Y no lo dicen las
feministas que están contaminadas por la ideología de género, según palabras de
Juan Luis Cipriani, alias “escaparate”, sino las cifras que arrojan los
estudios realizados durante los últimos años, como por ejemplo el que llevó a
cabo el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables en 2015: 1327
violaciones a nivel nacional.
Veamos primero las
cifras: en Lima se registraron 355 casos, siendo La Libertad (91) Junín (86) y
Arequipa (81), respectivamente, los departamentos en los cuales se presenta el
mayor número de violaciones.
Asimismo, el estudio
revela que los casos por edad de la víctima son: 946 (de 0 a 17 años) 362 (de
19 a 59) y 19 (de 60 a + años). Eso quiere decir que en el 71,2% de los casos
la víctima de una violación es una menor de edad, una cifra que debería
alarmarnos a todos, incluso también a Juan Luis “escaparate” Cipriani, para
quien este 71,2% de casos corresponde a sucesos en los cuales las mujeres
(niñas) se han expuesto a sí mismas incurriendo en actitudes provocativas.
Sí, así como lo leen,
para “escaparate”, las mujeres (niñas) son las culpables de las violaciones que
sufren. Para “escaparate”, los violadores no son otra cosa que pobres hombres
que fueron provocados por estas pecadoras. ¡Ay curita, cómo se nota que no
tienes hijas!
El problema con una
frase tan infeliz como la proferida por “escaparate” no es su contenido en sí
mismo. En mi opinión, el problema mayor presenta dos dimensiones: 1) La cobardía
de quienes no rechazan categóricamente tamaña estupidez verbal (le tienen miedo
a “escaparate”), y 2) El esquema mental misógino y patriarcal presente en
muchos sectores de nuestra sociedad, sobre todo en la Iglesia Católica, que
lleva a muchos hombres a justificar actos de violencia, incluso sexual, contra
la mujer.
En ese sentido, los
hombres, en lugar de fingir fastidio o sorpresa cuando alguien se atreve a
decirnos públicamente, como la parlamentaria Indira Huilca, que nuestro país es
“un país de violadores”, deberíamos redoblar esfuerzos, junto a las mujeres,
para identificar las causas del problema y buscar soluciones al mismo. En otras
palabras, si queremos que las cifras cambien, pues 7 de cada 10 violaciones son
cometidas por varones (según diversos estudios), los hombres deberíamos ser los
primeros en sancionar política y socialmente a quienes como “escaparate” buscan
justificar la violencia contra la mujer.
Por eso me preocupa
la reacción de cierto sector del conservadurismo limeño contra la parlamentaria
Indira Huilca. Este sector, caracterizado, justamente, por su escasa o nula
preocupación por reconocer y garantizar los derechos y libertades sexuales de
la mujer (son los que se oponen a legalizar y/o regular los abortos
terapéuticos, eugenésicos o por violación, por ejemplo) se ha indignado por la
frase “somos un país de violadores” de la parlamentaria, y ha salido a los
medios a exigirle que se rectifique. Claro, previamente le han dicho –de la
manera más infame- que ella no es nadie, que fue elegida usando el nombre de su
padre muerto, y como no podía faltar, que es una pro terrorista como todos los
del Frente Amplio. Linda manera de respetar a esta mujer, no creen.
En mi opinión, esta
falsa indignación tiene más de aprovechamiento político (atacar a Huilca
tergiversando el sentido de sus palabras) que de una preocupación racional por
la imagen de los hombres peruanos. Digo esto porque habría que ser bastante
“imbécil” como para pensar que la parlamentaria está afirmando que el 100% de
hombres en el Perú somos violadores. Obvio que el objetivo de Huilca no ha sido
ese, sino más bien, llamar la atención, “usando un lenguaje simbólico”, sobre
la magnitud de un problema social que ataca particularmente a las mujeres. Y
vaya que lo ha logrado.
Como es evidente, a
nuestra encorsetada sociedad limeña, a nuestra pacata capital acostumbrada a
lavar los trapos sucios en casa y a meter nuestra basura social debajo de la
alfombra, le molesta, le fastidia, por último, le jode, que una mujer como
Huilca (la chola, la pro terrorista, la comunista, como suele llamarla la
derecha más rancia) se atreva a romper el pacto infame de hablar en voz baja y
haciendo uso de las cifras señale con firmeza que “el Perú es un país de
violadores”.
En lo personal, a mí
no me preocupa la frase de Huilca, yo habría llegado a la misma conclusión al
leer las estadísticas. Lo que sí me preocupa es que un país como el Perú que
aspira a alcanzar niveles de desarrollo de primer mundo ocupe el tercer lugar en
el ranking de países con los mayores índices de violaciones a nivel global. Eso
sí me preocupa. Y mi preocupa más, que “escaparate”, representante de la
Iglesia Católica en el Perú, se haga de la vista gorda, niegue la cifras,
esconda la evidencia científica, y prefiera verter todo su veneno en contra,
justamente, de las personas que defienden los derechos sexuales y reproductivos
de las mujeres.
Para “escaparate” el
enfoque de género que muchos creemos necesario adoptar al momento de legislar y
diseñar políticas públicas, no es otra cosa que una falsa conciencia o manera
errada de interpretar la realidad, como lo expone Rocío Silva Santisteban. La
ignorancia de “escaparate” en esta materia es atrevida, porque como bien lo
apunta la poeta, el género no es una ideología, tampoco una pose, sino
simplemente la construcción cultural de la diferencia sexual que asigna roles
diferenciados a hombres y mujeres, pero que en una sociedad machista y
patriarcal, ha generado desequilibrios estructurales siempre en perjuicio de
las mujeres.
Finalmente, y aunque
la propuesta le joda a “escaparate”, considero fundamental que en el Perú demos
inicio a una gran cruzada liberadora que empiece problematizando la manera cómo
nos hemos relacionado históricamente entre hombres y mujeres. Para luego,
construir una ética pública compartida que sea capaz de pronunciarse
contundentemente contra el machismo, sexismo, homofobia y tantas otras formas
de opresión. Por eso, “ni una menos”.