Cuando el chisme invisibiliza a la fe
Esta vorágine farandulera a la cual algunos huachafos le llamaron la Jacksonmanía y otros, aún más huachafos, han bautizado con el nombre de Abenciamanía sirvieron, quiérase o no, para pasar por agua tibia otros temas de suma importancia para la nación como por ejemplo: el esclarecimiento de lo ocurrido en Bagua, la censura al gabinete del premier Jehude Simon, la liberación de Rómulo León Alegría, quien desde el día de ayer se encuentra bajo arresto domiciliario en el cómodo departamento sanisidrino propiedad de su hijo Romulito o la legalización del denominado arresto ciudadano, mediante el cual cualquier persona podrá detener a un delincuente y llevarlo inmediatamente a un local policial, siempre y cuando este sea sorprendido en flagrante delito.
Como podemos apreciar, muchas cuestiones de no menor importancia se sucedieron una a una durante el tiempo que la prensa y los medios de comunicación ocupaban en conseguir la dirección y las fotos del local o sauna en donde las folclóricas Abencia y Alicia compartían momentos de sano esparcimiento. Que si llegaban siempre juntas, que si una era más cariñosa que la otra, que si Abencia era la dominante y Alicia la del carácter pasivo en su tortuosa relación, que si Alicia tenia un romance con su arpista o que si Mamanchura envidiaba el éxito de Alicia y por eso la mató. Todas ellas, fueron las hipótesis que día tras día y hasta el hartazgo los medios nos llevaron hasta nuestros hogares. Era como si el país se hubiera paralizado, era como si el mundo se hubiera paralizado, era como si el universo si hubiera paralizado, nada era más importante que Abencia y Alicia, eran el dúo dinámico de la noticia, la comidilla de las sobremesas, el tema de urgencia nacional en toda conversación, en el colegio, en la universidad, en el micro, en el trabajo, nadie se atrevía a ir en contra de la corriente del folclore, y el que se atrevía era visto como un tonto, un apretado de esos que nunca faltan, un aguafiestas, un chismoso con horarios, un ser anormal. Lo confieso soy todo eso, soy un tonto, un apretado, un aguafiestas, un chismoso con horarios y no hasta el vómito, un anormal.
Felizmente, encontré en un diario de la capital, refundida en una página de esas que nadie lee porque está después de la del horóscopo, una noticia que me llenó de satisfacción y que en esta oportunidad me dispongo a comentar. La comisión de Constitución del Congreso de la República, aprobó el proyecto de ley que promueve la denominada igualdad religiosa entre todas las confesiones. Esta es, sin lugar a dudas, una iniciativa fundamental para democratizar nuestra sociedad, si todo marcha sin sobresaltos, y con la ayuda de dios, ya sea católico, hindú o musulmán el ser supremo, el Pleno del Congreso deberá ratificar dicha iniciativa convirtiendo en realidad el sueño de miles de peruanos que más de una vez se sintieron discriminados por razones de credo, por profesar una religión distinta a la Católica. ¿Por qué cuando a uno le toman el juramento de abogado lo debe de hacer frente a un crucifijo católico y con la mano sobre la Biblia? ¿Por qué los niños en la escuela pública deben de llevar el curso de Religión –católica- cuando su familia y ellos mismos predican otro credo? ¿Por qué los niños no pueden ser exonerados a solicitud de los padres del curso de Religión? ¿Por qué el Estado sólo le otorga beneficios a la iglesia Católica cuando el mismo se reconoce como laico y aconfesional? Todas estas preguntas, y los problemas que subyacen a las mismas, son las que impulsaron a un grupo de legisladores a promover un proyecto de ley en el cual se establezca con meridiana claridad la posición neutral del Estado frente a todas las religiones, beneficiando y colaborando con todas ellas sin ningún tipo de distingo ni favoritismo encubierto.
