En nuestro país, ese que en el extranjero es visto
como la joya de América del Sur, las autoridades se esfuerzan por demostrar que
seguimos siendo una sociedad profundamente atrasada. Digo todo ello, por la
descabellada idea que ha tenido este Gobierno, a través del Ministro de
Defensa, de restablecer en el Perú el “servicio militar obligatorio”,
disfrazado esta vez de sorteo público.
El atropello a la libertad individual de los jóvenes
(de los más pobres, eso lo veremos luego) se configuró con la promulgación del
Decreto Supremo 001-2013-DE-EP, el mismo que a la letra dice así:
- Artículo 1: Apruébese el llamamiento extraordinario de personal de la
Clase 1995 y clases anteriores, para la incorporación voluntaria al Servicio Militar Acuartelado
correspondiente al año 2013, en
caso de que con el llamamiento ordinario no se logre alcanzar el número de
seleccionados necesarios.
- Artículo 3: Si,
con el llamamiento extraordinario no se logre alcanzar el número de
seleccionados voluntarios necesarios para el Servicio Militar
Acuartelado, se procederá de inmediato
con el sorteo establecido en el artículo 50 de la Ley del Servicio Militar,
modificado por el Decreto Legislativo Nº 1146.
Las justificaciones de este atentado
contra la libertad
Los
defensores de esta aberración jurídica, entre ellos el congresista Luis Iberico,
que ha demostrado que de Derecho no conoce absolutamente nada, dicen que como
este supuesto estaba previsto en una ley entonces no hay nada que discutir, y
por ende, los chicos no tienen otra opción que servir a la patria les guste o
no.
El
problema con este tipo de justificaciones es que la misma lógica nos puede
llevar a defender atrocidades contra los derechos y libertades de las personas amparándonos
en la existencia de una ley que como esta tiene serios vicios de
inconstitucionalidad. ¿Se puede obligar a un muchacho a exponer su vida sin su
consentimiento? ¿Puede el Estado disponer alegremente del futuro de los más
jóvenes sin importar lo que ellos quieren? Yo creo que no.
Las
autoridades castrenses han señalado que en la actualidad se requieren 60 mil
voluntarios que presten servicio militar para cubrir todas las necesidades que
la institución demanda. Asimismo, han afirmado que hoy en día el número de
jóvenes que prestan servicio militar voluntario no llega ni a la mitad de la
cifra antes mencionada. ¿Y quién es el responsable de esta situación? ¿Quién
debió generar una política de defensa inteligente que corrija este problema? Adivinaron,
el único gran responsable es el Estado.
¿Por qué en nuestro país se desactivó el
servicio militar obligatorio?
Como
bien nos lo recuerda Wilfredo Ardito, profesor de Derecho de la Pucp, el
servicio militar obligatorio se abolió debido a las graves violaciones a los
derechos humanos que se cometían contra los reclutas. Muchos casos fueron
denunciados pero en muy pocos se sancionó a los verdaderos responsables, los
cuales, en más de una oportunidad, fueron impunemente encubiertos por los jefes
de los cuarteles.
Pero lo
más terrible de todo esto era que si uno analizaba el perfil de los jóvenes que
cumplían con el servicio militar obligatorio encontraba que la mayoría de ellos
provenían de familias pobres que no contaban con los recursos necesarios como
para iniciar acciones legales contra aquellos que agredían a sus hijos al
interior de los cuarteles. Eso no ocurría en el caso de las familias de clase
media o alta, pues siempre encontraban la manera de evitar que sus hijos fuesen
seleccionados para esta tarea. En otras palabras, sólo los hijos de las
familias pobres eran “seleccionados” para servir obligatoriamente a la patria.
¿Queremos soldados baratos y sin derechos
laborales?
Han
pasado quince años desde que en el Perú se instauró el servicio militar
voluntario. Muchos dicen que eso ha sido un fracaso y que a los jóvenes no les
interesa servir a la nación. Yo me pregunto: ¿Cuántos jóvenes están dispuestos
a poner su integridad en peligro a cambio de una propina de S/. 400 nuevos soles?
¿No es mejor acaso diseñar una política de incentivos que haga mucho más
atractiva la opción de servir voluntariamente al Perú?
Si
analizamos con atención este asunto nos daremos cuenta de que lo que en
realidad quiere el Estado es contar con muchachos que trabajen para él a cambio
de una propina que no llega ni siquiera al sueldo mínimo vital. Dicho de otro
modo, el Estado quiere soldados baratos, personal al que no le tenga que
garantizar los derechos laborales mínimos que todo trabajador merece. ¿Tan poco
valora el Estado a nuestros jóvenes?
