La salud del dictador Hugo Chávez
Hugo Chávez fue sometido a dos intervenciones quirúrgicas por un tumor absceso en el que le fueron detectadas células cancerígenas. Hugo Chávez viajó a Cuba con la finalidad de someterse a estas intervenciones e iniciar un tratamiento que le permita vencer la más difícil batalla de su trayectoria, la batalla por la vida. El reposo recomendado por los médicos cubanos le imposibilitó participar en las celebraciones más importantes de Venezuela, el gran desfile patrio en el Paseo de los Próceres de Caracas, con motivo de la conmemoración del bicentenario de su independencia. Esta era la información que se difundía a nivel mundial.
La jornada de Hugo Chávez, señalan personas cercanas al dictador, se inicia muy temprano en la mañana, casi de madrugada, revisa los periódicos, escucha los reportes de radio, está atento a lo que los medios de comunicación informan sobre el acontecer nacional e internacional. Acto seguido, y siempre de manera personal, supervisa todas y cada una de las acciones gubernamentales puestas en práctica, desde la inauguración de un colegio, un hospital, la firma de un contrato, la reunión con algún agente diplomático, entre muchas otras más, nada se le escapa, él lo quiere saber todo. Tiene Chávez la costumbre de quererlo controlar todo, de querer estar al tanto de todo, de conocer hasta el más mínimo detalle de lo que pueda estar ocurriendo en su entorno. Chávez, como todo dictador, desconfía hasta de sus más allegados, de ahí su renuencia a delegar funciones en otra persona, por más atareado que esté, Chávez siempre encuentra la manera de hacer un espacio en su recargada agenda para poner el ojo en cuanto asunto de Estado tenga por resolver. Sus ministros, sus allegados, los funcionarios de su gobierno no son sino un grupo de acólitos y adulones acostumbrados a aplaudir todas y cada una de sus intervenciones, sonreír ante alguna de sus torpes bromas, refrendar sus comentarios, avalar sus improperios y alzar la voz y lanzar vítores si de ensalzar la labor del dictador se trata: ¡Patria o muerte, venceremos!
El protagonismo, la importancia innegable que tiene Hugo Chávez en la conducción del Estado Venezolano ha llevado a la prensa y a la clase política de ese país a preguntarse si es posible una chavismo sin Chávez, qué pasará con Venezuela si Hugo Chávez no puede vencer la batalla contra el cáncer, quién podrá tomar su lugar y conducir a Venezuela y a toda América Latina por el camino de la revolución socialista de siglo XXI, Chávez, para sus seguidores es el único capaz de blandir la espada de Bolívar e instalar, por la razón y por la fuerza, el programa político que a lo largo de los años ha venido implantando, contra todo y contra todos, en Venezuela, a pesar del desastre económico, político y social que el mismo ha ocasionado para el sistema y la institucionalidad democrática del hermano país del norte.
La oposición, ha pretendido aprovechar este periodo de ausencia del dictador para despotricar a mansalva contra el hombre al que consideran el aprendiz de Fidel Castro, el financista de gobiernos populistas y autoritarios como el de Rafael Correa, Daniel Ortega o Evo Morales, el defensor latinoamericano de sátrapas como el gobernante de Irán o Corea del norte, el hombre que ha despilfarrado los ingresos astronómicos de miles de millones de dólares producto de la venta de petróleo financiando las campañas electorales de sus amigos. Pero al parecer, la jugada política de los partidos y líderes opositores a Hugo Chávez no ha tenido el efecto que sus detractores esperaron. Resulta ético, se preguntan muchos analistas, resulta políticamente correcto, aprovecharse de la condición de salud, de la enfermedad de un rival político, para enlodar su figura, para criticarlo sin piedad, incluso para desearle la muerte, como si la muerte del dictador resolviera por arte de magia todos los problemas que Venezuela atraviesa. La política es un juego de percepciones, un juego en el cual las pasiones, los afectos y hasta la compasión juegan un rol protagónico, ¡Pobre de Hugo Chávez!, es la frase que muchos venezolanos pronuncian frente a las cámaras de televisión, ¡Es un hombre enfermo, la oposición lo quiere muerto pues vivo nunca pudieron con él!, se dice en las calles.
