domingo, 6 de junio de 2010

Las elecciones en Colombia: victoria de Santos y desplome de Mockus



Juan Manuel Santos Calderón, candidato por el Partido Social de Unidad Nacional (Partido del actual presidente colombiano Álvaro Uribe) alcanzó el 46.5% de los votos frente al 21.4% de Antanas Mockus, candidato por el Partido Verde, en las elecciones del último domingo en el país cafetero.


Estas cifras electorales no tendrían nada de extraño si no fuera por el hecho que en días anteriores, y de manera casi general, todas las empresas encuestadoras hablaban de un empate técnico entre estos dos candidatos. En todos estos estudios, ambos candidatos alcanzaban porcentajes que fluctuaban entre el 30% y 35 % respectivamente. Finalmente, y luego de una jornada electoral que se desarrolló en un clima de paz y tranquilad que reconfortan y hablan bien del nivel de institucionalidad democrática alcanzado en el hermano país andino, la Registraduría Nacional, entidad encargada de organizar las elecciones colombianas, le alcanzaba al país las cifras oficiales: 6.7 millones de votos para Santos, frente a 3.1 millones de sufragios para Mockus. No obstante la abrumadora diferencia existente entre ambos candidatos, ésta no fue suficiente para alcanzar el 50% de los votos válidos, cifra necesaria para evitar ir a una segunda vuelta entre ambos líderes, la cual se realizará el próximo 20 de junio.


¿Quiénes son estos candidatos que en las últimas semanas hacían presagiar un final de fotografía en su camino hacia la presidencia colombiana? ¿Qué factores han inclinado la balanza a favor de Santos? ¿En qué fallaron las empresas encuestadoras al momento de lanzar sus pronósticos? Son algunas de las preguntas que trataremos de absolver a continuación.


Juan Manuel Santos, político, periodista y economista de 58 años de edad, se ha desempeñado como ministro de Estado durante la gestión de tres presidentes distintos. Fue nombrado ministro de Comercio Exterior por el ex presidente César Gaviria, años más tarde formó parte de la administración conservadora de Andrés Pastrana Arango, desempeñando el cargo de Ministro de Hacienda. Finalmente, y luego de abandonar las filas del partido liberal, decidió formar junto al presidente Uribe el denominado Partido de la U, ejerciendo el cargo de ministro de Defensa desde julio de 2006 hasta mayo de 2009, cargo del cual tuvo que alejarse para poder ser candidato a la presidencia por el partido de gobierno.


Antanas Mockus, político, filósofo y matemático de 58 años, ha sido alcalde de Bogotá durante dos periodos (1995-1998 y 2001-2004). En el año de 1997 decide renunciar al cargo de alcalde para tentar la candidatura presidencial de su país pero luego acepta formar parte de la fórmula presidencial de la candidata Noemí Sanín como su vicepresidente. Luego de 10 años desde esa aventura presidencial al lado de la tradicional Sanín, se adhiere en setiembre de 2009 al Partido Verde colombiano, junto con otro grupo importante de líderes, entre los cuales destacan los ex alcaldes de Bogotá Luis Eduardo Garzón y Enrique Peñalosa. Finalmente, en marzo de 2010 es elegido mediante consulta popular como el candidato presidencial del Partido Verde para las elecciones presidenciales colombianas de 2010.


Se trata pues de dos candidatos con una reconocida trayectoria académica y política. Los méritos de ambos líderes, su personal carisma, y la expectativa que la figura de ambos generó entre los colombianos, en especial entre los jóvenes de ese país, hacían de esta elección una contienda particularmente especial. Luego de anunciada la no candidatura del presidente Uribe a una tercera elección consecutiva, la figura de Santos se colocó en el centro del escenario político colombiano. Frente a ello, la oposición colombiana, las fuerzas políticas discrepantes del Uribismo vieron en Mockus a una persona capaz de concertar con diversos sectores progresistas, una persona con una capacidad de convocatoria tal que le permitiese competir en igualdad de condiciones con el candidato oficialista, más si se tiene en cuenta el aproximado 60% de respaldo que el gobierno del presidente Uribe recibe del pueblo colombiano en cada consulta de opinión.


En ese escenario, la figura de Mockus fue creciendo paulatinamente, los medios comunicación daban cuenta de la enorme acogida que su propuesta iba adquiriendo día a día, en especial entre el grupo de votantes más joven, el cual se sentía entusiasmado con el discurso del hombre al cual llamaban cariñosamente “mi profesor, mi candidato”, el cual se centraba básicamente en el combate contra la corrupción, la necesidad de promover fórmulas de desarrollo sostenibles capaces de armonizar las necesidades de la globalización con el respeto por la diversidad y los recursos naturales, el respeto de los derechos humanos y el fortalecimiento del sistema democrático, en palabras del propio Mockus, su discurso apuntaba a una verdadera revolución cultural, una revolución que le permitiera al pueblo colombiano entender que existen principios éticos que no pueden ser ajenos al quehacer político, que los fines no justifican necesariamente todos los medios, crítica que durante largo tiempo se le hiciera al gobierno de Uribe, al cual se le acusa de no haber asumido una posición de lucha frontal contra la corrupción y los grupos paramilitares.


