Escribo esta columna luego de revisar
el portal web del Jurado Nacional de Elecciones. Resulta que hasta el momento,
son 13 los “partidos” que han presentado su solicitud de inscripción para
participar en las próximas elecciones para la Municipalidad Metropolitana de
Lima. Así como lo leen, en nuestro país, tenemos 13 “partidos” que competirán por el Municipio
Metropolitano. Una cifra de escándalo, ya que salvo se trate de un lector
absolutamente desinformado, todos los peruanos sabemos que la mayoría de estos
grupos son cualquier cosa menos auténticos partidos políticos. Digo la mayoría,
pues a pesar de las distancias ideológicas que me separan de estas
agrupaciones, debo reconocer que tanto el APRA (sobre todo) como el PPC, con
sus limitaciones, son los únicos partidos que merecen esa denominación.
¿Qué
es un Partido Político?
Según la definición de Sartori, un
partido es “cualquier grupo político que se presenta a elecciones y es capaz,
por medio de las mismas, de colocar candidatos para cargos públicos”. Si ello
es así, entonces, efectivamente, en Lima competirán 13 partidos. Sin embargo,
el problema con esta acepción, consiste en decir que un partido que quisiera
presentar candidatos a cargos públicos, pero no pudiera hacerlo, sea porque
está proscrito o porque no se celebran elecciones, es también un partido. Como
se puede apreciar, esta perspectiva -electorera- termina excluyendo a grupos
que no compiten en elecciones, y que, sin embargo, se autodenominan y reconocen
como partidos (Mainwaring y Scully: 1996).
Entonces,
¿qué es un Partido Político?
Una definición mucho más sustantiva
-que no se limita al plano electoral- y que consideramos mucho más certera, es
la expuesta por Antonio García Calderón (Weber; Friedrich; Duverger y otros),
para este autor, un partido es “una organización estable que tiene como
objetivo principal la conquista y el ejercicio del poder político, con el fin
de organizar la sociedad y el Estado, de acuerdo con las ideologías e intereses
que representa. Ello supone, como señala Duverger, la presencia de 4 elementos
constitutivos: 1) Ideología; 2) Organización; 3) Militancia; y 4) Programa.
Ahora bien, queda claro que si
aplicamos esta segunda definición al caso de las próximas elecciones ediles,
resulta que sólo el APRA y el PPC (ni siquiera el fujimorismo) pueden ser
reconocidos como auténticos partidos. Si ello es así, entonces, ¿qué cosa son
el resto de agrupaciones que buscan competir en las próximas elecciones?
Justamente eso, agrupaciones y/o grupos
de interés -la mayoría de vida efímera- que buscan acceder al poder a través de
las elecciones. Bajo esas condiciones, resulta claro que si bien en el Perú los
procesos electorales cuentan con la participación de numerosas agrupaciones,
estamos muy lejos de contar con un sistema de partidos institucionalizado. Lo
más preocupante de todo esto, es que hasta el momento no hemos tomado conciencia
de la importancia que tienen los partidos para una democracia, y el riesgo que
esta corre cuando los partidos no la sostienen.
¿Por
qué son importantes los Partidos Políticos?
Los partidos son importantes pues son
los principales agentes de representación política y son virtualmente los
únicos actores con acceso a cargos de elección popular en la política
democrática. En otras palabras, los partidos dominan la política electoral ya
que los gobiernos democráticos son elegidos a través de ellos. Pero los partidos,
no solo constituyen el medio a través del cual los gobiernos se forman, sino
que su presencia alienta a grupos para organizarse en términos políticos. Así,
la manera en que los partidos se organizan para competir en la arena electoral,
pero también para hacer política partidaria, terminan por estructurar la forma
en que los actores políticos -en general- interactúan.
Por tanto, no es posible reducir el
campo de acción de los partidos al momento electoral (si fuese así, en el Perú
tendríamos el mayor número de partidos de América Latina), ya que como hemos
visto, además de competir en elecciones, cuando los partidos son movimientos
estructurados y estables, con una organización que los articula, una ideología
que los identifica, un programa que los alienta, y una militancia que les
asegura su vigencia social, los partidos logran canalizar y expresar los diversos
intereses de la sociedad (políticos, económicos, culturales, etcétera), configurando
la agenda política -dándole voz a ciertos intereses y conflictos mientras
simultáneamente acallan otros- aumentando o disminuyendo las perspectivas para
un gobierno efectivo y una democracia estable (Mainwaring y Scully: 1996).
¿Por
qué decimos que el Perú no cuenta con un sistema institucionalizado de partidos?
A pesar de que, como hemos podido
apreciar, en el Perú muchos partidos hayan sido reconocidos formalmente como
tales, eso no quiere decir que nuestro país cuente con un sistema de partidos
institucionalizado -algo que debería preocuparnos a todos-. Sostenemos ello
pues en general la institucionalización se refiere a un proceso por el cual una
práctica o una organización se hace bien establecida y ampliamente conocida,
sino necesariamente aceptada por todos.
En un sistema institucionalizado, los
partidos desarrollan expectativas, orientaciones y conductas basadas en la
premisa de que esta práctica u organización han de prevalecer en el futuro
previsible. Eso quiere decir, como sostiene Samuel Huntington, que la
institucionalización es el proceso mediante el cual estas organizaciones
adquieren valor, estabilidad y predictibilidad.