Es cierto que Hugo Chávez es un dictador, esa es una verdad indiscutible para todo aquél que se acerque al análisis de la realidad social y política venezolana con cierta dosis de objetividad. Es un gobernante que utiliza a la democracia como mecanismo plebiscitario para legitimar lo que en realidad no es más que arbitrariedad, atropello, embuste, amedrentamiento y violencia esparcida, desde el propio gobierno, contra todo aquél que se atreva a criticarlo, contra todo aquél que se atreva a llamarlo como lo que es un “Dictador”.
En Venezuela, ya hace mucho tiempo se perdió la batalla por la libertad de expresión, radios, periódicos, canales de televisión han sido cerrados por haber cometido el pecado de no alinearse con el régimen socialista ni aplaudir los exabruptos del gorila mandatario. Las instituciones del país han sido copadas por miembros, dirigentes o simpatizantes del chavismo, desde la administración pública encargada de llevar adelante el negocio del petróleo, hasta el parlamento venezolano, o el órgano electoral encargado de supervisar la transparencia, tantas veces puesta en tela de juicio, de los comicios electorales. Muchos opositores políticos al régimen han sido perseguidos de manera brutal y violenta, muchos han sido amenazados por el propio Hugo Chávez, como es el caso de Manuel Rosales, líder de la oposición, a quien Chávez amenazó con enviar a la cárcel, demostrando que en ese país el principio de separación de poderes, elemento básico que distingue a toda república democrática no existe, dado que el Presidente de la República, al margen de la labor del órgano jurisdiccional, está en capacidad de absolver o sentenciar a quien quiera, dependiendo de su voluntad, de sus odios o sus propios complejos. Felizmente, para suerte de Rosales y de toda su familia, el gobierno del Perú le concedió el asilo político, y gracias a ello puede vivir con cierta tranquilidad, sin el temor a perder la libertad o hasta la propia vida.
Pero si en el ámbito político e institucional la crisis generada por el estilo dictatorial y autoritario de Hugo Chávez han terminado por destruir la frágil democracia Venezolana, tan o más frágil que la de la mayoría de países sudamericanos, en el campo económico el descalabro ha sido mucho mayor. Venezuela es uno de los países que tiene una de las tasas de crecimiento más bajas de Latinoamérica, uno de los índices de inflación más altos, cortes diarios de electricidad, escasez de alimentos y un índice de inseguridad ciudadana que han convertido a Caracas en una de las ciudades más peligrosas del mundo. En un artículo recientemente publicado por Andrés Oppenheimer, el periodista nos brinda una serie de datos que grafican de manera bastante didáctica la real situación de la crisis económica, y por ende social, por la cual atraviesa Venezuela, gracias al modelo controlista, centralista, estatista, interventor que Hugo Chávez ha impuesto e impone desde su gobierno.
La crisis económica en Venezuela es un fenómeno digno de estudio y comentario en las más importantes escuelas y facultades de ciencias económicas de todo el mundo. Cuesta trabajo explicar cómo si el precio del barril de petróleo se disparó de US$9 el barril en 1999, fecha en la cual el dictador asumió el poder, a US$ 100 en la actualidad, la escasez y los índices macroeconómicos sean tan negativos. Como muestra de esta crisis hagamos referencia a las siguientes cifras: 1) La economía venezolana bajó 1,6%, después de haber caído 3,3% en 2009, según la Cepal, mientras la tasa de crecimiento promedio en la región es de casi 6%; 2) La inflación venezolana subió de 12% hace una década a 27% en 2010, mientras la mayoría de países en Latinoamérica no supera el dígito inflacionario; 3) Venezuela sufre una fuga de capitales récord en su historia y su deuda externa subió de US$ 35.000 millones en 2001 a 58.000 millones en 2010, según reporte de la Cepal; 4) Venezuela, que en su momento fuera el quinto exportador de café mundial, ahora lo importa de Nicaragua, mientras que la mayoría de países de Latinoamérica, caso el Perú, han diversificado sus productos agrícolas de exportación; 5) Venezuela redujo su pobreza de 45% a 28%, respectivamente en los últimos 10 años, sin embargo, países que no cuentan con el caudal económico del oro negro, han logrado reducir la pobreza en porcentajes mayores o iguales al venezolano, Argentina redujo su pobreza de 45% a 11%, Chile de 20% a 11%, Brasil de 38% a 25%, Perú y Colombia también ofrecen esas cifras. Para Oppenheimer, autor de “El milagro venezolano”, el deterioro de este país se debe al caótico manejo económico impuesto por Chávez, que destruye el sector privado y crea un país de zombis dependientes del gobierno, despilfarrando el dinero del petróleo en subsidios y en grandiosos proyectos de propaganda internacional, que cuando caiga el precio del crudo, dejarán a su país hundido por muchos años en las más profunda miseria.
