Una gran polémica desató la presentación de Keiko
Fujimori en Harvard. Para un sector de la opinión pública, Fujimori mostró una
imagen más moderada y menos conservadora del fujimorismo en temas sensibles
como el aborto terapéutico, la unión civil y la labor de la CVR. Para el otro
en cambio, este discurso no es más que una estrategia electoral para correrse
al centro del espectro político y llegar con mayores opciones de triunfo a las
Elecciones Generales del 2016, sobre todo pensando en una eventual segunda
vuelta en la que deberá capitalizar el voto de ese bloque que en 2011 decidió
apoyar a Ollanta Humala.
Otro dato curioso que trajo consigo esta
presentación, fue el ataque mediático (sobre todo en redes sociales) que
recibió Steve Levitsky, su anfitrión en Harvard, por parte de algunas
personalidades identificadas con la izquierda y el progresismo en nuestro país.
Para ellos, Levitsky, al abrirle las puertas de una de las universidades más
importantes del mundo, no ha hecho otra cosa que ponerse al servicio de
Fujimori, pues le ha dado la oportunidad de lavarse la cara, políticamente
hablando, y construir una imagen mucho más democrática y menos conservadora de
su movimiento.
En lo personal, esta crítica me parece tonta y
trivial. Conozco a Levitsky, he tenido la suerte de tenerlo como profesor, y lo
último de lo que se lo puede acusar es de ser un fujimorista encubierto (el
gringo es progresista). Al respecto, resulta lógico que a cualquier universidad
que cuenta con equipos de investigación sobre política latinoamericana le
interesa recibir la visita de quien nos guste o no, tiene las mayores
posibilidades, según las últimas encuestas (34% GFK), de ganar la presidencia
del Perú en 2016.
Además, como bien lo apunta el propio Levitsky,
teniendo en cuenta el pasado autoritario y corrupto del fujimorismo, resultaba
interesante conocer las ideas que Fujimori tiene sobre la democracia, los
derechos humanos, la corrupción y el futuro de su padre. En todo caso, habría
que recordar que el año pasado PPK, hoy segundo en las encuestas, también se
presentó en Harvard. Y que Humala también fue convocado pero decidió no aceptar
dicha invitación (yo creo que se chupó).
Más allá de ello, me parece que el sector que ha
criticado la presentación de Fujimori en Harvard, ha olvidado, como también lo
refiere Levitsky, que en una democracia, la función básica de una universidad
es promover el debate. Y para ello, los centros de formación académica deben
tener la suficiente apertura para dialogar con quienes no necesariamente
comparten sus mismos principios e ideales. Reitero, nos guste o no, Fujimori es
la candidata con mayores posibilidades de victoria en 2016, por eso la
importancia de saber qué piensa acerca de determinados temas de Gobierno.
Ahora bien, sobre su presentación debo decir lo
siguiente: 1) Me preocupa que Fujimori siga sosteniendo que los delitos
sistemáticamente cometidos por su padre durante la década de los noventa son
“errores”, y que el único y gran responsable de los mismos fue Vladimiro Montesinos,
el ex asesor que logró montar una siniestra red de poder que su padre
desconocía; 2) Me sorprende su renovada opinión a favor de la unión civil y el
aborto terapéutico, sobre todo teniendo en cuenta la posición absolutamente
conservadora e intransigente que varios de sus parlamentarios mostraron frente
a estos temas durante los últimos años; y 3) Me asombra que sobre la CVR haya
dicho que desarrolló una labor positiva para el país, más cuando el
fujimorismo, junto a la derecha más dura de nuestro país, de manera permanente,
se encargó, no sólo de desprestigiar la tarea de la CVR, sino también de atacar
personalmente a los comisionados, tildándolos de pro terroristas.
Si le creo a Fujimori, sinceramente debo decir que
no. O en todo caso, que una presentación pública en Harvard no cambiará la
imagen y el concepto que tengo acerca del Gobierno de su padre y del profundo
daño que el fujimorismo le hizo a las instituciones democráticas de nuestro
país, a las que petardeó durante una década, además de las violaciones de los
derechos humanos cometidas, y de la corrupción boyante que desató en el Perú.
Sin embargo, si ella dijo la verdad, o si yo le
creo, no es lo más importante para el análisis. Lo realmente importante es
saber si los votantes le creen, si su partido le cree, y si quienes la apoyan
están conformes con esta nueva imagen que Fujimori busca proyectar a partir de
un discurso mucho más centrista, menos confrontacional y duro.
Fujimori sabe que un importante sector del
electorado tiene serias dudas sobre su cambio. Ella sabe que para convencer a
ese sector deberá tomar acciones más audaces, pero al mismo tiempo más
riesgosas. Por ejemplo, si Fujimori aspira a capitalizar el voto de quienes
tienen una posición favorable frente a temas vinculados al respeto y garantía
de los derechos humanos como la unión civil, el aborto terapéutico y la CVR,
deberá sacar de su círculo más inmediato, y también de una posible lista
parlamentaria, a todas aquellas personalidades que durante años se han
encargado de marcar esa posición dura y recalcitrante en contra de estos temas.
Pero si Fujimori hace eso, corre el riesgo, y esto
ella también lo sabe, de perder apoyo tanto dentro como fuera del propio
fujimorismo. En otras palabras, Fujimori debe evaluar si cuenta con la fuerza
necesaria para imponer estos cambios, aunque sean solo una estrategia
electoral, inclusive en contra de lo que sus propios aliados puedan opinar.
Se sabe que en el Perú, Fujimori es la candidata
que mejor representa los intereses de la derecha conservadora. Sin embargo,
esta identificación es la que le impide justamente capturar el voto de aquellos
que además de apostar por el libre mercado, por ejemplo, exigen y demandan
democracia política y respeto por los derechos humanos.
Entonces, ¿Ha sido sincera Fujimori? No lo sé, y
francamente eso no es importante. Lo que realmente nos debe interesar como
votantes es que el giro que Fujimori está dando en campaña, en caso llegue a la
presidencia, se mantenga durante su eventual Gobierno. Y para ello, es
fundamental contar con una sociedad civil atenta y vigilante.
Hago referencia a la sociedad civil, pues me cuesta
imaginar un escenario en el cual la derecha económica y mediática, ejerza
efectivo control sobre las posibles conductas antidemocráticas en las que
podría incurrir ella o sus representantes políticos. En otras palabras, no creo
que a Fujimori, la derecha de nuestro país le exija cumplir la “Hoja de Ruta
Democrática de Campaña” como sí lo ha hecho con la “Hoja de Ruta Económica de
Campaña” de Ollanta Humala.
Etiquetas: ELECCIONES 2016, Keiko Fujimori, STEVE LEVITSKY
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