sábado, 28 de febrero de 2009

A la policía se la respeta, a las chicas fénix también


Nadie puede negar la difícil situación de crisis insitucional que atraviesa la Policía Nacional del Perú (PNP). Sin lugar a dudas, es el sector más sensible y el que más problemas le ha ocasionado al gobierno de turno. Son 4, con la actual Ministra del Interior, Mercedes Cabanillas, las personalidades que han tenido el encargo de conducir las riendas de este ministerio, ninguna fue capaz de ofrecerle al país resultados positivos, de impulsar una auténtica reforma institucional en dicho sector, de luchar y diseñar un plan coherente que le haga frente a la corrupción que al parecer carcome a dicha institución de sus entrañas. El nombramiento de todos ellos fue anunciado con autobombos, con cornetas y platillos. Al final del día, una imagen, una realidad incontrastable, un sin sabor, ministros que resultaban chamuscados, víctimas de su propia incapacidad, vapuleados por los medios de comunicación y castigados por una opinión pública que día a día confía menos en una institución tan importante para la sociedad como la PNP.

Corrupción generalizada, denuncias de malversación de fondos en el uso de combustible para las unidades policiales, pases al retiro y nombramientos de personal sin mayor criterio que los miedos y gustos personales del jefe del sector, inseguridad ciudadana que pone los pelos de punta a cualquier analista, pandillaje, violencia, sicariato, narcotráfico, son algunos de los problemas que el ministro o la ministra de turno debe afrontar. Qué duda cabe, este ministerio es una papa caliente.

¿Qué ha hecho el gobierno para afrontar esta problemática? Nada. No ha hecho absolutamente nada. Cuando uno revisa el plan de gobierno con el cual el Partido Aprista se presentó a las últimas elecciones puede darse cuenta de que la política diseñada para este sector se encontraba llena de lugares comunes, de palabras vacías, de buenas intenciones y escaso contenido de fondo, carente de una política institucional coherente y huérfana de una visión cabal en torno al rol que representa este ministerio en las democracias modernas.

Ante dicha situación, no sorprende que el gobierno haya recurrido a personalidades de tan poca capacidad para encabezar la supuesta reforma de la PNP. al mando del ministerio. Tuvimos a una ex ministra de salud, que en temas de seguridad, reforma institucional y gestión demostró no tener consigo a todas las luces necesarias para el puesto, luego, llegó un ex ministro de economía del primer gobierno aprista, peor aún, la situación fue más caótica, no sólo por el desprestigio con el que su figura contagió a la ya debilitada imagen de la institución, sino por el continuo y permanente tufillo a corrupción con el que se asoció a su gestión, quedaba un intento más, un coronel en retiro, el de menor duración en el cargo, cuyo breve paso no sólo obedeció a sus continuas y poco felices declaraciones ante los medios de comunicación, sino sobre todo por haber demostrado, desde el minuto uno de su gestión, que la cartera del interior le quedaba grande y que su figura hacia agua frente a todo problema que le tocó afrontar. Pero eso no sorprende, al menos a mí no me sorprende, es muy difícil que un gobierno que no tiene ni la más mínima noción para el manejo de dicho sector tenga el tino para elaborar un perfil para la persona que tome el encargo de asumir el puesto de Ministro del Interior. ¿Y entonces que nos dejaron estos ministros? Nada. Todos creyeron traer en sus manos la solución mágica para el sector, todos pretendieron refundar la institución, todos trajeron consigo su plan de reforma, una reforma que en ningún caso se llevó a cabo, debido a que el sucesor, se encargó de desbaratar todo lo hecho por su antecesor, independientemente de si este plan tenía medidas rescatables o aportes que merecieran ser tomados en cuenta. ¿Eso sorprende? No. En un país acostumbrando a no contar con políticas de estado de larga data, tremendo desatino en el manejo institucional no sorprende.

Pero no debemos perder la fe, no perdamos el optimismo, eso fue lo que me dije al conocer el nombramiento de la actual Ministra el Interior, en fin, no será una conocedora del sector, pero ya es mucho que sea una civil, que sea una política de carrera y que nadie pueda dudar de sus bondades personales de probidad, honestidad y compromiso con la defensa de los valores democráticos. Al menos eso quiero pensar, no me gustaría tener que reconocer que me equivoqué una vez más.

Parece que la ministra hizo una adecuada lectura de la problemática de la institución, debe recuperar el principio de autoridad, debe mejorar la moral de la institución, debe implementar mecanismos que hagan más difícil la comisión de delitos vinculados a la corrupción al interior de su sector. Sin embargo, han sido las medidas adoptadas por esta las que ensombrecen y cubren con un velo de pesimismo su desempeño ministerial.

