En el año 2012, Transparencia Internacional
publicó un informe sobre el Índice de Percepción de Corrupción (IPC) en el cual
nuestro país -junto al Salvador y Panamá- ocupaba el puesto 83 entre 176
países. En otras palabras, el Perú presentaba uno de los IPC más altos a nivel
mundial. Posición distinta es la que registraban Chile y Uruguay (ambos en el
puesto 20) que sobresalían como los países de la región más transparentes junto
a estados desarrollados como Dinamarca, Finlandia y Nueva Zelanda. La otra cara
de la moneda la presentaban Bolivia/México (105), Paraguay (150) y Venezuela
(165).
Hoy, 3 años después de la publicación del
referido informe, El Comercio publica una encuesta preparada por IPSOS que
arroja los siguientes resultados: el 80% de la población considera que Alan
García y Alejandro Toledo (ambos ex presidentes de la república) son
“mayormente o totalmente corruptos”, mientras los que piensan lo mismo del
actual presidente Ollanta Humala llegan al 75%. Frente a este panorama, creo
oportuno formularnos la siguiente pregunta: ¿Cómo consolidar a la democracia
como forma de gobierno en el Perú cuando más del 70% de los ciudadanos considera
que sus 3 últimos presidentes son corruptos?
Considero que esta es una interrogante que
los candidatos y partidos que buscan alcanzar la Presidencia de la República en
2016 deberían estar en condiciones de responder. Es más, estimo que son los
electores los que de manera general debemos convertir a este tema en uno de los
ejes centrales de la próxima campaña electoral. ¿Cuáles son las propuestas que
los candidatos y los partidos le ofrecen al electorado para luchar contra la
corrupción y adecentar la política? Es, como ya lo señalé, una de las preguntas
–sino la más importante- que los electores debemos hacernos antes de decidir
por qué candidato presidencial votar el próximo año.
La historia
de la corrupción en el Perú
Pero antes de formular soluciones a esta
problemática, es menester conocer su naturaleza, comprender sus causas y
efectos, para luego, una vez que se haya identificado la magnitud y el alcance
del fenómeno, poder adoptar medidas eficaces destinadas a impedir que la
corrupción siga carcomiendo los cimientos de nuestro Estado, debilitando
nuestra institucionalidad y empobreciendo nuestra moral pública.
Al respecto, Alfonso Quiroz (1956-2013),
publicó en 2013 su libro titulado “Historia de la Corrupción en el Perú”, una
investigación que recopila y muestra diversos datos que grafican la verdadera
magnitud del problema. Se trata, como señalan los especialistas, de la más
importante investigación llevada a cabo en nuestro país sobre la corrupción, ya
que es la primera vez que en un estudio se ha podido acceder a documentos
reservados, archivos peruanos y extranjeros, informes desclasificados de los
Estados Unidos, documentos secretos del Departamento de Estado norteamericano y
otras fuentes de difícil acceso que corroboran muchos de los datos e hipótesis
que se tenían en torno a este asunto.
La corrupción
peruana en cifras
En el libro se señala que entre el 30% y 40%
del presupuesto nacional desde inicios de la República se ha perdido en actos
de corrupción. Ahora, si analizamos esas cifras a la luz de nuestro PBI,
podemos afirmar que la corrupción se engulle aproximadamente el 4% del mismo. Entonces,
no exagera el autor cuando señala que ha sido el manejo corrupto de nuestra
economía una de las principales causas del retraso de nuestro país.
Corrupción
y crecimiento económico
Además, en el libro encontramos datos que
confirman la siguiente hipótesis: los niveles de corrupción aumentan durante
los períodos de mayor crecimiento económico. Este dato es fundamental si
tomamos en cuenta que nuestro país durante los últimos años ha venido
registrando una senda de crecimiento económico sostenido como nunca antes en su
historia. ¿Cuántos millones de soles generados por el crecimiento se han
perdido en actos de corrupción? ¿Hemos hecho el esfuerzo por generar los
controles institucionales necesarios para frenar los actos de corrupción? ¿Algún
candidato presidencial podrá y querrá liberar al Perú del fantasma de la
corrupción? Son preguntas que el electorado debe comenzar a formularse con
seriedad si realmente quiere que el 2016 la historia de nuestro país cambie.
Corrupción
y autoritarismos
Asimismo, otro dato interesante que arroja este
estudio está asociado a la relación simbiótica que existe entre la corrupción y
la presencia de gobiernos autoritarios y/o dictatoriales. En otras palabras,
mientras más autoritario es el Gobierno de turno, mayores son los incentivos
para que los agentes públicos y privados incurran en actos de corrupción.
Eso se explica de modo muy sencillo: habiendo
abolido los controles propios de la democracia y del Estado de Derecho, los
gobernantes autoritarios y sus camarillas, tienen menos frenos a la hora de
malversar y/o apropiarse del dinero público. Ergo, los corruptos saltan en un
pie cada vez que nuestra democracia es petardeada y los regímenes autoritarios
se apropian de la dirección política del país.
Los
gobiernos más corruptos de la historia
Por ello, no resulta extraño afirmar que los
periodos de mayor corrupción de nuestra historia republicana sean
coincidentemente los periodos en los que nuestra democracia fue ferozmente
destruida por líderes autoritarios que no tuvieron mayores reparos en ser
actores directos o cómplices diligentes del saqueo económico a gran escala del
erario nacional.
Así lo demuestra esta investigación, cuando
señala que justamente los períodos de mayor corrupción en el siglo XIX fueron
las décadas del 30 y del 50. Mientras que en el siglo XX, fueron los gobiernos
de Leguía, Odría, Fujimori, Velasco y Alan García (primer periodo) los años en
los que la corrupción ocasionó las mayores pérdidas del gasto público: 72%,
46%, 50%, 42% y 35%, respectivamente.
Para no
olvidar en el 2016
A la luz de lo expuesto, creo que los peruanos no
deberíamos olvidar -como la anota Transparencia Internacional- que una extendida corrupción acentúa las
desigualdades, debilita a las democracias, incita a la violencia y da pie para
que el crimen crezca. Es más, podríamos afirmar que actualmente nuestra
sociedad continúa pagando el alto costo político de la corrupción. Digo ello ya
que miles de millones de soles se pierden diariamente en actos de corrupción,
recursos que bien podrían ser invertidos en obras, programas o iniciativas
destinadas a combatir la pobreza, reducir la desigualdad o mejorar la calidad
de vida de las personas menos favorecidas. Por lo pronto, esperemos que en 2016
los electores destierren de su imaginario y vocabulario la ignominiosa frase:
“Roba, pero hace obra”.
Etiquetas: Alberto Fujimori, Alfonso Quiroz, CORRUPCION, Historia de la corrupción en el Perú
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