Esa es la pregunta que el
reconocido economista coreano Ha-Joon-Chang responde en su extraordinario libro
titulado “Retirar la escalera”. Lo que hace este autor es brindarnos una mirada
distinta a la que comúnmente plantea la ortodoxia económica mundial en torno a
la manera cómo los países ricos alcanzaron posicionarse en la cumbre del progreso
y desarrollo. Aprovecharé entonces esta columna para exponer brevemente las
ideas más importantes de este monumental libro.
La fórmula que “todos
debemos seguir”
En nuestros días, señala
el autor, los países en desarrollo (PED) sufren importantes presiones por parte
de los países actualmente desarrollados (PAD) y de la academia económica y
política a la que éstos controlan, para que adopten un conjunto de “buenas
políticas” y “buenas instituciones” que impulsen su desarrollo económico: las
“buenas recetas”.
En otras palabras, estas
“buenas recetas” no son otras que las
prescritas por el llamado Consenso de Washington, las mismas que le fueron
impuestas a los PED desde los inicios de la década de los ochenta (en el Perú a
partir de los noventa).
¿Cuáles son las “buenas
políticas” y las “buenas instituciones”?
En este punto, es
importante hacer la siguiente diferencia: cuando hablamos de “buenas políticas”
estamos haciendo referencia a: 1) Políticas macroeconómicas restrictivas; 2)
Liberalización del comercio internacional; 3) Liberalización de la inversión; y
4) Privatizaciones y desregulaciones. En cambio, cuando hablamos de “buenas
instituciones” estamos aludiendo a: 1) La democracia política; 2) La
buena burocracia; 3) Un Poder Judicial Independiente; 4) Derechos de propiedad
bien protegidos (también derechos de propiedad intelectual); y 5) Instituciones
de gestión gubernamental y financiera transparentes y orientadas hacia el
mercado (incluyendo un banco central políticamente independiente).
¿Existen diferencias entre
las políticas y las instituciones?
Claro que sí, como se
puede apreciar, existe una diferencia entre políticas e instituciones. Según el
propio autor, puede decirse que las instituciones son arreglos más permanentes,
mientras que las políticas se cambian con mayor facilidad. Por ejemplo, subir
los aranceles de ciertas industrias constituiría una “política”, mientras que
el propio arancel puede ser considerado una “institución”.
¿Acaso las únicas "buenas
recetas" son las que el Consenso de Washington prescribe?
Al parecer no, justamente lo que el autor cuestiona es si
todas estas recetas deben ser adoptadas en los PED y la manera cómo se lleva
adelante este proceso. Incluso, lo que el autor pone en debate es si en
determinados PED los costos en la implementación de las mismas no resultan
siendo mayores que los beneficios (ejemplo: las patentes, la privatización o la
desregulación ilimitadas).

Al mismo tiempo, lo que el
autor hace es lanzar una hipótesis provocativa que básicamente es ésta: Los PAD
no se hicieron ricos siguiendo el camino que ahora pretenden imponer a los PED.
Y ello a su vez, lo obliga a lanzar una pregunta por demás subversiva que nos debería
invitar a una profunda reflexión: ¿Por qué los PAD quieren imponer medidas que
ellos no adoptaron cuando empezaron su camino hacia el desarrollo? Para
resolver esta interrogante, y corroborar su hipótesis, el autor estudia, como
veremos luego, la historia económica de una serie de PAD (nosotros nos
referiremos a dos: Estados Unidos e Inglaterra).
La historia económica de
los países estudiados
El libro se centra
(capítulo 2 y 3) en el estudio del periodo comprendido entre el siglo XIX y
principios del XX, aproximadamente entre el fin de las Guerras Napoleónicas
(1815) y el comienzo de la Primera Guerra Mundial (1914), periodo en el cual la
mayor parte de los PAD estaban pasando por sus revoluciones industriales.
Ahora, los países cuya historia económica es estudiada son: Estados Unidos,
Inglaterra y Alemania. A ellos, se suman las experiencias posteriores a la
Segunda Guerra Mundial de países como Japón y Francia, que consiguieron generar
un impresionante crecimiento económico sobre la base de la radical
transformación institucional que se produjo tras la guerra y que dio como
resultado una política económica que conjugó tesis liberales y proteccionistas.
