viernes, 2 de abril de 2010

Solo para fumadores


Con ese título bautizó uno de sus cuentos el genial Julio Ramón Ribeyro. En el primer párrafo de dicha pieza literaria el genial Julio Ramón narra su primera experiencia en el mundo del cigarrillo. Lo fumó a las catorce o quince años, se lo invitó un amigo a la salida del colegio, el primer humo le ocasionó tal malestar que luego de una serie infinita de vómitos se prometió infructuosamente no volver a hacerlo, narra Ribeyro. Al cabo de algunos años, era imposible imaginar a Ribeyro haciendo su ingreso por el Patio Letras de la Universidad Mayor de San Marcos sin un Chesterfield entre los dedos dando bocanadas de humo por doquier. Y es que para muchos como Ribeyro, el cigarrillo es un compañero inseparable, forma parte del día a día del fumador, está presente en sus días más festivos así como también en los de mayor tristeza y pesar. Siempre, pero siempre, el fumador encuentra algún rincón, un espacio, un escondijo donde aplacar su ansiedad, prender el cerillo y entregarse al placer que sólo ellos pueden describir.


Con el correr del tiempo, esos espacios de deleite han ido reduciéndose, las sociedades comenzaron a tomar conciencia sobre lo peligroso que resulta ser para la salud de los seres humanos el consumo masivo y continuo de cigarrillos. Se fueron implementado leyes para regular su consumo, se dijo que solo podrían ser adquiridos por mayores de 18 años, que en la tapa de las cajas de cigarrillos debía figurar una advertencia lo suficientemente grande como para desincentivar su consumo, que se prohibiría la venta al menudeo de los mismos para evitar que los jóvenes los adquieran a cambio de algunas monedas; y por si no fuera poco, se ordenó que los centros de recreación de acceso público, como bares, discotecas o clubs en general, habilitasen zonas reservadas para todos aquellos que decidiesen prender un cigarrillo y sentir en cada pitada el placer de su humo.


La semana que pasó, el Pleno del Congreso del Perú aprobó la ley que prohíbe fumar en lugares públicos cerrados, como hoteles, restaurantes, discotecas y centros de trabajo. ¿Qué significa ello? Muy simple. Significa que los días de las denominadas “zonas para fumadores” han llegado a su fin. Es decir, también se ha prohibido la presencia de este tipo de áreas, reservadas para fumadores y sus voluntarios acompañantes, en locales como los anteriormente descritos.


En el Perú año a año mueren un promedio de 9000 personas a causa de enfermedades atribuidas al tabaquismo. Esta problemática ha sido, según lo que se expuso en la sesión del Congreso, la razón que motivó la promulgación de una ley mucho más estricta en torno al consumo de cigarrillos en espacios públicos, por más que se trate de centros de entretenimiento, o incluso de bares y otros espacios similares. Sin embargo, ¿Puede el Estado válidamente invadir la esfera privada de una persona adulta que con absoluta voluntad y libertad decide fumar un cigarrillo en un espacio reservado para ellos o, peor aún; puede el Estado impedirle a cualquier individuo ingresar a una zona de fumadores, convertirse en fumador pasivo, por el sólo placer de compartir una buena conversación con sus amigos fumadores, con su amiga fumadora, con su amante fumadora? Yo creo que no.


Como bien señalan algunos entendidos en la materia, esta norma expulsa, indirectamente, a todo fumador de cualquier espacio público, le impide ´tácitamente su presencia, bajo el absurdo argumento qué fumar, incluso en lugares reservados para ellos, pondrá en riesgo la salud de todos los demás concurrentes, incluso la de aquellos que libremente desean ser parte del humo en su condición de felices fumadores pasivos. Más aún, en el colmo de la exageración, y con la sola finalidad de justificar el carácter arbitrario e irrazonable de esta medida, se pretende decir que la prohibición absoluta del cigarrillo apunta a lograr un medio ambiente 100% libre de humo de tabaco, como si ello fuera posible.


Lo curioso es que las diversas falacias y argumentos disparatados que se han brindado para justificar tal medida ya fueron advertidos anteriormente no solo por el Ministerio de Economía y Finanzas, sino también por el INDECOPI. Nadie, en su sano juicio, puede negar los enormes inconvenientes que el consumo de cigarrillo tare consigo. Pero, nadie, absolutamente nadie, puede avalar una norma que pretende de manera arbitraria convertirnos a la fuerza en no fumadores, nadie que sea o se precie de creer en la libertad y autonomía individual, puede estar de acuerdo con una iniciativa estatal que pretende imponer autoritariamente un estilo de vida, una vida sin cigarrillo, y ello, porque el individuo, mayor de edad, de manera libre y voluntaria tiene el derecho a decidir sobre su propia vida, tiene derecho a llenar sus pulmones de humo o asumir una dieta súper light y macrobiótica, y en esa decisión el Estado no puede interferir.


