miércoles, 3 de junio de 2009

Silencio y complicidad antidemocrática


Una de las virtudes de la democracia es la de buscar el entendimiento entre las personas a través del diálogo y la discusión. En ese camino, la polémica social y política se da entre aquellos hombres que defienden posiciones y otros que, a diferencia de los primeros, defienden algo más que perspectivas ideológicas, es decir, principios como la libertad, la democracia, la forma republicana de gobierno o el Estado de Derecho.

Hace algún tiempo, en Venezuela, Ecuador y Bolivia, los presidentes de dichos países ensayaron nuevas fórmulas autoritarias con la finalidad de perpetuarse en el poder. Una de estas fórmulas fue el cambio del orden constitucional, específicamente del artículo o cláusula constitucional que permite y hace posible la reelección presidencial.

Ante ello y de manera inmediata, los principales medios de comunicación de nuestro país lanzaron furibundas críticas contra este tipo de medidas antidemocráticas y contra los presidentes que las impulsaban. Se dijo que Chávez era un dictador y que quería convertir a Venezuela en una especie de Cuba sudamericana, se dijo que Evo Morales estaba llevando a Bolivia por el camino del autoritarismo, copando los poderes del Estado y persiguiendo a los opositores políticos y también se dijo que Correa, mediante el dispendio de recursos, instalaba en el norte una especie de populismo plebiscitario que le permitía hacer y deshacer a su antojo la Constitución ecuatoriana con la finalidad de hacerla a su medida.

Sin embargo, hace algunos días, el Senado de Colombia, mayoritariamente compuesto por partidarios del presidente Uribe, aprobó el referéndum para la rereeleccion de su líder (la iniciativa busca facilitar un tercer período de gobierno para Uribe). Cabe señalar, que el presidente Uribe no ha dejado sentada su posición sobre el tema con la contundencia retórica que exhibe en otras ocasiones, y más bien ha declarado con cómplice y calculadora ambigüedad que él considera inconveniente la perpetuación en el poder, dejando un clima de duda e incertidumbre en torno a cuál será la decisión final del mandatario sobre su posible postulación a los comicios presidenciales del 2010, tal y como lo ha señalado la oposición colombiana encabezada por el Partido Liberal, para la cual no caben dudas de que Uribe desea ejercer un nuevo periodo de gobierno, pero que no lo dice públicamente porque es consciente de que de ser así, expondría su figura a una campaña larga de desprestigio que quiérase o no terminaría por mellar su imagen de cara a los comicios de mayo próximo.

En todo caso, independientemente de las declaraciones de Uribe, el debate sobre la reelección ya se inició en Colombia, debate que ha traído consigo un clima de inestabilidad social y política que estremece a los inversionistas a quienes siempre les gusta tener las reglas de juego claras antes de apostarle al candidato de su preferencia.

Pero lo curioso de todo esto, no es que el Senado colombiano haya sacado adelante dicha iniciativa, ni que dicha iniciativa cuente con el aval o beneplácito de Uribe, lo curioso es que acá en el Perú los medios de comunicación y los analistas políticos que se jactan de ser defensores de la libertad y la democracia frente a Chávez, Evo, o Correa, callan en todo los idiomas, ni siquiera musitan, a la hora de señalar con claridad los peligros de una rereelección en Colombia, tal y como ha sido expuesto por un numeroso conjunto de intelectuales del continente como Mario Vargas Llosa, el mismo que aprovechó su breve paso por Caracas para hablar de temas vinculados a la defensa de la libertad y la democracia en el continente.

Asimismo, los medios de comunicación que para el caso venezolano, ecuatoriano y boliviano se encuentran prestos a la acción a la hora de denunciar las atrocidades que comenten sus gobernantes y la manera como conspiran contra los principios del Estado de Derecho y el orden constitucional y democrático, hacen pasar por agua tibia al gobierno de Uribe. Ningún medio de comunicación, al menos que yo sepa, le ha recordado a Uribe que en más de una oportunidad varios de sus colaboradores políticos han sido vinculados a la parapolítica, que existen varias denuncias por la comisión de graves crímenes como la persecución de sus adversarios o el encubrimiento de los paramilitares (grandes socios y mercaderes del narcotráfico) que están siendo ventiladas en la Corte Suprema de Colombia. Tal y como lo dijera Santiago Pedraglio, de acuerdo a la revista Semana, “a la fecha, más de 70 congresistas y ex congresistas, casi todos vinculados al gobierno de Uribe, han sido investigados por la Corte Suprema y la Fiscalía por sus supuestos nexos con los paramilitares”. La pregunta en ese sentido cae de madura ¿Por qué esta actitud de los medios de comunicación en nuestro país respecto a la política de Uribe y a su afán rereeleccionista? Es una pregunta que responderemos más adelante.

