sábado, 31 de octubre de 2009

Voto facultativo o voto obligatorio para el Perú



La semana que pasó, la Comisión de Constitución del Congreso de la República volvió a archivar el proyecto de ley, presentado por la Cédula Parlamentaria Aprista, para implementar el voto voluntario.

El tema de la implementación del voto facultativo es sin lugar a dudas un tema polémico, en el mismo Congreso las opiniones se han dividido en esta materia, por un lado, el partido de gobierno, en la persona del congresista José Vargas, defendía su posición a favor del voto facultativo en el entendido de que el sufragio es un derecho y no un deber, y que por tanto no puede someterse a un ciudadano coactivamente a ejercerlo, así como no se le puede exigir ejercer su derecho a la libertad de expresión o su derecho a la libertad de opinión. El mismo legislador señaló además que esta reforma fortalecerá el sistema de partidos pues evitará la aparición y posible éxito electoral de los denominados outsiders que de cuando en cuando suelen aparecer en la escena política nacional. Por su parte, el grueso de congresistas, entre los cuales se encuentran los militantes de Unidad Nacional, el fujimorsimo y el Partido Nacionalista, se mostraron en contra de esta postura, pues consideran que en nuestro país no contamos con una cultura cívica y democrática que garantice la concurrencia de la ciudadanía a las urnas, lo cual puede ocasionar un ausentismo masivo en los comicios, situación que pondría en peligro la legitimidad y representación de las autoridades elegidas.

Estando así las cosas no sorprende que la propuesta haya sido archivada, como ya señalamos anteriormente, con una votación de 10 votos en contra y 5 a favor de la misma. Solo como un apunte a tomar en consideración debemos decir que la propuesta del voto facultativo fue una opción trabajada en la plataforma política de todos o casi todos los partidos políticos en las últimas elecciones generales del 2006, por lo que sorprende la manera cómo el día de hoy muchos políticos que le dieron el sí al voto facultativo deciden sin más ni más archivar el proyecto de ley que busca su implementación.

Pero más allá de ello es preciso abrir un debate académico y político sobre la conveniencia del voto facultativo en nuestro país, y para ello es necesario hacer algunos apuntes que marquen el camino de la discusión, ya que en mi modesto entender el debate en el Congreso ha caído en el reduccionismo, lo cual demuestra el profundo desconocimiento jurídico y político que sobre esta materia tienen los padres de la patria, ya que no resulta serio, desde el punto de vista académico, teórico y práctico, reducir el debate a buscar respuesta a la pregunta de si el sufragio es un derecho o un deber, el análisis debe ir mucho más allá, por ello a continuación expondremos algunos puntos de vista que quizá contribuyan a enriquecer esta polémica.

Desde un punto de vista académico podemos decir que el derecho al sufragio puede ser concebido desde dos posiciones. Desde una primera posición podemos decir que el sufragio es un derecho de naturaleza política, es decir, se trata de una potestad o una prerrogativa que posee todo ciudadano, la cual le permite participar en la designación de autoridades y formar parte de la decisión de algún asunto de interés básicamente público o político. Como puede apreciarse esta tesis se vincula directamente con el concepto de soberanía popular desarrollada durante los siglos XVII y XVIII, en ese entendido dicha soberanía se encuentra dividida entre todos los ciudadanos de una país que tendrán la atribución de contribuir con su voto en la expresión de la voluntad general. Desde la segunda óptica, el sufragio es visto como expresión de una función política y social, es decir, el sufragio supone un conjunto de servicios y obligaciones exigibles al ciudadano ya que sin su concurso no podría garantizarse el normal desarrollo de la actividad del Estado, no podría elegirse legítimamente a los representantes y, por ende, no podría formarse un gobierno que le otorgue conducción y estabilidad a una nación. En esta misma línea, al ser considerado el sufragio una función, surge la idea de deber electoral, mediante el cual el ciudadano está obligado a expresar su voto de manera obligatoria ya que dicha participación y ejercicio son la base del sistema democrático.

En ese sentido, tenemos un derecho, como el sufragio, que admite dos lecturas diferentes sobre la naturaleza del mismo, lo curioso es que en determinadas situaciones, no solo en el Perú sino en otros países, los políticos pretenden tomar partido por alguna de estas dos dimensiones del derecho, sin preguntarse antes si eso es realmente posible, es decir sin preguntarse por la conveniencia de favorecer una dimensión en perjuicio de la otra, queriendo ver en el sufragio solamente a aun derecho o a una función de orden político, respectivamente.

En lo personal creo que el derecho al sufragio requiere de ambas lecturas, por un lado es preciso tener en claro que se trata de un derecho fundamental del cual goza todo ciudadano, pero al mismo tiempo, debemos reconocer el efecto que su ejercicio trae consigo al legitimar la constitución de un gobierno mediante la elección de autoridades representativas. No obstante, en el caso en el que ambas dimensiones entren en contradicción, cosa que yo no creo, pues entiendo que haciendo un adecuado análisis uno puede fortalecer amabas posiciones, debemos de hacernos algunas preguntas antes de optar por el voto facultativo (derecho) o voto obligatorio (función obligatoria).

