Existen redes de corrupción
enquistadas al interior del Poder Judicial. Así de lapidaria fue la frase con
la que el titular del Poder Judicial, César San Martín, justificó la necesidad
de aprobar el Proyecto de Ley de Facultades Extraordinarias Nº 424/2011-P
presentado por su despacho con el respaldo de casi la totalidad de magistrados
de la Corte Suprema para luchar contra la corrupción al interior de este poder
del Estado.
Los esfuerzos del pasado
Durante la última década, a
partir del año 2001 para ser más precisos, se han ido elaborando una serie de
estudios e informes destinados a diagnosticar y evaluar la marcha de la
justicia en nuestro país. Luego de casi diez años de gobierno autoritario, y con
la llegada de la democracia, diversos sectores del país tomaron la decisión de
encarar de manera frontal la lucha contra la corrupción al interior de los
órganos de justicia. Es en ese escenario, donde surgieron diversas iniciativas,
alentadas muchas de ellas por la sociedad civil, cuyo objetivo era brindar a
las autoridades competentes la información necesaria para el diseño de
políticas públicas que lleven adelante la tantas veces promocionada reforma de
la administración de justicia.
Lastimosamente, con el
transcurrir del tiempo, este impulso fue perdiendo fuerza. Los órganos
encargados de llevar adelante estas iniciativas perdieron interés en las
mismas, y poco a poco la situación judicial volvió a ser la misma. Escándalos,
denuncias y actos irregulares llegaron a conocimiento de la ciudadanía,
generando malestar y frustración en todos aquellos que habían cifrado sus expectativas
en esta nueva etapa de nuestra república.
La lucha contra la corrupción es
una tarea impostergable
Ante esta situación, ha sido el
propio Presidente del Poder Judicial (eso es lo más destacable) quien de manera
pública ha señalado que el problema de la corrupción en la judicatura es un mal
institucionalizado, que las nefastas consecuencias que este genera no podrán
ser superadas si no se toman acciones inmediatas, que la corrupción se expande
y no se detiene, que los actos irregulares son moneda común en los pasillos de
las cortes, y que todo ello ocurre gracias a la anuencia y el silencio cómplice
de quienes en teoría deberían ser los contralores de la honestidad y la
transparencia en esta institución
En ese sentido, resulta saludable
que el tema de la lucha contra la corrupción en la administración de justicia
vuelva a cobrar interés, que las soluciones e iniciativas para hacerle frente
cobren mayor protagonismo en los medios, que se vuelva a debatir sobre este
asunto, y que ello ocurra gracias a la actitud de César San Martín y de la
mayoría de sus colegas, quienes al parecer están decididos a llevar adelante
esta dura batalla. Sin embargo, esta iniciativa, este proyecto de ley,
bautizado con el título de “Proyecto San Martín”, no ha estado exento de
críticas al interior del propio Poder Judicial.
La corrupción no es un mal
institucionalizado
Algunos de sus colegas han salido
a los medios a señalar que las declaraciones del Presidente del Poder Judicial
no se ajustan a la verdad, que incurre en una exageración, que en los juzgados
no existen redes de corrupción, ya que si bien existen denuncias y escándalos, estos
se tratarían de casos aislados y no de una práctica sistemática al interior de
la judicatura. Este ánimo por restarle importancia a las declaraciones del
vocal San Martín, este interés por negar lo innegable, esta costumbre tan
nuestra de culpar a los antecesores para justificar la inacción presente frente
a los problemas, resulta por demás incomprensible y preocupante, sobre todo
cuando son varios los estudios e informes elaborados por el propio Poder
Judicial que avalan lo dicho por el presidente de esta entidad.
Más allá de la confrontación y
las pugnas que al interior del Poder Judicial existan, las cuales estamos
seguros trascienden el ámbito de lo estrictamente jurisdiccional, en esta
oportunidad queremos dar a conocer algunas de las propuestas que se han hecho
con el objetivo de luchar contra la corrupción judicial. Siendo ello así,
debemos saludar la iniciativa del Instituto de Defensa Legal (IDL), quien hace
algunos días ha hecho público un informe especial, en el cual aborda esta
temática, recogiendo los aportes más importantes realizados durante los últimos
años, muchos de los cuales fueron consolidados y presentados oficialmente en el
informe de la Comisión Especial para la Reforma Integral de la Administración
de Justicia (Ceriajus) en el 2004.
Medidas para combatir la
corrupción (propuesta recogida por el Instituto de Defensa Legal en su Informe
Nº 61)
Tomando como referencia los
lineamientos expuestos por IDL damos a conocer las siguientes medidas para
luchar contra la corrupción al interior del Poder Judicial.
