miércoles, 13 de febrero de 2013

La renuncia del Papa Benedicto XVI





La noticia tomó por sorpresa a todo el planeta. La renuncia del papa Benedicto XVI a su cargo es un hecho de una relevancia histórica universal. La influencia de la Iglesia Católica en la formación de la cultura occidental es indiscutible, esto hace que una decisión de este tipo ocasione un verdadero cisma a nivel mundial. Nadie podía presagiar esta renuncia, aunque según señalan algunos medios internacionales, esta decisión había sido tomada por el Papa  luego de su viaje a Cuba y México en el mes de marzo del año pasado. 

En su carta de renuncia, Benedicto XVI señaló que debido a su edad avanzada (85 años), ya no tenía las fuerzas suficientes como para cumplir con su misión de pastor de toda la Iglesia Católica en la tierra. Por su parte, Federico Lombardi, vocero oficial del Vaticano, reconoció que durante los últimos meses la salud del Papa se había visto resquebrajada, además recordó que el sumo pontífice lleva un marcapasos hace 10 años, y que apenas hace tres meses se sometió a una operación para cambiarle las pilas. No obstante ello, Angelo Sodano, decano del Colegio Cardenalicio, quien fuera uno de los presentes en el consistorio de los lunes, ha declarado que todos los cardenales quedaron absolutamente desconcertados con la noticia.

Por su parte, el hermano mayor de Benedicto XVI, el también sacerdote, Georg Ratzinger, confirmó esta versión al señalar a medios alemanes que sus médicos le habían aconsejado no realizar más viajes transatlánticos, por las evidentes dificultades que había empezado a tener al momento de caminar. Los especialistas le habrían prescrito llevar una vida de reposo y cuidado. Eso explicaría la decisión del Papa de retirarse a un monasterio de monjas de clausura, una vez fuera del cargo, para vivir sus últimos años en un ambiente de tranquilidad y oración.

Muchos católicos en el mundo pensaban hasta el día de hoy que el cargo de Papa era irrenunciable, y que la sucesión papal únicamente procedía ante el fallecimiento del pontífice. Sin embargo, como se recuerda, fue durante el papado de Juan Pablo II, en el año de 1982, para ser más precisos, que se promulgó el Código de Derecho Canónico actualmente vigente, en el cual se establece que si el Papa renuncia, se requiere que este acto se realice de manera libre, y que además, la renuncia no sea aceptada por nadie como muestra de respeto a su investidura. 

Los historiadores han dicho que esta no es la primera vez que un Papa renuncia a su cargo. De hecho, fue el Papa Gregorio XII, el último pontífice en renunciar al cargo en el año de 1415, ello en el marco de un proceso de negociación que trató de poner punto final a una gran disputa existente entre dos papas que trataban de imponer su autoridad al interior de la Iglesia Católica. Sin embargo, la renuncia de Benedicto XVI es especial pues desde  1294 ningún Papa había renunciado de manera absolutamente voluntaria. Como se sabe, en ese año, el Papa Celestino V dejó el cargo cinco meses después de haberlo asumido, alegando carecer de las virtudes suficientes para asumir semejante responsabilidad.

Las reacciones a nivel mundial ante esta renuncia no se han hecho esperar. Líderes políticos y jefes de Estado de todo el mundo se han pronunciado señalando que el anuncio del Papa es un gesto de “grandeza” y “humildad” que denota las bondades personales de este hombre. En Europa, el canciller alemán, Angela Merkel, luego de calificar al Papa como uno de los pensadores religiosos más importantes de nuestra era, mostró su respeto por la decisión tomada. 

Asimismo, en Latinoamérica, Enrique Peña Nieto, presidente de México, y Sebastián Piñera, gobernante de Chile, han coincidido en calificar a este acto como una muestra de “coraje y consecuencia” en la vida de una persona que entregó su labor diaria a la Iglesia Católica. De la misma opinión ha sido el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, quién además elogió la labor que Benedicto XVI ha cumplido en la promoción del diálogo interreligioso desde que asumió su mandato.

Pero más allá de la renuncia del Papa, habría que decir que el mandato de Benedicto XVI no ha sido nada fácil. Dos fueron los grandes problemas que este hombre tuvo que afrontar al frente del Vaticano, y numerosas las críticas que algunas de sus posiciones ultraconservadoras generaron en la opinión pública mundial.

El primero de ellos estuvo vinculado a lo que la prensa denominó el escándalo “Vatileaks”, referido a la filtración de documentos privados del mismísimo Papa. En esa oportunidad, personas cercanas al Vaticano acusaron a Tarcisio Bertone, nombrado secretario del Estado Pontifico por el propio Papa, como el responsable de esta infidencia. El segundo, relacionado a los miles de casos de pedofilia denunciados por familiares y víctimas en contra de curas pederastas en todo el mundo, muchos de los cuales habían sido ocultados durante el mandato de Juan Pablo II. 

Justo es reconocer que en ambos casos el Papa mostró consecuencia e inteligencia al momento de tomar decisiones. Debemos destacar su total condena a los actos de abuso sexual contra menores, actitud que permitió descubrir y poner en manos de la justicia a decenas de curas americanos, irlandeses, alemanes y austriacos, como nunca antes había ocurrido en la historia.

Pero la performance de Benedicto XVI no fue ajena a las críticas. Su dura oposición a temas como el matrimonio homosexual, el sacerdocio femenino, la abolición del deber de castidad para los que visten sotana, el aborto, la eutanasia o la promoción y difusión de métodos anticonceptivos (preservativos) como medio para hacer frente al VIH, generaron rechazo en un importante sector de la población mundial, incluso dentro de la propia feligresía católica.

El 28 de febrero el Papa dejará oficialmente el cargo. Se sabe que el cónclave en el que se elegirá a su sucesor se llevará a cabo entre el 24 de marzo y el 1 de abril. La decisión recaerá en 120 cardenales, menores de 80 años, que  votarán en la Capilla Sixtina para elegir al nuevo pontífice. Para elegir al sucesor se necesitan los dos tercios de los votos (80 votos como mínimo). De ser el caso, si en 30 votaciones no se lograse alcanzar esta mayoría, el nuevo Papa sería elegido por mayoría simple.

Según informan los medios extranjeros, la carrera por la sucesión ya empezó y los candidatos comienzan a ser voceados. Se sabe que entre los cardenales existen dos corrientes de pensamiento contrapuestas. Una de ellas vinculada a sectores consevadores, y la otra, apegada a una línea mucho más progresista y moderna. Así, tenemos que los nombres que suenan con mayor fuerza en Roma son los del suizo Kurt Koch, el alemán Gerhard Müller, el estadounidense Timothy Dolan, el canadiense Marc Ouellet, así como los sudamericanos Scherer, Braz de Aviz y Sandri.

Esta elección será muy importante para la Iglesia Católica. Esperemos que quien sea elegido Papa tenga una mayor apertura y tolerancia frente a los cambios que este siglo XXI propone. Aunque al parecer, según los expertos, el nuevo Papa tendrá más bien un perfil moderado, en un esfuerzo por centrar a la institución eclesial luego de años en los cuales se la identificó con los sectores más duros de la derecha internacional. Lo que sí se sabe es que el elegido deberá ser un hombre joven que pueda conducir a los católicos durante varios años.  En fin, veremos qué pasa. Como dicen los católicos (yo no formo parte de ese grupo): eso sólo Dios lo sabe.

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