lunes, 15 de diciembre de 2014

EL MANIFIESTO COMUNISTA



“Un fantasma recorre Europa, el fantasma del comunismo. Todas las potencias de la vieja Europa se han aliado en santa cacería contra este fantasma: el papa y el zar, Metternich y Guizot, radicales franceses y policías alemanes”. 
Esa es la frase con las que se inicia el Manifiesto Comunista (en adelante, Manifiesto), obra publicada en 1848, que fue concebida, como se lee en la contratapa de mi libro, al igual que otras capitales de la reflexión política, como un panfleto, pero que con el transcurso del tiempo, ha visto reconocida la intensidad épica de su prosa, y su indiscutible relevancia en el devenir de la historia del mundo, siendo elevada a la categoría de clásico del pensamiento político moderno.
¿Por qué leer el Manifiesto hoy?
Porque a diferencia del “Libro de los Libros” (y a diferencia también de otras obras de Marx, más científicas o más enrevesadas), la lectura del Manifiesto no necesita intérpretes, glosadores, exégetas o sacerdotes que hagan de intermediarios entre el texto y el pueblo lector, entre los cultos autores que lo escribieron y las gentes a quienes va dirigido el mensaje. Es decir, se trata de un libro en el cual se expone -con sencillez y erudición, a la vez- uno de los análisis más fecundos de lo que conocemos como la “sociedad capitalista”.ESTA ES LA EDICIÓN
Por eso en esta oportunidad, y luego de 166 años de su publicación, nos parece necesario y aleccionador, dar cuenta del que para muchos es el “panfleto político más importante de la historia” y uno de los libros más influyentes en la actividad política del siglo XX. Para ello, tomaremos como punto de partida el magnífico estudio de Pedro Ribas (traductor al español de la obra), convertido en la parte introductoria de esta edición del Manifiesto (Alianza Editorial: 2001).


¿Quién escribió el Manifiesto?
Fue Marx el autor del texto, aunque el Manifiesto siempre se ha editado, como obra de los dos revolucionarios alemanes más notables de la historia: Marx y Engels. Ahora bien, no sería correcto concluir que debería eliminarse el nombre de Engels como coautor del Manifiesto. No lo sería porque como señalan los estudiosos, hay diversos escritos de Engels, como los “Principios del Comunismo” (1847), en los que anticipa las líneas básicas por las que discurre el Manifiesto escrito por Marx. Por otro lado, ambos trabajaron juntos en esa época en la elaboración de diversos escritos que aparecen con la firma de los dos, como es el caso de “La ideología alemana” (1845-1846), un texto que quedó inédito hasta que la publicó el ruso Riasánov, en 1926.
¿Por qué el Manifiesto llevó ese título?
Ribas nos recuerda que en 1847 la Liga de los Comunistas encargó a ambos autores: Marx y Engels, la redacción del texto, según lo expone el propio Engels en el prefacio a la edición inglesa de 1888, escrito en el cual se reproduce la carta enviada a Marx el 25 de enero de 1848, a través de la cual Marx recibía el encargo de escribir el Manifiesto:
“Por la presente, el Comité Central encarga al Comité local de Bruselas que indique al hermano Marx que si el Manifiesto del Partido Comunista, cuya redacción asumió en el último congreso, no ha llegado a Londres el martes, 1 de febrero del año en curso, se tomarán otras medidas contra él. En el caso de que el hermano Marx no redacte el Manifiesto, el Comité Central exige la devolución inmediata de los documentos que en el congreso le facilitó”.
Esta carta, según Ribas, nos permite afirmar que el título no es invención ni de Marx ni de Engels, sino que viene expresamente indicado por la Liga. Ahora bien, es justo decir que en la historia (166 años desde su aparición) el texto ha circulado mucho más con el título de Manifiesto Comunista –o simplemente Manifiesto-, que con el de “Manifiesto del Partido Comunista”, lo que se debe sin duda a la popularidad que llegó a adquirir.


¿Comunista o socialista?
No obstante lo ya señalado, es justo decir que el propio Engels, también en el prefacio a la edición inglesa de 1888, explica por qué Marx y él preferían la palabra “comunista” y no “socialista”, para dar título al Manifiesto. “Comunismo” va ligado a “comunidad” y, por contraposición, a “propiedad privada”, señalaban sus autores. Dicho sea de paso, en el propio Manifiesto, señala Ribas, los autores afirman que la propiedad que el comunismo quiere abolir no es la obtenida mediante el trabajo personal, sino la propiedad burguesa, la que puede explotar trabajo ajeno.
A pesar de ello, es importante destacar que ni en el Manifiesto ni en ningún otro lugar, Marx y Engels describieron a detalle cómo sería la sociedad comunista, tal como sí lo hacían los socialistas utópicos. Lo que ambos sí hicieron, afirma Ribas, fue referirse a los presupuestos para llegar a esta sociedad, el primero de los cuales es la supresión de las clases.
¿Qué era la Liga?
La Liga de los Justos, aclara Ribas, era una organización de artesanos emigrados alemanes, uno de los tantos movimientos democráticos de protesta contra el absolutismo y la degradación social producida por el capitalismo en auge. Cabe recordar que los artesanos constituyeron uno de los grupos más afectados por la introducción de maquinarias en la producción. La industria, como se sabe, utiliza cada vez a mayor escala, artilugios mecánicos que desplazan a los obreros especializados, los artesanos, quienes aprendían antes su trabajo a lo largo de muchos años de formación, llegando a contar con el título de maestro de un oficio: sastre, tonelero o tipógrafo, se convirtieron en uno de los grupos más importantes dentro del movimiento proletario/obrero de aquel tiempo.
Es importante señalar que La Liga de los Justos tenía ya diez años de experiencia cuando Marx y Engels se unen a sus filas en 1846, organizando comités de correspondencia. Esta es una actividad, que para muchos estudiosos de la obra de Marx, afirma Ribas, es considerada una muestra evidente que grafica la cara activa y organizativa del teórico Marx.
Asimismo, Ribas refiere que cuando Marx y Engels entran en la Liga, en 1847, ésta había evolucionado hacia posiciones moderadas. Sus miembros se proclamaban comunistas, pero en general rechazaban la revolución no preparada concienzudamente, esto es rechazaban el llamado blanquismo.


