jueves, 14 de octubre de 2010

Para no olvidar en el 2011: sentencian a Grupo Colina y ex colaboradores del régimen fujimorista


Como era de esperarse la emoción que un proceso electoral suele traer consigo logra acaparar la atención de toda la ciudadanía. A más de diez días de celebrados los comicios electorales municipales, y a pesar de aun no contar con los resultados oficiales para Lima metropolitana, es necesario voltear la mirada a otros asuntos que a pesar de su importancia para la justicia y salud democrática de nuestro país fueron opacados por esta vorágine electoral. Si a ello le sumamos la noticia llegada desde Suecia haciendo mención a la distinción del genial Mario Vargas Llosa como premio nobel de literatura, no resulta difícil imaginar que otros asuntos también relevantes hayan pasado a un segundo plano. Pero como todo en la vida sigue su curso, es momento de hacer algunos apuntes en torno a dos sucesos que a mi juicio deben devolvernos a la realidad e invitarnos a una sana reflexión de cara a lo que ocurrirá en el 2011.


Hace dos semanas, la Primera Sala Penal Especial, presidida por la magistrada Inés Villa Bonilla, sentenció a 25 años de prisión efectiva al ex asesor fujimorista Vladimiro Montesinos Torres, al ex jefe del Comando de las Fuerzas Armadas durante el gobierno de Fujimori, Nicolás de Bari Hermoza. La misma sentencia recayó sobre el ex jefe operativo del Grupo Colina mayor Santiago Martin Rivas, el ex jefe del SIN general EP Julio Salazar Monroe, el ex jefe de la Dirección de Inteligencia del Ejército general Juan Rivero Lazo y el segundo en la cadena de mando de ese grupo mayor Carlos Pichilingue. Todos estos asesinos y ex colaboradores de la dictadura fujimorista fueron condenados por las matanzas de Barrios Altos, El Santa, así como la desaparición del periodista Pedro Yauri, hechos atroces perpetrados por el destacamento Colina, bajo el mando y la venia del ex presidente Fujimori, durante los meses de noviembre de 1991 y junio de 1992.


Como se recuerda en el caso de la matanza en Barrios Altos fueron asesinadas 15 personas, entre las cuales se encontraba un niño de apneas 8 años. En el caso de la matanza en el Valle El Santa en Ancash fueron muertos 9 campesinos. En el caso de Pedro Yauri, periodista incómodo para el régimen como tantos otros a los que la dictadura persiguió, atropelló, o simplemente secuestro o desapareció como Gustavo Gorriti, delito por el cual el ex presidente Fujimori también ha sido condenado, la investigación que se llevó en su momento estuvo amañada y debido a un serie de tretas provenientes desde Palacio de Gobierno y el SIN el caso pasó al olvido. Estos son los delitos por los cuales los ex colaboradores del régimen fujimorista y los miembros del Grupo Colina después de casi 20 años son condenados. Hoy, luego de superar todo tipo de ofensas, agravios, argucias legales como las famosas leyes de amnistía pensadas por la mente siniestra de Montesinos y promulgadas por la corte de acólitos y adictos al gobierno en la cual se había convertido el Congreso de la década de los noventa, con una mayoría antidemocrática e intolerante que obstaculizaba todo esfuerzo por investigar estos delitos y otros vinculados a actos de corrupción, los familiares de las víctimas han alcanzado por fin justicia.


En la resolución condenatoria la Sala señaló que durante el juicio y a la luz de toda la documentación expuesta y analizada durante el proceso quedó acreditado que el Grupo Colina o “destacamento de la muerte”, como era conocido, nombre que al parecer enorgullecía a los criminales que formaban parte del mismo, fue constituido como parte de la estrategia del régimen de Fujimori para combatir y hacer frente a Sendero Luminoso y el MRTA, lo que los especialistas han denominado la “guerra de baja intensidad”, estrategia que a la par de los actos u operativos llevados a cabo dentro de la legalidad y el marco del Estado de Derecho, de manera clandestina, operaban escuadrones de aniquilamiento, los cuales, bajo la orden y anuencia de la autoridad política cometían una serie de delitos contra los derechos humanos como: desaparición forzada, ejecución extrajudicial, tortura, asesinatos selectivos, entre otros.


Asimismo, en la misma resolución la Sala logró determinar que dicho grupo de aniquilamiento formó parte de la línea de mando al interior de la institución armada, disponiendo de un presupuesto propio el cual le permitía desarrollar sus operativos sin mayor oposición, control o fiscalización alguna. No es descabellado pensar entonces que en una institución tan jerárquicamente estructurada como las fuerzas armadas este nivel de independencia económica, esta protección legal y apoyo logístico no eran posibles sino debido al respaldo e intervención directa de la cúpula política de aquel entonces, representada, indudablemente, por el ex dictador Alberto Fujimori. En todo caso, y creo esa es la opinión de todo aquel que analice la realidad sin ningún afán de venganza, revancha o miopía política, resulta inverosímil sostener que conocidos los asesinatos de Cantuta, Barrios Altos, El Santa, y Pedro Yauri, a inicios de la década de los noventa, el dictador Fujimori no haya podido advertir la presencia del criminal que tenía como asesor y como fiel escudero.


