La
decisión del presidente Ollanta Humala (OH) de no concederle el indulto
humanitario a Alberto Fujimori (AF) pone punto final (al menos, hasta nuevo
aviso) a una novela que ya se había prolongado más de lo debido. Este asunto, se
había convertido en una piedra en el zapato para este Gobierno. El país, como
suele ocurrir en este tipo de casos, se había polarizado desatándose un
constante enfrentamiento entre los que estaban a favor y los que estaban en
contra de este perdón presidencial. Por eso, y pensando ya en el futuro del
Perú, es saludable que esta decisión presidencial, por fin haya llegado.
La
molestia y la frustración en la familia de AF son comprensibles. Las críticas a
esta negativa presidencial se veían venir. Más aún, muchos pensamos que las
declaraciones públicas serían más ácidas; no obstante ello, nos parece que la
sangre no llegará al río y que las calles no serán tomadas por miles de
fujimorista dispuestos a todo por la liberación de AF. ¿Dónde están los
millones de peruanos que tomarían las ciudades de todo el país para exigirle al
Gobierno que le conceda a AF el indulto? Esa es una pregunta que los
fujimoristas más fanáticos (Kenyi es uno de ellos) deben estar tratando de
responderse sin mucho éxito.
Lo
que no deja de llamarnos la atención es la testarudez de aquellos que han
salido a decir que esta decisión presidencial marca el inicio de una batalla
jurídica que el fujimorismo emprenderá con la finalidad de buscar la libertad
de su líder. Lo sentimos mucho, pero a esas personas debemos decirles que los
sueños no se convierten en realidad por mucho que uno así lo desee.
Decimos
esto porque la negativa presidencial sepulta por completo la estrategia
jurídica con la cual contaban los fujimoristas para obtener la excarcelación de
AF. Salvo, y esa es la única salida que ahora se nos ocurre, el fujimorismo
(quién lo creyera) decida someter este caso a consideración de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, primero; y luego, en caso corresponda, elevarlo
a la Corte de San José de Costa Rica. Y pensar que durante la autocracia
fujimorista el propio AF ordenó la presentación de una solicitud para que el
Perú se retirase de la competencia contenciosa de la Corte. Como algunos dicen,
estas son las ironías que la vida suele presentar.
Pero,
¿Qué ocurrirá ahora con el fujimorismo? Como muchos lo han señalado, el
fujimorismo puede terminar explotando el martirologio que una decisión de este
tipo siempre genera, y apelando a la compasión de la gente, claro está, luego
de una campaña mediática inteligente de victimización, lograr capitalizar el
sentimiento de un importante sector de peruanos, para así terminar convirtiendo
en victoria política una decisión presidencial que en el plano jurídico los ha
herido de muerte.
Keiko
Fujimori (KF) sabe eso, y sabe además que el futuro de su agrupación de cara a las presidenciales del 2016 depende
básicamente de la posición que ella asuma con relación a este asunto. Por eso
no debe sorprendernos el hecho de que en sus primeras declaraciones haya
señalado que el fujimorismo buscará fortalecerse, y seguir creciendo en
presencia y militancia a lo largo de todo el país. Habría que ser muy ingenuo
para creer que el fujimorismo no tratará de usar la permanencia de AF en la
cárcel para generar adhesiones políticas al interior de ese casi 60% que según
las encuestadoras estaba de acuerdo con el indulto.
Esto
no quiere decir que KF no sienta tristeza y dolor en estos momentos. No creemos
que su desazón y desconcierto sean parte de una vil campaña mediática que desde
ahora apunta a la consolidación de su figura como única y verdadera sucesora de
AF al interior de su movimiento. Creo que todos, incluso los más
antifujimoristas, reconocen la relación cercana y de mutuo afecto que ella ha
tenido siempre con su padre.
Sin
embargo, no podemos olvidar, y ella al parecer no lo hará, que el futuro de su
partido, depende exclusivamente de su desempeño. Salvo algún fanático crea que
Kenyi, su hermano menor, está en condiciones de disputarle el liderazgo de la
agrupación, o más aún, de llevar a este movimiento a la victoria en las
próximas elecciones. KF será candidata del fujimorismo el 2016, y su padre,
desde la cárcel, le ayudará en esta aventura, como lo ha hecho antes, y como lo
seguirá haciendo mientras viva. No lo dudemos.
Con
respecto a OH, sus voceros han señalado que el presidente se limitó únicamente a
refrendar la opinión vertida por la Comisión de Gracias Presidenciales en su
informe (34 páginas). Siendo esto es así, su negativa con respecto al indulto
goza de total respaldo legal y constitucional. Porque como bien se ha señalado,
a diferencia del “indulto clásico”, para conceder un indulto humanitario, el
solicitante debe acreditar fehacientemente el cumplimiento de determinados
requisitos, los mismos que no fueron cumplidos de acuerdo a lo afirmado por
esta comisión de técnicos.
En
esa línea, no queda sino aceptar la decisión presidencial, en todos sus
extremos, incluso aquel en el que se señaló que si en un futuro las condiciones
personales del sentenciado AF son otras, y este logra acreditar el cumplimiento
de los requisitos legales para este tipo de beneficio, este mismo presidente no
dudaría en otorgarle el perdón solicitado.
Pero
como ya dijimos anteriormente, la telenovela Fujimori se ha cerrado. No sabemos
si habrá una segunda temporada, o si más temprano que tarde un pedido similar
se vuelva a presentar. Por ahora, llegó el momento de voltear la página, los
medios y la clase política deben hacer ello. Esa es la única manera de desfujimorizar
la agenda política nacional y pasar a ocuparnos de los temas realmente
importantes para el Perú. Quizá los políticos puedan empezar haciéndolo, preguntándole
al actual ministro del Interior de este gobierno por los graves indicios de
chuponeo y reglaje de los que al parecer son víctimas algunos personajes
incómodos para la administración del esposo de Nadie Heredia.
Etiquetas: Indulto humanitario a favor de Alberto Fujimori, Keiko Fujimori, kenyi Fujimori
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