martes, 28 de febrero de 2012

Henrique Capriles Radonski: El demócrata que enfrentará a Hugo Chávez


El domingo 12 de febrero de este año puede convertirse en una fecha capital para la historia política en Venezuela, ese día, tres millones de venezolanos eligieron al abogado de 39 años, Henrique Capriles Radonski, como el candidato único de la oposición democrática que enfrentará al dictador Hugo Chávez en las elecciones del próximo 7 de octubre en ese país. Las elecciones primarias, las mismas que a criterio de los organizadores superaron largamente la cifra de participación estimada, han generado una gran expectativa en todo el continente. ¿Podrá el candidato único de la oposición vencer voto a voto a Hugo Chávez? Esa es la interrogante que solo Capriles y sus seguidores podrán resolver. Por el bien de Venezuela y de la democracia en la región, yo espero que así sea.

Para los analistas, la masiva participación de la gente en este proceso evidencia el profundo rechazo que la ciudadanía siente hacia la forma como el actual presidente gobierna, a la manera cómo hace y entiende la política, a su autoritarismo, a su prepotencia, a su arrogancia, haciendo visible, algo que solo los chavistas no quieren ver, que en Venezuela casi la mitad del electorado ansia recuperar su democracia, una democracia perdida hace 13 años con la llegada del golpista Hugo Chávez al Palacio de Miraflores. Estos tres millones de ciudadanos representan a todos los sectores democráticos, a todos los hombres y mujeres del país norteño que se oponen a la consolidación de un modelo estatista y totalitario que termine por aniquilar las libertades y los derechos civiles en su país, si el sátrapa permanece por más tiempo en el poder.

Sin lugar a dudas, esta es la mejor oportunidad de la oposición venezolana para arrebatarle en las urnas el poder de las manos a Hugo Chávez. Pero nada de esto hubiera sido posible si a partir del año 2008, los partidos y movimientos contrarios a la prédica populista del chavismo, no hubiesen negociado la firma de los acuerdos para la creación de la Mesa de la Unidad Democrática (MED), organización que agrupa a todos los sectores políticos contrarios al chavismo. Esta organización, y así lo han señalado sus principales voceros, Ramón Guillermo Aveledo y Teresa Albanes, busca ir más allá de la nominación del candidato que enfrentará a Hugo Chávez en este año. La MED pretende lograr cambios mucho más profundos, tiene el ambicioso objetivo de renovar generacionalmente a toda la clase política venezolana, y sentar las bases para un proyecto político nacional de largo aliento. Prueba de ello es que en estas elecciones no solo se eligió al candidato presidencial, sino también a los candidatos a gobernadores y alcaldes a nivel nacional.

Según informan algunos medios venezolanos, aquellos que aún no han sido copados o silenciados por la rabia prepotente de los chavistas, la participación de la gente en esta fiesta cívica pudo haber sido muchísimo mayor, pero el temor, el miedo, el pánico que genera en todos los venezolanos los métodos de persecución empleados por el partido de gobierno para acabar con todos sus opositores son todavía muy fuertes. Muchos por temor decidieron no participar, para muchos otros el recuerdo de lo vivido en 2004 aún permanece fresco en la memoria. Recordemos que en esa oportunidad, miles de venezolanos fueron echados de sus puestos de trabajo en el Estado y perdieron el apoyo asistencial que desde el sector público recibían, luego de que sus nombres aparecieran en la lista de los que firmaron la petición para la revocatoria del mandato de Hugo Chávez, de allí que este episodio haya sido bautizado como “el fantasma de la lista Tascón”.

El ganador de esta contienda ha sido Henrique Capriles, exitoso abogado de 39 años de edad, soltero, descendiente de una familia de inmigrantes judíos que llegaron a América del Sur huyendo de los horrores de la segunda guerra mundial. Se sabe que su familia tiene importantes vínculos con el mundo de los negocios, los medios de comunicación y la banca. Su familia materna, por ejemplo, es dueña de la cadena de salas de cine más grande de su país. De su trayectoria y visión política podríamos decir que el actual candidato se convirtió en el año de 1998 en el presidente más joven de la Cámara de Diputados (desaparecida por el chavismo). Diez años después, logró imponerse en la elección para gobernador del estado de Miranda, a Diosdado Cabello, íntimo amigo de Hugo Chávez, luego de una campaña agotadora en la cual recibió ataques de todo calibre, ataques que incluso ponían en cuestión su opción sexual, sembrando dudas en torno a su heterosexualidad. En lo ideológico, se ha autodeclarado seguidor del modelo impulsado por el ex presidente del Brasil, Lula da Silva, basado en un sistema económico libre cuyos beneficios pondrá al servicio de los menos favorecidos, en caso sea elegido presidente, así lo ha afirmado.

En estas primarias participaron 5 candidatos además de Capriles, ha sido una contienda larga, con altos y bajos, pero de ninguna manera podríamos decir que puede ser vista como una antesala para lo que se viene de aquí a la elección de octubre. Esta ha sido una campaña lenta, poco atractiva, aburrida, señalan los analistas venezolanos. Todos los candidatos, como es lógico, querían alzarse con el triunfo, pero ninguno de ellos se atrevió a lanzar ataques políticos directos a los demás. Al parecer la consigna estaba clara: compitan entre ustedes, pero no se les ocurra quebrar la unidad que tanto costó conseguir. Y bajo esas reglas, y en esa dinámica, el discurso de Capriles fue el más efectivo.