En un sistema de partidos institucionalizado
no tienen cabida las agrupaciones “vientres de alquiler”, las que “cambian de
nombre” como si de ropa interior se tratara (90, 95, 2000 o 2011) o las que “modifican
su orientación política sin ningún reparo” (son de centro, derecha, izquierda,
arriba o abajo, dependiendo del cliente). En pocas palabras, en un sistema de
partidos institucionalizado, la lista de 13 a la que hemos hecho referencia,
quedaría reducida a menos de la mitad, sin mayor problema.
¿Qué
condiciones debería tener un sistema de partidos para que se le considere
institucionalizado?
Para nosotros, siguiendo a los autores
ya referidos, para que un sistema de partidos pueda ser considerado
institucionalizado, al menos debería cumplir cuatro condiciones:
La primera, y la más importante, es la
estabilidad en las reglas y en la naturaleza de la competencia entre partidos.
Por tanto, una situación en la que partidos importantes aparecen con
regularidad y con la misma rapidez se evaporan (“vientres de alquiler” y/o “aventuras
electorales”), no es característica de un sistema institucionalizado de
partidos. Donde no existe la estabilidad, la institucionalización es limitada.
¿Cumple nuestro sistema de partidos con esta condición? No.
La segunda, los partidos importantes
deben tener raíces más o menos estables en la sociedad; de otro modo, no
estructuran las preferencias políticas a lo largo del tiempo, y hay una
regularidad limitada en la manera en que la gente vota. Esto se refiere al
apego de los ciudadanos a los partidos y a la importancia que cobran las
etiquetas partidarias, generando vínculos entre el elector y la organización
que terminan por regularizar el sistema político. ¿Cumple nuestro sistema de
partidos con esta condición? No.
La tercera, en un sistema de partidos
institucionalizado, los actores políticos importantes conceden legitimidad al
proceso electoral y a los partidos. Las elites políticas basan su conducta
sobre la expectativa de que las elecciones serán la ruta principal que conduce
al gobierno. Si esta expectativa se erosiona, entonces la institucionalización
se desmorona, ya que los actores políticos empiezan a percibir que las
elecciones abiertas no son el proceso real para determinar quién gobierna.
¿Cumple nuestro sistema de partidos con esta condición? No.
Finalmente, en un sistema de partidos
institucionalizado, las organizaciones partidarias tienen importancia. Los
partidos no están subordinados a los intereses de líderes o caudillos ambiciosos,
pues adquieren un valor propio. Constituye un signo de institucionalización la
firme implantación de estructuras partidarias, su extensión a un territorio
amplio, la estabilidad de su organización, y la observancia de su normativa
interna, inclusive por parte de los líderes del partido. Además, los
procedimientos del partido se hacen rutinarios, inclusive aquellos vinculados a
la elección y al control del partido, como la celebración de elecciones
primarias en las cuales se eligen a los candidatos del partido. ¿Cumple nuestro
sistema de partidos con esta condición? No.
Estos apuntes nos llevan a afirmar que
nuestro país carece de un sistema de partidos institucionalizado, que
contribuya a la consolidación de nuestro sistema democrático y del Estado de
Derecho. Ahora bien, llegando al término de esta columna queda por hacernos una
última pregunta.
¿Por
qué es importante institucionalizar un sistema de partidos en el Perú?
La razón parece bastante obvia: Allá
donde el sistema de partidos está más institucionalizado, los partidos son
actores claves que estructuran el proceso político, donde está menos
institucionalizado, los partidos no son tan dominantes, no estructuran tanto el
proceso político, y por ende, la política tiende a ser más impredecible.
Además, cuando un sistema de partidos no está institucionalizado, la política
se torna más errática, y gobernar es también más complicado (el desorden, caos
e inestabilidad distinguen a estos sistemas).
De hecho, apuntan Mainwaring y Scully,
cuando las instituciones políticas son débiles, las poderosas elites económicas
tienden a tener acceso privilegiado a los elaboradores de políticas. Es decir,
en ausencia de controles y equilibrios institucionales bien desarrollados, a
menudo prevalecen prácticas patrimoniales, las legislaturas se cierran, y los
gobiernos terminan doblegándose ante los intereses de los grandes grupos de poder.
Entonces, si queremos que el proceso democrático electoral en el Perú recupere
su sentido, garantizando que quien resulte ganador será quien verdaderamente
ejerza el poder político que la ciudadanía le ha conferido, la única salida es
apostar por la institucionalización de nuestro sistema de partidos. Una apuesta
de la que muchos hablan, pero que a pocos realmente les interesa hacer.
Nota: los interesados en el tema pueden
consultar el libro de Mainwaring y Scully titulado: “La construcción de
instituciones democráticas: Sistema de Partidos en América Latina”.
Etiquetas: ELECCIONES REGIONALES Y MUNICIPALES 2014, MAINWARING Y SCULLY, MUNICIPALIDAD METROPOLITANA DE LIMA, PARTIDOS POLITICOS
1 comentarios:
excelente articulo , para el aprendizaje de los partidos politicos
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