Por su parte, Santos, con el apoyo del Partido de la U y el respaldo personal del presidente Uribe, el cual en más de una oportunidad lo catalogó como el mejor ministro colombiano de los último tiempos, se presentó ante el electorado como un candidato con experiencia política, ducho en el manejo de los recursos y la gestión pública, capaz de dar continuidad y profundizar el conjunto de políticas iniciadas por el uribismo, las mismas que a juicio de la mayoría de electores ha sido capaz de devolver la paz y la tranquilidad a las principales ciudades de Colombia, todo ello a partir de una política de seguridad dura y eficaz en el combate contra las FARC y el narcotráfico. A esa política de seguridad, Santos ofreció sumarle un nuevo conjunto de programas destinados a derrotar la pobreza, la exclusión y marginalidad. Santos se dio cuenta que el éxito de su campaña no podía centrarse únicamente en los logros obtenidos por el gobierno, y desde su ministerio, en la pacificación del país. El pueblo colombiano les exigía a los candidatos capacidad y compromiso a la hora de diseñar un programa de gobierno que se centrara en elevar los niveles de vida de la población. Durante largos años el esfuerzo de los gobiernos se concentró en la solución del problema colombiano mayor: la guerrilla. Hoy en día, el reto del nuevo gobierno pasa por dar respuesta al problema de la educación, de la salud y de la generación de puestos de trabajo. Teniendo en cuenta ello, Santos, a través de un discurso sencillo, comprensible, hasta a veces simple, contario al de Mockus, al cual los especialistas han catalogado como un mensaje post liberal y de vanguardia, logró consolidar su respaldo, sobre todo en las provincias colombianos, en las zonas urbano marginales de ciudades como Cali, Bogotá, Barranquilla o Medellín, fueron estas zonas las que aseguraron y dieron un nuevo envión a la candidatura de Santos.


Un comentario especial merece la participación de las empresas encuestadoras en estas últimas elecciones colombianas. Teniendo en cuenta el grado de certeza y la técnica en el manejo de las encuestas de opinión que las encuestadoras han adquirido durante los últimos tiempos resulta inexplicable la diferencia existente entre los resultados oficiales y las proyecciones que se hacían antes del domingo de las elecciones. Son tres datos los que han sido destacados por los analistas como factores ha tomar en cuenta al momento de analizar este fenómeno. El primero de ellos está vinculado a la presencia del denominado voto voluntario en Colombia. Ninguna empresa en el mundo puede, en un país en el cual el voto es voluntario, proyectar a ciencia cierta el grado de participación electoral ha registrarse. Más aún si las muestras que se hacen se centran básicamente en las grandes ciudades o núcleos de desarrollo de los países, dejando de lado la percepción que la gente de las provincias y zonas marginales van formándose a medida que el día de las elecciones se va acercando. Un segundo punto que no se tomó en consideración por los analistas fue la presencia y el respaldo partidario que Santos recibiría de parte de su partido, como de los líderes y caciques regionales y provinciales, muchos de ellos vinculados o exmilitantes de los dos partidos tradicionales de Colombia: el Partido Liberal y el Partido Conservador. Incluso se habla ya de numerosos casos de votantes que fueron convencidos de ir a las urnas ese domingo y manifestar su apoyo al candidato oficialista a cambio de favores y beneficios de diversa índole, lo que los especialistas han bautizado como clientelismo institucional. Finalmente, es innegable que durante cualquier campaña electoral los candidatos cometen errores que luego les pasan factura. Los comentarios de Mockus en los cuales se mostraba a favor de un aumento importante en los impuestos, así como de un posible acercamiento a la figura del presidente venezolano Hugo Chávez, con el cual durante ésta última época se han registrado innumerables confrontaciones gubernamentales, produjeron en la gente cierto rechazo a su candidatura, además no es algo novedoso el hecho que los votantes prefieran dar su respaldo a una persona a la cual ven como dotada de una mayor experiencia, mesura, y sobre en este caso, como el continuador de la gestión de un político tan exitoso como Uribe.


Creo, finalmente, que más allá de los yerros y equivocaciones que pueda haber cometido Mockus con declaraciones como las que hemos reseñado, con un discurso que no fue capaz de llegar con sencillez a la inmensa mayoría de los colombianos, en esta oportunidad Colombia optó por el continuismo, por un uribismo sin Uribe, sin desconocer por supuesto, la importante trayectoria y capacidad de un político como Santos, la cual se puso en evidencia en el discurso que ofreciera una vez conocidos los resultados, en el cual lejos de una triunfalismo exacerbado en el que hubiesen incurrido muchos políticos a la luz de la contundente victoria alcanzada en las urnas, supo articular con sencillez y prudencia, un mensaje en el cual además de agradecer la generosidad del pueblo colombiano, los convocó a formar junto a él un gobierno de unión en el cual se garantice la estabilidad y el desarrollo para todo Colombia. Desde mi punto de vista, salvo ocurre una auténtica catástrofe, la suerte de ambos candidatos está echada, y Santos es el virtual presidente de Colombia.

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