¿Por qué ganó Capriles? Cuando uno revisaba el perfil de los demás candidatos podía advertir que esta contienda electoral se definiría entre dos grupos, entre dos maneras de entender el juego de la política. El primero de ellos buscó el apoyo del sector antichavista, con un discurso confrontacional y de abierta oposición al régimen, en este sector podemos ubicar a Pablo Medina o Corina Machado. El segundo grupo en cambio, entendió que para ganar la elección de octubre, no basta con obtener el apoyo de quienes desde ya están del lado de la oposición, sino muy por el contrario, se necesita conquistar los votos de aquellos sectores que durante los últimos años votaron a favor del chavismo. En esa línea se colocó Capriles, junto a Pablo Pérez y Leopoldo López, respectivamente. Al final de la contienda, los resultados les dieron la razón a los políticos que apostaron por un discurso más centrista, menos confrontacional, como Capriles, pues ellos recibieron el mayor apoyo electoral, los otros en cambio, quienes creyeron competir en las primarias contra Hugo Chávez, quedaron largamente relegados.

De las apariciones públicas de Capriles, de la información que circula en los medios, de la opinión que exponen los analistas, uno puede advertir que el mayor activo de Capriles es justamente su capacidad para hacer llegar a la gente un mensaje de unidad, un programa que busca la cohesión de todos los venezolanos en el esfuerzo por reconstruir su país y su democracia. En sus primeras declaraciones, luego de ser elegido como candidato único, señaló que quienes lo habían elegido lo habían hecho no para pelear con Hugo Chávez sino para conducir las riendas de un país que tiene muchos problemas por resolver. Ese tono conciliador, que para muchos lo hace ver como un hombre de Estado, cuya lectura de la realidad y de lo que se debe hacer va más allá de los odios y rencillas personales, es el que asusta al oficialismo, pues en el imaginario de la gente comienza a ser percibido como el político de la mesura y la paz, frente a un Hugo Chávez, cuyos continuos desafueros lo pintan como un tipo violento, agresivo y poco sereno, características que explican su poca capacidad para generar consensos y apoyo en la dura tarea de gobernar un país cuyas cifras económicas y sociales asustan a cualquiera.

Los próximos meses le auguran una serie inacabable de eventos que seguramente pondrán a prueba su temple y su capacidad para sortear todo tipo de ataques. Por lo pronto, el dictador Hugo Chávez ya se refirió a él tildándolo de burgués, de oligarca, de defensor de los intereses del imperio yanqui, de vende patria. Capriles debe aprender a lidiar con esta vorágine de invectivas que el chavismo le hará llegar día a día. Por eso es importante que Capriles lleve a Chávez a su terreno, lo haga jugar su propio juego, lo obligue a entrar en un debate de fondo en el cual se discutan los verdaderos problemas de Venezuela. Chávez es un militar con muy pocas luces académicas, acostumbrado a aplastar a sus detractores mediante el miedo y el atropello. Chávez no es un político formado en el arte del diálogo, él impone criterios, apela a la fuerza antes que a la razón para convencer a la gente de las ventajas de sus iniciativas y su programa. Digámoslo con claridad, Chávez sin sus dólares y sus fusiles, es sólo eso, un militar desarmado, un lunático cuyo deseo más grande es convertirse en monarca.

Cualquier candidato, con una formación política, intelectual, y con una cultura política promedio, lo podría hacer tambalear y hacer ver como un fantoche. Capriles debe ser lo suficientemente sagaz para aprovechar su exposición mediática para hacerle recordar a la gente que gracias a Chávez Venezuela es el país con la tasa de inflación más alta en la región, cuyo 30% de su población vive en la pobreza, cuya tasa de homicidios registra la terrorífica cifra de 53 asesinatos por día. Capriles debe confrontar a Chávez en el terreno de las ideas y del programa, preguntarle porqué ha despilfarrado más de 70000 millones de dólares en apoyar a gobiernos como el de Ecuador, Bolivia, Nicaragua, mientras que en su país el 10% de la gente vive en la extrema pobreza, y en donde el 70% de los alimentos son importados, debido a la quiebra de los sectores productivos y de su industria, descalabro generado por las políticas estatistas impulsadas por el chavismo.

La fórmula de la campaña es clara para Capriles, la única forma de ganar es evidenciando la falta de capacidad de su oponente y proponiéndole a sus compatriotas un paquete de propuestas y reformas capaces de revertir la dura situación por la que atraviesan. Sin embargo, Capriles debe saber en qué momento golpear, debe saber que la mejor respuesta no siempre es el silencio, a veces, y de acuerdo a las circunstancias, los políticos deben salir al frente, deben atacar, desnudando las falencias, las debilidades del adversario, demostrando ante el electorado que la opción de desarrollo y democracia que él encarna, si es posible, y que Venezuela requiere la llegada de un presidente que a diferencia de Chávez, gobierne para todos los venezolanos en un clima de libertad y profundo respeto por el orden constitucional.

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