martes, 10 de diciembre de 2013

PAGAREMOS GUSTOSOS NUESTRA MULTA




(1) Rafael Rodríguez Campos
(2) Heber Joel Campos Bernal

Así lo haremos, así lo venimos haciendo, la razón que justifica nuestra posición es muy simple: no queremos ser parte de lo que algunos denominan “Elecciones para elegir Decano”. Lo decimos con la convicción de quienes creen que la jornada electoral para elegir decano no puede convertirse en una feria o mercado persa donde los candidatos (unos peores que otros) reparten besos, abrazos, llaveros, lapiceros, libros, revistas, calendarios, cd´s de música, con el único objetivo de capturar el voto del abogado desinformado.

¿Por qué nos obligan a votar?

Para empezar, nos molesta que la votación sea obligatoria, y que en caso uno no concurra a las urnas, deba pagar la friolera de 250 nuevos soles. Es decir, la multa para quienes nos resistimos a ser parte de la grey es mayor a la que todo ciudadano debe pagar por no ejercer su derecho de sufragio en una elección general. ¿Alguien puede explicarnos semejante abuso? Pero ya que hablamos de lo que no nos gusta aprovechemos también la oportunidad para hacernos algunas preguntas: ¿Para qué sirve el CAL? Formalmente, la finalidad de los colegios profesionales es la ordenación del ejercicio de las profesiones, la representación de las mismas, y la tutela de los intereses de sus colegiados. Los colegios profesionales deben velar por una óptima labor profesional, la misma que debe estar guiada por la observancia de principios éticos y por el compromiso con la comunidad.


¿Para qué sirve el CAL?

Como pueden apreciar, la labor (en teoría) de un colegio profesional es bastante importante, pues vela por el desempeño idóneo y ético de sus colegiados. Pero ¿el CAL cumple con esta misión? Pensamos que no, y es posible que nunca lo haya hecho. Tenemos un CAL cuya labor se limita a organizar seminarios intrascendentes, impartir un curso de deontología forense, y otras actividades cuyo aporte a la comunidad jurídica y al país en general es, la más de las veces, irrelevante.

Si esto es así, ¿entonces por qué nos colegiamos? La respuesta es muy sencilla: en el Perú, si un abogado no cuenta con la colegiatura, no puede ejercer la defensa técnica, ni puede firmar legalmente documentos, ni puede acceder a determinados puestos de trabajo, es decir, no puede ejercer, de manera práctica, la profesión. No es poca cosa, pues, no ser parte del CAL.


Los problemas más importantes del CAL

Pero más allá de lo mencionado pensamos que si bien los problemas del CAL son muchos, la prioridad de cualquier reforma que se plantee debe concentrase en el tratamiento de los siguientes puntos: 1) La obligatoriedad de la colegiatura para poder ejercer la profesión; 2) La casi nula supervisión de la calidad profesional y el desempeño ético de sus colegiados; 3) El excesivo monto que debemos pagar para colegiarnos, el cual no se justifica; 4) El mandato de la gestión del decano ganador en una elección (apenas de 1 año); 5) La no existencia de un programa de capacitación y profesionalización constante para sus afiliados; 6) La casi nula presencia institucional del CAL en el debate público nacional , y 7) La excesiva tolerancia del CAL con la corrupción interna de sus afiliados.

Propuestas de solución a estos problemas

Desde nuestro modesto punto de vista es necesario pensar en algunas alternativas para resolver estos problemas y para, si acaso queremos insistir en la existencia de esta institución, dotarla de sentido. Para empezar, una de estas medidas podría ser, por ejemplo, abolir la afiliación obligatoria. ¿Qué sentido tiene obligar a un abogado a afiliarse al CAL, si el CAL –y en realidad cualquier colegio profesional- no lo representa ni le brinda ningún beneficio? La afiliación debería ser un derecho y no una imposición en cuya virtud los abogados nos veamos obligados a cumplir con una serie de ritos y prácticas que no solo no compartimos sino con los que, según se vea, estamos en total y completo desacuerdo.


Lo anterior va de la mano con el hecho de que las elecciones para elegir a la mesa directiva del CAL deberían ser voluntarias. Hay razones fundadas para pensar que si las elecciones del CAL fueran voluntarias muy pocos abogados irían a votar. Ello no quiere decir que los afiliados al CAL no tiendan a cumplir con sus deberes cívicos, sino que no se sienten identificados con una institución que no los representa y no se esfuerza por integrarlos y tomarlos en cuenta. Para nosotros, el voto voluntario sería, en ese sentido, un buen termómetro para medir la legitimidad del CAL y obligar a sus autoridades a esforzarse por brindar mejores y mayores servicios.


A estas medidas podrían agregarse otras que, esperamos, se propongan y se discutan cuanto antes. Las próximas elecciones para elegir a la futura mesa directiva del CAL deberían ser una oportunidad propicia para avanzar en este debate que no puede esperar más. Los abogados, que somos formados para defender la justicia y el estado de derecho, no podemos permitir que el gremio que, precisamente, nos acoge, viole con su actuación estos principios.

*(1) Abogado Pucp. Es asesor legal en temas de Derecho Público de la Gerencia de Registro Electoral del RENIEC e investigador en temas de Derecho Constitucional.


*(2) Abogado Pucp. Es profesor e investigador de la Facultad de Derecho de la Pucp. 

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