Nadie duda de la importancia que la iglesia Católica ha tenido en la formación histórica y cultural de nuestra patria, nadie duda del innegable aporte que durante siglos ha hecho a nuestra sociedad, pero asimismo, nadie duda que durante los últimos tiempos varias religiones han visto crecer enormemente el número de su feligresía. Para ello, basta con echar una mirada a los datos y estadísticas que publican las diferentes empresas, encuestadoras locales y extranjeras para darnos cuenta que, tanto en el Perú como en América Latina, las demás religiones, distintas a la Católica, han tenido un enorme avance, es el caso particular de la iglesia Evangélica, la cual durante los últimos años ha logrado acoger a un serie de personas, entre las cuales se encuentran cientos de ex católicos, a partir de un discurso mucho más humanos y actual, muchas veces menos distante que el conjunto de postulados, que hace más de dos mil años sigue profesando el catolicismo. Pero más allá del por qué del crecimiento de éstas iglesias, más allá de si son o presentan un discurso más atractivo y moderno que el católico; algo que no podemos ocultar es su constante y creciente protagonismo en la sociedad peruana de hoy. Basta recordar los resultados de los comicios electorales del año 2006 en los cuales el pastor evangélico Humberto Lay Sun obtuvo el 4% de los votos en las elecciones presidenciales y el 15% en las municipales del mismo año.
En ese sentido, es innegable la importancia y el aporte que otros credos hacen y vienen haciendo a la sociedad peruana, condicionándola desde el punto de vista social, político, histórico y religioso, marcando una tendencia que por el momento no parece dejar de consolidarse.
Por ello, es importante el reconocimiento de la igualdad religiosa, es importante porque es una medida que democratiza nuestra sociedad, y porque impide que algún peruano pueda ser discriminado por motivos religiosos, mas aún, esta norma impide que las iglesias diferentes a la Católica reciban un trato menos favorable que ésta, y sobre todo, que sea el Estado quien de manera indirecta, y a pesar de reconocerse como laico y aconfesional, desdibuje el mandato de nuestra Constitución, y termine por hacer suya una religión que, si bien es cierto sigue siendo la mayoritaria, no es la única entre todos los peruanos.
La norma trae muchas novedades, por ejemplo, permite la colaboración estatal con todas las iglesias mediante la exoneración tributaria del pago de ciertos impuestos como el impuesto predial o el impuesto a la renta, beneficio del cual goza únicamente la iglesia Católica a partir del acuerdo suscrito entre la Santa Sede y el Estado peruano, conocido con el nombre de Concordato, permitirá reconsiderar el hecho de si un alumno puede ser exonerado del curso de religión y no tener que promediar la nota cero en dicha materia, lo cual le impide o le resta la posibilidad de ser uno de los primeros de su clase, también se le permitirá a los pastores de otras confesiones ingresar a cualquier hora a un hospital o cárcel, beneficio del cual sólo gozan los pastores católicos, ya que a los otros se les restringe el ingreso solo a horarios de visita. Asimismo, esta norma permitirá el reconocimiento del estatus de iglesia a diferentes confesiones que hasta el día de hoy no gozan de tal condición y que por ende tienen que organizarse y presentarse como asociaciones sin fines de lucro u ONGs, lo cual, sin lugar a dudas, pone en cuestión la condición de igualdad que debe de imperar entre todas las religiones e iglesias en una sociedad, plural, tolerante y democrática como pretende ser la nuestra. Finalmente, la norma incluso contempla sanciones pecuniarias para quienes impidan el libre ejercicio de la libertad religiosa y la destitución del cargo si es funcionario público el que infringe tal disposición, todo esto sin perjuicio de una posible indemnización a la persona afectada.
Dicho ello, solo nos queda esperar que el Congreso de la República confirme su voluntad democrática expresada en esta iniciativa legislativa, y apruebe el mencionado proyecto de ley, tal y como ha sucedido al interior de la comisión de Constitución, y con ello, de un mensaje de igualdad, apertura y tolerancia a toda la sociedad peruana, que siendo diversa y plural por excelencia, tanto desde el punto de vista económico, social, cultural, religioso y político, no puede permitir que un grupo, ya sea católico, apostólico o romano, goce de beneficios que le son negados a otros grupos que creyendo en otro dios y proclamando otra fe, también luchan y aspiran a la salvación de sus cuerpos, almas y espíritus.
Rafael Rodríguez Campos.
Etiquetas: Concordato, estado laico, igualdad religiosa, libertad religiosa
1 comentarios:
De acuerdo contigo. La verdad es que la prensa (cuya voracidad es aprovechada oportunistamente por los políticos) mantiene los ojos y oídos en temas que pese a tener resonancia, al trillarse, no son más que naderías en relación con otros como los que puntualizas.
Sólo una discrepancia: No creo el discurso de otros credos sea más "moderno", acaso sí sus métodos de captación de la grey. Y, a decir verdad, bastante ha tenido que ver en ello la propia iglesia católica con sus vaivenes.
Siempre es un gusto leerte, mi estimado Rafael.
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