¿Y del plan de gobierno de Keiko Fujimori quién se ocupa?
Qué difícil les resulta a algunos políticos asumir compromisos serios. Qué difícil les resulta cumplir lo poco ofrecido. Qué difícil es recordar lo prometido. Qué difícil es hacer el esfuerzo por elaborar un plan de gobierno que consagre una propuesta técnica y viable para el país. Cómo todo ello es muy difícil, y no existiendo el más mínimo deseo por hacer entender al ciudadano que las ideas del plan de gobierno de uno son mejores que las del otro, porque vamos, al final nadie lee los planes de gobierno, lo más aconsejable es cumplir con la ley y presentar cualquier hechura al órgano electoral. Esa lección la ha aprendido muy bien Keiko Fujimori. Keiko conoce un poco de historia, no quiere repetir el triste episodio protagonizado por su padre. El dictador, llegó con un plan de gobierno de corte populista, mal llamado de izquierda por algunos, para luego, más temprano que tarde, arrojarlo por el inodoro y tomar como suyo el plan económico de Mario Vargas Llosa, ese que dijo él nunca aplicaría.
Keiko sabe que siempre es mejor pretender decirlo todo cuando en realidad se dice nada. Su plan, ese documento con el cual promete llevarnos por la senda del desarrollo consta de 58 páginas, pocas, si se tiene en cuenta que en ninguna de ellas se expone alguna idea concreta en torno al cómo resolver los problemas más importantes del país. Keiko expone algunos objetivos con los cuales ni el más bellaco entre los suyos podría estar en desacuerdo. ¿Algún peruano podría no estar de acuerdo en luchar contra la corrupción, contra la pobreza, contra el narcotráfico, crear nuevos puestos de trabajo, mejorar la educación o mejorar la seguridad ciudadana? Yo creo que ninguno. Creo que incluso todos los ministros de su padre, y otros tantos que hoy en día purgan condena por una serie de delitos, sienten emoción al ver cómo la hija del jefe, la Ramfis de Trujillo versión Fujimori, aprendió muy bien la lección, pues pretendiendo decirnos mucho, cómo hacía su padre, no hace sino tomarnos magistralmente el pelo.
Pero cómo la idea de esta reflexión es plantear algunos apuntes en torno al plan de gobierno de Keiko, es necesario hacer una advertencia. Si existe algún tonto como yo que pretenda leer el plan, le advierto que sentirá como este documento se le cae de las manos en los primeros cinco minutos de lectura. Si desisten de la misma, los entiendo, yo me esforcé por darle término, lo que ocurre es que me parece poco serio criticar las propuestas de los candidatos sin antes haberle dado una mirada integral a su propuesta. Lo que sí puedo advertirles es que el nombre que aparece con mayor frecuencia es el del dictador Alberto Fujimori, su padre, al parecer el gobierno del dictador será su modelo a seguir. No importa si el hombre está preso por asesino, por ladrón o corrupto, pues, tomando las palabras de la propia Keiko, el gobierno de los 90 ha sido el mejor de la historia. Roba pero hace obra, recuérdenlo.
Sobre seguridad ciudadana, Keiko dice que derrotarán nuevamente la delincuencia y el narcoterrorismo. Lo que olvida, intencionalmente Keiko es decirnos cómo logrará ese objetivo. Entonces, dado que el modelo a seguir es el de su padre es bueno recordar qué se hizo durante esos años en este campo. Tengo familiares y amigos policías, ellos me hacen tres apuntes bastante interesantes. Fue durante el gobierno fujimorista que se ordenó cerrar las escuelas de suboficiales de la Policía Nacional del Perú, ello ocasionó un desequilibrio en la labor policial. Sin personal joven que se vaya integrando a la institución es muy difícil hacerle frente a la delincuencia. Fue también durante el gobierno fujimorista (recuerden es el modelo) que se promulgó la norma conocida como 24 x 24. Es decir, como el fujimorismo no tenía ni la menor idea, y ahora mucho menos, en torno a cómo hacer para reorganizar el sistema pensionario y la escala remunerativa del personal policial, ideó la “dignísima” manera de balancear la precaria economía de la familia policial. Los policías, vestirían sus uniformes en sus días de franco, pero lo harían para prestar servicios en el sector privado. Dicho de otro modo, bancos, tragamonedas, casinos, restaurantes, y demás locales contarían con personal policial en sus puertas. Es evidente, que el fujimorismo de ese entonces, encarpetó, desechó, aniquiló toda propuesta de reforma al interior de la institución con la finalidad de fortalecerla convirtiéndola en la verdadera garante del orden público y la seguridad ciudadana. Me olvidaba, ¿Cuántos millones de dólares se birlaron de los fondos de la Caja Militar Policial? Ahora uno se explica porqué la tasa de criminalidad creció de manera atroz entre los años 95 a 2000.
Sobre seguridad ciudadana, el plan no dice absolutamente nada, los invito a revisar. Lo mismo ocurre en cuanto a la lucha contra el narcotráfico o la política penitenciaria. Dice Keiko que en su gobierno endurecerá las normas penitenciarias, controlará de mejor manera lo que se hace o se deja de hacer en las cárceles. Si eso es verdad el único afectado será su padre, qué pena por él, seguro perderá todas las gollerías y privilegios que el gobierno de su “enemigo” Alan García le ha prodigado. Los que deben estar a la espera de los resultados deben ser los ampones vinculados al tráfico de drogas. Digo ello porque si se recuerda, durante el fujimorismo el Perú entero tomó conocimiento de los escandalosos casos del narco buque y el narco avión. Lo verdaderamente indignante es que la coca fue encontrada en el avión presidencial. Si a ello le sumamos que Vladimiro Montesinos, ese tipo sobre cual Keiko no está segura que haya cometido delito alguno, negociaba directamente con los narcotraficantes en la selva peruana, cobrándoles un cupo para que puedan transportar libremente su coca, basta recordar a Demetrio Chávez Peñaherrerara, alias Vaticano, afirmando que Montesinos era su socio, para luego de ser sometido a torturas cambiar su versión inicial, nos queda claro cuál será la posición del fujimorismo en torno a este tema. O es que los peruanos somos una bola de cándidos y también asumiremos que el dictador no sabía nada.
