lunes, 14 de marzo de 2011

Huérfanos en ideas e imaginación: apuntes sobre el último debate presidencial


Así se mostraron los 11 candidatos presidenciales que el día de ayer participaron en un nuevo debate de cara a las elecciones del 10 de abril próximo. Luego de hacer repaso a todas y cada una de las intervenciones de los candidatos podemos concluir diciendo lo siguiente: fue más de lo mismo, y quizá un poco menos. Los postulantes, en especial aquellos que encabezan las preferencias del electorado, se dedicaron a repetir, palabras más, palabras menos, algunas de las ideas que ya habían sido expuestas en el anterior debate organizado por el diario El Comercio.

Tal y como señalan los medios, los candidatos de mayor peso decidieron seguir al pie de la letra su ya tradicional libreto. Toledo, empeñado en demostrarle al país que su experiencia de gobierno es su principal activo, ratificó su compromiso por continuar con todo aquello que hizo bien y en retomar la agenda pendiente. Keiko Fujimori, como ya es costumbre, colgada de los pantalones de su padre, decidió, como ya viene haciendo hace mucho tiempo, explotar la imagen del dictador, así no pierde la oportunidad de hacerle recordar al país los miles de colegios y escuelas construidos durante su gobierno, así como su supuesta eficacia al momento de combatir la delincuencia, qué pena que no pueda decir lo mismo en materia de respeto por los principios democráticos o el combate contra la corrupción. Castañeda, el de menor capacidad comunicativa, incluso por debajo de PPK, presenta a la Carretera de Los Andes como la obra que se convertirá en el motor del desarrollo del país, esperemos que esta obra, a diferencia de lo ocurrido con el Metropolitano, no resulte costándole al país 200% más de lo previsto en un inicio, y su finalización no sufra las innumerables postergaciones a los cuales nos tuvo acostumbrados para la inauguración del mencionado corredor vial. Humala, en lo suyo, aunque con una dosis menor de radicalismo a comparación de la elección pasada, pretende refundar la república, haciendo y deshaciendo todo el supuesto andamiaje del sistema político y económico que, de acuerdo a su prédica, solo han servido para favorecer a los ricos y poderosos, queda claro que este señor no acostumbra revisar las cifras o indicadores sociales, quizá así podría verificar las bondades que la economía de mercado y la apertura comercial han traído para todos los peruanos durante los últimos años. Finalmente PPK centró su mirada, como lo viene haciendo en los últimos días, en tres ideas fuerza, educación, infraestructura y seguridad ciudadana, no niego que tener ideas centrales en una campaña sea algo positivo, el problema es que si a ello no le sumamos cierta dosis de carisma por parte del candidato, estas ideas no logran calar en el imaginario colectivo, si me preguntan, no creo que esto le alcance.


Pero seamos justos y objetivos, qué más podrían haber dicho los candidatos con un formato y una dinámica tan confusa como la elegida por los organizadores. El tiempo para que cada candidato exponga sus principales planteamientos fue demasiado breve, entre el saludo al país y las primeras palabras de introducción los minutos con los cuales cada uno de ellos contaba se iban rápidamente esfumando. Si a ello le sumamos la “democrática idea” de invitar a los 11 candidatos presidenciales, por más minúsculos que sean los porcentajes de adhesión con los que varios de ellos cuentan actualmente, lo de ayer no pasó de ser algo más que una simple repetición, en otro tono y con menos color, de lo ya dicho en la cita anterior.


En todo caso, los ganadores de la jornada, si es que es posible hablar de ganadores en esta oportunidad, fueron los denominados candidatos chicos, los cuales a pesar del ridículo y de la orfandad de ideas, en ambos casos mucho mayores a las payadas a las que ya parece haberse acostumbrado el electorado en nuestro país, a veces pienso que incluso el elector promedio reclama la presencia de estos bufones, no desaprovecharon la oportunidad para ganar cámara y al mismo estilo que los invitados del programa de Magaly Medina, nos dejaron claro que lo único importante para ellos es figurar. Debo, sin embargo, por un acto de justicia, dejar fuera de este grupo de candidatos a estrellas de circo de tres por medio, a dos figuras: Manuel Rodríguez Cuadros y Rafael Belaúnde. Me apena por ambos señores el hecho que en esta oportunidad no hayan logrado hacerse del apoyo masivo del electorado, son, si lugar a dudas, personas con trayectoria y con un nivel de preparación y especialización profesional adecuado para el manejo de los asuntos públicos, además de ciudadanos con una trayectoria democrática intachable, cuentan con credenciales personales mucho mayores a dos o tres de los que encabezan las encuestas, se me ocurren dos nombres: Keiko Fujimori y Ollanta Humala. Espero que no se desanimen y que en una próxima contienda electoral ambos tengan mayores opciones.


