Luego de terminar de leer el magnífico libro de Jordi
Sevilla, destacado parlamentario y ministro español, titulado “Para qué sirve
hoy la política” (Editorial RBA: 2012), creo necesario compartir cuatro notas
que el autor expone sobre la participación en política. Digo ello, pues estando
a menos de un año de las próximas elecciones generales, resulta oportuno
reflexionar sobre la participación política de los ciudadanos -sobre todo de
los más jóvenes- teniendo en cuenta que al parecer las nuevas generaciones están
hartas de la política y rechazan visceralmente todo aquello que se encuentre
asociado a esta palabra.
Para JS lo primero que deberían tener en cuenta las
personas que desean participar en política es que la actividad política debe
inscribirse en el ámbito del hacer y no del ser. Es decir, uno debería
dedicarse a la actividad política para hacer cosas, para ayudar a transformar
la realidad mejorando el bienestar de la gente, en especial de los más
desfavorecidos. ¿Es legítimo querer ser presidente, parlamentario o alcalde?
Claro que sí, pero no para serlo, como objetivo personal, sino porque desde ahí
puedes tomar decisiones, hacer cosas en beneficio de otros, que no se pueden
hacer desde otros sitios.
La segunda, que para participar en política es conveniente
hacerlo desde una profesión previa. En el caso del autor, esta convicción lo
llevó a dedicarse primero a la carrera pública, para luego de la experiencia
acumulada, y sintiendo que tenía mucho que aportar al debate público, dedicarse
de manera decidida a la política profesional. De hecho, siempre es importante
contar con una carrera profesional a la cual volver, expone JS, sobre todo cuando
las cosas en política no resultan como uno espera o cuando por razones de
principios sea preciso dar un paso al costado en salvaguarda de la moral y/o
ética personal.
La tercera, que los partidos y los grupos políticos
(cualquiera sea su tendencia) son instrumentos esenciales para conseguir
algunos objetivos colectivos, pero nunca, fines en sí mismos. Además, afirma el
autor, luego de la experiencia negativa vivida en Europa gracias al centralismo
democrático stalinista de los partidos comunistas, resulta imprescindible fomentar
al interior de los partidos la discrepancia, siendo tolerantes con las
críticas, apostando por el debate abierto de ideas en contra de las propuestas
totalitarias. Entonces, cuando en un partido las decisiones son siempre tomadas
por la dirigencia, sin someter las cuestiones a debate, valiéndose de su poder
o fuerza para imponer la voluntad de los líderes sobre la de los demás, nos
encontramos ante la más evidente desnaturalización de lo que debe ser un
partido político democrático.
La cuarta, que la democracia es una flor delicada que
debemos cuidar con mimo, siempre. Por ello debemos tener presente que la
libertad de expresión, la discrepancia pacífica, la no descalificación ni el
insulto, la democracia de calidad, la apelación a los ciudadanos, son valores
positivos que se deterioran con el mal uso. Además, JS señala que es preciso
comprender que el interés general en política sí existe y siempre debe primar,
y que éste no es solo la suma de intereses particulares, sino la búsqueda de un
objetivo común. De hecho, una de las ideas clásicas de la política es la que
define a esta actividad como una labor colectiva en beneficio de la
colectividad, la búsqueda del bien común, diría Aristóteles.
A modo de conclusión, luego de revisar las casi 330 páginas
de este libro, me gustaría, como lo hace el autor, explicarles a los jóvenes
que a pesar de su escepticismo y hartazgo, si analizamos con objetividad las
cosas nos podremos dar cuenta que ninguno de los problemas por los cuales
atraviesa la sociedad (políticos, económicos, sociales y/o culturales) tienen
solución al margen de la política. Más aún, que la alternativa a la buena
política no es solo la mala política sino, también la sustitución de la
política por las mafias, la corrupción, el narcotráfico o el autoritarismo.
De allí la necesidad de participar en política, ya que como
refiere el autor, los que dicen no sentir interés por la política o que esta
les aburre, no se percatan de que en el mundo real si no haces política, te la
hacen. Por tanto, participar en política no es otra cosa que rechazar el que
otros –no necesariamente buenos- decidan sobre la vida de uno mismo. Por ello,
es preciso que participemos y nos comprometamos con la búsqueda de ese ideal que
la Ilustración y el Liberalismo nos heredaron: el derecho a que nadie, ni nada
decida por nosotros, siendo conscientes de que la política, como gestión
colectiva, su hacer, no hacer o cómo hacer, terminará afectando siempre la vida
de los ciudadanos de un país.
Nota: esta columna ha sido publicada el 23 de abril de 2015 en:
http://www.puntodeencuentro.pe/columnistas/rafael-rodriguez-campos/lecciones-para-participar-en-pol%C3%ADtica-%C2%BFpor-qu%C3%A9-y-para-qu%C3%A9-hacer-pol%C3%ADtica.html
Etiquetas: JORDI SEVILLA, PARA QUÉ SIRVE HOY LA POLÍTICA
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