La ministra, al parecer, tiene serios problemas para reconocer la diferencia entre autoridad y autoritarismo, o quizá quiera aprovechar su nombramiento al frente de esta cartera, con el único propósito de granjearse para sí, un importante apoyo político de cara a las elecciones del 2011, en un país al que le encanta lanzar la primera piedra, levantar el dedo acusador, rasgarse las vestiduras en nombre de la moral, pero al que le cuesta mirarse frente a un espejo y asumir la fealdad de su rostro, de nuestro rostro, el tuyo, el mío y el de todos nosotros. De otro modo, nadie puede entender la abrupta medida de separar de la institución a cuatro policías femeninas por aparecer en una página web peruana. Las agentes pertenecían al Escuadrón Fénix y fueron grabadas desnudas por una compañera con la cámara de su celular. El aparato fue robado, y las imágenes, colgadas en la web http://www.cholotube/ para el deleite de más de 100 mil curiosos o curiosas, quién sabe. Es decir, las agraviadas, las chicas fénix, que vieron violentado y vulnerado sus derechos fundamentales a la intimidad, a la vida privada, a la imagen y a la voz, reciben la sanción inmediata de la ministra posiblemente buscando rédito político o popularidad mediática, pero sin mayor argumento para ello que sus complejos y trasnochados cánones de moral y decencia personal que no pueden ser el baremo para identificar a los buenos o malos policías. Vamos señora ministra, el país espera otra respuesta de su parte.

A todo ello, se le suma la andanada de calificativos y epítetos denigrantes e injuriosos, de los que han sido víctimas estas señoritas, el propio Presidente de la República, consultado por la medida, decidió respaldar la decisión de la ministra en los siguientes términos: “No queremos 'vedetistas’ que estén dispuestas a proteger el orden público desnudas”. Señor presidente, no nos quiera tomar el pelo, a estas alturas y usted con este tipo de cucufaterias y huachafadas. A usted que le encanta invitar a ex vedettes a que desempolven las lentejuelas y se echen una cumbia de su brazo en teletones y conciertos. Por favor.

Al parecer la ministra viene investida de una espada de “Damocles”, sanciona a todos y a todas, el problema es que lo hace sin distinguir los hechos verdaderamente sancionables, como el protagonizado por dos efectivos policiales, los cuales en estado de ebriedad y a bordo de un vehículo, vestidos con el uniforme policial y en horas en las cuales debían estar prestando servicio, ocasionaron un accidente de tránsito, de aquellos que no pasan de ser una simple travesura, cometida por chicas que en sus tiempo libre, y en un espacio privado, como lo es un cuarto o una habitación, deciden llevar a cabo un jueguito color rosa, hasta de mal gusto si se quiere, pero que de ninguna manera puede ser considerado un delito o una falta que ponga en riesgo el prestigio de la institución.

Señora ministra, no nos haga retroceder en el tiempo, no juegue a ser una inquisidora, no nos venda humo haciéndonos creer que elevando las sanciones y endureciendo el reglamento disciplinario la situación al interior de la policía va a cambiar, eso no es cierto. Reflexione, retráctese, no sea injusta, usted no puede castigar a su antojo, no puede sancionar sino a partir de la comisión de una conducta que haya sido expresamente señalada como tal, como susceptible de sanción disciplinaria, esa es la garantía mínima que le asiste a todo los trabajadores del Perú, y las policías no son la excepción. En lugar de demostrarnos su figura de “Dama de Hierro”, a partir de la adopción de este tipo de medidas, explíquenos porqué pretende hacernos creer y quizá auto convencerse de que firmando un convenio con Petroperú se ha de solucionar el problema de la corrupción en el manejo de combustible en la institución a la cual usted representa, más cuando esta empresa ha dado numerosas muestras de ineficiencia, además de estar vinculada al escándalo de corrupción más importante de su gobierno, el de los petroaudios.

A pesar de ello, le deseamos suerte ministra, y esperamos por el bienestar del país y de su sector, que sea usted la última ministra del régimen, ya que de no ser así, de seguir la suerte de su antecesores, sólo nos queda apagar las luces, encomendarnos a dios, y esperar las elecciones del 2011, en las cuales usted seguramente será candidata, no sabemos para qué, pero candidata al fin y al cabo.

Rafael Rodríguez Campos

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2 comentarios:

A las 17 de marzo de 2009, 15:05 , Blogger Cecilia.G ha dicho...

Bien!

 
A las 17 de marzo de 2009, 15:07 , Blogger Cecilia.G ha dicho...

Bien!

 

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