En el colmo de la ridiculez, alcaldes, congresistas o ministros, salen a decir que no sólo se trata de defender la salud de los no fumadores (en otras palabras, le dice al fumador pasivo, oye tú, como eres muy irresponsable y si eres absolutamente libre decidirás ir con tus amigos fumadores a consumir su humo, yo decido por tí y evito de manera solapada que cometas ese error prohibiendo la existencia de los lugares “solo para fumadores”), sino también la pureza del ambiente. Sí señores, esos mismos burócratas que con incapaces de solucionar el grave problema de contaminación ambiental existente en nuestro país, en Lima para ser puntual, o en la avenida Abancay para ser más específico, a causa de la presencia de automóviles vetustos, que cuadra a cuadra van eliminando tanto humo como el necesario para llenar miles de miles espacios para no fumadores, nos dicen ahora que la manera más inteligente de luchar contra la contaminación ambiental es prohibir las zonas para fumadores en los locales públicos.


Esta norma no sólo es absurda, es abiertamente autoritaria, es inconstitucional, pues atenta contra lo más sagrado que tiene el ser humano, su libertad; la libertad de concurrir a un espacio, alejado del de los demás, en el cual pueda practicar una actividad que además es legal como fumar un cigarrillo, o, como hemos dicho anteriormente, también vulnera el derecho de los individuos de convertirse en fumadores pasivos por decisión propia, es decir, en nuestro país se puede consumir cuantas vasos de cerveza uno quiera, pero no se puede aspirar el humo del cigarrillo de aquellos con los cuales decido estar, eso es francamente absurdo.


Lo lógico, lo razonable en este caso, es dese luego regular el consumo de tabaco, sobre todo tratando de evitar su consumo en los más jóvenes, exigiendo la publicidad de anuncios en los cuales se advierta de los daños colaterales que el consumo de tabaco traen para la salud de los seres humanos, pero de ningún modo, condenado al ostracismo, expulsando de los lugares públicos a los fumadores, que al igual que los bebedores, tienen todo el derecho de consumir el tabaco que deseen, siempre que ello no afecte el derecho de los no fumadores, por eso es que causalmente se ideó el diseño de las áreas solo para fumadores, entendidas como espacios en los cuales, luego de una adecuada ambientación, los amantes del cigarrillo podrían encontrarse libremente y disfrutar de su vicio.


Una vez más, el Estado demuestra que no tiene ningún problema en violentar las libertades y los derechos de los individuos si de lo que se trata es de conseguir el aplauso de alguno cuantos, bajo el pretexto: los no fumadores son los menos, y por tanto, restringiendo, arbitrariamente o no, el consumo de tabaco protegeré el tantas veces manipulado concepto de interés general.


En todo caso, el gran Julio Ramón desde el más allá seguirá encendiendo uno a uno cuantos cigarrillos le de la gana, y tantos otros, como lo hiciera yo seguramente, decidirán tragarse todo su humo por el solo placer de ser testigos de su conversación inteligente y agudeza intelectual. En el Perú de nuestros días, ningún local le abriría sus puertas, por el solo hecho que está prohibido fumar, aún cuando no se moleste a nadie, en esas cabinas maravillosas, que en letras rojas por lo general, calmaban nuestra ansiedad, con la frase “solo para fumadores”.






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4 comentarios:

A las 2 de abril de 2010, 18:29 , Blogger juan carlos ha dicho...

completamente de acuerdo mi querido amigo

 
A las 3 de abril de 2010, 4:54 , Blogger cafiofepa ha dicho...

Yo he dejado de fumar. Nunca fui una fumadora a ultranza pero me gustaba encender un cigarrillo de vez en cuando mientras conversaba con algun amigo. Con eso quiero decir que entiendo el placer del fumar.
Estoy de acuerdo tambien cuando te refieres a las miles de contradicciones de nuestros burocratas que no resuelven los problemas basicos como el transporte publico y hablan del cuidado del medio ambiente. Cuando han sido coherentes?!

Sin embargo, ahora hago parte de "los menos" y si hablamos de libertad, la mia termina cuando tu enciendes un cigarrillo en mi cara. Cuantos tenemos que ser para que esta ley no te resulte "absurda, autoritaria e inconstitucional"? Tendria que salir yo del restaurante/bar/discoteca cada vez que tu quieras fumar? La ley no dice que dejes de fumar. La ley dice que fumes en exteriores. Y creeme, si se puede.

 
A las 5 de abril de 2010, 17:04 , Anonymous Anónimo ha dicho...

El derecho de uno culima donde comienza el de otro..eso está fuera de toda discusión, sin embargo creo que el derecho de los demas no se ve vulnerado cuando los lugares de encuentro publico disponen de lugares o areas solo para fumadores, es decir para todos aquellos que libre y voluntariamente deciden asumir el rol de fumadores activos o pasivos. No creo que expulsar de manera indirecta a los fumadores, de un local público, prohibiendo incluso las areas reservadas para ellos, resulte razonable, me suena más a un medida que restringe de manera extrema de la libertad del individuo..gracias por tu aporte...me gustaria saber tu nombre...no me gusta decirte amiga o señorita.

 
A las 5 de abril de 2010, 17:06 , Anonymous Anónimo ha dicho...

cvual es tu nombre completo estimaod juan carlos..te invito a revisar los demás artívulos quizá encontraemos otros puntos de coincidencia sobre dviersos temas.rafael

 

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