Lo que si nos debe quedar claro hasta el día de hoy es que en esta campaña electoral el gran perdedor ha sido y sigue siendo el ciudadano. Ninguno de los candidatos ha sabido explicarle al país de manera clara, sencilla, con responsabilidad y de manera objetiva el programa de gobierno que cada uno de ellos dice tener. Las coincidencias entre todos o la mayoría de ellos en materia económica son mayores que en oportunidades anteriores, sin embargo, todos parecen trastabillar al momento de responder a la pregunta ¿Cómo alcanzaran el objetivo? Todos los candidatos conocen el diagnóstico de los problemas principales de la nación, pero al parecer no tienen claro el modo de encararlos y darles solución. Siendo ello así, vemos a diario el ofrecimiento irresponsable y desmedido de una serie de iniciativas de corte populista cuyo único propósito es, valiéndose del escaso nivel educativo de la población, hacerse de la mayor cantidad de votos al precio que sea. No importan si el día de mañana la propuesta exhibida en campaña carece de mecanismos de financiamiento que la hagan posible, lo primero es llegar a Palacio de Gobierno, después ya se verá, ese parece ser el pérfido ideal que inspira la conducta de todos ellos.


El ciudadano reclama, exige, requiere de un debate programático en el cual además de escuchar las propuestas de los candidatos, todos tengamos la posibilidad de observar la pregunta y repregunta entre ellos mismos, solo así podremos identificar con mayor claridad las bondades o falencias de los mismos, de sus equipos técnicos y del programa político de gobierno con el que pretenden conducir nuestro país. Pero ello es imposible si se pretende seguir insistiendo en el formato hasta ahora exhibido en los dos debates. Soy respetuoso de todos y cada uno de los ciudadanos que aspira legítimamente a la Presidencia de la República, creo que el fomento de la participación política de todos los ciudadanos en los asuntos públicos es un principio básico que consolida el sistema democrático y que todos debemos alentar, sin embargo, a escasas semanas de las elecciones generales de abril, es hora de darle la oportunidad al ciudadano de escuchar únicamente a aquellos personajes que presentan posibilidades ciertas de alzarse con la victoria, lo otro sería persistir en el error, desvirtuando el argumento democrático, bajo el cual todos merecen ser escuchados, independientemente, de las posibilidades reales que cada uno tiene de cara al 10 de abril.


Al parecer, y como puede apreciarse de la revisión de los planes de gobierno, salvo el caso excepcional del señor Ollanta Humala, cuya fórmula económica resulta por demás trasnochada e inconsistente, la mayoría de candidatos son conscientes que existen determinados principios y reglas básicas en materia económica que deben ser respetadas independientemente del partido o movimiento político que alcance la victoria este año. Lo que nos preocupa es que en cuanto a las reformas del régimen político y del sistema de gobierno, es poco lo que los partidos nos ofrecen. A partir de julio de este año volveremos a tener un Congreso de la República atomizado, con un número de agrupaciones políticas muy por encima del recomendable, seguramente incapaz de generar consensos capaces de llevar adelante las reformas constitucionales que el país requiere. La presencia de 11 candidaturas presidenciales, muchas de ellas condenadas al olvido, son una muestra clara de la debilidad institucional de nuestro sistema político, un sistema en el cual cualquier aventurero puede lograr la inscripción de un partido o movimiento cuya vida y trascendencia en el tiempo están condenadas al día siguiente de cada elección perdida. Además de las reformas económicas, es necesario realizar reformas en el sistema de partidos, en el régimen político, y sin lugar a dudas, en el sistema electoral, solo así podremos evitar que personajes oscuros y otros que solo contribuyen a colorear la fauna de politicastros con los cuales contamos lleguen a inscribir una candidatura presidencial al frente de partidos fantasmas que únicamente existen en los registros del Jurado Nacional de Elecciones o en los de la Oficina Nacional de Procesos Electorales.


No es mi estilo el ofender gratuitamente a ningún peruano, pero una vez más en el Perú queda demostrado que en épocas electorales la temporada de circos se adelanta de julio a abril. En esta oportunidad, algunos partidos vuelven a confirmar esa regla, sino basta con echar un vistazo a los payasos de esta temporada circense: Juliana Reymer, José Ñique, Humberto Pinazo y Ricardo Noriega. Ojalá, por el bien de todos nosotros, de nuestro sistema político y nuestra frágil democracia, esta situación cambie.

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