“Un fantasma recorre Europa, el fantasma del comunismo. Todas las
potencias de la vieja Europa se han aliado en santa cacería contra este
fantasma: el papa y el zar, Metternich y Guizot, radicales franceses y policías
alemanes”.
Esa es la frase con las que se inicia el Manifiesto Comunista (en
adelante, Manifiesto), obra publicada en 1848, que fue concebida, como se lee
en la contratapa de mi libro, al igual que otras capitales de la reflexión
política, como un panfleto, pero que con el transcurso del tiempo, ha visto
reconocida la intensidad épica de su prosa, y su indiscutible relevancia en el
devenir de la historia del mundo, siendo elevada a la categoría de clásico del
pensamiento político moderno.
¿Por qué leer el Manifiesto hoy?
Porque a diferencia del “Libro de los Libros” (y a diferencia también de
otras obras de Marx, más científicas o más enrevesadas), la lectura del
Manifiesto no necesita intérpretes, glosadores, exégetas o sacerdotes que hagan
de intermediarios entre el texto y el pueblo lector, entre los cultos autores
que lo escribieron y las gentes a quienes va dirigido el mensaje. Es decir, se
trata de un libro en el cual se expone -con sencillez y erudición, a la vez-
uno de los análisis más fecundos de lo que conocemos como la “sociedad
capitalista”.ESTA ES LA EDICIÓN
Por eso en esta oportunidad, y luego de 166 años de su publicación, nos
parece necesario y aleccionador, dar cuenta del que para muchos es el “panfleto
político más importante de la historia” y uno de los libros más influyentes en
la actividad política del siglo XX. Para ello, tomaremos como punto de partida
el magnífico estudio de Pedro Ribas (traductor al español de la obra),
convertido en la parte introductoria de esta edición del Manifiesto (Alianza
Editorial: 2001).
¿Quién escribió el Manifiesto?
Fue Marx el autor del texto, aunque el Manifiesto siempre se ha editado,
como obra de los dos revolucionarios alemanes más notables de la historia: Marx
y Engels. Ahora bien, no sería correcto concluir que debería eliminarse el
nombre de Engels como coautor del Manifiesto. No lo sería porque como señalan
los estudiosos, hay diversos escritos de Engels, como los “Principios del
Comunismo” (1847), en los que anticipa las líneas básicas por las que discurre
el Manifiesto escrito por Marx. Por otro lado, ambos trabajaron juntos en esa
época en la elaboración de diversos escritos que aparecen con la firma de los
dos, como es el caso de “La ideología alemana” (1845-1846), un texto que quedó
inédito hasta que la publicó el ruso Riasánov, en 1926.
¿Por qué el Manifiesto llevó ese
título?
Ribas nos recuerda que en 1847 la Liga de los Comunistas encargó a ambos
autores: Marx y Engels, la redacción del texto, según lo expone el propio
Engels en el prefacio a la edición inglesa de 1888, escrito en el cual se
reproduce la carta enviada a Marx el 25 de enero de 1848, a través de la cual
Marx recibía el encargo de escribir el Manifiesto:
“Por la presente, el Comité Central encarga al Comité local de Bruselas
que indique al hermano Marx que si el Manifiesto del Partido Comunista, cuya
redacción asumió en el último congreso, no ha llegado a Londres el martes, 1 de
febrero del año en curso, se tomarán otras medidas contra él. En el caso de que
el hermano Marx no redacte el Manifiesto, el Comité Central exige la devolución
inmediata de los documentos que en el congreso le facilitó”.
Esta carta, según Ribas, nos permite afirmar que el título no es
invención ni de Marx ni de Engels, sino que viene expresamente indicado por la
Liga. Ahora bien, es justo decir que en la historia (166 años desde su
aparición) el texto ha circulado mucho más con el título de Manifiesto
Comunista –o simplemente Manifiesto-, que con el de “Manifiesto del Partido
Comunista”, lo que se debe sin duda a la popularidad que llegó a adquirir.
¿Comunista o socialista?
No obstante lo ya señalado, es justo decir que el propio Engels, también
en el prefacio a la edición inglesa de 1888, explica por qué Marx y él preferían
la palabra “comunista” y no “socialista”, para dar título al Manifiesto.
“Comunismo” va ligado a “comunidad” y, por contraposición, a “propiedad
privada”, señalaban sus autores. Dicho sea de paso, en el propio Manifiesto,
señala Ribas, los autores afirman que la propiedad que el comunismo quiere
abolir no es la obtenida mediante el trabajo personal, sino la propiedad
burguesa, la que puede explotar trabajo ajeno.
A pesar de ello, es importante destacar que ni en el Manifiesto ni en
ningún otro lugar, Marx y Engels describieron a detalle cómo sería la sociedad
comunista, tal como sí lo hacían los socialistas utópicos. Lo que ambos sí
hicieron, afirma Ribas, fue referirse a los presupuestos para llegar a esta
sociedad, el primero de los cuales es la supresión de las clases.
¿Qué era la Liga?
