viernes, 16 de octubre de 2015

KEIKO FUJIMORI SE CAVIARIZA EN HARVARD


Una gran polémica desató la presentación de Keiko Fujimori en Harvard. Para un sector de la opinión pública, Fujimori mostró una imagen más moderada y menos conservadora del fujimorismo en temas sensibles como el aborto terapéutico, la unión civil y la labor de la CVR. Para el otro en cambio, este discurso no es más que una estrategia electoral para correrse al centro del espectro político y llegar con mayores opciones de triunfo a las Elecciones Generales del 2016, sobre todo pensando en una eventual segunda vuelta en la que deberá capitalizar el voto de ese bloque que en 2011 decidió apoyar a Ollanta Humala.

Otro dato curioso que trajo consigo esta presentación, fue el ataque mediático (sobre todo en redes sociales) que recibió Steve Levitsky, su anfitrión en Harvard, por parte de algunas personalidades identificadas con la izquierda y el progresismo en nuestro país. Para ellos, Levitsky, al abrirle las puertas de una de las universidades más importantes del mundo, no ha hecho otra cosa que ponerse al servicio de Fujimori, pues le ha dado la oportunidad de lavarse la cara, políticamente hablando, y construir una imagen mucho más democrática y menos conservadora de su movimiento.

En lo personal, esta crítica me parece tonta y trivial. Conozco a Levitsky, he tenido la suerte de tenerlo como profesor, y lo último de lo que se lo puede acusar es de ser un fujimorista encubierto (el gringo es progresista). Al respecto, resulta lógico que a cualquier universidad que cuenta con equipos de investigación sobre política latinoamericana le interesa recibir la visita de quien nos guste o no, tiene las mayores posibilidades, según las últimas encuestas (34% GFK), de ganar la presidencia del Perú en 2016.

Además, como bien lo apunta el propio Levitsky, teniendo en cuenta el pasado autoritario y corrupto del fujimorismo, resultaba interesante conocer las ideas que Fujimori tiene sobre la democracia, los derechos humanos, la corrupción y el futuro de su padre. En todo caso, habría que recordar que el año pasado PPK, hoy segundo en las encuestas, también se presentó en Harvard. Y que Humala también fue convocado pero decidió no aceptar dicha invitación (yo creo que se chupó).

Más allá de ello, me parece que el sector que ha criticado la presentación de Fujimori en Harvard, ha olvidado, como también lo refiere Levitsky, que en una democracia, la función básica de una universidad es promover el debate. Y para ello, los centros de formación académica deben tener la suficiente apertura para dialogar con quienes no necesariamente comparten sus mismos principios e ideales. Reitero, nos guste o no, Fujimori es la candidata con mayores posibilidades de victoria en 2016, por eso la importancia de saber qué piensa acerca de determinados temas de Gobierno.


Ahora bien, sobre su presentación debo decir lo siguiente: 1) Me preocupa que Fujimori siga sosteniendo que los delitos sistemáticamente cometidos por su padre durante la década de los noventa son “errores”, y que el único y gran responsable de los mismos fue Vladimiro Montesinos, el ex asesor que logró montar una siniestra red de poder que su padre desconocía; 2) Me sorprende su renovada opinión a favor de la unión civil y el aborto terapéutico, sobre todo teniendo en cuenta la posición absolutamente conservadora e intransigente que varios de sus parlamentarios mostraron frente a estos temas durante los últimos años; y 3) Me asombra que sobre la CVR haya dicho que desarrolló una labor positiva para el país, más cuando el fujimorismo, junto a la derecha más dura de nuestro país, de manera permanente, se encargó, no sólo de desprestigiar la tarea de la CVR, sino también de atacar personalmente a los comisionados, tildándolos de pro terroristas.

Si le creo a Fujimori, sinceramente debo decir que no. O en todo caso, que una presentación pública en Harvard no cambiará la imagen y el concepto que tengo acerca del Gobierno de su padre y del profundo daño que el fujimorismo le hizo a las instituciones democráticas de nuestro país, a las que petardeó durante una década, además de las violaciones de los derechos humanos cometidas, y de la corrupción boyante que desató en el Perú.

Sin embargo, si ella dijo la verdad, o si yo le creo, no es lo más importante para el análisis. Lo realmente importante es saber si los votantes le creen, si su partido le cree, y si quienes la apoyan están conformes con esta nueva imagen que Fujimori busca proyectar a partir de un discurso mucho más centrista, menos confrontacional y duro.

Fujimori sabe que un importante sector del electorado tiene serias dudas sobre su cambio. Ella sabe que para convencer a ese sector deberá tomar acciones más audaces, pero al mismo tiempo más riesgosas. Por ejemplo, si Fujimori aspira a capitalizar el voto de quienes tienen una posición favorable frente a temas vinculados al respeto y garantía de los derechos humanos como la unión civil, el aborto terapéutico y la CVR, deberá sacar de su círculo más inmediato, y también de una posible lista parlamentaria, a todas aquellas personalidades que durante años se han encargado de marcar esa posición dura y recalcitrante en contra de estos temas.


Pero si Fujimori hace eso, corre el riesgo, y esto ella también lo sabe, de perder apoyo tanto dentro como fuera del propio fujimorismo. En otras palabras, Fujimori debe evaluar si cuenta con la fuerza necesaria para imponer estos cambios, aunque sean solo una estrategia electoral, inclusive en contra de lo que sus propios aliados puedan opinar.

Se sabe que en el Perú, Fujimori es la candidata que mejor representa los intereses de la derecha conservadora. Sin embargo, esta identificación es la que le impide justamente capturar el voto de aquellos que además de apostar por el libre mercado, por ejemplo, exigen y demandan democracia política y respeto por los derechos humanos.

Entonces, ¿Ha sido sincera Fujimori? No lo sé, y francamente eso no es importante. Lo que realmente nos debe interesar como votantes es que el giro que Fujimori está dando en campaña, en caso llegue a la presidencia, se mantenga durante su eventual Gobierno. Y para ello, es fundamental contar con una sociedad civil atenta y vigilante.

Hago referencia a la sociedad civil, pues me cuesta imaginar un escenario en el cual la derecha económica y mediática, ejerza efectivo control sobre las posibles conductas antidemocráticas en las que podría incurrir ella o sus representantes políticos. En otras palabras, no creo que a Fujimori, la derecha de nuestro país le exija cumplir la “Hoja de Ruta Democrática de Campaña” como sí lo ha hecho con la “Hoja de Ruta Económica de Campaña” de Ollanta Humala. 

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