El año pasado, la revista “The
Economist”, una de las más importantes a nivel mundial, declaró a Uruguay como
el país del año, la razón de esta denominación ha sido básicamente la
siguiente: el gobierno izquierdista del Presidente José Mujica, otrora
guerrillero tupamaru, aprobó dos importantes reformas en materia de derechos y
libertades civiles como son la legalización del matrimonio entre personas del
mismo sexo (matrimonio gay) y la regulación de la venta, producción y consumo
de la marihuana. Para “The Economist”, ambas reformas son muy profundas por lo
que se espera que puedan beneficiar al mundo entero.
Una tradición democrática
Todos los que conocen la historia
política uruguaya saben que este país sudamericano se ha caracterizado por sus
profundas raíces democráticas y su apego por el respeto al Estado de Derecho.
Uruguay cuenta con la tradición democrática y constitucional más sólida de
Sudamérica, la misma que le ha permitido consolidar un sistema institucional
capaz de garantizar de manera efectiva el ejercicio de los derechos de las
personas, hecho que sin lugar a dudas, le otorga a la democracia uruguaya mayores
niveles de estabilidad y gobernabilidad.
Sin embargo, y a pesar de su fecunda
vocación democrática, Uruguay, como tantos otros países de Sudamérica, también
atravesó por un periodo oscuro de dictadura y represión (1973-1985), el mismo
que acabó con la vida de decenas de personas, entre asesinados, torturados,
perseguidos y desaparecidos. A pesar de ello, y contra lo que muchos pudieran
haber presagiado, el trauma autoritario, el horror de lo vivido y la violencia
desatada por los operadores de la dictadura, sirvieron para generar en todos
los sectores políticos, tanto de derecha como de izquierda, una fuerte
convicción democrática y una apuesta sincera por la defensa de los valores de
la democracia política.
Lo que vino después de la dictadura
Decimos todo ello, pues como bien lo
ha señalado Mario Vargas Llosa, “resulta
extraordinario que ambas medidas, inspiradas en la cultura de la libertad,
hayan sido adoptadas por el Gobierno de un movimiento que en su origen no creía
en la democracia sino en la revolución marxista leninista y el modelo cubano de
autoritarismo vertical y de partido único”. Recordemos que fue justamente
este carácter revolucionario y socializante, lo que sirvió de justificación a
los militares uruguayos, para asaltar la democracia en 1973, dando paso a una
dictadura conservadora de derecha que terminó por instalar el miedo y el terror
en el país.
Luego de la caída de la dictadura y
del retorno a la constitucionalidad en 1985, en Uruguay, se abrió un proceso de
transición política en el cual todas las fuerzas y movimientos decidieron unir
esfuerzos para construir un país estable, libre y seguro, pero para ello, fue
necesario que tanto la derecha como la izquierda, se comprometieran a defender
y respetar las reglas y principios básicos de la democracia política, incluso
por encima de las presiones de las facciones extremistas y radicales que ambos
sectores todavía presentaban.
El Gobierno izquierdista del Frente
Amplio
Por eso no sorprende el que una vez en
el Gobierno (2005), con la presidencia de Tabaré Vásquez, y luego, con el
ascenso del Presidente José Mujica, el Frente Amplio (la coalición de centro
izquierda que agrupa a diversos partidos y movimientos progresistas uruguayos)
haya respetado rigurosamente las reglas de la democracia política como son la
independencia de los poderes públicos, la libertad de prensa, el pluralismo
político, la libre competencia electoral, así como también la propiedad
privada, la libertad de empresa y las libertades individuales.
La izquierda uruguaya, representada
por el Frente Amplio, comprendió que la fórmula para el desarrollo era la
combinación de democracia y mercado, sumada a la implementación eficiente de una
serie de políticas redistributivas que le permitiesen reducir la desigualdad
social y económica que tanto daño le hace a la gobernabilidad en los países de
nuestro continente. De hecho, Uruguay es el país de la región que presenta la
menor brecha de desigualdad.
Contra viento y marea
En todo caso, lo que sí es
sorprendente, y por eso digno de resaltar, es que a pesar de la oposición de la
mayoría de la población (católica, desde luego), la izquierda uruguaya, de la
mano de su Presidente José Mujica, haya tenido la valentía de aprobar dos
reformas liberales, que en otros países de la Sudamérica, incluyendo al Perú,
son todavía hoy impensadas. Este hecho, esta vocación inclusiva, denota el
perfil democrático y liberal de una izquierda que ha logrado dar el salto a la
modernidad, y que seguramente hará que Uruguay, más temprano que tarde, vuelva
a ser visto como “la Suiza de América del Sur”.