La Liga de los Justos, aclara Ribas, era una organización de artesanos
emigrados alemanes, uno de los tantos movimientos democráticos de protesta
contra el absolutismo y la degradación social producida por el capitalismo en
auge. Cabe recordar que los artesanos constituyeron uno de los grupos más
afectados por la introducción de maquinarias en la producción. La industria,
como se sabe, utiliza cada vez a mayor escala, artilugios mecánicos que
desplazan a los obreros especializados, los artesanos, quienes aprendían antes
su trabajo a lo largo de muchos años de formación, llegando a contar con el
título de maestro de un oficio: sastre, tonelero o tipógrafo, se convirtieron
en uno de los grupos más importantes dentro del movimiento proletario/obrero de
aquel tiempo.
Es importante señalar que La Liga de los Justos tenía ya diez años de
experiencia cuando Marx y Engels se unen a sus filas en 1846, organizando
comités de correspondencia. Esta es una actividad, que para muchos estudiosos
de la obra de Marx, afirma Ribas, es considerada una muestra evidente que
grafica la cara activa y organizativa del teórico Marx.
Asimismo, Ribas refiere que cuando Marx y Engels entran en la Liga, en
1847, ésta había evolucionado hacia posiciones moderadas. Sus miembros se
proclamaban comunistas, pero en general rechazaban la revolución no preparada
concienzudamente, esto es rechazaban el llamado blanquismo.
El Manifiesto en español
La primera traducción al castellano del Manifiesto fue bastante tardía,
esta apareció en el semanario internacionalista de Madrid “La Emancipación” en
1872 (su traductor fue José Mesa, director de este semanario, y amigo personal
de Marx y Engels). Es decir, afirma Ribas, tuvieron que pasar más de 20 años
desde la aparición de la primera edición alemana original hasta su versión en
español. Vale aclarar, según Ribas, que la difusión del manifiesto en los años
de su publicación fue muy escasa, sobre todo luego del fracaso de la revolución
de 1848 y la instauración de gobiernos absolutistas o bonapartistas, los cuales
hicieron muy difícil su circulación.
Hasta 1930, hay aproximadamente una edición cada cinco años, Pero a
partir de ese año, se produce un salto espectacular, que corresponde como
sabemos a los años de la República, años en los que el ritmo de ediciones, no
sólo del Manifiesto, sino de toda la literatura marxista, se multiplica por
diez.
Como lo expone el marxólogo Bert Andréas, citado por Ribas, en un
estudio capital dedicado a la difusión del Manifiesto en el mundo, obra en la
que se hace un recorrido a todas las ediciones del Manifiesto, desde la
original de 1848, hasta las traducciones a los más diversos idiomas publicadas
antes de la fundación de la Tercera Internacional: “el Manifiesto es el
panfleto de más éxito en la historia de la humanidad”.
Notas para leer el Manifiesto
Como ya lo señalamos, el Manifiesto fue redactado por Marx, aunque la
participación de Engels no pueda ser obviada. Pero Marx no volcó en el
Manifiesto todos los elementos de su teoría económica y de su pensamiento
político. Debemos tener en cuenta que cuando Marx escribe el Manifiesto tenía
apenas 30 años. Se trata pues de un escrito de juventud en el cual ideas
básicas como el “plusvalor” o la “fuerza de trabajo”, expuestas en su obra
cumbre “El Capital” (escrita en su madurez) todavía no se encuentran presentes.
Será en la década siguiente, dice Ribas, instalado Marx en Inglaterra,
cuando elabore ambas herramientas teóricas con las que analizará a fondo, como
nunca antes se había hecho hasta entonces, el modo de producción capitalista.
Por tanto, queda claro que el Manifiesto es un texto juvenil, cuya
finalidad no era ofrecer un análisis riguroso del capitalismo, sino señalar con
claridad las líneas maestras de lo que ha supuesto y está suponiendo la
industria moderna en la sociedad, la redistribución de clases que está operando
y el papel de esas clases.
El Manifiesto y su tiempo
Entonces, no debemos olvidar que el Manifiesto fue un escrito por
encargo de la Liga, para ser usado como texto programático de acción política,
pero no en términos abstractos, como señala Ribas, no para siempre o para
cualquier situación. Algo que los anticomunistas y antimarxistas suelen olvidar
con facilidad, quienes leen al texto como una proclama revolucionaria a favor
del comunismo en términos descontextualizados.
El Manifiesto fue concebido y escrito a la luz de un contexto
revolucionario inminente, que estalló, como lo prueba la historia, antes de que
el texto se difundiera. De hecho, tanto Marx como Engels, respectivamente,
vaticinaban en sus escritos de la época que la revolución proletaria estaba a
punto de estallar en los países más desarrollados.
A modo de conclusión: ¿Qué es el
Manifiesto?
La respuesta de Ribas es contundente en este punto, el Manifiesto es
ante todo un texto político (no académico, tampoco científico) en el que
encontramos al Marx de las grandes síntesis históricas, de la ironía
implacable, de la denuncia de la burguesía, de la visión del proletariado como
clase obrera de la moderna civilización industrial, como clase cuya
desposesión, cuyas cadenas radicales, señalan su misión de creadora de una
sociedad libre de cadenas, esto es, libre de servidumbre, libre de clases,
libre de opresión. Esto es el Manifiesto, ni más, ni menos. Y así debemos
leerlo hoy, luego de transcurridos 166 años desde la primera edición alemana en
1848. Su lectura, estoy seguro, nos ayudará a comprender de mejor manera la
historia política del pasado siglo XX. De allí su importancia y vigencia.
Etiquetas: COMUNISMO, ENGELS, MARX, MARXISMO, PEDRO RIBAS
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