión
del decano ganador en una elección (apenas de 1 año); 5) La no existencia de un
programa de capacitación y profesionalización constante para sus afiliados; 6)
La casi nula presencia institucional del CAL en el debate público nacional , y
7) La excesiva tolerancia del CAL con la corrupción interna de sus afiliados.
Propuestas
de solución a estos problemas
Desde nuestro modesto punto de vista es
necesario pensar en algunas alternativas para resolver estos problemas y para,
si acaso queremos insistir en la existencia de esta institución, dotarla de
sentido. Para empezar, una de estas medidas podría ser, por ejemplo, abolir la
afiliación obligatoria. ¿Qué sentido tiene obligar a un abogado a afiliarse al
CAL, si el CAL –y en realidad cualquier colegio profesional- no lo representa
ni le brinda ningún beneficio? La afiliación debería ser un derecho y no una
imposición en cuya virtud los abogados nos veamos obligados a cumplir con una
serie de ritos y prácticas que no solo no compartimos sino con los que, según
se vea, estamos en total y completo desacuerdo.
Lo anterior va de la mano con el hecho de que
las elecciones para elegir a la mesa directiva del CAL deberían ser voluntarias.
Hay razones fundadas para pensar que si las elecciones del CAL fueran
voluntarias muy pocos abogados irían a votar. Ello no quiere decir que los
afiliados al CAL no tiendan a cumplir con sus deberes cívicos, sino que no se
sienten identificados con una institución que no los representa y no se
esfuerza por integrarlos y tomarlos en cuenta. Para nosotros, el voto voluntario sería, en ese sentido, un
buen termómetro para medir la legitimidad del CAL y obligar a sus autoridades a
esforzarse por brindar mejores y mayores servicios.
A estas medidas podrían agregarse otras que,
esperamos, se propongan y se discutan cuanto antes. Las próximas elecciones
para elegir a la futura mesa directiva del CAL deberían ser una oportunidad
propicia para avanzar en este debate que no puede esperar más. Los abogados,
que somos formados para defender la justicia y el estado de derecho, no podemos
permitir que el gremio que, precisamente, nos acoge, viole con su actuación
estos principios.
*(1) Abogado Pucp. Es
asesor legal en temas de Derecho Público de la Gerencia de Registro Electoral
del RENIEC e investigador en temas de Derecho Constitucional.
*(2) Abogado Pucp. Es
profesor e investigador de la Facultad de Derecho de la Pucp.
Etiquetas: ELECCIONES EN EL COLEGIO DE ABOGADOS DE LIMA, MARIO AMORETTI, VICTOR GARCIA TOMA
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