viernes, 20 de febrero de 2009

Venezuela: buscando un rey


El día de ayer en Venezuela fue promulgada la enmienda constitucional para la reelección indefinida que le permitirá a Hugo Chávez presentarse nuevamente como candidato presidencial para las elecciones en el 2012.

La enmienda fue aprobada el domingo pasado mediante un referéndum popular, lo que en opinión del partido oficialista, constituyó una gesta histórica de las filas revolucionarias que sueñan con una Venezuela socialista y un golpe de muerte para la “oligarquía pitiyanqui”, nombre con el que los partidarios del chavismo denominan a la oposición democrática en se país.

Según informes del Consejo Nacional Electoral (organismo constitucional venezolano absolutamente copado por el chavismo), el “Sí” a la enmienda a la Carta Constitucional, que permitirá la reelección indefinida para todos los cargos de elección popular, obtuvo el 54.86% de los votos frente a un 45.6% del “No”, registrándose también un 32.95% de abstención, en una jornada electoral que fue llevada a cabo en medio de un amplio operativo de seguridad, luego de una constante y millonaria campaña por el Sí en la cual el gobierno utilizó los recursos del Estado a su antojo.

Durante este acto de promulgación llevado a cabo en una plaza del oeste de Caracas, al aire libre y con ribetes de histrionismo populachero a los que nos tiene acostumbrado su gobierno y en compañía de sus ministros, Chávez se anunció como el primer precandidato para las próximas elecciones presidenciales: “Estoy listo para seguir comandando la revolución desde el 2009 hasta el 2016, por lo menos, si así lo quiere el pueblo”, sentenció. Recordemos que Chávez fue elegido presidente por primera vez en diciembre de 1998 y dos veces ha sido ratificado en el cargo en la última década.

Sin lugar a dudas, este resultado es un triunfo importante para el partido de gobierno, el cual no terminaba de superar el sin sabor que había sufrido a fines del 2007, cuando el pueblo venezolano le dijo no en las urnas a una amplia reforma constitucional que incluía eliminar los límites a la reelección presidencial. No cabe duda, que para Chávez y la pandilla a la cual él lidera, no hay mejor dicho sino aquel que dice: “El que la sigue la consigue”.

Ahora bien, las preguntas que uno debe de hacerse al momento de analizar el tema de la conveniencia de la reelección inmediata e indefinida en nuestra Latinoamérica son dos a mi juicio ¿Cuál ha sido la experiencia histórica de nuestro continente con este tipo de iniciativas? y ¿Cuáles son las razones de tipo social, cultural y político que nos permitan estar a favor o en contra de las mismas?

En nuestro país por ejemplo, ocurrió lo mismo que en Chile siglo XIX. En la Constitución de 1828, tomando el ejemplo de la Carta Fundamental norteamericana, se permitió la reelección inmediata, ni siquiera la indefinida. Sin embargo, durante todo el siglo XIX tanto en el Perú como en el resto de países latinoamericanos, los legisladores trataron de ir restándole la fuerza a la figura del Presidente de la República, a fin de impedir que este utilice su poder, su fuerza y sobre todo los recursos del Estado, para perpetuarse en el cargo. Entonces, si ese temor, fundado a mi juicio, se presenta con relación a la figura de la reelección inmediata, imaginémonos el peligro que nuestras frágiles democracias sufren ante la posibilidad de consagrar en sus constituciones, una figura como la reelección indefinida, tal y como acaba de ocurrir en Venezuela.

Esa es pues la radiografía histórica de la reelección en Latinoamérica, esta ha sido y es contraria a la reelección en cualquiera de sus formas, porque quien en su momento propuso desde la primera magistratura enmiendas constitucionales de este tipo, terminó convirtiéndose en dictador, atornillándose en el cargo y distorsionando gravemente todo el orden democrático e institucional de cada nación, poniendo al Estado al servicio de sus apetitos personales e intereses de turno. Esta ha sido la historia política de Latinoamérica desde mediados del siglo XIX y a lo largo del XX..

Hagamos un breve repaso, nuestro continente ha tenido en su tierra casos de Presidentes que han permanecido 35, 40 y hasta 50 años en el cargo, demoliendo instituciones, violentando libertades y derechos ciudadanos, promoviendo corruptelas y lo peor, postergando al infinito, el sueño de construir Estados auténticamente modernos y democráticos, en los cuales la ética y la decencia política no sean vistos simplemente como utopías o bienes inalcanzables por los ciudadanos. Así, hemos tenido por ejemplo: Juan Vicente Gómez en Venezuela, 35 años, Porfirio Díaz en México 35 años, Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana, 40 años, la familia Somoza en Nicaragua 40 años y, por supuesto, Fidel Castro y ahora su hermano, Raúl Castro, 50 años, en Cuba.

Como se puede apreciar, la nota característica y la lección que como peruanos y latinoamericanos debemos de aprender es que todos aquellos que han pretendido intentar la reelección desde el poder, lo único que buscaban era permanecer indefinidamente en el y servirse de el, aprovechando los placeres y gollerías que otorga el poder.

Bien lo señala el maestro Domingo García Belaúnde, gran profesor y talentoso constitucionalista nacional, el problema de la reelección y su relación con la aparición de dictaduras, ya sean de derecha o izquierda, es desde un punto de vista social y político tan grande, que incluso a servido de inspiración para la creación de verdaderas joyas de la literatura latinoamericana, como la obra de Ramón del Valle Inclán, Tirano Banderas, publicada en 1926, en la cual se describe la manera como los caudillos se perpetúan en nuestro continente, la obra de Miguel Ángel Asturias, El Señor Presidente, publicada en 1946, en la cual se narra la manera despótica como gobierna un gobernante sin nombre muy parecido a los de nuestras tierras, o la obra de nuestro Mario Vargas Llosa, La fiesta del chivo, publicada en el año 2000, en la cual se da cuenta de la manera como el dictador Trujillo tiranizó a más de tres millones de personas, sin saber que se estaba urdiendo una conspiración en su contra la cual acabaría con su asesinato.

Como podemos apreciar, los peligros que la reelección presidencial trae consigo para nuestras democracias no es una fantasía, no es un invento de los defensores del imperio y enemigos de los Chávez, los Evos, los Correa o los Uribe, todo lo contrario, los peligros existen y son una realidad.

La pobreza, la marginalidad, el clientelismo político, la fragilidad institucional, la escasa cultura y vocación democrática, el caudillismo y el deseo desmedido de poder, son factores de tipo social, político y cultural que tornan inviable una iniciativa de este tipo, la cual le permite al Presidente utilizar a todo el aparato estatal (dinero, propaganda, puestos de trabajo) a favor de su reelección.

A todo ello se le suma el clima de confrontación social que genera esta propuesta al interior de los países que la aprueban, tal como hemos podido apreciar en experiencias recientes como la venezolana y boliviana, en las cuales, la mitad de la población respalda el sueño de presidentes que se sienten reyes y la otra mitad decide defender tímidamente los principios democráticos, como el de separación de poderes o el de alternancia en el ejercicio del poder político.

Esta vez Chávez se salió con la suya, esta vez Chávez volvió a ganarle a una frágil oposición, una tímida oposición, una torpe oposición, una oposición que espera que sea el frente estudiantil, plagado de jóvenes y adolescentes, el que lidere la defensa de la democracia, como si el entusiasmo y los sueños por cambiar las cosas bastasen en política. Pero este triunfo no le asegura a Chávez el éxito en las próximas elecciones presidenciales.

A Chávez, señalan todos lo analistas, le esperan 4 años muy difíciles, le espera afrontar 4 retos que a mi parecer son las más duros de resolver, debe demostrar que es capaz de reducir la pobreza, debe disminuir los índices de delincuencia que, según el Ministerio de Relaciones Interiores de Venezuela, arroja una cifra de 152 homicidios a nivel nacional por semana, debe manejar con responsabilidad el gasto público, teniendo en cuenta la caída del precio del petróleo en el mercado internacional, recurso que le genera más del 50% de los ingresos de su Gobierno y el 94% de los que recibe por exportaciones y, finalmente, disminuir el índice inflacionario que culminó en 30.9% en el 2008, siendo el más alto de la región por tercer año consecutivo.

Esperemos, por el bienestar social y económico de los venezolanos, que el manejo gubernamental de estos 4 puntos sea el más coherente y responsable, aun cuando estoy seguro de que será todo lo contrario y, por el bienestar de su democracia, que la oposición sea lo suficientemente inteligente, para aglutinar fuerzas en torno a un solo candidato, para articular un discurso coherente desde el punto de vista económico y político capaz de desnudar las falencias del modelo y del proyecto bolivariano y que ayudada por todas las fuerzas democráticas venezolanas puedan despertar al dictador del sueño de ser rey, porque América Latina necesita de estadistas democráticos y de instituciones sólidas no de dictadores o caudillos, que de eso, ya hemos tenido mucho.

Rafael Rodríguez Campos

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