El Manifiesto en español
La primera traducción al castellano del Manifiesto fue bastante tardía, esta apareció en el semanario internacionalista de Madrid “La Emancipación” en 1872 (su traductor fue José Mesa, director de este semanario, y amigo personal de Marx y Engels). Es decir, afirma Ribas, tuvieron que pasar más de 20 años desde la aparición de la primera edición alemana original hasta su versión en español. Vale aclarar, según Ribas, que la difusión del manifiesto en los años de su publicación fue muy escasa, sobre todo luego del fracaso de la revolución de 1848 y la instauración de gobiernos absolutistas o bonapartistas, los cuales hicieron muy difícil su circulación.
Hasta 1930, hay aproximadamente una edición cada cinco años, Pero a partir de ese año, se produce un salto espectacular, que corresponde como sabemos a los años de la República, años en los que el ritmo de ediciones, no sólo del Manifiesto, sino de toda la literatura marxista, se multiplica por diez.
Como lo expone el marxólogo Bert Andréas, citado por Ribas, en un estudio capital dedicado a la difusión del Manifiesto en el mundo, obra en la que se hace un recorrido a todas las ediciones del Manifiesto, desde la original de 1848, hasta las traducciones a los más diversos idiomas publicadas antes de la fundación de la Tercera Internacional: “el Manifiesto es el panfleto de más éxito en la historia de la humanidad”.
Notas para leer el Manifiesto
Como ya lo señalamos, el Manifiesto fue redactado por Marx, aunque la participación de Engels no pueda ser obviada. Pero Marx no volcó en el Manifiesto todos los elementos de su teoría económica y de su pensamiento político. Debemos tener en cuenta que cuando Marx escribe el Manifiesto tenía apenas 30 años. Se trata pues de un escrito de juventud en el cual ideas básicas como el “plusvalor” o la “fuerza de trabajo”, expuestas en su obra cumbre “El Capital” (escrita en su madurez) todavía no se encuentran presentes.

Será en la década siguiente, dice Ribas, instalado Marx en Inglaterra, cuando elabore ambas herramientas teóricas con las que analizará a fondo, como nunca antes se había hecho hasta entonces, el modo de producción capitalista.
Por tanto, queda claro que el Manifiesto es un texto juvenil, cuya finalidad no era ofrecer un análisis riguroso del capitalismo, sino señalar con claridad las líneas maestras de lo que ha supuesto y está suponiendo la industria moderna en la sociedad, la redistribución de clases que está operando y el papel de esas clases.
El Manifiesto y su tiempo
Entonces, no debemos olvidar que el Manifiesto fue un escrito por encargo de la Liga, para ser usado como texto programático de acción política, pero no en términos abstractos, como señala Ribas, no para siempre o para cualquier situación. Algo que los anticomunistas y antimarxistas suelen olvidar con facilidad, quienes leen al texto como una proclama revolucionaria a favor del comunismo en términos descontextualizados.
El Manifiesto fue concebido y escrito a la luz de un contexto revolucionario inminente, que estalló, como lo prueba la historia, antes de que el texto se difundiera. De hecho, tanto Marx como Engels, respectivamente, vaticinaban en sus escritos de la época que la revolución proletaria estaba a punto de estallar en los países más desarrollados.
A modo de conclusión: ¿Qué es el Manifiesto?

La respuesta de Ribas es contundente en este punto, el Manifiesto es ante todo un texto político (no académico, tampoco científico) en el que encontramos al Marx de las grandes síntesis históricas, de la ironía implacable, de la denuncia de la burguesía, de la visión del proletariado como clase obrera de la moderna civilización industrial, como clase cuya desposesión, cuyas cadenas radicales, señalan su misión de creadora de una sociedad libre de cadenas, esto es, libre de servidumbre, libre de clases, libre de opresión. Esto es el Manifiesto, ni más, ni menos. Y así debemos leerlo hoy, luego de transcurridos 166 años desde la primera edición alemana en 1848. Su lectura, estoy seguro, nos ayudará a comprender de mejor manera la historia política del pasado siglo XX. De allí su importancia y vigencia.

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