Por eso la tesis bajo la cual Fujimori dice no haber conocido de ninguno de estos hechos y ,por ende, no haber advertido el grado de responsabilidad de Montesinos y los altos mandos militares en tan abominables crímenes resulta por decirlo menos hilarante y absurda. Él que se jactaba de ser un hombre meticuloso, riguroso, obsesivo, usando sus propias palabras: “en el Perú no se mueve un papel sin que yo lo sepa”, no puede insultar la inteligencia de todo un país mintiendo de una manera tan descabellada, al parecer tanto él como su hija, la futura candidata a la presidencia del 2011 en nuestro país, recuérdenlo bien, la futura candidata presidencial a nuestro país, prefieren hacer creer a la población que el ex dictador, lejos de ser un asesino o un corrupto, era simplemente un santulón, un tonto útil, un mequetrefe al cual Montesinos engañaba y titireteba los 365 días del año, en suma, un idiota.


Pero la acción de la justicia no quedó allí, días después, esta vez la Segunda Sala Penal Anticorrupción, condenó a Vladimiro Montesinos a 8 años y 6 meses de prisión efectiva, por los delitos de cohecho activo y asociación ilícita para delinquir. En este juicio, el ex asesor del dictador, acogiéndose a la figura de la conclusión anticipada, reconoció su responsabilidad en el complot que organizara junto a los ex miembros del Jurado Nacional de Elecciones para favorecer la segunda reelección de Alberto Fujimori en el año 2000, así como al movimiento Vamos Vecino en el año de 1998, desconociendo de ese modo, de manera flagrante, artera y criminal, el marco institucional y democrático que nuestra Constitución, tantas veces vulnerada por el régimen fujimorista, establecía.


Como es preciso recordar, el fraude electoral de aquel año se fraguó desde tiempo atrás. El congreso de aquél entonces, albergue de bribones, cacacenos y otras figuras del lampa, aprobó la denominada Ley de Interpretación Auténtica con la finalidad de dar luz verde a la intentona reeleccionista de Fujimori en el año 2000. A pesar de ello, la citada leguleyada congresal fue declarada inconstitucional por el Tribunal Constitucional de ese entonces. Acto seguido, la dictadura enfiló sus baterías contra los magistrados que con algo de dignidad y apego a los valores democráticos no se habían doblegado ante la figura mafiosa y siniestra de Fujimori y su asesor. A consecuencia de ello, el mismo congreso, ese que había aprobado las leyes de amnistía para encubrir a los Colina, ese mismo que aprobó una Ley de Interpretación Auténtica para perpetuar a Fujimori en el poder, ahora destituía a los magistrados democráticos por una supuesta infracción a la Constitución, ellos que habían convertido a la Constitución en un papel de baño, levantaban el dedo acusador y se erigían como los defensores de la legalidad y el orden democrático. Ese fue el congreso que gobernó junto con Fujimori y Montesinos durante los diez años de su cleptocracia. Años más tarde la justicia también llegaría para estos magistrados, y volviendo las cosas a su justo lugar, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ordenaría su inmediata reposición y desagravio.


Como pueden apreciar, estos son los hechos que pasaron desapercibidos durante estas dos últimas semanas de elecciones y premio Nobel, estos son los dos hechos que para felicidad y regocijo de algunos, claro está de los fujimoristas, de Keiko, de Raffo, de Moyano, de Sousa, de todos los que a pesar de la montaña de evidencias siguen defendiendo la inocencia del dictador, no recibieron la atención mediática que su importancia exigía. El año 2011 el Perú deberá elegir a un nuevo presidente, la hija del ex dictador pretende ceñirse la banda presidencial, la señora Keiko cuya única propuesta de plan de gobierno es indultar a un asesino, a un corrupto a un petardero de las instituciones democráticas, deberá recorrer pueblo tras pueblo pidiendo olvido y perdón. Seguramente la señora Keiko y compañía tratarán de levantar la alfombra de casa y meter allí toda la basura que han creado durante todos estos años, esperemos que la ciudadanía, como tantas veces ha ocurrido en la historia de nuestro país, no se deje tomar el pelo, con caiga en la demagogia ni mucho menos venda el voto por algunas cuantas prebendas. En todo caso, si de levantar la alfombra se trata, si de recordar el porqué nuestro país no puede volver a ceder al chantaje de proyectos autoritarios e improvisados, estoy seguro que algunos medios de comunicación harán su trabajo, yo desde esta humilde tribuna, también me comprometo con la defensa del Estado de Derecho y los valores democráticos, que Keiko Fujimori y sus adulones pretenden volver a corroer.

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