La receta que impone
Washington no es el único camino hacia el desarrollo
El autor afirma lo
siguiente: Los PAD no llegaron a donde ahora están mediante las políticas y las
instituciones que recomiendan actualmente a los PED. En su mayor parte,
pusieron en práctica políticas comerciales e industriales “malas”, tales como
políticas de protección a la industria naciente y subsidios a la exportación,
prácticas que hoy en día son desaprobadas, cuando no activamente rechazadas,
por la OMC (Organización Mundial del Comercio).
¿Qué se hizo en los
Estados Unidos?
El autor nos recuerda que
en la obra de Smith “La riqueza de las Naciones” se señaló que los estadounidenses
cometerían un grave error si buscaban la promoción de su industria naciente a
partir de medidas proteccionistas contrarias al “libre cambismo”.
Afortunadamente (lo dice
irónicamente el autor), los estadounidenses rechazaron con firmeza el análisis
de Smith a favor del “sentido común” y “del instinto de lo que realmente era
necesario hacer para su nación”, procediendo a proteger sus industrias
nacientes con gran éxito a partir de 1816, para luego, y después de casi 100
años, convertirse recién, en parte gracias a estas medidas, en el líder
industrial y en el centro intelectual a nivel global.
En otras palabras, antes
de que los Estados Unidos se convirtiera en el gran difusor, promotor y guardián
del libre cambismo a nivel mundial, tuvo 100 años de políticas proteccionistas,
las mismas que ahora condena y combate ferozmente a nivel global. ¿No es acaso
eso una gran contradicción?
¿Qué se hizo en Inglaterra?
El autor nos demuestra que
Inglaterra fue en realidad el primer país en perfeccionar el arte de la
promoción de su industria naciente (el denominado fortalecimiento hacia adentro),
que según este autor, fue (y es) el camino hacia la prosperidad de la mayor parte
de los países. Por eso, quienquiera que no esté convencido de la validez del
argumento de la industria naciente y de su importancia para el desarrollo,
debería estudiar primero la historia de la industria inglesa, sentencia. ¿Y
cómo lo hicieron? Simple, implementando medidas proteccionistas que para el
caso de los PED los PAD satanizan. ¿No es acaso eso una gran contradicción?
Los PAD (Estados Unidos a
la cabeza) son quienes nos “retiran la escalera”
Como ya lo señalamos,
recién cuando los Estados Unidos logró consolidar su supremacía industrial de
manera absoluta a nivel mundial tras la Segunda Guerra Mundial, empezó, al
igual que lo hizo Inglaterra en el siglo XIX, a promover decididamente el libre
comercio, pese al hecho de que adquirió esa supremacía mediante el uso
nacionalista de un fuerte proteccionismo. Eso quiere decir “retirar la escalera”:
condenar a los otros por hacer lo que uno hizo en beneficio propio. ¿No es acaso una actitud cínica e interesada
defender un liberalismo radical que ellos no practicaron? Por tanto, impedir
que los PED adopten estas políticas constituye una seria limitación a su
capacidad de desarrollarse económicamente; y además, un fraude histórico
monumental.
Apunte final
Luego de revisar este
libro, cuya lectura y compra recomiendo, no me queda sino formular algunas
preguntas que espero sirvan para abrir un debate profundo y serio sobre esta
materia, incentivando a los lectores a cuestionar algunas ideas que cierto
sector nos ha querido imponer como si se tratasen de verdades bíblicas y dogmas
divinos.
Pensemos
¿Lograrán los PED
fortalecer sus industrias y consolidar sus economías siguiendo las recetas
impuestas por el monocorde discurso del Consenso de Washington? ¿Tendrán los
PED la convicción y fuerza necesarias para cambiar la historia? ¿Seremos
capaces los latinoamericanos de implementar un plan coherente para el
desarrollo de nuestras industrias nacionales sin esperar el permiso de los
grandes grupos de poder económico transnacional? ¿Será capaz la gran prensa de
darle tribuna a quien cuestiona el modelo impuesto por Washington? ¿Se
atreverán los señores de la CONFIEP a mirar sin complejos la historia económica
mundial?
Estas son las preguntas
que nuestros gobernantes han preferido no responder (desde Fujimori en
adelante). Estas son las preguntas que tanto la derecha como la izquierda en el
Perú (y en la mayoría de países de la región) deben plantearse y no lo hacen.
Estas son las preguntas que el conglomerado mediático de nuestro país (El
Comercio) ha preferido “convenientemente” no hacer, pues no quiere enojar y
perder a sus anunciantes, tan simple como eso.
Etiquetas: “Retirar la escalera”., Ha-Joon-Chang
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