Ahora bien, una vez superado el debate académico sobre la naturaleza del sufragio, debemos indagar por el impacto que una propuesta que implemente el voto facultativo pueda tener en nuestra sociedad, por ello resulta pertinente resumir brevemente las preguntas que el profesor Fernando Tuesta se hace al momento de analizar la viabilidad de esta propuesta ¿Quiénes serán los primeros en no votar? ¿Los ricos, los pobres, las clases medias? ¿En la urbe, en el campo? ¿Los jóvenes, los viejos? ¿Los hombres, las mujeres, los analfabetos? ¿Tiene algún impacto sustancial hacerse este tipo de preguntas? Como dice el profesor Tuesta, si la respuesta es no, entonces la defensa del voto obligatorio no tiene sustento alguno. No obstante, todos sabemos que dicha preguntas son de suma importancia, ya que lo que se busca en una elección es que en estas participen la mayoría de ciudadanos, pues a través de dicha participación se pueden apreciar las diversas tendencias e intereses presentes en sociedades tan plurales y heterogéneas como la nuestra, y eso es importante ya que esa diversidad puesta de manifiesto en las urnas es la que garantiza la legitimidad del gobierno elegido.

Ahora bien, es cierto también que las razones que se exponen a favor del voto facultativo merecen una especial consideración, ya que es cierto que la tendencia hacia futuro debe buscar el ensayo de esta fórmula, en la cual las personas realmente interesadas deciden libremente participar en la elección de representantes, personas que de manera conciente e informada deciden construir una democracia cuantitativamente superior a la que busca sumar votos para legitimar gobiernos, independientemente de si esos votos son informados o no, meditados o no, responsables o no.

Debemos ser concientes y tener la suficiente hidalguía para reconocer que el mundo se mueve en determinado rumbo, que las corrientes mundiales no solo se expresan en lo económico sino también en lo político, y que la propuesta del voto facultativo poco a poco irá adquiriendo mayor fuerza. Sin embargo, la pregunta es ¿Cómo hacer que la implementación del voto facultativo no genere distorsiones en nuestro débil sistema democrático?

Creo que la transición hacia el voto facultativo debe darse de manera gradual y paralela, gradual porque creo que todo cambio genera ciertos temores y paralela, porque no creo que baste con implantar el voto facultativo para consolidar una democracia cualitativamente superior a la que tenemos en la cual muchas decisiones sobre a por quién votar o por quién no votar se deciden en la misma cola de la elección o en la cámara secreta y bajo los argumentos más inverosímiles, por lo cual necesitamos hacer otras reformas al sistema político para conseguir dicho propósito. Creo que una buena opción sería ir reduciendo paulatinamente el monto de las multas que se impone como castigo para el ciudadano que no vota, posteriormente podemos instaurar el voto facultativo para determinadas elecciones de representantes, como las autoridades locales y regionales, para luego saltar a la escena nacional, llámese Presidente de la República o congresistas. Sin embargo, el voto facultativo por sí sólo no mejorará la realidad política y la crisis de representación que sufre nuestro país, para ello es necesario, realizar otro tipo de reformas como el fortalecimiento de los partidos políticos, la eliminación del voto preferencial y reformar la estructura de determinadas instituciones como el Congreso de la República, incorporando medidas como la renovación por mitades o por tercios, para hacerle saber al elector que es él quien decide sobre la suerte de sus representantes y que por tanto es necesaria su participación responsable e informada.

Dicho todo ello, solo nos queda esperar que el debate que hoy se abre en torno a este tema eleve el nivel de la discusión política y jurídica al momento de tomar la decisión de implementar el voto facultativo en nuestro país, como dijimos ello no es viable sino fortalecemos a los partidos políticos, pues serán ellos los encargados de movilizar a la ciudadanía, ganarse su confianza y hacerla participar, ello no será posible sin un sistema de partidos fuerte, institucionalizados en donde las decisiones adoptadas sean fiel reflejo de lo que se conoce con el nombre de democracia interna en la elección de candidatos que serán ofrecidos a la ciudadanía.

Finalmente, soy de los que cree que es necesario ir por el camino hacia la consolidación del voto facultativo, creo que el sufragio es más un derecho que un deber u obligación, no obstante sostengo que ese camino debe ser recorrido paso a paso, sin apresuramientos, tomando en cuenta la necesidad de hacer otras reformas que fortalezcan tal iniciativa, no nos vaya ocurrir lo de siempre, incorporar figuras o instituciones políticas que no tienen un respaldo objetivo en la realidad social de una sociedad como la peruana tan compleja.

Rafael Rodríguez Campos

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