Otros
defensores de este atentado contra el sentido común afirman que servir a la
patria es un honor y que todos estamos obligados a dar la vida por nuestro
país. La reflexión que hacen estos señores es tan estúpida que no me detendré a
rebatirla porque sé que a toda persona con más de dos neuronas este argumento le
ocasionará una muy fuerte carcajada. No obstante ello, quiero plantear tres
preguntas: ¿El patriotismo nace con la promulgación de una ley? ¿El amor a la
patria puede ser declarado por decreto? ¿Se puede obligar a una persona a
querer algo cuando este sentimiento no surge de manera espontánea? Naturalmente
que no. Por eso esta posición es tonta e inútil.
Las excepciones
Ahora
bien, la norma (inconstitucional desde todo punto de vista), señala que están
exonerados de este proceso de selección: 1) Personas con discapacidad física o
mental grave y permanente, 2) Aquellos que acrediten ser los responsables del
sostenimiento del hogar; 3) Jóvenes que estén cursando estudios universitarios;
4) Los que sufren pena privativa de libertad (era más que obvio), 5) Residentes
en el extranjero; y 6) Los que acrediten estar prestando servicios a la
comunidad.
Muy
bien, si esas son las excepciones, por qué no incluimos también a los jóvenes
que son padres de familia, a los que estudian una carrera técnica y no
universitaria, a los que sin tener a cargo el sostenimiento de su familia
contribuyen económicamente con la misma dentro de sus posibilidades, o
simplemente a aquellos que trabajan dignamente porque así lo han decidido
hacer. ¿Es que acaso estos supuestos no son igual de atendibles como los que la
citada norma establece? He allí el problema de promulgar una norma con tantos
vicios de inconstitucionalidad y con tan escaso rigor técnico.
¿Qué pasa si un muchacho que es
seleccionado no se presenta?
Para
coronar el disparate cometido, la norma señala que estos jóvenes serán
sancionados con una multa del 50% de la Unidad Impositiva Tributaria. Es decir,
si usted tiene un hijo que ha sido seleccionado para el servicio militar
obligatorio y no quiere que este lo cumpla, debido a los serios riesgos que
ello trae consigo para su vida, o por cualquier otra razón, simplemente deberá
acercarse al lugar que corresponda (intuyo que será el Banco de la Nación) y
pagar S/. 1850 nuevos soles.
Esto
último hace que la norma en sí misma sea absolutamente discriminatoria.
Volveremos a épocas pretéritas en las cuales los hijos de los más pobres eran
quienes cumplían el servicio militar obligatorio. Estoy seguro de que cualquier
padre que tenga la posibilidad económica de librar a su hijo de este atentado
contra su libertad personal estará gustoso de pagar esa suma de dinero.
Más
aún, si tomamos en cuenta los serios problemas de infraestructura de nuestras
Fuerzas Armadas y el escaso nivel educativo que estas brindan a sus propios
agentes: ¿Qué cosas positivas aprendería un joven que fue obligado a estar en
un cuartel en contra de su voluntad? Si yo tuviera un hijo, no lo dudaría dos
veces y empezaría ahora mismo a juntar el dinero requerido para pagar la dichosa
multa.
Reflexión final
El
Gobierno vuelve a caer en el efectismo, cree que con salidas torpes podrá
corregir problemas estructurales. Al Gobierno parece no importarle el respeto
por los derechos de sus ciudadanos, pretende violar la libertad de los jóvenes
para cubrir las necesidades que su incapacidad y desinterés le han impedido
atender.
Las
Fuerzas Armadas, como la Policía Nacional del Perú, requieren una urgente
reforma, un cambio de timón que las lleve por el camino de la modernización y
profesionalización. Necesitamos contar con personal altamente calificado, gente
con formación especial que sea capaz de enfrentar a la criminalidad, el terrorismo y el narcotráfico. No podemos
obligar a los jóvenes a pelear una batalla que los adultos no hemos sido
capaces de afrontar con valor y decisión.
El
Gobierno, con este tipo de medidas, nos demuestra que estamos muy lejos de ser
una sociedad medianamente civilizada en la cual el respeto por los derechos y
las libertades marcan la conducta de los poderes públicos. Por eso, esta
iniciativa supone un retroceso en ese duro proceso que ha empezado el país para
la construcción de una mejor y mayor ciudadanía para todos los peruanos.
Nota: Este artículo también ha sido publicado por
el Observatorio Constitucional (Editorial Palestra) dirigido por César Landa
Arroyo, ex presidente del Tribunal Constitucional.
Etiquetas: SERVICIO MILITAR OBLIGATORIO, SERVICIO MILITAR VOLUNTARIO
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