martes, 12 de enero de 2010

Narcotráfico y democracia



La Dirección Nacional Antidrogas (Dirandro) ha elaborado un informe en el que da cuenta de los avances y retrocesos en la lucha contra el narcotráfico durante el año 2009. Las cifras oficiales presentadas por esta unidad especial de la Policía Nacional del Perú demuestran que durante el año que pasó el negocio de la droga y la fuerza del narcotráfico ha ido en ascenso. De acuerdo al informe en el año 2009 la Policía Antidrogas incautó 16.8 toneladas métricas de clorhidrato de cocaína, a comparación de las 12.2 toneladas del año 2008, es decir, en el año 2009 la cifra fue de 4.5 toneladas menos que el año anterior. Lo mismo ocurrió en relación a la incautación de pasta básica de cocaína (PBC), en el año 2009 se decomisaron 10.6 frente a las 11.7 toneladas del año 2008.


Otra conclusión que puede obtenerse de la lectura y análisis del citado informe es que en relación a las acciones destinadas a incautar o decomisar los insumos químicos destinados al narcotráfico, los cuales en su mayoría son enviados desde las ciudades costeras hasta los valles cocaleros, los avances en este campo no han sido sustanciales. En el año 2008, fueron 474.5 toneladas las incautadas, frente a las 490 del año que pasó, muestra de una incipiente mejora que resulta a todas luces insuficiente en esta ardua tarea. Este dato es preocupante si se tiene en cuenta que la comercialización del Kerosene en las zonas del Alto Huallaga y el Valle de los Ríos Apurímac y el Ene. Surge entonces la pregunta ¿Porqué si la comercialización de productos como el Kerosene se encuentra prohibida el nivel de incautación de estos insumos destinados al narcotráfico no se da en la dimensión que la lucha contra el narcotráfico requiere? La respuesta es simple. El negocio de la droga es muy fuerte, la cantidad de dinero que se mueve es alucinante, y con ello, la posibilidad de quebrar conciencias y voluntades al interior de los propios efectivos del orden es siempre latente, ya sea mediante el soborno, la corrupción o el amedrentamiento, muchas veces son las propias fuerzas del orden las que con su acción o silencio cómplice favorecen el traslado de insumos químicos a estas zonas del país.


Por otro lado, el aumentó del precio del kilo de hoja de coca es otro dato interesante que se puede extraer del informe. Tanto en el Alto, Medio y Bajo Huallaga, el kilo de coca experimentó un aumento de 10 soles por kilo de hoja, a 12 por kilo, respectivamente. Mientras que en el VRAE el precio se ha mantenido casi invariable. Queda claro entonces que la demanda se ha mantenido fuerte y en regiones como el Huallaga esta ha ido en aumento, como consecuencia, según señalan algunos expertos, del éxito que ha tenido el Proyecto Especial de Control y Reducción de los Cultivos de Coca en el Alto Huallaga (Corah), el cual cumplió con la meta de 10000 hectáreas de cultivo de hoja de coca erradicadas, disminuyendo la oferta en esa zona y por tanto, elevando el nivel de la demanda, quizá ello explique el porqué del aumento de 10 a 12 soles el precio de hoja de coca en el Huallaga.


Sin embargo, aquello que puede ser visto como un dato positivo en la lucha por la erradicación de los cultivos de hoja de coca, es también materia de crítica por parte de los expertos, los cuales señalan que el gran problema del programa de erradicación es que éste se ha concentrado únicamente en el región del Huallaga, pero que no ha logrado penetrar a otras zonas importantes de cultivo como el Valle del Monzón, siendo ello negativo, ya que la tarea de erradicación debe ser encarada de manera integral, identificando y erradicando todas la zonas de cultivo de hoja de coca importantes. Más si se tiene en cuenta, como lo ha podido señalar la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga el Delito, que a las ya conocidas zonas o cuencas cocaleras de importancia, como el Huallaga, el Monzón o el VRAE, se suman, hoy en día, nuevas áreas ubicadas en la frontera de Puno y Madre de dios, la Libertad y en Inambari.


Estos datos ponen en evidencian, sin lugar a dudas, que la política de lucha contra el narcotráfico y las acciones tomadas por este gobierno en este esfuerzo, ha sido, a todas luces, deficiente por decirlo menos, para no utilizar el término fracaso. Para los expertos ello obedece a que el Gobierno centró su lucha contra el narcotráfico en una sola zona, sin tener en cuenta que el negocio de la droga se ha venido dispersando en los últimos tiempos, encontrando nuevas zonas para el cultivo de hoja de coca, otras vías para la comercialización de insumos químicos y nuevas modalidades de comercialización de drogas, lo que ha ocasionado un ascenso en el nivel de consumo en el mercado interno.