- Crear la
Unidad Especializada y Multidisciplinaria de análisis de la corrupción:
pues es necesario actualizar los diagnósticos sobre el estado de la
corrupción dentro de la judicatura, identificando los problemas más
graves.
- Crear una
Comisión Especial de lucha contra la corrupción: compuesta por
diversos órganos (Poder Judicial, Ministerio Público, Consejo Nacional de
la Magistratura (CNM), Colegios de Abogados), para fijar políticas
coordinadas a todo nivel, pues las redes de corrupción llegan a otras
instituciones.
- Concentrar
las responsabilidades de control disciplinario: pues en la actualidad
dicho control recae sobre diversos órganos, situación que conspira contra
este esfuerzo. La tarea en este campo es concentrar esta labor en menos
órganos evitando la demora y los procedimientos engorrosos.
- Adoptar
medidas que garanticen la transparencia y la rendición de cuentas: las
cuales suponen el cumplimiento cabal de la Ley de Transparencia y Acceso a
la Información Pública, actualizando la información del portal web del
Poder Judicial y de otras entidades del sistema de justicia.
- Promover la
denuncia de actos de corrupción: para evitar la impunidad y revertir la
percepción negativa que la ciudadanía tiene respecto a los funcionarios
judiciales: de lo que se trata es de minimizar los costos de las
denuncias, ofreciendo recompensas por denuncias consistentes y brindando
protección a los testigos que brindan información sobre estos hechos.
- Crear medios
para contrarrestar la intimidación: pues una de las armas que la
corrupción emplea es el amedrentamiento de magistrados que están a cargo
de juzgar casos relevantes. Se deben crear mecanismos de protección para
los magistrados y sus familiares contra las bandas vinculadas a la
corrupción política y económica.
- Crear “zonas
liberadas de corrupción dentro del Poder Judicial”: mediante la
incorporación de nuevo personal o de trayectoria impecable en la
judicatura para que integren oficinas encargadas de emitir informes
continuos sobre el ambiente en que se encuentran (monitoreo permanente).
- Promover la
fiscalización desde los colegios de abogados: a través de la
suspensión o retiro de la colegiatura a los agremiados en actos públicos
que contravengan las reglas de la ética del colegio de abogados u otras
normas relacionadas a la conducta de todo profesional del Derecho.
- Eliminar la
competencia de la Sala Plena para imponer sanciones menores a los vocales
supremos: pues cuando el CNM encuentra que un vocal supremo no ha
incurrido en una infracción que amerite la sanción de destitución, y
deriva el caso a la Sala Plena, en muy pocas oportunidades esta impone una
sanción por la comisión de faltas menores, aun cuando el caso así lo
amerite, generando un clima de impunidad al más alto nivel.
- Crear en
todas las sedes judiciales módulos anticorrupción: estos órganos
estarían integrados por jueces, fiscales y policías cuya labor sería
orientar a la ciudadanía en la interposición de denuncias vinculadas a
actos de corrupción, como cobros indebidos, dádivas o ventajas solicitados
por algún funcionario judicial a cambio de algún favor o ayuda.
Esperemos que este conjunto de
propuestas sea tomado en cuenta por las autoridades del Poder Judicial al
momento de diseñar la política anticorrupción al interior de su institución.
Como señaláramos en su momento, se trata de una serie de iniciativas que gozan
de gran consenso y legitimidad, pues son el producto del esfuerzo de
investigadores y académicos que a lo largo de los años se han encargado de
estudiar esta problemática.
No podemos terminar esta nota sin
antes destacar que todas y cada una de estas ideas no requieren sino del
compromiso y la voluntad institucional de las propias autoridades
jurisdiccionales para su implementación, pues como se puede apreciar, se trata
de medidas cuya puesta en ejecución no requiere del concurso del Parlamento o
del Poder Ejecutivo. En otras palabras, y como tantas veces se reclamó, la
reforma de la administración de justicia corre a cargo, principalmente, de
nuestro Poder Judicial y de su titular, quien al parecer está dispuesto a
asumir este reto aun cuando para ello deba vencer las presiones que desde fuera
y dentro de la institución ya se comienzan a sentir.
Este artículo será publicado en
el Nº 52 de LA LEY, publicación mensual del grupo editorial GACETA JURÍDICA.
Etiquetas: Ceriajus, Corrupción en el Poder Judicial, Instituto de Defensa Legal, Proyecto de Ley de Facultades Extraordinarias, proyecto San Martín
0 comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio