LA DEMOCRATIZACIÓN AUTORITARIA
¿Qué
debemos entender por Populismo? Ha sido una pregunta que muchos nos hemos hecho
alguna vez, y que por fin ahora, luego de revisar algunos textos, creo estar en
condiciones de responder (ojo, toda definición puede ser afinada). Así, de
todas las definiciones consultadas creo que la de Germani es la que con mayor precisión
desarrolla este concepto: “el Populismo fue un movimiento social e ideológico que se produjo en la
transición de la sociedad tradicional a la moderna e industrial”.
Breve concepto
Para este autor, el Populismo fue un fenómeno causado
por los profundos cambios estructurales que experimentaron diversos países
latinoamericanos, los cuales generaron discontinuidades políticas, sociales y
económicas, que se presentaron de manera clara en nuestra región, dependiendo claro
está, del nivel de desarrollo de cada
sociedad. Decimos esto último pues como ya se señaló anteriormente, el
Populismo en América Latina surgió en un momento histórico en el cual las
sociedades tradicionales iniciaban el camino hacia la modernización industrial.
Ahora bien, el Populismo latinoamericano dio
lugar a la formación de los denominados “Estados Populistas”, los mismos que a
consideración de autores como Guillermo O’Donnell, fueron Estados claramente
incorporadores (incluyentes de las grandes mayorías) basados en una coalición
multiclasista de intereses urbano-industriales, que buscaron incluir a la élite
industrial y a los sectores populares de las urbes.
El rasgo distintivo del Estado Populista
Uno de los rasgos más importantes del
Populismo en la región (sino el más importante) fue su nacionalismo económico,
el mismo que se tradujo en la configuración de un Estado promotor de la fase
inicial de industrialización de bienes de consumo, que buscó el surgimiento y fortalecimiento
de las industrias y la expansión del mercado nacional. En otras palabras, el
Populismo en Latinoamérica fue la respuesta política y económica al modelo
“hacia afuera” que hasta ese momento había impulsado y tutelado nuestra
oligarquía. El peronismo argentino y el velasquismo peruano, a su turno, fueron
ejemplos claros de lo que acá acabamos de señalar.
En ambos casos (argentino y peruano), el
Estado Populista asumió el compromiso directo de aumentar los ingresos de los
sectores populares, y atender otras demandas sociales (seguridad, salud, vivienda,
educación, entre otras) trayendo consigo
importantes cambios en la manera de concebir la democracia. Es decir, el
Populismo latinoamericano empezó por cuestionar el concepto formal o
procedimental de democracia política (Dahl), para luego, confrontarlo a la luz
de los principios de la democracia social, los mismos que el Populismo se
encargó de transformar en discurso de masas.
Características del Populismo Latinoamericano
Pero, ¿qué características comunes presentó el
Populismo en Latinoamérica? Siguiendo a Stepan y Garretón, podemos afirmar que
el Populismo latinoamericano presentó (con ciertos matices) las siguientes
características:
- Fue un movimiento social multiclasista que
contó con liderazgos de clase media y/o alta y con base popular obrera o
campesina (esto último en menor medida).
- Surgió en una fase histórica de transición de
la sociedad tradicional a la sociedad moderna e industrializada.
- Buscó el paso de un sistema político con
participación restringida a otro con amplia participación de los sectores
históricamente excluidos.
- Convirtió al Estado en el protagonista de los
cambios sociales, pues es el Estado (a través de sus operadores) el que impulsa
el proceso de movilización, integración, inclusión y democratización de la
sociedad. Lo que Stepan bautizó con el nombre de Corporativismo Incluyente (el
velasquismo fue un claro ejemplo de esto último).
- Promovió la celebración de acuerdos y/o pactos
de compromiso entre el Estado y diferentes sectores de la sociedad (se buscó
imitar la experiencia europea del laborismo y la social democracia).
- Apostó por un modelo de desarrollo estatal –
nacional – popular, que privilegió lo nacional por sobre lo extranjero, en
contraposición al modelo oligárquico. Siguiendo a Garretón, podríamos decir que
en Latinoamérica, como quizá en ningún otro lugar del mundo, el Populismo fue
la respuesta social y política impulsada por los sectores que buscaban acabar con los privilegios creados
por el modelo oligárquico (excluyente).
- Promovió un modelo de desarrollo basado en la
industrialización nacional con vocación progresista y un marcado papel estatal.
Una de las medidas populistas distintivas de este proceso fue la denominada
industrialización por sustitución de importaciones.
- Basó su fortaleza en la relación entre el
líder y la masa. La figura del líder populista es fundamental en este proceso
(Perón y Velasco, por ejemplo), pues será él quien se encargue de movilizar al
pueblo para salir en búsqueda de sus reivindicaciones.