Con respecto al matrimonio gay, la
izquierda uruguaya ha logrado entender que todas las personas,
independientemente de su identidad sexual (no es una opción, como algunos
dicen) tienen el derecho a ser libres, y a buscar su felicidad en condiciones
de igualdad, y por tanto, merecen por parte del Estado, el mismo respeto y
reconocimiento. En ese sentido, el hecho que ahora en Uruguay, todas las
parejas, sean homosexuales o heterosexuales, puedan contraer matrimonio, nos habla
del enorme avance que en materia de reconocimiento de derechos se ha llevado a
cabo en este país. Algo que en el Perú, por cierto, muchos miramos con sana
envidia.
A su turno, con relación a la
regulación de la venta, producción y consumo de la marihuana, la izquierda
uruguaya por fin comprendió que las políticas represivas y de criminalización
que tantos miles de millones de dólares han costado, simplemente no han
funcionado, y que muy por el contrario, lo único que han conseguido es
encarecer el producto tornándolo mucho más rentable, generando enormes
incentivos para la formación de bandas criminales y redes de corrupción
asociadas al narcotráfico, problemática que día a día pone en jaque y amenaza
la estabilidad de los gobiernos de Latinoamérica.
¿Aumentará el número de personas
homosexuales o de consumidores de marihuana a partir de la aprobación de estas
reformas?
Con respecto a lo primero, debo decir
que resulta absurdo que en pleno siglo XXI tengamos a gente que cree que la
homosexualidad se transmite por imitación, y que los niños/niñas que caminan
por las calles a diario decidirán ser heterosexuales u homosexuales dependiendo
del número de parejas que ven pasar frente a sus ojos. Sostener ello resulta
absurdo, por el simple hecho que la homosexualidad no es una enfermedad que se
contagia por la exposición al ambiente, o por la presencia de modelos de pareja
que se salen de la regla sagrada de
la heterosexualidad.
Con respecto a lo segundo, puede que
el consumo de marihuana aumente en un primer momento, por la novedad que esta
medida supone, sin embargo, queda claro que si el Gobierno uruguayo implementa
campañas de información y educación a gran escala, dando cuenta del enorme
riesgo que representa para la salud el consumo indiscriminado de este producto,
entonces los niveles de consumo descenderán y la actividad empezará a tornarse
mucho más controlable. Lo que sí es seguro, es que la regulación irá acabando
poco a poco con el mercado negro de la marihuana, golpeando y desarticulando a
las redes criminales que hasta estos días vivían gracias a este negocio
clandestino (lo mismo ocurrió cuando se levantó la prohibición a las bebidas
alcohólicas en los Estados Unidos).
Una izquierda moderna, democrática y
liberal
Para terminar, es preciso señalar que
la defensa de las libertades individuales, en el campo político, social,
económico y cultural, tiene siempre algunos costos y riesgos que sus defensores
deben asumir. Hoy en día el Gobierno izquierdista de José Mujica, decide correr
esos riesgos, y enfrentarse a la mayoría de su país con el único objetivo de
garantizar el pleno ejercicio de la libertad individual de las personas. Estas
son reformas que seguramente cambiarán la vida en Uruguay, y que esperemos sean
debatidas seriamente en la región.
Es muy meritorio, reitero, que
movimientos de izquierda con un pasado antiliberal, hoy representados por el
Frente Amplio, hayan decidido enarbolar las banderas de la libertad impulsando
éstas reformas. Me pregunto: ¿Cuántos de nuestros izquierdistas locales que hoy
se esfuerzan por formar el Frente Amplio estarán dispuestos a salir a los
medios y apoyar medidas liberalizadoras como éstas? Pregunto ello pues eso
marcará la diferencia entre esa izquierda trasnochada, que se quedó anclada en
el pasado, y la izquierda moderna, democrática y liberal, que tanto necesitamos
en nuestro país para la consolidación de nuestra democracia.
Etiquetas: FRENTE AMPLIO URUGUAYO, JOSÉ MUJICA, LEGALIZACIÓN DE LA MARIHUANA, matrimonio homosexual, TABARÉ VÁSQUEZ
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