Pero si la situación en el hermano país de Venezuela es tan caótica, si la crisis política y económica por la cual atraviesa no parece tener solución cercana, si el descalabro y el desconcierto en el cual el dictador y sus secuaces han sumido a todo un país es de tal magnitud, ¿Por qué Hugo Chávez le ha ganado la batalla a la oposición en los comicios electorales durante los últimos años? Muchas son las razones que se exponen para explicar este fenómeno, Chávez utiliza los programas sociales y los subsidios para granjearse una clientela adicta que vive de sus dádivas, la misma que está dispuesta a salir a las calles a enfrentar a cuanto crítico se ponga en frente del sátrapa caribeño, Chávez controla los organismos electorales, los manipula, e incluso se habla hasta de fraude, algo que para ser sinceros no ha sido fidedignamente corroborado, Chávez emplea a los medios de comunicación para hacer llegar su discurso y para arrinconar a sus opositores, lo hace mediante interlocuciones semanales, muchas veces diarias, en periodos electorales, a través del conocido programa ¡Aló, presidente!, todas esas afirmaciones son o tienen cierta dosis de verdad, pero también es cierto que la oposición política en Venezuela ha sido nula en estos años, preocupados por mantener las cuotas de poder de las viejas agrupaciones políticas, las fuerzas de la oposición democrática no han sido capaces de consolidar un bloque y un programa que aglutine a todos los sectores contrarios al chavismo, y le ofrezca a la ciudadanía una propuesta de cambio social y económico que sea capaz de elevar el nivel de vida de la gran mayoría de venezolanos.
Dicho todo ello, resulta importante destacar la opinión de algunos medios de comunicación extranjeros, como el diario El País de España, y otros venezolanos, cuando afirman que más allá del recelo que pueda generar en todo demócrata la figura de Hugo Chávez, eso no puede llevar a la clase política, a los medios de comunicación, y sobre todo, a la oposición venezolana, a desear la muerte del dictador. Nosotros compartimos esa idea, creemos que la defensa de la dignidad de la persona, el respeto por su integridad, por su vida, la solidaridad con aquél que sufre una enfermedad o un mal mayor está muy por encima de las rencillas o enfrentamientos propios del quehacer político. A Hugo Chávez lo deben vencer los demócratas de su país en las urnas, debe ser el voto ciudadano el que le diga ¡NO al dictador! La oposición no puede cometer el error de pretender que el cáncer y su virulento avance hagan lo que ellos no han sido capaces de lograr en todos estos años, la oposición debe ser capaz de desnudar la inconsistencia del programa político de Chávez y la magnitud de la crisis que su proceder ha creado, haciendo de público conocimiento los problemas y las terribles cifras que en esta oportunidad hemos tratado de resumir. Es cierto que las condiciones políticas en Venezuela no son las más auspiciosas para los partidos o movimientos contrarios al chavismo, pero cierto es también que la superioridad ética de la democracia y de los que creemos en ella está en reconocer el valor de la vida y de los derechos de todos y cada uno de los ciudadanos, por encima de cualquier conflicto de intereses, personal o partidario.
El cáncer de Hugo Chávez, no nos puede arrebatar la oportunidad de verlo derrotado voto a voto, lo otro sería convertir a Chávez en un mártir, en una especie de dictador popular que de manera periódica, y a pesar de la crítica punzante a su manera de hacer política y de entender la economía, logró en vida vencer a cuanto opositor se atrevió a competir con él en una elección. Solo aquellos que hemos tenido la triste experiencia de ver morir y sufrir a un familiar o amigo a causa de esta terrible enfermedad podemos entender el profundo dolor que este mal trae consigo para quien lo padece y para los familiares del paciente. En lo personal, no le deseo la muerte, ni enfermedad a nadie, ni siquiera a un dictador tan insoportable y malvado como Hugo Chávez.
Etiquetas: crisis venezolana, Hugo Chávez, oposición política venezolana, revolución bolivariana, socialismo de siglo XXI
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