- Creyó en el predominio de la política y el
Estado por encima de los intereses económicos. Por eso buscó que el pueblo
participe directamente en el proceso de toma de decisiones, mediante
organizaciones, y a través del voto directo. De allí la necesidad de adoptar
medidas tendientes a garantizar el sufragio universal y derechos sociales tales
como la libertad sindical, la huelga o la negociación colectiva (obrera).
La importancia del Populismo en América Latina
Pero quizá la pregunta más importante que ahora
debemos responder en torno al Populismo es si este fenómeno tuvo o no alguna
importancia para Latinoamérica, y si el resultado del mismo arrojó un saldo positivo
o negativo para nuestra región. Veamos algo de eso a continuación.
Para
nosotros, como para Lynch, el Populismo ha sido un proceso vital para la
formación de la ciudadanía en América Latina. Decimos ello, pues lejos de los
apasionamientos que genera la polémica en torno al Populismo, este fenómeno ha
sido el principal factor democratizador en nuestra región, impulsando el
reconocimiento y generalización de derechos (políticos y sociales, básicamente),
o la adopación de otras medidas inclusivas en favor de los de abajo.
El
Populismo, y no creo exagerar al decirlo, abrió una nueva etapa en la historia
política de América Latina, no sólo por haber puesto fin al poder hegemónico de
la oligarquía, sino porque a partir del discurso que este promovió, se implementaron
importantes políticas distributivas que integraron a las economías nacionales,
sentando las bases del proceso de industrialización, lo que a la larga se
convertiría en el principal medio para generar empleo a favor de población más
necesitada.
Además,
como ya lo anotado, debemos reconocer al Populismo como el movimiento que logró
incorporar a los más amplios sectores sociales al proceso político formal a
través de políticas democratizadoras como la universalización y generalización
de derechos civiles, políticos y sociales.
Otra
mirada sobre el Populismo
Ahora
bien, no deja de ser interesante la mirada que Laclau tiene sobre el Populismo
latinoamericano cuando señala que la nota
que lo identificó fue el énfasis que este puso en la revalorización de la
categoría “pueblo”, entendido como una categoría política con demandas específicas,
permitiendo la construcción de una fuerte identidad colectiva.
Sin embargo, y como también lo refiere este
autor, en Latinoamérica, los movimientos populistas fueron básicamente populismos
de Estado, que intentaron, por todos los medios, reforzar el rol y la presencia
estatal en diversos espacios como parte de una estrategia de lucha
antioligárquica, la misma que en la mayoría de los casos supuso la violación de
las libertades individuales y políticas (sobre toda las de la oposición).
No obstante lo antes señalado, es justo decir
que cuando los movimientos populistas accedieron al poder, impulsando programas
y políticas de redistribución económicas y reformas democráticas, lo hicieron
bajo regímenes marcadamente antiliberales, e incluso, abiertamente autoritarios
y dictatoriales (peronismo y velasquismo, son claros ejemplos de lo que
acabamos de afirmar).
Populismo y democracia
En todo caso, la pregunta que politólogos e
investigadores sociales aún no logran resolver es si es posible armonizar la
prédica populista con los principios y valores de la democracia liberal En
otras palabras, ¿es posible alcanzar mayores niveles de justicia social,
distribución del ingreso, e inclusión de sectores mayoritarios, en un clima de
respeto pleno por las libertades fundamentales y las instituciones
constitucionales?
Dicho de otro modo, ¿es posible ser populista
(en lo sustantivo), y al mismo tiempo, respetar el orden constitucional democrático?
Esta interrogante ha abierto en América Latina un debate que hoy en día está
más presente que nunca, más si consideramos que en los últimos tiempos la
región ha visto la llegada de líderes populistas - autoritarios, tal y como lo afirma
Levitsky al señalar que “en América Latina, los líderes populistas tienden
siempre a consolidar regímenes que podemos calificar como Autoritarismos
Competitivos, debido, entre otras cosas, a la carencia de una cultura
democrática cívica y a la debilidad de las instituciones
político-constitucionales” (dicho sea de paso, el Populismo latinoamericano nunca
se caracterizó precisamente por su compromiso con éstas). Veremos qué pasa en
la región en los próximos años. El debate recién comienza.
Nota: Este artículo toma como base un ensayo elaborado
por mi persona para el curso “Procesos Políticos en el Perú y América Latina
siglo XX”, a cargo del profesor Piero Corvetto Salinas, en la maestría en
Ciencia Política en la Escuela de Gobierno y Políticas Públicas de la PUCP.
Para Piero mi personal agradecimiento, pues sin sus notas, apuntes, lecturas y
comentarios, este artículo no hubiera sido escrito.
Etiquetas: Garretón, Germani, Oligarquía., perón, populismo, Stepan, Velasco
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