Yo sé que cuesta trabajo
creer esto luego de la manera infame cómo los “padrastros de nuestra patria”
eligieron a los seis nuevos miembros del Tribunal Constitucional (TC). Los
“padrastros” mandaron al carajo la ética, encarpetaron la moral y asesinaron la
decencia política a mansalva. Nada de esto importó a la hora de la repartija de
cargos, y al puro estilo del capo que distribuye el botín entre sus mafiosos,
los asientos en el TC fueron repartidos sin importar otra cosa que no sea la
“afiliación política”.
Los “padrastros” tuvieron la
oportunidad histórica de conformar un TC de lujo (seis nuevos miembros debían
ser nombrados), pero la pequeñez pudo más, la miseria de estos congresistas se
impuso, y el Perú ahora lo sufre, lo sufre porque a ninguno de estos representantes
del todo vale se le ocurrió, aunque sea por un minuto, pensar en el profundo
daño que esta decisión le hacía a la institucionalidad de nuestro país.
Los méritos no importan
La consigna fue muy clara:
Mandemos a la mierda los méritos y las calificaciones académicas y
profesionales de los candidatos, no importa si el aspirante no sabe
absolutamente nada de Derecho, no importa si su trayectoria jurídica se resume
en una miserable hoja de papel en blanco, no importa si carecen de credenciales
democráticas que los legitimen ante los ciudadanos como auténticos defensores
de la constitucionalidad en el país. Acá no importa nada, porque de lo que se
trata es que cada pandilla organizada tenga a uno de sus cabecillas como
integrante del Tribunal más importante de nuestro país.
El defensor de una dictadura
Y así ocurrió, la banda
fujimorista logró imponernos la candidatura de un defensor del golpe de Estado
de 1992, un patrocinador de militares acusados por delitos de violación contra los derechos humanos, un
feliz abogado de los narcotraficantes más gordos del país. Recuerden, este es
el mismo señor que justificó la destitución de lo tres magistrados constitucionales
que se opusieron a la “inconstitucional” tercera reelección de Alberto
Fujimori, diciendo que ello no era otra cosa que una anécdota y que todos
pueden cometer errores.
Este señor, este ilustre
representante de esa mafia que gobernó nuestro país durante 10 años, a punta de
coimas, sobornos y asesinatos, es ahora premiado con esta elección, este será
uno de los hombres que tendrá la responsabilidad de defender a nuestra “Constitución”, esa misma Constitución
que su ex cliente se encargó de pisotear sistemáticamente.
Pero el apetito (insaciable)
de poder de los hijos del fujimontesinismo no podía ser satisfecho con tan sólo
un candidato suyo en el TC. El TC estaba en su mira, y como el asalto tenía que
ser completo, se tomaron el trabajo de conseguirse a un “fujimorista de
corazón” que disfrazado de jurista, pudiera burlar los reflectores de los
medios (brutos y achorados) para así conseguir su segundo cupo en esta
“repartición de asientos”.
El fujimorista disfrazado de
santo
Así ha llegado el señor
Decano de la Facultad de Derecho de la UPC a ser magistrado del TC. Este es el mismo
que sobre el proceso penal seguido en contra del dictador Alberto Fujimori
dijo: “Durante el proceso no hubo testigo
que indicara que Fujimori dio la orden de ejecutar las matanzas de Barrios
Altos y La Cantuta”, y que la sentencia
se basó en una reconstrucción parcial de la historia. Como si las órdenes de
matar y asesinar a los “enemigos de un régimen dictatorial” se diesen a través
de documentos formales (con copia y cargo para los archivos).
Como
ven, este señor, al que quieren hacer pasar por un “santo letrado”, será el
encargado de contener los apetitos de sus amigos fujimoristas. ¿Cómo puede ser
magistrado constitucional un tipo que dice que la dictadura fujimorista, a
pesar de sus bemoles, fue positiva porque derrotó al terrorismo y la inflación,
y porque privatizó las empresas estatales, y bajó el nivel de los aranceles? ¿Puede
un tipo así garantizar la constitucionalidad en nuestro país? Y luego nos
hacemos los sorprendidos cuando el pueblo elige a quien ROBA PERO HACE OBRA.