El problema del narcotráfico, y la estrategia de lucha que contra este se diseñó en este gobierno, como dicen las cifras no ha sido la más auspiciosa, el gobierno de turno no ha sido capaz de mostrarnos un norte claro en esta lucha. Pero esta incapacidad se ve reforzada con su incapacidad al momento de enfrentar el problema de la seguridad interna, el aumento de la criminalidad es otro elemento que pone de manifiesto la profunda crisis que atraviesa el sector interior. Durante los últimos años, este gobierno se ha esforzado en nombrar a ministros del interior incapaces, cada uno más inepto que el anterior, ninguno de ellos estuvo exento de serios cuestionamientos, basta con recordar la fallida compra de patrulleros, la compra de pertrechos, los nefastos sucesos en Pómac, la tragedia de Bagua o la tristemente recordada jornada en Moquegua y Tacna, con la toma del Puente Montalvo, para darnos cuenta de que lo que ocurrió con el Ministerio del Interior no fue sino la crónica de un desastre anunciado, en la cual el principal actor, fue el ministro del interior de turno, todos ellos incapaces de ofrecerle al país una estrategia, sólida y creativa de lucha contra el narcotráfico y la inseguridad ciudadana.


La lucha contra el narcotráfico es y debe ser una prioridad no solo para este sino para todos los gobiernos, la estrategia para su implementación debe merecer especial atención por parte de todos los partidos y movimientos políticos que pretenden tener éxito en los comicios electorales del 2011. La lucha contra el narcotráfico representa una problemática que no puede ser vista de manera aislada, ajena a otro tipo de problemas que este flagelo trae consigo.


El narcotráfico, la comercialización de las drogas en el mundo generan enormes perjuicios. El negocio de la droga, su comercialización y consumo, generan un impacto negativo brutal en la salud de los consumidores, y en especial, en la salud de los más jóvenes, la adicción que las drogas genera frustra proyectos de vida personal, aquello que comienza como un juego, como una práctica asilada, poco a poco se convierte en el centro de las vidas de los consumidores, entorpeciendo su desarrollo, trayendo sufrimiento y tristeza para ellos mismos y sus familias.


El narcotráfico, con las enormes cantidades de dinero que mueve, es un factor de inestabilidad política para el sistema democrático muy serio, el poder corruptor del narcotráfico es capaz de filtrarse por todas las instituciones del Estado y en el más alto nivel del mismo. Políticos, policías, militares, funcionarios, burócratas, jueces, fiscales, son año a año captados por el narcotráfico y sus redes de corrupción, por eso no es extraño que desde los propios poderes del Estado, encontremos a políticos que con el cuento de la llamada reivindicación de las comunidades campesinas, se opongan a toda política destinada a erradicar el cultivo de la hoja de coca, sin tener presente que oponerse a la erradicación es favorecer de manera directa al narcotráfico, más si tenemos presente que 9 de cada 10 hojas de coca son destinadas al negocio de la droga.


El narcotráfico genera también o trae consigo mayor violencia, los crímenes, los asesinatos que en su nombre se cometen acrecientan el nivel de inseguridad y violencia en los países en los cuales este problema se asienta, como es el caso del Perú. En los últimos tiempos hemos sido testigos como la ciudad de Lima, y otros ciudades importantes del país, se han convertido en un campo de batalla entre sicarios y asesinos a sueldo pagados por el narcotráfico, al puro estilo de los carteles de la droga colombianos o mexicanos, como el de Juárez o de Sinaloa, para los cuales asesinar a un político, juez o fiscal, que se oponga a sus intereses es moneda común en su ideario criminal. Basta recordar el penoso asesinato del juez Hernán Saturno Vergara, asesinado por dos sicarios en las inmediaciones de Palacio de Gobierno, luego de que rechazara el pedido de libertad d 25 integrantes del cartel de Tijuana.


Estas son las razones que deben impulsar a los partidos políticos que aspiran a ser gobierno el 2011 a diseñar una política de lucha frontal contra el narcotráfico, por eso es importante llegar a un consenso político fuerte que evidencie el compromiso de la clase política peruana con la lucha contra el negocio de las drogas. Como hemos podido apreciar, el narcotráfico y su desarrollo al interior de la sociedad trae consigo enormes problemas para la salud de los ciudadanos, para la estabilidad del régimen político y para la conservación de la institucionalidad democrática y el estado de Derecho. En tal sentido, los peruanos, los ciudadanos de este país, debemos exigir que el tema del narcotráfico se convierte en un tema de debate y análisis fundamental en la próxima campaña electoral. El candidato que alcance la Presidencia de la República debe ofrecer y darnos la garantía de una lucha férrea, integral y total contra el narcotráfico, de no ser así, el Perú, tal y como lo señalan diversos especialistas, corre el riesgo de convertirse en la Colombia de los próximos años.


Rafael Rodríguez Campos

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