En relación al problema laboral y la generación de empleo, el plan de Keiko nos ofrece una frase que más suena a burla o chacota que a planteamiento bien intencionado. Keiko nos dice que son tres las ideas fuerza que inspiran esta temática: Flexibilización del empleo, creación de la Superintendencia de Inspección Laboral y la implementación del programa empezando a trabajar. Sobre el particular es bueno hacer memoria y recordar algunos datos que me parecen importantes. La flexibilización de la legislación laboral no es per se negativa, yo diría que incluso es positiva cuando a través de ella se logran mayores niveles de formalización del empleo. Se reducen los costos laborales y más peruanos pueden acceder a un empleo formal. Hoy en día solo 1 de cada 4 trabajadores en el Perú es formal. ¿Pero qué ocurrió en el gobierno fujimorista aplicando esta misma receta? Nada, mejor dicho mucho pero en detrimento de los derechos de los trabajadores. La flexibilización puso en manos de los empresarios un poder omnímodo que carecía de todo tipo de límite ante la inacción del Estado y la falta de decisión del gobierno de acompañar la reforma vigilando que la misma no deje espacios libres para la arbitrariedad. Los derechos laborales fueron avasallados, muchos trabajadores fueron injustamente despedidos, durante los últimos años hemos sido testigos de las numerosas listas de trabajadores que han sido repuestos por haber sido víctimas de despidos arbitrarios. En palabras de la Organización Internacional del Trabajo, lo ocurrido en el Perú de los noventa fue feroz, no solo porque se desconocieron uno a uno los derechos constitucionales de naturaleza laboral sino porque la esperada formalización jamás llegó.
Ahora, sobre el tema educativo. La gran propuesta de Keiko, no encontrarán nada más, se los aseguro, es la siguiente: desayuno, almuerzo, zapatillas, buzos y útiles gratis para los niños. Lo mismo que hizo su padre, utilizó el presupuesto educativo para generar una nutrida clientela apunte de dádivas y de programas asistencialistas que valiéndose de la miseria y la necesidad de los más pobres le aseguraban un importante bastión de votantes para cada elección. O es que acaso el fujimorismo implementó alguna reforma en el sector, o es que acaso elevó el nivel de la calidad educativa de nuestro país, o es que acaso el analfabetismo funcional se redujo, o es que acaso la comprensión lectora de nuestros niños superó el promedio de América Latina. Al contrario, el fujimorismo olvidó que la educación además de ser un derecho fundamental es un servicio público, y que como tal el Estado debe velar por su calidad, cobertura y acceso. El fujimorismo convirtió a la educación en un servicio más, un producto más, dio nacimiento a la universidad empresa, el colegio empresa, el instituto superior empresa, no importa si una vez culminados los estudios el título obtenido no sirva ni para limpiar las miserias humanas, total, mientras se haga empresa todo está bien. Durante el fujimorismo cualquier casa se convirtió en colegio, cualquier casona empezó a ser llamada universidad, y cualquier garaje fabricado en tripley servía para enseñar computación, ginecología, enfermería o pedagogía. Durante el fujimorismo crear un colegio era tan fácil como abrir un nigth club, y yo diría un poquito más. Ese es el modelo que Keiko pretende traer de vuelta, si no es así, eso no lo podemos saber, porque como adelanté su plan no dice nada.
Como tema final, pero no menos importante, el de la inclusión social y lucha contra la pobreza. Su propuesta mayor es recuperar la “exitosa” experiencia de Foncodes (Fondo de Cooperación y Desarrollo). Si esa es la medida “estrella” de Keiko en este tema pues que dios nos agarre confesados. Revisen los periódicos de la época, como puede decirse que Foncodes fue una experiencia exitosa, digna de ser replicada y recuperada en la actualidad, y olvidar, maliciosamente, cómo los funcionarios nombrados por su gobierno, coludidos con organismos no gubernamentales desviaron importantes sumas de dinero, lucrando con la pobreza de los que nada tienen. Si no me creen, los invito a utilizar el buscador de Google, colocar “Foncodes Fujimori”, para que ustedes mismos puedan corroborar lo que hoy sostengo, seguramente nombres como KEN-AKEN, APENKAI, Mario Bacigalupo o Augusto Miyagusuku, aparecerán repetidas veces vinculados temas de corrupción. No puedo terminar el texto, lo asumo como una obligación moral, sin hacer mención a esas más de 280 mil mujeres pobres, en su mayoría campesinas, muchas de ellas quechua hablantes, a las cuales se las esterilizó en contra de su voluntad, valiéndose de su ignorancia y buena fe. Las recuerdo, porque sobre el tema nada dice, ni dirá el fujimorismo, mucho menos Keiko Fujimori, quien al parecer aprendió de su padre, que en política todo vale, y que el fin siempre justifica los medios, total, la ética es para los cándidos. A pesar de ello, quiero creer que los cándidos aún somos bastantes en el Perú. Así lo espero. Lo otro me aterra.
Etiquetas: Alberto Fujimori, Apenkai, Augusto Miyagusuku, Foncodes, Keiko Fujimori, Ken- Aken, Mario Bacigalupo, Plan de gobierno Fuerza 2011, Vladimiro Montesinos
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