Luz
verde para la mediocridad
Hasta
aquí, la historia ya era una tragedia, pero siempre las tragedias pueden tener
un final de terror. Esta vez la pandilla fujimorista no actuó sola, esta vez la
bancada nacionalista (con la luz verde de Nadine Heredia, eso lo doy por
sentado) también demostró que es capaz de la mayor bribonería, y como si el
lema “honestidad para hacer la diferencia” fuese una broma de mal gusto que sus
otrora difusores estuviesen empeñados en desaparecer, contribuyó con sus votos
para lograr el nombramiento de otros dos impresentables.
El
“planchacamisas”
El
primero de ellos es un señor que alcanzó el estrellato mediático luego de que
los medios de comunicación lo bautizaran con el apelativo de “planchacamisas”
(suficiente motivo para no ejercer ningún cargo público), luego de que este
fuera denunciado por uno de sus auxiliares, Isidoro Villa Quispe, de que cuando
este señor era parlamentario, tanto él como su familia, lo obligaban a planchar
sus camisas. Pero el currículo de este señor no se limita a esta “risueña
chapita”, resulta que este nuevo magistrado, que tendrá en sus manos la defensa
de los valores de la democracia y el respeto por los derechos humanos, es un
ferviente defensor de la dictadura cubana, para este señor la Cuba de los
dictadores Castro es un paraíso de libertades en donde los ciudadanos ejercen plenamente
todos y cada uno de sus derechos. ¿Cómo puede ser magistrado constitucional un
tipo que defiende a un régimen
totalitario como el cubano?
El
chicheñó
El
segundo, que no es ni mejor ni peor que su colega “planchacamisas”, tiene un
único mérito: es un incondicional de este Gobierno, un verdadero fans enamorado
de Ollanta Humala, un acólito, un áulico, un chicheñó, alguien que cree que su líder es algo así como el Manco
Cápac del siglo XXI. En tiempos en los cuales el Perú requiere de una reforma
política profunda, destinada a consolidar partidos auténticamente democráticos,
los “padrastros” lo eligieron como magistrado, lo eligieron a este señor que ha
señalado que el Partido Nacionalista es un partido caudillista, que si al
Nacionalismo le quitan a Ollanta Humala, este partido no sería nada, a este
señor que afirma que el Gobierno no gasta un sol en apuntalar la campaña
política de Nadine Heredia, lo premian con este nombramiento. ¿Cómo puede ser
magistrado constitucional un tipo que tiene complejo de lamebotas y vocación de
chupamedias?
Defendamos
la democracia
La suerte parece estar echada, ninguna de las gavillas congresales
(incluyendo al toledismo y al PPC) está dispuesta a dar marcha atrás, a nadie
le importa que la población haya rechazado de manera general y contundente esta
decisión. Los méritos de los candidatos jamás fueron evaluados, no tiene
sentido señalar que ninguno de estos cuatro magistrados es especialista en
Derecho Constitucional, no sirve de nada afirmar que ninguno de ellos garantiza
un compromiso ético férreo con la defensa de los valores de la democracia
republicana que nuestra Constitución recoge.
Ya
nada importa, ahora se están organizando movilizaciones y marchas aprovechando
las celebraciones de Fiestas Patrias (qué carajo vamos a celebrar), veremos qué
pasa en estos días. Tan sólo esperemos que el grito ¡Que se vayan todos! No sea
el preludio para la llegada de otro caudillo populista que ofreciendo acabar
con la mierda en la que se ha convertido la política en nuestro país, termine
imponiendo sobre nuestras cabezas un régimen autoritario como el que ahora
vemos en otros países vecinos. Porque deben saber señores, que la política en
democracia puede oler y saber a estiércol, pero la política en dictadura, siempre
es sinónimo de robo, asesinato, tortura y violación de derechos a gran escala.
Sino, basta recordar el gobierno fujimorista de los noventaS.
Etiquetas: Cayo Galindo, José Luis Sardón, Ollanta Humala, Rolando Sousa, Tribunal Constitucional, Víctor Mayorga
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