La historia de Latinoamérica contemporánea, que se inicia con la independencia de nuestros pueblos en el siglo XIX, nos muestra que la reelección ha sido funesta para nuestras democracias, porque quien quiere reelección, lo que realmente busca es permanecer en el cargo de manera indefinida, estableciendo a la larga un gobierno dictatorial y autocrático. Por eso, la experiencia constitucional del siglo XIX, nos habla de parlamentos y legisladores que trataron de ir recortando la fuerza del Presidente de la República, ya que consideraban que un presidente con poderes ilimitados terminaría viéndose tentado a convertirse en una especia de nuevo rey de las ex colonias americanas, así lo señalaría en su momento, Middendorf, que fuera médico de varios presidentes en el Perú, en su libro escrito de Alemania en 1893 “pocos monarcas en Europa tienen tanto poder como el Presidente en el Perú y en Latinoamérica”.

Como podemos apreciar, el tema de la reelección y los peligros que esta trae consigo, no es un tema novedoso en nuestras tierras. En ese sentido, la historia y la palabra de destacados constitucionalistas latinoamericanos corrobora esta hipótesis. Ellos dicen que si ya la reelección es clamorosamente inconveniente para la democracia, la denominada rereeleccion es una herida de muerte clavada en el corazón del Estado de Derecho. Basta recordar la presencia de presidentes que creyéndoe indispensables para llevar a cabo un buen gobierno, decidieron agotar todos los mecanismo para afincarse en el poder, tal es el caso de Porfirio Díaz en México, 35 años, los hermanos Castro en Cuba, 50 años, Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana, 40 años y la familia Somoza en Nicaragua, 40 años. Esta es una muestra más que evidente de los peligros que atraviesa la democracia latinoamericana frente a gobiernos como el colombiano que promueven este tipo de medidas antidemocráticas.

La democracia y, sobre todo, el Estado de Derecho reposan sobre el respeto y la consolidación de otros principios tales como la vigencia de los derechos humanos, la separación de poderes, la forma republicana de gobierno. En ese sentido, la alternancia en el ejercicio del poder político es una garantía de que el poder ha de ser ejercido de manera democrática, respetuosa de los derechos de las personas, pues impide que un individuo o grupo de individuos, vaya acumulando a través de los años un poder tal que lo convierta en una especie de ser supremo, de nuevo dios que puede hacer y deshacer todo a su antojo.

América Latina, la democracia latinoamericana, no necesita de personajes que crean ser indispensables en las labores de gobierno, Latinoamérica necesita de una clase política responsable e institucional que le permita llevar a cabo políticas de Estado de largo plazo, tal y como sucede ahora en Chile, en donde no resulta importante saber quién será el nuevo presidente ya que se entiende que, cualquiera que fuese el resultado, las grandes políticas de Estado seguirán siendo implementadas por el nuevo gobierno. En consecuencia, las estructuras mentales, nuestra escasa cultura política y democrática, el marcado caudillismo y clientelismo alentado por los poderes de turno, el desapego por la Constitución y el escaso nivel de institucionalidad, hacen que la rereeleccion sea una receta funesta para la salud democrática de Colombia y de toda Latinoamérica.

Pero al parecer, estos peligros o esta reflexión no ha podido ser merituada por nuestros medios de comunicación, los mismos que han confirmado, una vez más, ser grandes defensores de posiciones políticas o ideológicas, más no de principios. Se critica a Chávez, Evo y Correa, por ser nacionalistas, por creer en una economía dirigida, por tomar y capturar los medios de comunicación, por ser antiimperialistas recalcitrantes, pero no se critica a Uribe, porque es un ferviente defensor de la economía de mercado que tanto les preocupa salvaguardar a los empresarios, a los de la prensa escrita, radial o televisa. Dicho de otro modo, los líderes de opinión de nuestro país, la prensa escrita y televisiva, el sector empresarial peruano, lejos de defender a la democracia como principio rector de nuestro Estado, defienden un modelo económico, una manera de entender el juego económico, tal y como ha sucedido en nuestro país durante siglos, el intelectual o el empresario, salvo honrosas excepciones, está dispuesto a optar por el libre mercado, antes que por la democracia, a defender a una gobierno autoritario de derecha, siempre que éste le asegure su dinero o su renta anual. Por eso decimos que los hay de dos modos, aquellos intelectuales que defienden posiciones o aquellos que defienden principios, cada ciudadano elige una categoría, particularmente, y a riesgo de ser llamado soñador o estúpido, elijo la segunda.

Rafael Rodríguez Campos

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